Translate

domingo, 26 de febrero de 2017

26/02.

Las almas bellas son, según el malévolo Hegel, las de aquellos que renuncian a un compromiso en el mundo real por la decepción que les produce su lejanía con otro ideal que desean. Creía que los conocía; enfrascado en lecturas que alimentan poco más que dudas, he pasado los días tejiendo alegorías solo para mí, escribiendo proyectos que un día darían miel a cambio de la amargura de estos afanes, mientras otros seguirían alejados de la esencia por no mirar a la cara al mal nuestro de cada día. Yo conozco datos, historias, filosofías y he pensado mucho en ellas.A veces siento que solo me han arrancado de mi compromiso con la vida que pasa, subido a un almendro cuyas flores mienten y envenenan.

Tengo por más mías las desdichas de personajes de agua y tinta que los dramas que habitan tras cada pared. No creo ser diferente de aquellos que ven morir sin sentir que se muere. Camino de vuelta a casa arrastrando pasos que no me acercan a la médula de la realidad. Puedo identificar y zaherir a las almas bellas en disquisiciones teóricas, pero soy incapaz de salir de ese papel en mis días. Y es como si una extrañeza pesada filtrara mi relación con las cosas y los seres, lejanos éstos, esquivas aquellas bajo un cielo indiferente que nos ve pasar como si le importásemos. Y no logro encontrar calor que me sacuda de esta frialdad que me hace decaer en una sombra alargada.

El amo provisional del mundo da discursos como si de un nuevo Spengler se tratase; la patria, el obrero, el soldado que guarda la civilización (¿cual?). Me enfadan quienes minimizan este discurso autoritario porque del otro modo su ideal seguiría sin aparecer y me agotan los frívolos que ven en esta ocasión, como en las otras, un momento para posar y demostrar que son más inteligentes o mejores que los demás. Pero es todo literatura. Cuando lo veo y lo oigo, una cortina gruesa se coloca entre mis ojos y lo que trato de mirar, mis manos y lo que me curaría tocar y así avanzo, a tientas, imaginando castillos en el aire en el que no hay nadie más que yo, y que en su transparencia esconde sonrisas que se burlan de mí. Pobre alma bella, dónde creías que estabas.

Dundalk se va a la cama pronto y avanza sus desconchados muros contra las marismas y los parques desiertos..

No hay comentarios:

Publicar un comentario