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miércoles, 22 de febrero de 2017

22 de febrero. Nocturno.

Desde muy niño, crecí con el futuro emplazado en el espacio exterior. Supongo que después de Julio Verne, la tierra se queda pequeña. Pensaba que en plena juventud, el año 2000 vendría con maravillas que nos harían contemplar una vida nueva. Yo era de una ciudad de provincias tranquila y alrededor la vida se movía rítmicamente al son del crédito, la apertura y los miedos algo menos temibles por conocidos. Tenía una revista, "Conocer", leía a Isaac Asimov y artículos divulgativos sobre los agujeros negros, la relatividad, las perspectivas del avance de la ciencia y las paradojas de la gran explosión.

Que pasó después, no lo sé. Me eché a perder, fui muy cómodo, elegí caminos fáciles, no pude sustraerme a las inseguridades que mi infancia me legó, en recreos asustados, en parques terribles. Yo fui malo también, y me averguenzo de recordarme en algunos momentos. Creo que nunca he podido ni podré reponerme de mi infancia maravillosa ni perdonarme mis caídas rastreras un poco más tarde, cuando aún creía que el tiempo era inabarcable y que podría dar la vuelta a mis yerros. Lo he intentado, y aún lo hago. Pero no hay forma de evitar un aroma de autodesprecio tranquilo en cada cosa que emprendo.

Podría ser peor, supongo. He tratado de devolver el mal que hice con bien, y agradecer que conmigo la vida se haya portado muchas veces mejor de lo que merecía. Estos breves apuntes a vuelapluma no son lugar de confesarse, me digo.También he recibido mal de quien traté bien. Pero no hay lugar al que volver cuando quemas lo que un día erigiste. Es hora de dormir, y mientras escribía, traídos por no sé que viento nocturno, han venido a verme los remordimientos, que son como perros apaleados que no tienen nada que perder y se echan a los pies de la cama.

Hoy la NASA ha anunciado que hay exoplanetas a 40 años luz en los que es posible la vida. Y yo, una humilde fracción de mota estelar, daría todo lo que soy y más por poder ir allí, contemplar las maravillas que ni el tiempo conoce y volver a pensar en cuando fui inocente, curioso y bueno y sonaba con ser astrónomo o físico, antes de que lo jodiera todo.

Dundalk me consuela con la sonrisa de su gente y yo le vuelvo la espalda para que no vea mis pedazos rotos.

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