Siempre piensa uno que pequeños cambios graduales son la verdadera esperanza, porque dotan de sentido y sustancia el cambio. Los apologistas de la innovación perpetua adoptan un mantra engañoso porque confunden el medio con el objetivo. O quizá lo saben perfectamente pero necesitan que la rueda gire, simplemente. Del dinero, del poder, del masaje del ego colectivo y su insatisfacción al mismo tiempo. Marx sostuvo, con más razón que un santo (perdon, herr Karl), que el capitalismo era revolucionario. Inestable y voraz, destruye las pautas sociales y desteje las relaciones humanas en un bosque de intereses del homo oeconomicus que cercenan otras dimensiones, improductivas pero necesarias del ser humano. La libertad suprema sólo podría darse en un entorno de un punto de partida perfectamente igualitario. Los mecanismos que trata(¿ba?)n de garantizar esa igualdad no coartan la libertad, intentan potenciarla.
De repente nos hemos vuelto pobres, o sentimos el temor a serlo y, pese a las protestas y a millones de párrafos similares al arriba presentado...es difícil luchar por reformar el capitalismo, no digamos ya por una "revolución" sin renunciar a la tecnología de última generación. Sólo queda saber más, ser más conscientes. Aprender que el crecimiento perpetuo es un cuento peligroso, el progreso (la finalidad) de la historia una mentira colosal y que nadie escapará solo. así que hoy me he propuesto aprender... como construir una nave espacial que me saque de este planeta. O entrar en una secta, que las tienen ya hechas.
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