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martes, 18 de julio de 2017

Novelas crueles. 18 de Julio.


Aquí estamos, pasando los días mientras ellos pasan en y por nosotros. Para aliviar a veces las dudas, hay varios métodos de evasión. ¿Pero por qué elegimos a veces evadirnos de formas que duelen aún más que la realidad? No lo sé. Igual soy gilipollas. Aquí van algunas reseñas breves de novelas crueles y dolorosas.


Chesil Beach, con la que peor lo pasé. La historia de una pareja tan simpática siendo diseccionada y destrozada en un ataque feroz. Me negué y me niego a creer que lo que McEwan me cuenta sea verdad. Incluso escribí esto en mi blog de entonces. Porque el amor merece una oportunidad por fin, joder.




Nunca me abandones. Ishiguro gusta de envolver en delicados ropajes sus bombas de relojería. Recuerdo haber imaginado la resignación triste de los adolescentes que no saben su futura labor con la falta de rebeldía del mundo que me rodea.




Expiación. Vuelve Ian McEwan. Una separación por un desliz, la crueldad sin intención que revela simas más profundas de las pretendidas. Otro cruce de caminos y la impresión de que todo podría haber sido distinto, con un pequeño detalle cambiado. Ay, ¿será verdad?




Las partículas elementales, Houellebecq quería hacer un fresco de una sociedad decadente, la francesa, la europea de fin y de principios de siglo. Entre el consumidor obsesivo de placeres instantáneos y su hermano que ha elegido ser un monje consagrado a su trabajo, se cuela entre los intersticios de la vida moderna su falta de propósito vital, que los contamina.




Pastoral Americana, mira que me gusta Philip Roth, y cómo le gusta meter el dedo en la llaga. Esta es la historia de un hombre que creció con todos los talentos, pudo toda su buena fe en ser una persona buena y feliz, y su época no le dejó serlo. Todo lo bueno que te rodea puede derrumbarse con fragor en un minuto y sin que tengas la culpa.



Debería añadir una coda, estuve dos días un tanto tocado cuando leí la boda roja, antes de que todo se hiciera global, yo solo con George, queriendo saber más y desde que empezaron a sonar las lluvias de Castamere ya sabía que algo no iba bien allí... Mi madre pensó que me había pasado algo y todo.

Supongo que el arte tiene esa función, desconsolarte y enseñarte que en tu vida aún puedes cambiar las cosas, hacerte más sabio y lúcido. La catarsis de Aristóteles. Me precoupa en cambio, que a veces, así como huimos del dolor físico, el dolor emocional es un caldo al que a veces nos gusta sentir repetidamente, y no es bueno. Quizá sea solo cosa mía, pero creo haber observado a otros y es lo mismo. Recrearse en el dolor nunca es bueno, y espero que no este educado para ello. Seguiré arriesgándome a leer novelas crueles, pero debo manejarme con cuidado. La vida es demasiado breve como para creer que un narrador arreglará nuestras cuitas si nosotros las buscamos.

Dundalk se acuesta al calor de la noche y las nubes grises agrietan su frente antigua.

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