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lunes, 13 de febrero de 2017

13 de febrero

Dicen que se conoce a una persona en la adversidad. Que es muy fácil sonreír cuando las cosas van bien, pero que ya veremos como será alguien cuando las cosas se pongan difíciles. Dicen que, en definitiva, la medida de una persona es la que muestra en sus peores momentos.

Yo no sé de donde viene esa idea, quizá sea una mala herencia del cristianismo cultural, como si el dolor mostrase una verdad más honda que la alegría.Al final, lo feo y mezquino nos parece natural y lo hermoso mentira. Creo que la mayoría somos capaces de distinguir un mal día de la esencia de alguien, al igual que sabemos hacerlo con la euforia de un buen momento. Y también merece más respeto la indulgencia consciente que el juicio ingrato; revela mejor carácter tratar de igualar a los demás elevándolos hacia una dignidad no exenta de fallas que rebajándolos hasta una tara innata que los incapacite para lo alto. A veces, al igual que los idealistas que quisieran ser héroes y deben estirar la realidad que vive hasta extremos que lleguen hasta donde su virtud no puede, hay quienes parecen creer que deben manipular la condición humana para resaltar su propia valía.

No sé donde nos llevará esto. En un mundo tan indiferente no cabe ser muy optimista en el gran escenario. Supongo que sin embargo, si se pueden hacer cosas en las pequeñas esferas de realidad que tocamos. Ser amables, ser honrados, cuidar del otro... Todo lo que nos enseñan cada día como débil, decadente, perdedor. Amar la trama de cada día y elevar al ser humano por lo que suscita de admiración y no por lo que merece desprecio. No porque debamos llegar a ser mejores por ello, sino porque reconocemos su substancia en nosotros y la nuestra en ellos. Y a la vez, sin llegar a compromisos obscenos con aquello que degrade nuestra naturaleza. Pues, como escribió Thomas Mann, el secreto de la humanidad es el respeto al secreto del hombre.



When you wake up in the morning, tell yourself: the people I deal with today will be meddling, ungrateful, arrogant, dishonest, jealous and surly. They are like this because they can't tell good from evil. But I have seen the beauty of good, and the ugliness of evil, and have recognized that the wrongdoer has a nature related to my own - not of the same blood and birth, but the same mind, and possessing a share of the divine. And so none of them can hurt me. No one can implicate me in ugliness. Nor can I feel angry at my relative, or hate him. We were born to work together like feet, hands and eyes, like the two rows of teeth, upper and lower. To obstruct each other is unnatural. To feel anger at someone, to turn your back on him: these are unnatural.


Dundalk ruge ventiscas mientras los ateridos corren, buscando techos y calor.

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