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miércoles, 4 de marzo de 2020

Notas de otro día más en la hoguera de las vanidades. Cuatro de marzo.

- Escucho a Jurgen Klopp preguntarse que relevancia puede tener la opinión de un entrenador de fútbol en temas políticos o médicos. Por alguna razón, la "importancia" parece ser un argumento a favor de aquellos que necesitan confirmar sus prejuicios. En general, todo aquel que tiene un micrófono trata de lanzar un mensaje, pero el micrófono es el propio mensaje. Por eso se sostiene; para llenar de ruido el vacío que vivimos.

- La calle está llena de chicos bulliciosos y agitados. Parece ser que en la primera juventud, aún el cerebro no está cableado del todo y los impulsos que sentimos son más intensos. Puede ser; no sé si alegrarme de haber pasado por ello y recordarlo con afecto o pena por no poder volver a ese tiempo donde todo estaba por estrenar. Elijo una combinación agridulce de arrepentimiento y recompensa y vuelvo a casa pensando en quienes somos realmente.

- Al inicio de un capítulo de "Rojo y Negro", Stendhal deja una interesante cita: ¡La importancia! ¿Es nada, por ventura? La importancia es el respeto de los necios, el pasmo de los niños, la envidia de los ricos y el desprecio del sabio. Es sutil y certero que el sabio sea uno frente a la multitud de quienes desean ser otras cosas.

-Hemos dado importantes pasos para consolidar la histeria. Es hora de ser ambiciosos y dar pasos decididos hacia la paranoia.

-Leo a Bill Bryson, El cuerpo. Guía para ocupantes. Es estupendo, ameno, divertidísimo, conciso y riguroso. Una delicia. Ahora sé que hay un síndrome que hace a quien lo padece decidir que esta muerto sin que nada que se haga pueda convencerlo de lo contrario. Me pregunto como trataría una sociedad plena de seres así a alguien que dijera lo contrario. Quizá es el mundo que vivimos.

- Dundalk se mece olvidada por un mundo crispado que no merece tanta angustia.


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