Como dijo el filósofo que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, nos hemos puesto estupendos con los conceptos. Hombre, cada uno tiene derecho a engañarse a sí mismo, para eso abrieron la MTV y los creativos idean los anuncios. Parece más peligroso que los grupos se cohesionen a través de la mentira para lustrarse y darse fuerzas.
Vivo en un mundo donde miles de individuos son libres, dignos, solidarios, altruistas y honestos, en contraposición a su némesis misteriosa, "la gente". Como no hay un portavoz de "la gente", asumo que es una malvada organización secreta que trata de impedir la probidad de los esforzados héroes que se publicitan. Que va, no soy gilipollas. Soy perfectamente consciente de que "la gente" es el recurso retórico recurrente de quien necesita disminuir a quien está a su alrededor para elevarse ellos. En fin, lo entiendo: la realidad puede ser muy frustrante y por eso la mentira gobierna el mundo.
En economía, la teoría de la preferencia revelada establece que es el comportamiento del consumidor el que establece sus preferencias. Resulta muy tentador aplicarlo a la política y otras manifestaciones sociales, con la cautela debida a un método inestable. Pero lo cierto es que nos comportamos de manera distinta a lo que declaramos, quizá porque hemos sido enseñados a participar de un discurso bello y bueno que se toma como el que debe regir en cualquier momento y situación. Esa renuncia a pensar no conlleva nada concreto; al fin y al cabo es pura hipocresía. Y sin embargo, envenena la deliberación compartida, porque queremos creer que encarnamos grandes principios que nos exaltan. Y así están tantos, embobados con el reflejo de su belleza moral, mirando al agua que les devuelve la imagen de Narciso mientras la realidad impone su dictadura implacable sin que se den cuenta y pensando que ellos la impiden. En fin. Pobres de nosotros.
Dundalk me pregunta que de quien carajo escribo. Y yo le digo que creo que me parece obvio, aunque la gente sea idiota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario