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domingo, 3 de noviembre de 2024

3 de noviembre de 2024. Vomitando bilis.

En esta puta mierda de país (España) lo extraño es que no acaben radicalizados hasta los Lunnis. Antes de entrar en más detalles sobre la vergüenza de la gigantesca omisión del deber de socorro a Valencia, por aportar un poco de contexto, he leído que los afectados por las erupciones del volcán de La Palma siguen años después viviendo en los contenedores provisionales que les asignaron y del dinero donado nadie sabe muy bien su distribución ni auditoría. En el país de Koldo, el pequeño Nicolás y la eliminación de la malversación del código penal. Como repiten las Eddas nórdicas, "¿Lo entienden ustedes? ¿Lo comprenden?" Claro que lo entienden. Se entiende todo. 

Otros países sufren la presión de su complejo militar industrial. La nuestra es una partitocracia televisiva construida a través de relatos o gestos con el dinero que el político expolia al pueblo para dar una parte a sus altavoces afines que crean el clima moral necesario para que su propaganda tenga efecto y sigan insistiendo en la necesidad de que el político siga expoliando, por el bien de todos. Marx escribió que las ideas dominantes en una sociedad son las ideas de la clase dominante. No es la entrada para debatirlo, pero sorprende que quienes sean tan claramente los dominadores del discurso vacío que nos asfixia apelen tanto a retóricas del oprimido mientras disfrutan de un poder tan amplio sobre los supuestos opresores. Por supuesto, esta es una opinión personal. Si quieren, pueden ustedes mirar los Presupuestos Generales del Estado, los Boletines Estatal, Autonómicos y Provinciales y ver por ustedes mismos la cantidad que se deriva a sanidad, educación y otros servicios públicos del total. Y todo lo demás, y a qué se destina.

El estatalismo es una religión de sustitución más. Crea la equívoca apariencia de que se trata de un esfuerzo común para mantener servicios comunes. Pero eso no es todo y creo que es muy poco, desgraciadamente. La ficción de que pagamos un nivel de impuestos adecuados para la calidad de los servicios que recibimos a cambio no se sostiene. Por una serie de razones que convergen en el punto de fuga de la necesidad de ostentar el poder por el poder mismo, que conlleva beneficios muy golosos, los recursos se sustraen de la economía productiva para usarlos en el proceso de incremento de un estado adiposo, lento, descoordinado, ineficaz, en el que muchos medran. Necesitamos Estado, necesitamos igualdad de oportunidades, seguridad frente a inclemencias crueles de la vida. No menos necesitamos libertad, coraje, riesgo. El equilibrio nunca es fácil, pero no hay esperanza para una comunidad que cree que el mérito es sospechoso y todo éxito culpable. Aquí hay que perder. No basta con ganar y pedir perdón, salvo que vivas del esfuerzo de otros y estés dispuesto a la hipocresía inmensa de juzgar las elecciones vitales de quienes te sostienen y te pagan el sueldo. 

Este juego de incentivos perverso hace proliferar guerreros de la virtud, activistas, moralistas desquiciados en busca de cualquier pequeña disidencia que aplastar para mantener la fila en orden. Hay que abrir debates para conseguir alcanzar un consenso ficticio desde el cual todo debate ha sido ya superado. Hay que asaltar los cielos y prometer una guillotina contra los poderosos (y loh ricoh) para, una vez en el carguito, convertirse en medio de la inacción administrativa contra un pueblo sin casas, con hambre y con decenas de muertos en entusiastas del procedimiento administrativo, el formulario pertinente y la fotocopia compulsada. Con el pan no se juega; se vive muy bien al calor de establo del partidismo (me niego a llamarlo política: aquí nunca se discute de ideas sino de colores).

En este estado del malestar triunfan las consignas, los zascas, los mas broncos. Creo que el cambio climático es innegable (entre otras cosas porque el clima no puede no cambiar) y la influencia del hombre en él es preocupante y deben debatirse medidas para tratar de atenuarlo...sin convertir esto en un sistema en el que quien no tiene medios traga y el que legisla es el rico que promulga las leyes de las que él está exento. En fin, a lo que voy: lo que he venido a leer es que el cambio climático debe conducir a una serie de acciones de decrecimiento (la hipocresía moralista insoportable siempre) que conducirá a un estado de cosas que nos hará mas vulnerables a las consecuencias del cambio climático. En fin, uno pensaría que si se acepta el cambio climático y sus peligros habrá que invertir en prevención del efecto de las catástrofes. Se ve que no. Tira tu coche y vamos a derribar los muros y a ir en bici, así el planeta sabrá que hemos hecho las paces con él. Otros mencionan a los inmigrantes en cada problema que existe. O a los que comen carne, o al porno, yo que sé, vivimos en un delirio general que acoge con gozo cualquiera particular.

Todo esto se sostiene porque hay quien desea que los suyos estén al mando, aunque no le reporte nada, porque hay ideologías y odiologías bastardas y de un nivel de consigna increíblemente estúpidos hasta para tratarse de consignas y una mayoría que acepta, porque no le va tan mal, porque no cree que pueda cambiarse, porque no sabe por dónde empezar. Bueno, es normal, no creo que nadie lo sepa. Lo que si sé es que la combinación de mentira, arrogancia y supresión de la crítica y el debate solo puede llevarnos a donde nos está llevando. A un país más pobre, dividido, enajenado y peligroso. Hasta ahora lo hemos pagado el vulgo y nos han tratado de necios para darnos gusto. Pero llega un momento en el que la ignorancia es culpable. Nos hemos vuelto pobres de dinero, experiencia y espíritu por cambiar una tradición de hacer las cosas que había procurado una relativa prosperidad a cambio de la calderilla de novedades interesadas y teologismos inanes. Necesitamos mas crítica, más libertad, más valentía, más amor, más esperanza. 

Puede que nunca lleguen. Aquí dejo mis testimonio radical, inútil e irrelevante, junto con todo el afecto del mundo para esa gente de Valencia despreciada y olvidada por quienes juraron proteger y ayudar.

Es un domingo gris. Pero hay que seguir adelante.






jueves, 31 de octubre de 2024

Todos los santos.

En nuestra sumisión nos consumamos,

En nuestra servidumbre nos crecemos,

Con los labios del temor rezamos

Una oración al alma que eleve nuestros cuerpos.


Bien siervos de un azar que abre sus manos,

Ya nómadas errantes contra horizontes huecos

En duermevelas ardientes por bosques asombrados

Sombras de quienes fuimos se aventan en el tiempo.


Hay un eco que resuena, temblorosa su voz

En el vacío incansable que derrite la hora,

Como del aliento ardiente de la voz de algún Dios,

Que añade nuestro anhelo a la flor de su gloria.


Débil, lo que pudo ser refulge sobre el lago

Pero no soy audaz para alcanzar su fondo,

La perla de lo perdido yace allí en el pasado

Mas aún su brillo extraño conjura nuestro asombro.


Las ilusiones perdidas mutilan lo que alientan,

La paz de la rutina augura una hora fuerte,

Mas lo que agota el miedo no otorga fortaleza,

El castigo del ser que no desea ser si no es ser para siempre.


Vivir parece fácil ignorando la ley,

Vivir como si el año nos prestara el siguiente:

Por ignorar lo inevitable conquistar una fe

Y alzar torres en la arena que se irguieran por siempre


En el dulce abandono nos entregamos suaves

A la certeza cálida de nuestra pronta ausencia...

Y el asombro de ser, de aún sentir, en un silencio grave

Que abrazará estos despojos sin que nadie lo sepa.


En el día de santos, la noche es larga

Y aun no he encontrado el camino a mi hogar,

Pido al espíritu del tiempo que acoja mis palabras 

Y doy todas mis palabras por encontrar mi paz


lunes, 28 de octubre de 2024

Soñar despierto.28/10/24.

Sólo sobrevivo a mi época porque escondida tras mis vidas hay otras posibles. Son remotas y difícilmente accesibles, pero no son imposibles; con eso basta. No necesito visitar todos los otros lugares y momentos, pero preciso que existan. El mundo es de quien nace para conquistarlo sin piedad, sí, pero yo a cambio llevo en mí todos los sueños. 

Soñar despierto me consuela de mis defectos y fracasos, aunque corro el peligro de quedarme en ellos, flotando como en un agua templada que no vigoriza ni calma, pero adormece. Lo sé y asumo el riesgo. Si no tengo la oportunidad de ser otro; si la aventura de cambiar de rumbo no abre una nueva aurora; si debo resignarme a caminar todos los días por octubres lluviosos y oscuros y fríos, no deseo los frutos de la rutina. Dadme la vida que amo: aunque casi todos los sueños se agosten como rastrojos de las eras, los quiero, porque es bueno tenerlos y porque la desesperación me abatirá cuando comprenda que no sere capaz de elegir otro camino. Es demasiado tarde para renunciar a ser otro, de resignarme a no desear no ser yo.

La noche se abalanza pronto sobre ciudades ignorantes de su destino fugaz. La brisa se levanta, el río transcurre silencioso. Luces desperdigadas titilan, susurros llaman, figuras surcan cielos metálicos. Me imagino más feliz, más pleno, más talentoso o más fascinado, en otros tiempos, en otros lugares, reflejado en luces de ciudades en llamas que iluminan un rostro que trata con animosidad de escapar a cualquier otra parte.



 


miércoles, 16 de octubre de 2024

Propósito de enmienda. 16-Oct 24

Forjar planes inútiles de escape,

Recrear la Historia en un febril instante,

Desear la paz que precede a la aurora, 

Encontrar el consuelo en lo aún no perdido.


Alcanzar la maravilla en lo visto cien veces,

Domeñar el dragón del riesgo con coraje,

Avistar tras el recodo la ocasión propicia,

Contemplar la belleza viva como su conjurado.


Admirar el milagro inmarcesible del agua,

Ver la luz derramarse sobre siluetas breves,

Oír sin escuchar los rumores de dentro,

Recibir los dones que el misterio prodiga.


Olvidarme de mí en soledad ociosa,

Recordar lo aprendido cuando aún no sabía,

Dormir contra el bullicio que aprisiona el alma,

Saltar hacia la noche en primordiales bosques.


Prometer a la vida cumplir su mandamiento,

Despojar de hojas muertas el resplandor cautivo,

Amar la hora incierta que amenaza hogueras,

Llevar el rumbo incierto de los que no perdonan.


Vivir en el sueño que no entiende si sueña,

Calmar la prisa ciega que la luz nos regala,

Oír la música callada que enamora al silencio,

Caminar lento hacia la escondida fuente,

Soñar el sueño de la vida con la vida que sueño.







domingo, 13 de octubre de 2024

Cazas de brujas o Cuando la perversidad es virtuosa. 13.10.2024.



Heinrich Kramer tenía un problema acuciante de odio. Afortunadamente para él, su época estuvo dispuesta a retribuirlo. Elocuente inquisidor, infatigable, había formado una imagen mental en la que mezclaba en su caldero una ardiente misoginia, creencias sobrenaturales dislocadas y una distorsionada y delirante imagen de la virtud. Como todos los fanáticos, creía cumplir la recta voluntad de su causa sin preocuparse de los renglones torcidos. Su celo hizo de él alguien temido. Su recreo en la morbosidad sexual y la imagen de las mujeres como perdición de las almas granjearon su desgracia primero, su venganza y triunfo después. A su destronamiento como campeón de la cacería de brujas le siguió la publicación de uno de los tomos más tristemente influyentes jamás escritos: El Malleus Maleficarum, martillo de brujas, con la colaboración del también inquisidor Jakob Sprenger. El poder de la imprenta y sobre todo el del miedo hicieron el resto.

El manual es delirante y contempla como detectar a las brujas, las formas de sus actos y su destrucción, incluyendo de cuando en cuando detalles procesales para asegurar las condenas y confiar en los tribunales que, protegidos por la Providencia, no son susceptibles de embrujos. Reeditado docenas de veces, su influjo en Europa durante más de dos siglos alimentó la histeria y acabó con la vida de miles de inocentes.

En fin, se trata de una historia denigrante y estremecedora, pero no hay suceso humano del que no se puedan extraer ganancias para hoy, con la humildad debida. Se trató de un caso límpido de tormenta irresistible en la que la intersección concreta en la que el pánico moral se alía con la ganancia individual brilla como el punto de luz que en una llanura sombría ilumina el rayo. No se trataba solo de la ansiedad de creer vivir rodeado de maldad acechante, ni del temor a poder ser denunciado anónimamente, ni de la coerción a aparentar creer para no ser acusado. En algunos momentos se instituyó que los bienes de una persona ejecutada pasaban a dividirse entre el acusador, el verdugo y el inquisidor. Imagine el lector cómo una parte de la población sentía cada mañana estar caminando sobre hielo quebradizo. Cuando la perversidad es virtuosa apoyada por un sentido de la vida que trasciende la existencia concreta se abren las puertas del infierno. Resulta lógico pensar que un número considerable de personas sentían un soplo de virtud mientras vigilaban, delataban, torturaban y asesinaban a sus vecinos. Y resulta tentador poder decir que no hemos aprendido nada, pero sería cínico. Seguimos siendo irracionalmente temerosos y agresivos a resultas, pero hoy no abundamos en esas cacerías, aunque las siga habiendo. Quizá nos falte lo más difícil: sobreponerse a la tentación de la satisfacción moral para el fortalecimiento de tribus, fes, partidos e ideologías. Quizá nunca se pueda lograr.

La ciudad oscura lleva en su lomo el viento y el río repta hacia la mar en un susurro turbio. Seres se recortan contra el cielo y la superstición y la pobreza del espíritu anida en nuestros espíritus ahogados por el malestar global. Buscamos una luz que nos inunde, como una bendición innombrable que pacifique nuestros rostros y ponga un nombre más amable al frío.


miércoles, 9 de octubre de 2024

Las estrellas. Nueve de octubre.


Busco en lo lejano lo cercano.
La voluntad de cambio en lo que nunca se conmueve,
El goce del día en la gélida noche,
El arduo aliento de la calma en las estrellas.

Ellas me consuelan de este pasar distante
La órbita desencadenada entre lo que ocurre y siento,
Su indiferente maravilla que atesora una luz
Que luego deja huérfanas las formas que despierta.

Busco acaso la respuesta al misterio.
Más que un andante, un modesto eremita
Buscando estar en paz con Dios y conseguir la Gracia,
Aprender que el instante es inasible y desvela
Constelaciones de significados y un secreto mapa,
Semilla de lo que será, tumba de lo que pudo ser...

Y libre al fin de sí, espera al ocaso para desvanecerse.

Las estrellas persisten su embrujo intacto displicentes
Nunca nos miran y sin saber que existen, giran
Formas celestes sin más alma que el humano deseo
De pervivir, de ser latente raíz bajo la nieve
Y despertar cuando la primavera fecunde los floridos campos.

Hoy la vida es frenesí en pos de otras quimeras;
No queda voluntad de escudriñar las sombras
Y mirar hacia el cielo es un vicio insolente.
Una tarea perdida que no acarrea réditos
Ni espera ser compartida o ansiada.

Miro ese mar inmenso sobre nuestros ojos,
Y sé que nunca veré lo que ha ocurrido
Allá en los amplios espacios donde el silencio reina
Sin saber de cuitas, desamparo o euforia.
Sólo ser sin saber que están siendo
Y, libres de deseo, quizá merezcan alma.

¿La tengo yo, mientras escribo en vano?
Espero merecerla, saber su chispa remota
E imaginar que nos alcanzará cuando sepamos ver
Dentro de nuestra oscuridad en la que no clarea
El olvido, el temor, la dicha o el remordimiento
Para olvidarlos pronto y dejarlos afuera.

Soy yo que no soy nada y siendo
Soy los aprendices de Ur, los babilonios, los caldeos,
Los gramáticos y los geómetras, los soldados muertos,
Los que no vieron el sentido, como yo no lo encuentro,
Los que no entienden la hora, como yo no la entiendo.
Los que reposan después de largas jornadas olvidadas,
Todos los otros que contemplaron sin ser mirados nunca.
Ojos que fueron huesos, huesos que fueron polvo, polvo que siempre es nada.
Tan invisible y perdidos sin saber que lo estamos,
Sedientos de miradas, de luz y de consuelo,
Siempre mirando hacia la noche, siempre lejos del cielo.

Sí, hijos de las estrellas...con alma y extravío.
Hogueras perpetuas de fulgor y silencios,
Refulgentes esferas de desdén atávico,
Oh, madres frustradas de un perpetuo vacío.



sábado, 5 de octubre de 2024

Muerte de la luz en la ciudad perdida. 5-10-24.

Tras el cielo gris habitan otros mundos. Nuestra imaginación los acerca, aunque están separados por aterradoras distancias de silencio. Como el lenguaje, los ojos de la mente pueden operar embrujos en la realidad, para clarificarla u oscurecerla. Quizá allá habrá planetas errantes en las que la noche no permite siquiera ver las estrellas, cayendo maldecido y olvidado, un réprobo. 

La sensación de abandono que trae la muerte de la luz es similar, quizá. Veo como su intensidad se pierde con la misma lentitud con la que jirones de nubes grises se desmenuzan. las luces artificiales son agresivas y burdas. Habrá que esperar al alba. Y otro día pasa más en el enigma del tiempo, en un cuerpo cansado que sigue sintiendo el impulso de poder domeñar la vida y una vocecita susurra que no has sido capaz siquiera de arañar su significado. Mañana será igual. Gente, tiempo, afanes, dudas, profesión de fe, mirada al futuro.

La luz va cayendo ahora por el precipicio, cada minuto es sensible, La noche del invierno llega y habrá que aprovechar el otoño y su calidez dormida. El viento se levanta. El río avanza. El mar respira. La vida pasa...



jueves, 5 de septiembre de 2024

Después de la lluvia.05/09/2024.

Llovió antes, de forma torrencial, desatada. El día comenzó con sol, pero las nubes avanzaron sobre el lienzo pálido de forma ominosa. Cuando eso ocurre, el gris del cielo se encuentra con el horizonte de ceniza de las ciudades hoy, y se siente como una trampa que desde los dos lados se cierra en torno. No obstante, se agradece sentir de vez en cuando la voz impetuosa del viento y de la lluvia cuando cae con fuerza. Olvida el sol, bello recuerdo inexistente, como si el valle que regaba hace unos minutos se hubiera convertido en un abismo tenebroso y de ruido. La luz se retuerce contra sí y la sombra ocupa su lugar; los reflejos la puntean aquí y allá. Hay una fuerza invisible pero fácil de sentir que parece cuestionar la naturaleza del tiempo. Claro que los horarios y los límites siguen existiendo, no obstante la voz de la tormenta cancela todo lo que no aparece como esencial. Después de la lluvia vendrá la luz más hermosa y frágil que un ojo humano puede ver. Pero mientras arrecia el agua, el sonido violento en el suelo y delicado de los cristales, la melancolía de los callejones entre hierros goteando, las vías de trenes que parecen más antiguas que la ciudad misma, las líneas difuminadas de los edificios...todo conjura en el precipicio voraz y oscuro, todo parece venir de un cielo diferente en el que hay seres inconcebibles. La ciudad guiña luces sobre el espejo de infinitas gotas y la melancolía es hermosa, imaginando con frescor las huellas de ayer y otros sueños mañana.  




miércoles, 21 de agosto de 2024

El año del verano que nunca llegó. 21-08-24.

Es la esencia de las cosas: todo lo que se va perdiendo llega de repente, sin darse uno cuenta y dejando una duda en el aire. El hielo quiebra con un chasquido seco. El terror que sigue se mastica en silencio. No conocía la vida, perdido entre naderías que son laberintos en la bruma y que dejan nada. Ahora conozco mejor y aunque no sea agradable, he podido mirarlo de cerca y seguir su estela de pureza invencible.

La cosa es que estas semanas pasan como un otoño azul mientras allá fuera veo que el sol reina, que el tiempo es libre para muchos y yo paso los días encadenado a recuerdos y a una condición inestable: el esperado anuncio no llega y yo no me encuentro muy bien. Ya llegará el momento, me digo, pero de nada sirve nada si no es ahora.

Entre cajas vacías, plásticos que el viento alza, la corriente del río y la mirada de cemento y cristales desde la ventana mojada por la lluvia pasó el año extraño del verano que nunca llegó. Me sorprende el cambio de unas pocas semanas, el alejamiento radical de lo que antes me servía de lenitivo los días comunes. Hoy no lo necesito ni lo busco. Creo que podría volver a un lugar vacío y olvidado, con apenas gente. vivir como un fantasma, deshojando recuerdos y esperanzas difusas y difíciles. Acaso lo haga. Mientras las horas pasan, omnes vulnerant, ultima necat, sigo anhelando el sol, la brisa cálida, la bendición de un mar que me acoja y el esplendor del cuerpo. Si otro verano llega. De momento, escribo estas torpes líneas, miro la mesa triste, la ventana impasible y miró fuera y siento dentro la brisa indiferente y me preparo para la gran tentativa, audaz e inocente, dentro del mundo hechizado y onírico en el que me gustaría refugiarme para poder decir Adiós a todo eso. 




miércoles, 14 de agosto de 2024

Tu bandera no me empodera. Catorce de agosto.

Puedes estar seguro de que un grupo coreando lemas bajo una bandera acabará haciendo daño a inocentes si llega a tener fuerza para hacerlo y siente que es preciso. No hay más.

No sé si no me daba cuenta entonces, pero pienso que lar profusión de banderas que veo ahora es un fenómeno bastante reciente. Por suerte, aunque anuncia algo siniestro que se acerca rápidamente. No sé si ya ha llegado y no lo vemos, confundidos entre fulgores de un mundo espectacular y vacío.

Cada vez soy más adepto a la teoría del nacionalismo banal. No entiendo la efusión de banderas y lucha tribal en un evento global que muestra capacidades excepcionales de individuos, no rasgos generales de un supuesto pueblo primordial. Y no sé porque debería importarme tanto el nacimiento o la crianza de cualquiera. Obviamente hay un componente de cercanía y reconocimiento en alguien de tu país que puede acrecentar la simpatía. Pero cuando ese impulso natural se fuerza, sólo quedan abstracciones ásperas. Ver durante los Juegos, que he gozado, las inevitables banderas cada diez segundos es algo muy cansado. El espíritu gregario es desolador. 

He estado en un lugar oscuro No fue hermoso sentirme en la penumbra. Sin embargo, he sido feliz, con una felicidad tranquila, alejado y despreocupado del remolino que nos absorbe, viendo la crudeza y la pureza de la vida breve y auspiciosa sin intermediarios, sin temor o dudas. El camino de las lágrimas no es fácil ni es deseable, pero es el camino genial. Por eso los Juegos, con su plenitud de la alegría del cuerpo, lo desentrañan del tiempo, ligándolo a la eternidad. Por favor, no es necesario abaratar la grandeza atando lo excepcional a lo adocenado.

Personalmente, he vibrado muchísimo con la vuelta gloriosa de Femke Bol, el sprint irresistible de Jakob Ingebritsen y la emanación de gracia celestial en el trance de Steph Curry. Esto es todo. Porque nos entreabre una puerta a lo desconocido y sagrado. Porque nos olvidamos de lo que nos agrede y agrava por medio segundo de olvido numinoso. Porque es bello y bueno y porque por la belleza y por la bondad debemos, como aquellos benditos griegos que comenzaron a jugar, tomar las armas. Contra todas las banderas de los hombres y a favor de la que de verdad importa.




miércoles, 31 de julio de 2024

La mala hierba. 31 de julio.

Es curiosa, quizá admirable casi siempre, la capacidad humana de interpretar la realidad que le rodea como la única posible. No importa el fanatismo o la oscuridad del entorno, ni de si sus vidas son ordenadas o tristes. Creamos unas coordenadas exiguas, que cubran un corto tiempo y un breve espacio mientras cruzamos los días, y en ellas nos aprestamos a resistir, bajo el acuerdo innoble de que si la verdadera vida está ausente no es un motivo nuestro. Se trata de navegar en el ambiente propio y aceptar lo que venga como lo único posible. Una rendición, sí, pero que puede traer luz y calma.

No siempre, claro. Miren, oigan, vivan hoy. Es obvio que vivimos en un entorno crispado y ciego por propia voluntad. El veneno se ha infiltrado en todas las costuras. Nadie sabe a donde huir para no asfixiarse; sin querer a veces, todos acaban cediendo a la atmósfera de la época y a veces propagan su propia mala fe. Para sobrevivir, para vencer, para no caer en la fiebre del lodo. Es otra de las maravillas del espíritu gregario: uno puede sentirse con la conciencia más tranquila haciendo el mal en la muchedumbre que sostener un fuego interior a solas. Un mandamiento laico debería ser Nunca sigas a las multitudes para hacer el mal.

Porque el exceso de veneno es proporcional a la falta de dignidad. Cualquier hecho resulta susceptible de un escrutinio voraz y despiadado. Y la ausencia de piedad no es algo ligero. Sin ella, la mala hierba prospera mas rápido. En este mundo de mala fe y de ausencia de comunicación voluntaria para que medren los fuertes, el odio a lo que merece compasión, porque sufre y muere, parece infinito. Nadie es inocente, nos repiten los malvados para que no les reprochen sus iniquidades. Cualquier rasgo digno de admiración se disuelve en la mala fe de quienes encuentran un desliz, una cita de una frase en una obra de miles, una opinión equivocada, un desahogo en un momento amargo. Hay una permanente atribución de motivos malvados y extremos a los contrarios. Hay una revisión completa de cada acto y cada palabra para deformarla y romperla después. Los maliciosos y los sicofantes esparcen basura a una turba ávida de creerla, poseerla, consumirla y consumirse en ella. Todo sirve para que la grama crezca y la tierra se agoste.

La verdad, no es fácil imaginar como puede soportarse sin cubrirse en banderas, asociaciones, partidos, alianzas, agrupaciones o cualquier otro tipo de calor gregario. Queda imaginar que en otro tiempo, todos miraran al otro como un misterio respetable y no como una amenaza. Esa será otra aurora...y quizá traiga una esperanza y una promesa ciertas. Por ahora, se trata de no caer en el rencor ni en la rabia, ni seguir a quienes prefieren dejar de pensar escondidos en la masa. No es mucho...pero es lo único.

viernes, 26 de julio de 2024

Colega, ¿dónde está mi acuario? . 26 de julio de 2024.

El amor nos salvará


He puesto este título con gancho; otros que podrían valer serían Dos colgaos muy ahogaos, Flipando con Flipper o El experimento que me tocó el invento.

He escuchado la historia esta mañana en el estupendo podcast Por el amor de Higgs , y combina drogas, alta especulación científica, uso creativo del presupuesto, tragedia, sexo manipulativo y una casa sumergida.

En síntesis (podéis leer de ello en internet ampliamente) es que la NASA quería investigar como podría ser una eventual comunicación con los extraterrestres. Obviamente, nadie sabe muy bien como afrontar un desafío así, pero una propuesta bien acogida fue tratar de establecer una comunicación profunda con animales. Personalmente encuentro muy aguda la observación de Wittgenstein, "si los animales pudieran hablar...no los entenderíamos". Un lenguaje se construye como un bosque de símbolos que presuponen una percepción común en lo esencial y unos signos que exigen cierta cosmovisión compartida o que puede llegar a compartirse. Pero supongo que esto nos lleva a abismos de teorías lingüísticas y reflexiones sobre nuestra relación con los animales y la naturaleza de su existencia misma, y hoy hemos venido a lo divertido.

Pues eso. Que un científico. John Lilly, quería enseñar inglés a un delfín y lo puso en una experiencia doblemente inmersiva con una colaboradora (y se supone, amante de los animales), Margaret Howe Lovatt. La pareja se fue a vivir a una casa bajo el agua, como en Gran Hermano y el experimento comenzó. No debían haber pensado mucho en los detalles ni se curaron en salud: habían elegido a un delfín macho con supuestas potencialidades y un instinto más fuerte aún: estaba cachondo como una perra. O como un delfín. Total, que el experimento no era fácil: Peter, el delfín, que después fue uno de los que caracterizaron a Flipper en la película, buscaba a la hembra, se rozaba, se ponía violento...así que para avanzar con las pruebas, Margaret tenía que tocarlo. Ampliamente. Afortunadamente no ha habido pedagogías que se hayan inspirado en el evento, pero tenían que masturbar a Peter antes de que se centrara en lo que se tenía que centrar. Bueno, él pensaba otra cosa, claro. Pajas por experimentos. No suena muy prometedor para un experimento de toda una NASA. Pones gente en la luna y un delfín en órbita. Bueno, todo acaba encajando como un puzzle sideral. 


Dame lo mío y lo de mi primo


Total, que la rutina de masturbación, experimento fallido y el delfín que vuelve a por más y no son ejercicios, a John se le ocurre que puede motivar e incrementar las aptitudes del delfín con un poco más de imaginación y le empieza a dar LSD (eran los 60...). Peter ya lo flipa del todo, vive la vida padre, pero a la NASA le parece excesivo y sin resultados (aunque al principio científicos como Carl Sagan, pillín, miraban con mucho interés la propuesta) así que decide dejar de financiar la aventura. Los investigadores salen de la casa, no hay más pajas intrahumanodelfinas y los investigadores se van a investigar otras cosas. El delfín acusó el golpe, y a pesar de ser Flipper por unos meses, no recupera su antigua ilusión. Se dejará morir como hacen estos animales, yéndose al fondo de la piscina y no saliendo para respirar. Se suicidó. 



Siempre nos quedará el AquaPark



Y así se escribe la historia, con triunfos grandiosos y aventuras grotescas. El intento de comunicarnos con otras especies quedó obstaculizado por un instinto invencible. Espero que hayamos aprendido, mayormente para no tener que hacer una paja a cada marciano que llegue en el OVNI que ve el profesor Cigala a las 4 de la mañana saliendo del restaurante de copas de la carretera. Si eso ocurriera, no queda sino batirse, y la comunicación será primaria. Amigos, amigos, pero el burro por la linde. Es curioso. Cuando hay un periodo de sofisticación excesiva, una pizca de sabiduría popular recupera el camino. Que una hostia te pone a andar, vamos. Adiós, John, adiós Margaret, adiós Peter. Gracias por vuestra historia de amor. Lo que un experimento absurdo en una casa submarina con un animal más caliente que el palo de un churrero unió, que no lo separe más la falta de presupuesto.


 

martes, 16 de julio de 2024

Días de ayer. 16 de julio.

 Días de ayer, nos modelasteis

Crudamente y a vuestro modo

Días de ayer… Dios os perdone

Lo que habéis hecho de nosotros.

(José Hierro)


Estuvisteis conmigo la turbia primavera
Y el verano ha mesado su barba entre vosotros
Cuando se acerca el frío con sus aves grises
Miro hacia esos tiempos y sé que ya no os odio

Había un muro que apartaba las olas
Crecimos apartados de la sed del arrojo
Y el horizonte nunca despejaba la niebla
En un lóbrego paisaje delante de los ojos

Nunca vimos el campo abierto coronado
Por el plácido silencio de los olmos;
Arriba había un sol sin piedad ni más rito
Que su reino inhóspito, salado, pedregoso.

Subimos la colina esperando un buen término
En el que construir en la bajada una sombra y un gozo
Pero hemos mirado desde el alto y la luz nos devuelve
Un palacio vacío en un silencio absorto.

Lo que venga no está dicho y la penumbra esconde
Brillos alados y un rumor misterioso.
Bien pudiera ser que la hora imprevista aún guarde
La silueta amable de un reino misterioso...

Podríamos correr hacia los ríos de la infancia
O alcanzar las nubes con el renovado arrojo
De la juventud, o invocar ese sagrado nombre
Que para siempre perdimos y siempre está en nosotros.

Esa sería la armonía primera. Juguetes de la vida
Sin más tiempo que hoy ni más vista que el gozo
Aprenderíamos a despojarnos de la angustia de mañana
Como tirando sus cadenas al insondable hondo.

Pero me engaño. Esos días de ayer siguen aquí conmigo
Y han esculpido su marca entre los sordos
Acordes de la mano del escultor desconocido
De quien no sabremos sus manos ni su rostro.

Días de ayer, sembrasteis la huerta calurosa
Con grama que arruinó el fruto venturoso.
Días de ayer, que la tormenta guarde
La parte que quede después de vuestro encono.

Días de ayer, con la espuma tan fresca
Que es hoy en los dedos un rumor silencioso.

martes, 25 de junio de 2024

Paddy. 25 de junio 24.

Patrick, Paddy, estuvo casado durante 67 años con su esposa. Debe frisar los noventa, imagino. Su pelo blanco encrespado, como de genio iconoclasta no es lo que más destaca de su figura, ni sus piernas frágiles pero aún animosas. Lo que más os llamaría la atención son sus ojos profundísimos, que la buscan, imagino. ¿En qué otro lugar se puede mirar más lejos que en los recuerdos? Como le costaba moverse un poco, ella era sus manos y la parte más fortalecida de sus piernas. Falleció hace dos meses. Eso despoja de ganas de vivir a cualquiera. Su cuerpo se ha rendido: tiene cáncer de sangre. Su familia creció unida y lo trata con con cuidadosísimo afecto. Planean la vuelta a la casa vacía, las facilidades a añadir, la forma de que pase el tiempo rodeado de cariño. 

En la habitación de hospital que hoy compartimos, lo miro, somnoliento, profundo, lento y cansado. Hay otras historias también bastante impresionantes en otras camas que aquí no contaré. Sólo puedo decir al modo de K en El proceso, "si están acusados son mis compañeros". Si sufren o lo han hecho, si perdieron algo que no puede regresar, son de los míos.  Es increíble lo fácil que perdemos la perspectiva a lo fantástico que es estar bien y lo ciegos que quedamos a los otros a pesar de compartir precariedades y quebrantos. ¡Cómo relucen los modestos gestos de afecto frente a la incertidumbre!

Yo, en silencio miro hacia allá, donde sus ojos llaman a otro tiempo y los gestos anhelan un reencuentro, en la convicción de que en su poderosa compañía no ha de sentir vergüenza. Veo como viene de la mano de una hija, de algún otro de los enfermos, y me pierdo en las cuestiones vivas de su anhelo impracticable, pensando que he conocido su historia en retazos durante unas horas del último día y ahora le quiero.



domingo, 16 de junio de 2024

La identidad. 16.06.2024.

Fui a ver ayer el partido de España. Quedé para ir a un bar donde se reunía mucha gente del país. La madre que me parió; me encontré en la verbena de un pueblo. Me fui antes de que pincharan la Fiesta Pagana, algo de Bisbal y flamenquito bohemio y suavecito. Me dio tiempo a escuchar a Ska-P. Esto es un desastre. Si suena Amparanoia o Chiquilla, me tiro por el balcón. En fin: cuesta entender que la mayoría se esfuerce tanto en demostrar que es lo que se supone que debe ser para el tópico. Es algo que se nota bastante siendo extranjero.

La identidad es un impulso muy poderoso porque somos seres ultrasociales a los que la soledad aterra por motivos primordiales, ancestrales y correctos. Pero, entendiendo todos los motivos de psicología evolutiva, tampoco me apetece que mi cerebro reptiliano me susurre que estoy frente al fuego del clan en una puta cueva en la tercera glaciación. No entiendo y me enerva la necesidad de cualquier grupo en un lugar ajeno al de su tribu natal de tener que reafirmar punto por punto cada estereotipo que se considera banalmente positivo. Huyo de todo eso como puedo, supongo que no totalmente, pero aún soy joven y cada vez me seduce más la misantropía radical. Odiar a todos por igual, empezando por mí, sin límite de nacionalidad ni condición.

En fin. Vivimos en tiempos fuertes para la gran idea asesina de la Identidad. Nos agrada la exageración y la simplificación para presentarnos uniformes en grupos a costa de empobrecernos como individuos. Es la sociedad del espectáculo, el sucedáneo y la imitación, donde la falta de autenticidad es el mayor logro porque muchos creen que en la falsificación y la impostura radica lo real, en declaraciones vacías, sentimentalismo tóxico y mentiras obvias que es más cómodo aceptar como si, por si acaso. Así que no, no todos vamos en el mismo barco. O a lo mejor sí, pero yo estoy hasta la polla de ir.

La noche cae sobre un mundo que se esfuerza porque todo sea cada vez más esencialista y colectivo. Cuando despertemos, veremos en que lugar alejado hemos conseguido llegar y que difícil será volver a un lugar común, en vez de propio. Supongo que queda mucho tiempo para ello, por desgracia. Y las nubes de la noche avanzan tenues, cargando de sombra el horizonte borroso. La brisa se ha detenido y un frescor de octubre desciende. Las luces de edificios sigue luciendo como si llegara desde una niebla confusa: aquella en la que nos agitamos.




domingo, 9 de junio de 2024

Un sueño soñado. Nueve de junio.2024.

Soñé que perros habían entrado en mi casa mientras dormía. Eran perros salvajes, de aquellos que no guardan en su mirada la alegría, de los de mirada alerta en la que laten amenazas. Han roto su lazo con lo humano y reclamaban su precio. Tenían su pelaje asilvestrado y se movían con lentitud de depredadores, mostrando los colmillos y el hocico mojado, con la cabeza hacia arriba como hacen los mastines antes de la pelea. Gruñían a formas invisibles mientras olisqueaban el aire tibio de las salas. Su espina dorsal arqueada presagiaba furia.

Destrozaron la puerta, rasgaron los sofás, tiraron las sillas y arrojaron jarrones. Ladraban a algún lugar más lejano, como buscando algo escondido. Miraban hacia las entrañas, como los lobos. Se miraban entre ellos para mantener el control, en manada, elevando su instinto sobre la habitación mía. Todo había quedado bajo su poder, despojado de influjo. Su acecho levantaba un silencio envenenado.

Estoy aquí yo, acaso más allá y a mí me buscan y ladran hacia un lugar ignoto, donde está mi verdadero ser. Sólo mi conciencia está en el medio del salón que ellos han devastado, pero es una conciencia rota, incompleta. Creo recordar que sé la razón por la que han venido, pero no sé conjurarla en palabras o en pensamiento. No sé que pasó ayer. No logro rememorar como era mi casa, este salón parece algo distinto. Yo veo sin ser visto, como si estuviera fuera del cuerpo. Una presencia tenue en el aire suave de la claridad que precede al alba. Una silueta levemente más sombría, sin forma definida. A esa figura que parezco yo la ignoran, soy casi invisible, perciben algo siniestro pero no saben lo que es, y olisquean el aire, pero no me encuentran. Intento gritar y no puedo. 

También yo puedo ver lo que ocurrirá. Algo me hará perceptible, para mi perdición y el júbilo de la jauría. Puede que me traicionen mis cosas y se rompan mientras intento aquietar mi respiración, o puede, sí, así ocurrirá, sin duda, que una puerta se abrirá desde la compacta pared hacia donde mi verdadero yo, que no conozco, yace sin saber nada. Ellos la encontrarán, aprestarán sus formidables músculos y en su mueca fiera se lanzarán sin dar ni pedir tregua y hundirán sus fauces sobre mí, con los ojos abiertos e inertes, despedazado, olvidado, ido.



domingo, 2 de junio de 2024

Naturaleza lejana. Dos de junio, dos mil veinticuatro.

Mira el cuadro


Hay algo en las pinturas de Edward Hopper muy paradójico: reflejan soledad y un cierto hastío, distancia emocional con la existencia. Resultan frías y parecen vestigios de otro tiempo lejano. Sin embargo, a la vez, uno las ve y a mí me dan ganas de vivir en algunas de ellas. No sé muy bien donde nace ese impulso: creo que se trata de una nostalgia de la plenitud, el cosquilleo agradable de ver un horizonte sin nubes.

Un barquito surca aguas poco profundas frente a una playa desierta. Parece que hay un faro y una casita adosada. La luz es tenue, pero agradable. Quizá haya una brisa húmeda y la casa no esté en el silencio que sugiere la composición. Uno de los dones más preciosos de un artista es saber hacer colaborar con quien recibe la obra en la compleción de su visión para enriquecerla. Parece fácil, pero no creo que lo sea. Saber comunicar, con los silencios y matices precisos es arduo, creo que más en esta época que no entiende nada y necesita doscientas horas de subrayados groseros para entender cualquier ficción...en el mejor de los casos. Pero bueno. 

A veces pienso, con la frivolidad del ímpetu, que me hubiera gustado ser farero y llenar la soledad consigo misma. La visión de un paraje terrestre hermoso y peligroso, la bendición del mar, el silencio y las ocasionales tormentas. La naturaleza lejana llama con voz que solo puede oír cada uno, marcando un camino sobre el destino individual. No sé. Es muy fácil decidir dejarse llevar. Es agradable pensarlo en un arrebato y luego ir al siguiente pensamiento, inconsistente y vacío, pero la idea de no ser nadie, aislado y misterioso me reclama más que la vida en la colmena, tasado, regulado, observado y vacío. Sé que yo también contribuyo a ello. Sé que si no lo hiciera, tampoco cambiaría.

El mar no está muy lejos y hace un minuto me he levantado a ver como corre el río, presto a entregarse. Sí, quisiera vivir en ese cuadro, en el barco, la casa, el faro o apareciendo detrás de alguna duna para morder el silencio y saborear su paz en un entorno libre. Los días pasan. Junio llega. La pintura del cielo se desvanece en el atardecer. La imaginación me despoja del ahora y me hace viajar precariamente en otros mundos contenidos en cuadros, novelas, música, recuerdos. El horizonte al cerrar los ojos es un territorio mejor, misterioso y extraño. 

miércoles, 29 de mayo de 2024

Cúpula de nubes.29 de mayo.

Vivo bajo una cúpula de nubes. Se percibe cierto reflejo del sol, pero es pálido y lento. Como una alegoría antigua, la luz que nos viste aquí es el reflejo de la verdadera. Los ángulos y los contraluces tienen más relieve y a veces pareciera que su tono mortecino y distante anulase el tiempo. Es una ilusión, claro. Agota y enerva. Como si fuera el río del más allá, es el olvido: la mente se acostumbra fácilmente a adoptar la circunstancia presente como la realidad profunda y natural de las cosas. Y así las nubes pasan como recuerdos inasibles de unas sensaciones que cada vez son más difíciles de recordar.

Yo también me he encerrado en mis propios sueños y, así, camino por lugares inertes de recuerdos, sentimientos helados e imaginaciones que no logran brotar más allá del momento en que el atardecer comienza. Los afectos son lejanos. Siento desencanto de lo que me rodea. El mundo ya no está hechizado por un temblor amable. Los fantasmas me acompañan solo, en la prisión de sueños que ya he perdido; acaso solo los invoco porque son lo único que me da calor, lejos del cielo. Y los días son una pelea fiera contra mí y el desgarro de querer encajar y querer ser indiferente a la sociedad de los hombres, huir de ellos, de la gente que ha logrado lo que yo no supe: vivir bajo la luz del día, bajo la cúpula inmensa de nubes, de duda, de abandono de uno mismo. No hay destino que no se venza con el desprecio. 

Vivo bajo una cúpula de nubes, bajo la luz perversa, en la idea delirante de que el futuro es una ilusión siniestra y el pasado no existe. Cada día, intento recoger un pétalo de la rosa sobre la cruz del tiempo. Hoy será otro más. Quien sabe lo que es despertar a la palidez y la penumbra, aprisionado en un instante inmutable, sabe que también se va convirtiendo en fantasma. No queda sino resistirse, apretar los dientes y seguir adelante esperando que un día cercano presente un instante de súbita comprensión que devuelva el tesoro del día. La ciudad se aquieta bajo la luz de la tarde y una brisa suave, como si estuviese dispuesta a pararse y a dejarnos inmóviles, sin miedo, sin esperanza, sin más frío.




jueves, 23 de mayo de 2024

Allá lejos. 23 de mayo.

Volver a la tierra

La de los pinos soleados

Que no hablan el lenguaje de la amargura. 

La del arroyo exiguo y las caléndulas,

La de la luz mortífera.

Volver y seguir entre bosques de encinas, 

Por entre rastrojos, con el resplandor del mediodía 

Y con la piel calmada, allá en la tierra seca

Pedregosa y cruel, de dones austeros

Donde el silencio crepita en la cúpula azul,

Donde entregaría mi vida.

sábado, 11 de mayo de 2024

Asesino. Planteamiento (1). 11/05/2024.

Vine al intercambiador X-236 del cuadrante 41 para buscar a un hombre. Los archivos mencionaban unos datos breves; la teletransportación performativa, aunque clandestina, es popular en la periferia de las rutas de transporte y permite el cambio de caracteres secundarios. Forma de la cara, color de ojos, altura, cabello. En principio, el proceso deteriora la replicación celular, pero la perspectiva de menor esperanza de vida no disuade a quienes afrontan órdenes de detención, privación de movimiento en la colonia pertinente o ejecución extrajudicial. Este era el caso.  Los miembros de la orden Coruman tienen potestad para elegir estas medidas en el caso de fugitivos y amenazas públicas. Para eso existen los tipos como yo. No quería morir, así que ofrecí matar para ellos. Sé que si yerro, me tocará a mí. No sé cual es el final de esa cadena: solo sé que nunca faltará quien decida integrarse en ella convencido de que poder decidir sobre la muerte de otro lo hace poderoso en lugar de hacerlo inhumano. Separado del mundo que odio y me despreciaría si me conociese, simplifico el tiempo en sobrevivir o tener que escapar. Acaso exagero: todos los mundos se han desquiciado y la muerte es otro espectáculo.

Los transportes pasan de vez en cuando por este cuadrante, una vez próspero. No es difícil escrutar a quienes miran furtivos alrededor, buscando un escape después de una estancia en parajes lejanos. Acosados por deudas, señores de la guerra, gobiernos corruptos, buscan tratamientos prohibidos de renovación para el rejuvenecimiento, ocultando sus datos. Por supuesto, el resultado no es difícil de observar, una vez acostumbrado. El proceso de retiro es libre. La única prohibición es no matar a nadie más y, salvo que sea imposible, no herir a otros.

La libreta electrónica ofrecía las distintas versiones posibles del sospechoso, tal y como fue visto por última vez y después de una teletransportación performativa. Vi a dos posibles sospechosos entrando en el transporte, que sería de 3 días en la cámara de hibernación, 23 meses en el total, hacia la ciudad más grande del cuadrante, pero aún alejada del transito. Quedaban 6 horas para comenzar las actuaciones de colocación y revisión en las cámaras para dormir durante el trayecto. Debería averiguar cual fue la identificación celular proyectada que los sospechosos, y el resto del pasaje habría hecho. Debían ser unos quince mil. Debería ser capaz de identificar con mi asistente neuronal unos pocos posibles coincidentes  y decidir como sumergirme de nuevo en el lago de sangre. De nuevo, la cacería, la de otros y la mía, comenzaba. Las estrellas, potenciadas por la cúpula de protección, contemplaban crueles desde su trono eterno. Llegué a la recepción de la nave.



lunes, 6 de mayo de 2024

La banalidad del mal de los buenos. 6.5.24.

No soy cinéfilo en exceso. Tampoco me importan un carajo los premios. El caso es que en los últimos Oscars, u Óscares, o lo que se diga, hubo, como de costumbre, una hiperintelectualización de cualquier forma de entretenimiento que pasara por allí:  había una peli, basada en un relato del gran Amis acerca de los campos de exterminio que resultaba ser una reflexión punzante , increíble, sobrecogedora, lo que queráis, del concepto de Hannah Arendt de la banalidad del mal. No la he visto, en verdad, ni tengo ganas. Pero eso es mi culpa.

La que sí me gustó fue Oppenheimer. Y lo que me sorprendió fue la falta de referencias a un proyecto que se ajusta totalmente al concepto de Arendt. Veamos: un grupo de personas de talento llevan a cabo la construcción de las armas más mortíferas jamás creadas como un simple reto intelectual sin ninguna reflexión aparente de su conveniencia ni de las propias implicaciones morales de su participación. Siguen adelante muchos meses después de ser plenamente conscientes (ellos y sus superiores) de que la justificación del Proyecto Manhattan (conseguir la Bomba antes que Hitler) no es ya relevante una vez que es claro, por muchísimas razones, que Alemania ha abandonado completamente su objetivo, que nunca fue muy consistente, además. Se limitan a seguir órdenes y a desvincularse de cualquier decisión ulterior sobre el uso del juguete que han creado. Hubiera bastado la negativa de una docena de personas para que esa arma nunca hubiera existido. Y aquí está, aun atenazando y amenazando el mundo. 

Por supuesto, no es fácil juzgar lo que una época convulsa puede traer, nunca es bueno y hay que tener cuidado con las ansias de ensuciar el pasado desde la comodidad. Pero no es menos cierto que hay una trampa insidiosa en equiparar la razón última con la justificación de todo. Resulta extenuante seguir viendo a los clichés de los malvados oficiales, malos de opereta, a cada momento para evitar reflexionar sobre las espinas propias. En casi todos los sentidos, rechazar la responsabilidad de uno o muchos debidos a un marco de justicia o injusticia mayor crea los nuevos monstruos de hoy, difíciles de divisar para quienes tienen su mapa mental fijado en lo que ocurrió hace unas décadas. Me gustó mucho la peli de Oppenheimer, es verdad. Pero se centra tanto en la fascinación de unos genios tratando de encontrar su cómo que no parece encontrar un minuto en preguntarse y preguntarnos por qué.

La ciudad está encapotada y triste. el viento mueve a unos pájaros de plástico para que espanten a las gaviotas sobre los edificios. Las grúas duermen. El río muestra reflejos blancos y marcha lentamente. El puerto recibe la llovizna con desgana. Desde mi ventana, se oye un tranvía pasar y las montañas del horizonte se pierden en la niebla.  



domingo, 28 de abril de 2024

Un verano. 28 de abril, 2024.

 Un coche surca un paisaje pedregoso. El calor es sofocante, ese que hace que las bocas se resequen y agrietan los labios. El creador del Mundo está fuera de él; quizá pudiera ser más amable con sus criaturas. Ha decidido no hacerlo y seguir su propia justicia que enmadejará o desmadejará el juego a su antojo.

Un coche negro avanza, decíamos. El país podría ser Argelia. Quizá sea uno que no existe en el mismo mundo en el que habitamos nosotros. Los seres y sus vicisitudes se agitan en la conexión del señor de su destino y los ojos ávidos del joven que lee en su habitación, en un rito nocturno y amado, descubrir otros mundos, otras voces, otros mundos invisibles que moran en éste. Durante el día le fue concedido gozar de los dones pródigos del verano. Escaló en su bici, tesoro de los pobres de los niños de pueblo, cuestas suaves alrededor de las cuales amarilleaban rastrojos. Se zambulló en una poza que no muchos conocen. ‘Como la noche conoce a las estrellas’ leyó ayer, y ese verso ha resonado en su cabeza ahora, sin saber bien por qué: porque él es otra criatura y el dueño de su historia así lo ha decidido. Ha estado mirando jugar la partida en el bar del pueblo a hombres secos y duros. Ha visto a sus mujeres protectoras gobernar la vida con valentía. Se ha sentido parte de su gente, trasegando unas cañas, en un mundo cruel y severo pero también abierto, presto a cambiar la audacia por oportunidades. Es un sentimiento cálido sentirse parte de algo superior a uno mismo. Luego, volvió tranquilamente a casa, sintiendo el aroma de la noche suave. ¡Verano! Que hermoso sentir el frescor del agua, la calma de la amistad, un tiempo tan lento y preñado de gratitud que parece recobrado.

El joven cierra la puerta con cuidado para no despertar a su familia. En las estanterías le esperan hechizos y a él le gustaría apurarlos todos. Ha sentido el fragor de la caza entre las paredes de una abadía entre las montañas. Agosto refresca el rostro, dicen los viejos y entre el canto de los grillos de cuando en cuando, ha refrescado su mente con razonamientos enrevesados que disimulan la lucha por el dominio. Años más tarde, aprenderá que casi todas las desgracias provienen de no hablar claro. Ha acompañado a familias huyendo de las tierras atormentadas para que su nombre no se perdiese. Ha surcado un río febril en busca de la definición del mal y el horror, si tal cosa es posible. Sentirá, cuando le llegue el momento, que tal cosa es un afán insensato; quizá sea porque recuerde la sensación de arena escapando entre sus dedos tras golpear el rostro de la oscuridad, al final del río. Ha acompañado a un centinela, día tras día, tras su muralla, esperando a los tártaros, pues ese es su deber. Y los mundos antiguos y los que vendrán, y los personajes que parecen ser suyos, así los autores le han dejado penetrar en su pensamiento y lo que sienten. El terror, el romance, la rabia, la esperanza, la sonrisa. Todo ello navega entre la brisa de las palabras que tiene la suerte de compartir. Leerá el Don Quijote y a Borges algún día e intuirá el juego de espejos de la literatura, imitando al de la vida, que suele ser ambigua en su acecho de lo real.

El joven siente que sus ojos van cerrándose dulcemente, después de una aventura en torno al cabo de nueva esperanza. Ha merecido la pena, como siempre, se dice. Bebe un vaso de agua y se felicita de su fortuna, la de todos aquellos que pueden vivir un verano así. El mejor verano.

No sabemos su nombre: yo, que puedo ser dueño de mis criaturas y soy la criatura de otro al que no conozco, en una espiral inconcebible de causas, podría crearlo. Tampoco que le deparará el futuro, los gozos y los pesares que la vida irá repartiendo por su camino, como hace con todos. Quizá haya otro jugador que mueve la pieza del destino mientras los señores de su vida creen ser su destino absoluto. Nadie sabe. Mientras la noche se apodera de ese mundo distinto que se parece al nuestro, todos los sueños, los seres, el cielo y el subterráneo se van plegando para sólo nacer de nuevo en el momento en que tú lees cuando yo ya soy una sombra inútil para ello, conectando en un punto del tiempo y del espacio que no debería estar, pero que tú y yo juntos hemos conjurado; la magia incesante y fresca de los recuerdos de nuestro mejor verano, aquel que sabe que frente a todo el frío del mundo envolvente y confuso hay un calor interno y primordial más fuerte empujando de vuelta.

 


 

miércoles, 24 de abril de 2024

Abril. Veinticuatro de abril.

Abril es el mes más cruel. Entre la niebla de la alborada despliega los pétalos de la memoria. La dulzura de lo que se pierde es más espinosa que la dificultad prevista. Y el sol nunca se asoma. Te has sentado en un banco en la luz cansada de la tarde. La frescura de los tilos no parece sino un reflejo del otro lado, aquel que ves en los sueños extraños e inacabables. La palidez de sus ramas, que no filtran la luz del sol, hacen sus brazos cansados.

La derrota del tiempo es que nada cambia. hay otros bancos, otras riberas, pero siempre cae la misma lluvia y acosan las mismas preguntas. El vacío es infinito, frío como la arcilla seca. Las nubes se ciernen en una cúpula de terror silencioso. El camino no lleva a ninguna parte. Acurrucado contra la tiniebla, buscas aquello que despeje tu mente, para no pensar ni sentir. El rumor es lejano. Vas a tratar de olvidar un olvido y pensar en la quietud apacible de lo que resta del día, antes del silencio, antes de que anochezca. 




domingo, 14 de abril de 2024

Infancia. Catorce de abril.


¿Recuerdas aquel tiempo de perpetua promesa?
El prado, el arroyo, la lumbre y cada rostro
Parecían distintos, escondiendo un misterio
Que envolvía su sueño bajo el cielo infinito.
Fue la hora preciosa que agitaba el segundo
En la vibración de un mundo generoso y despierto.

La voz sobre los campos era de un Dios presente
En gorjeos y trinos, rumores y crujidos
Delicado y audaz trotando entre las formas
De la imaginación y el asombro, el amor a la duda.
Ahora echo de menos su consuelo atento
Como aquel que espera que abran la puerta de su casa ya en ruinas.

La soledad se poblaba de seres misteriosos
Compartiendo secretos desde su primavera.
Guardianes del ocaso y un templo de alegría,
Fuimos lo que la suerte supo y lo que el alma quiso:
En su brillo de agua lo que guardas se pierde
Porque todo lo que no está en ti y se te da, te hace
Y lo que diste al fuego de los años es lo que permanece.

Aquel resplandor para mi mal está apagado
Y lo que sabía sentir es una llama oscura.
Avanzar es más arduo y ascender es cansado
Hasta la cumbre nevada a la que llega el hombre
Tratando de vislumbrar en el país del niño
Los tiempos de gloria por esa luz bañados.

Ahora somos olas que amenazan romper
En el vacío insomne de la playa entre brumas
Dónde la memoria destiló experiencia de sabor amargo,
Allí dónde las lágrimas ya no son capaces de contener un mundo,
Pedazos rotos de un espejo que jamás contemplamos.

Dondequiera que vaya, el embrujo se ha roto. 
El fracaso no es dulce. La paz tiembla
Sin la magia ubicua que despierte un anhelo.
A veces un batir de alas revela su destello
Y la inocencia baña el día con su cáliz sagrado
Mas termina pronto y me deja en silencio.

En su trono agotado, rige terrible el tiempo;
La costumbre olvida el fulgor y se agota
Y la noche no prodiga su camino entre estrellas.
¿Dónde han quedado derrotados la esperanza y los sueños?
Sólo una voz moribunda susurra aquel recuerdo
Cuando todo era instante,
Cuando fuimos eternos.




martes, 9 de abril de 2024

Una historia de fantasmas. Nueve de abril, 24.

En la casa había una habitación por la que entraba el sol por las mañanas desde que el alba rompía. Por la noche se oían los grillos, traídos por la brisa nocturna y el aroma de los jazmines. Así pasaban los días. A lo lejos, las colinas onduladas de la primavera evocaban la distancia melancólica de la mar, como de una ausencia innombrable. A veces, la fuerza arrebatadora de las tormentas de verano iluminaban los parajes lejanos entre estruendos fragorosos

El tiempo pasó. Las otras estancias se llenaron de sombra. El polvo se fue posando en los muebles, levantando cada mañana motas doradas entre un viento fresco. El olvido desplazó los recuerdos, las pequeñas victorias, las embestidas despiadadas de la realidad. El desencanto.

Así que al fin llegaron. se apoderaron de los dormitorios tristes y del salón, donde antes aleteaban las risas. El silencio tiene una dignidad extraña que el bullicio no conoce, mas en ocasiones hiela el corazón. Solo queda ya un rumoroso pestañeo de las cortinas blancas que agita el viento que anuncia los nuevos días y con rayos del sol lentos y suaves, donde viven ellos, en un lugar ya lejano, en una habitación vacía. 



jueves, 4 de abril de 2024

Las inmensas preguntas. Cuatro de abril.

¿Es el sufrimiento inmanente? ¿Acaso, sería posible, elevarnos por encima del dolor? ¿Es la conciencia un ángel, un cierto guardián ciego, o es una ilusión creada por múltiples centros de experiencia que aún no aprendimos a distinguir? ¿Qué me une a las personas distintas que fui, algunas irreconocibles? ¿Es la esperanza, la ilusión de un futuro, la capacidad de modificar mis recuerdos para unirme en todos ellos y superponer una ilusión que llamo yo? ¿Es mi impresión de libertad otra ilusión inalcanzable? Y lo más extraño de todo, ¿por qué soy capaz de planteármelo, si soy incapaz de encontrar siquiera un indicio de ello? En fin, por qué soy capaz de preguntarme acerca de cuestiones abrumadoras que no deberían aparecer.

Una confusión irresistible que en ocasiones me invade es la de percibir todo con un orden que no es de lo que veo, sino de lo que hay dentro de mí. Pero dura poco y enseguida siento que yo me despojo de mi percepción misma y todo aparece como iluminado por un sol tenue y diferente sobre un planeta muerto. Un silencio eterno que nadie percibirá, cuando toda vida perezca. Algo que sólo existe en virtud de la presencia de algo que siente o piensa, en ausencia del ser, desaparece y a la vez se hace omnipresente. Mi hoy contradice mi ayer constantemente, sí. Pero es que pienso que no hay nada que tenga relación con lo demás si salgo fuera de mí y que todo es lo mismo cuando vislumbro cualquier aspecto de la realidad después de sentirlo o pensarlo.

Una obsesión que vuelve a mí es tratar de comprender, aunque sepa que nunca podré, porque soy consciente, sensitivo, porque somos la parte de la materia que trata de conocerse. Si la intuición es una sabiduría secreta y es cierto que comprender es recordar. Por qué, y esto es lo más extraño de todo, hay una selva de símbolos que puedo compartir con otros, porque la complejidad no me aísla sino que me aferra a otros y a la ilusión de que aún mantengo un hilo tenue de percepción con algo más allá de mí. Tantas veces me parece una ilusión, una cárcel de experiencia falsa que levanta la creencia en lo que nos ciega. Entonces, la melancolía y el desprecio me anegan, deseo desterrar mi conciencia, anular mi percepción y entregarme al alma del mundo, olvidándome completamente de mí. Y mi corazón se exalta tímidamente con esa elegante esperanza.

Miro ahora por la ventana perlada de gotas de lluvia, surcada de su agonía, reflejando diversamente las luces náufragas de esta noche. Las inmensas preguntas aturden mi mente y el viento, el río y los hierros de la ciudad son el fenómeno pasajero de esta noche, construida bajo una representación fugaz de un dolor que imagina su padecer porque se engaña creyendo que existe. Sé que lo que pueda darte el instante, la eternidad no sabrá traerlo de vuelta. Pero me pregunto si no debería dejar de buscarlo y aceptar lo que venga y simplemente ser, sea lo que sea que eso signifique y sea lo que sea que soy.



martes, 26 de marzo de 2024

Dignidad. 26 de marzo.

Me he acostumbrado a no ver las noticias. Oigo las deportivas en programas nocturnos, porque suelen tratar de éxitos y sucesos que despiertan admiración, si uno trata de abstraerse de su entorno. Las redes sociales en ocasiones expanden algunas, también. No es frecuente, pero entre todas las tareas urgentes no es la menor aprender a rechazar la basura. En fin, que esta entrada la iba a escribir el pasado diciembre después de ver "Que bello es vivir" en la tele; esos días  Arabia Saudí seguía presumiendo de músculo de poder blando pagando cantidades enormes a deportistas.

Una de las cosas que mas me gusta de la película es su carga crítica a la codicia. Hoy, ayer, siempre, el dinero se sobrepone a cualquier jerarquía para demolerla y que nada más valga. No creo que deba ser impedido más que en el ejercicio de la libertad personal de cada uno. Es cierto que vivimos en un capitalismo absoluto y hay asuntos que deben trascender el dominio de los más afortunados. Personalmente, me resulta deplorable. No obstante, se me ocurre que la dignidad es un remedio más decisivo y honorable que la queja sempiterna de las almas bellas: se dice de aquellas que participan del mundo tal cual es, se quejan de su inocuidad y renuncian a participar en cualquier mejora provisional para mantener su ideal a salvo sin mancharse las manos.

Es muy fácil escribir en un blog que no lee apenas nadie, pero creo que existe una falta de dignidad global descorazonadora. Se ve en los relatos y en las noticias, en los héroes absurdos adoptados por la cultura popular contemporánea. Temerosos, víctimas de sí mismos, soñando venganzas imposibles y dedicando a su propósito una versión enamorada de su propia importancia. Es humano, demasiado humano...pero no es admirable. La hipocresía inversa de la hora requiere victimizarse para poder ser irresponsable, para sujetar el frío de la libertad a la pasión triste del resentimiento. Aquí hay que perder, o fingir que se pierde, exhibir la pobreza, la ofensa, el padecimiento, la lágrima y todo será perdonado. 

Creo que la dignidad, la conciencia del valor propio, erige una jerarquía impasible. no pide ventajas ni las concede. Nada puede vencerla. Se impone al relato interesado. No busca la venganza de la memoria desquiciada, le basta su propio instante de triunfo. El mundo no comienza con nosotros. Como hay avances evidentes, también recibimos de los días de ayer servidumbres heredadas. Luchar contra ellas es noble. La pelea contra lo que nos quiere herir y contra lo que nos quiere comprar sirve para elevar el momento a lo mejor de toda una vida. Y, en cualquier caso, lo contrario es entregarse a quienes quieren usar su protección para afianzar su dominio sobre conciencias inermes. Lo bueno de la integridad es que nunca puede ser compartida al abyecto impulso que llaman gregario.

La noche se desploma sobre la luz de la primavera. Todo pudiera ser nuevo, hay mucho bueno y no es la menor de las delicias de la vida alzarse sobre los escombros de los días y sentir la hermosura de decir un no que es un sí a todo lo que merece la pena.




domingo, 24 de marzo de 2024

Ecos de pasado. 24 de marzo, 24.

Imagino los viejos lugares arrinconados por el devenir con melancolía y óxido y silencio. Balnearios entre montes nevados y abrazados por brumosas gasas, jirones de niebla, allá donde la carretera serpentea entre montes de coníferas. En esos lugares remotos, ayer la vida de los grandes del Mundo agitaba tableros, portales, paredes, recepciones y vistas. Hoy serán lugares para los que sienten nostalgia de aquel mundo que no vivieron. Acaso los regentarán personas tristes, abrumadas por el olvido. En sus cámaras frigoríficas semidesiertas se irán acumulando los días sobre las provisiones del Menú, también amarilleando, esperando las visitas que los remuevan de su sopor. Allá en el empedrado donde resonaban los carruajes de caballos no hay más que charcos, sombras de cielos nublados y color plomizo. Las paredes desconchadas, los portalones con la pintura decaída y el umbral descuidado. Signos evidentes de la tarea implacable de olvidar un olvido. Los ecos del pasado forman ondas concéntricas que llegan hacia mí y luego se retraen, hasta igualarse con el mutismo de hoy. En una pulsación trabajosa y lejana.

También trato de pesar cómo serán los pueblos de la costa que perdieron sus fuentes de vida. El mar lamerá orillas pedregosas bajo cielos de cobre , sintiendo un viento frío que empujará bancos de nubes contra el horizonte difuso. Las casas serán iguales y si aún queda un hostal, alguna tienda y bar no será terrible...pero acaso sea más trágico, pues la tragedia puede ser irónica también y desvelar distancia entre lo real y lo anhelado sin que el deseo de que coincidan se pueda separar. Las gentes serán viejas, pocas figuras se aventurarán en la calle o la plaza frente a la lonja, el ayuntamiento, la casa del pueblo. Será como si el tiempo de la creación se hubiera detenido y el de la decadencia se expandiese hasta superponerse ambos en la misma quietud. 

Me gusta imaginar todo ello, porque ya vivo allí. Siento habitar una quietud irreal envuelta de fragor indescifrable. Creo que estoy en un lugar mental que añora un mundo que ya no existe y no se conforma con las perspectivas del futuro cercano; que gusta de la soledad y encuentra la desolación hermosa y al tiempo desea la floración y el calor de la existencia. Que teme el punto medio en el que estoy: siento, ahora que la noche ha caído y el rumor de los que vuelven a casa se va acallando, que está en un lugar de vibración decadente. Sí, hay movimiento, pero no hay dirección. Sí, hay novedades, pero no hay esperanza. Mientras las grúas permanecen, edificios y parques se erigen y las luces se instalan para conquistar la oscuridad, veo en su futuro hierros sombríos y azules, vientos inhóspitos, lluvia gris y marasmo y allá, más dentro de mis ojos, las estampas de melancolía, con óxido y silencio, forman una ventana desde la que mirar a la desolación desde una esquina, cansada y lóbrega, de mi alma leve.



 

jueves, 21 de marzo de 2024

La sociedad indecente. 21.03.24.

Cada pocos días se vuelve a descubrir con escándalo que en este Casino se juega. Es un espectáculo grotesco en el que se representa la indignación inane de las almas bellas.  Un teatrillo barato que concita furia, exigencia y razones fingidas para desarrollar una catarsis fingida. Y hasta la próxima. La última, de momento, es la de la federación del furgol. Años de comisiones, informaciones, mangoneo, orgías, venalidad, estómagos agradecidos y permisividad en el uso y disfruto de dinero público y el nombre del país han desembocado en el enésimo escándalo insoportable que se arrinconará cuando llegue el siguiente.  

Así es en todo el país, diría. Creo que en España todo está corrompido y hemos consentido en respirar ese ambiente viciado...desde que tengo memoria. De hecho, me parece que el asunto va más allá de la corrupción: el problema es que es, que somos, una sociedad indecente. Tomo el término usado en el sentido de que una sociedad decente es aquella que las instituciones no degradan al ciudadano ni ellos se humillan entre sí. Aquella que entrega el exceso de poder en impersonalidades y ritos para desvanecer su abuso en la medida en que la condición humana lo permite. Allá, no: basta ser conserje de una biblioteca voluntaria, delegado del club de lectores o tener una placa, una tarjeta, una llave o un papel y esperar a que las puertas del paraíso se abran en la medida de lo posible. Puede ser dinero, o no llegar. Puede ser el abuso de poder, o no llegar. Lo que es, y aquí está el asunto, la oportunidad perpetuamente aprovechada de afianzar un dominio ilegítimo saltando más allá del legítimo.  Una atmósfera de humillación constante en cuanto uno percibe una nimia posición más elevada.

Se trata de aprovechar el momento de acaparar, porque, y esa es otra clave, si no lo haces tú, lo harán otros. ¿Cómo puede prosperar un país con esa cantidad de desconfianza en todo y todos? Y después, si llega, aguantar el chaparrón y resistir un poco. En esta etapa no se trata de la tentación y la ingenuidad tratando de llegar a acuerdos, sino del tono constante de disculpa del tramposo, el dopado, el ladrón y el corrupto encubriéndolo con declaraciones altisonantes. La disonancia entre lo que se declara y lo que ocurre es insoportable. Uno solo puede pensar que convive con un número alarmante de personas que han decidido rechazar la realidad y otro aún mayor que es incapaz de reconocerla, sumidos en delirios. Todos hemos visto a los corazones más turbios de nuestra generación consumidos por la codicia. Nos da igual o no podemos hacer nada. No importa tanto. La conclusión amarga tiende a ser la misma: Nunca vuelvas allí. No cedas a la multitud. Deplora a los que debilitan con su protección mientras declaman su protección a los débiles. Teme al Estado. Pierde la esperanza con aquel país soleado y terrible...

Las nubes ciernen oscuridad lluviosa y frío. Anhelo el sopor de la calidez y el abrazo de la primavera. Pero es mejor estar triste tras la ventana que ser un esclavo de pasiones tristes en aquella tierra que envenena los sueños. 




lunes, 18 de marzo de 2024

La penitencia. Hace mucho tiempo en un lugar al que volveré...

Huyo del aroma escabroso de la culpa y espero que tú hagas lo mismo. No hay penitencia más ardua ni excruciante que la consecuencia de la falta, macerada en tiempo y la repetición que provee el recuerdo. Pero sé que en los puertos cercanos al Pirineo, la conciencia intensa de la vulgaridad invencible hiede tras voluntariosas, inanes muestras de sofisticación pretendida. Pescado muerto podrido. La soledad se cierne sobre cualquier Gólgota y las cruces no dan paz, sino soledad y abandono. Esfuerzo inútil de evitar ser quien es, cadena perpetua. Allá en el sur, la hipocresía no conforta de la correcta baja estima propia, En fin. Gusanos que solo saben alimentarse de sus propias excrecencias. Nada importan. Sí, sí, acabarán muy pronto. 

Los demás, que aspiramos a no perseguir a nadie porque no tenemos que compensar el fastidio de existir, seguimos adelante. Con penitencias más o menos arduas, pero nunca rotos. Solo importa la inocencia, y la inocencia es un espejo prodigioso que borra cualquier falta si advierte la pureza. Por eso el mundo de hoy es difícil de vivir. El cinismo y la codicia parecen ser lo único que existe.

El día torna a la noche pausadamente y la estupidez lejana no puede tocarme. la llovizna eleva un clamor a la ciudad vacía y la vuelve distante. 

viernes, 15 de marzo de 2024

Primavera. 15 de marzo.

Echo de menos las noches cálidas que conseguí vivir. Anhelo sentir la brisa cálida nocturna envolviendo mis brazos desnudos, la manga corta, las terrazas. Deseo, necesito notar que la primavera despliega sus olorosas sábanas perfumadas. Tumbarme al raso en la hierba y contar estrellas. Sentir que la comunidad sale al encuentro y cesa de ser un vidrio fragmentado, creer que puedo encontrarme en otros, en paseos imprevistos, en la improvisación de deambular a lo largo de calles gastadas y queridas por mí. Ay, añoro la suavidad de la lentitud en el paso de multitudes joviales. La misteriosa alegría de quienes nos sabemos mortales. La cavidad imperceptible que, en ocasiones venturosas, logra detener el tiempo. Quiero ver las noches llenas de rumor y excitación, de jazmín y abandono inocente. Me encanta que la primavera vaya destapando las cortinas y que llegue sinuosa a herir con su filo de luz el significado de la noche. 

Cuando niño, sentía el llegar del tiempo prometido casi como una sorpresa. La casa tenía más luz y el resplandor de la mañana iluminaba hasta las sombras más recónditas. Todo lo que ayer costaba, era grácil y se daba sin esfuerzo. Lo arduo era de repente un don. Hasta el atardecer hería de intensidad y fuerza. Sin embargo, no era el sol cruel, aún. Era una bestia aún adormecida que daba sus primeros zarpazos desde el fondo de un sueño. La sangre acaso palpitaba, sabedora. Yo no lo sé: lo que el cuerpo advierte, el cerebro no logra acecharlo del todo. Las luces de los faroles solitarios, las voces lejanas, las paredes doradas de la ciudad antigua, todo conspiraba. Todo llamaba desde un lugar lejano, desde el seno del tiempo, con una voz sensual, un punto siniestra. La voz que no llega al interior de las casas, cuando el frío reta y el fuego cobija pero también amenaza.

Hoy es marzo y esto tiene ya muchos años. Quisiera atar la luz al mes y al cielo el de mi tierra, que hoy se habrá abierto sobre los campos en tonos rosados y azules. Las ondulaciones verdearán y los ríos seguirán, incansables, mientras resplandece el sol en sus muslos fértiles. Destellos entre las ramas de las encinas, de los pinos fragantes. El tiempo era entonces, y parecería ahora también, infinito. que tiempo de maravilla aquel que nos dio a probar la inmortalidad en un instante. Mas, ay de mí, sin querer aprender he aprendido que hay que dar lo que nos salva a la cruz del tiempo para que al fin nos acompañe...

Hoy es noche húmeda, acaso no fría pero tampoco invitadora. La casa, todas las casas se sienten vacías. Las ha abandonado el conjuro de lo que forma una complicidad, un gesto, el destino caído entre dos luces lejanas que vienen y vuelven desde dos misterios. No deseo que la noche venza, no deseo entrar obediente en el asesinato de la luz, pero el recuerdo puede herir y necesita más para sanar: una sensación, la vibración correcta, una pulsación que concuerde lo que esperamos y lo que ya hemos aprendido. Hoy es marzo, y deseo la primavera. Bestial, huracanada, invencible. Sin misericordia, sin tregua, con la memoria y el deseo de una brisa, un helado, una sonrisa y, allá, allá lejos, donde dicen que habita el olvido, una promesa de retorno contra las estrellas, alzado en la calidez maternal de la noche, ligero de equipaje, vencido sin ser derrotado.





domingo, 10 de marzo de 2024

Domingo tarde. Diez de marzo.

Si tienen razón los que creen que entre la realidad y la percepción se interpone un velo sutil, la lluvia podría ser su representación más lograda. Hoy cae un fina cortina y todo lo que hay bajo su reino temporal parece otro. Las poderosas grúas aparecen cansadas, las aves desterradas tras las nubes grises, donde acaso luzcan mil soles resplandecientes, el rumor de gentes y días se convierte en un silencio pesado, la luz mortecina, como de octubre, va declinando y los perfiles de los edificios se difuminan ligeramente, las luces parpadean lejanas y parecen venir de otros lugares en realidad, mostrando un reflejo algo pálido en este lugar que no deja ver su misteriosa fuente. El río apenas se mueve, como si la fuerza impulsora que conecta la vida y sus corrientes escondidas estuviera dudado. El mar es una única figura con la neblina lechosa de esta tarde húmeda.

La irrealidad del momento despierta un eco tenebroso en mí; me lleva al temor de que un día pierda el hilo que conecta las impresiones de todos y forma un tapiz común que almas difusas indiferentes entre sí reconocen como realidad. Es difícil asumir la existencia de otra persona como similar a la de uno, porque el torbellino de causas y reacciones que los días acumulan me ensimisman y me hacen creer que las características de otros, que son iguales, son máscaras toleradas que no saben descender más profundamente de lo que puede mi imaginación. En cualquier caso, pienso que la plenitud debe ser la capacidad, imposible en esta tierra, de encontrar la profundidad ajena tan compleja y sutil como la propia. Quizá un día más allá de la vida, en una hora auspiciosa de la eternidad, esa entrega será posible y nos desprendamos del yo para formar parte de una conciencia universal que se esconde tras la creación y tras cada momento, una tranquila fuente de luz dorada que a veces acaricia el espíritu pero que no sabemos encontrar por nosotros. Es un don, simplemente.

Desvarío un poco. Decía que temo perderme entre la tarde espaciosa y cubierta de bruma y allí desencadenar mi sentido de la realidad. No es infrecuente que sienta que mi razón se aparta del momento que vivo y lo que veo y siento me resulte enajenado de mí, lejano como un espejismo. Entonces, creo que puede ser una cierta lucidez y una cierta locura, como si fuese a morirme y la verdad de las cosas se muestre distinta, brillando contra un resplandor inusual y atrayente. Entonces, trato de pensar en otros lugares que he entrevisto, imaginado, visitado o meditado. Me resulta grato haber caminado en grutas donde hay dragones, en planetas errantes que no ven la luz de ninguna estrella, en mares de gravedad infinita y en caminos suaves entre el hechizo de las ramas mágicas. Luego, me percato de que es domingo, la tarde va acabando y dedico unas pocas líneas a cualquier íntimo deseo de despertar. 

Algunos pájaros han aparecido. Quizá sean heraldos de aquel lugar donde un sol perfecto ilumina y calienta todos los caminos, allá donde la brisa envuelve y los ríos cantan, todas las memorias son gratas y la hierba en la ribera es mullida y verde y todo es verdad. Aquí, las nubes se funden en distintos tonos del gris y el velo aparece frío, distante, desolado. Puede que un día la distancia entre lo real y lo percibido se anule. Puede que aún no sea tarde para regresar a casa.


    

sábado, 2 de marzo de 2024

Sonámbulos. Dos de marzo, 2024.

No sé si es igual en todas las ciudades medio grandes o más, las que tienen considerable tráfico. Es bastante normal ver en ésta a gente que pasa en medio de los carriles de las avenidas paseando en el convencimiento de que los coches pararán o no arrancarán hasta que estén a salvo. Generalmente aciertan, claro, pero es una apuesta en la que perder conlleva un impacto real (guiño, guiño). Es bastante sorprendente que en ciudades de hoy, crispadas y broncas, no haya más accidentes. No ya por mala intención, que siempre puede salir, sino por la confianza en la atención y la prudencia de los demás en esta sociedad apática, lenta de reflejos, anestesiada en la miseria ajena y la decadencia.

Ahí puedes ver a casi todos en casi todas las ciudades, sintiendo un miedo real de precariedad y agitación y eligiendo verter su rabia sobre todas las causas equivocadas con la actitud de sonámbulos que vuelven de todo. No hay cárcel más eficaz que la liberación de toda restricción para que los fuertes se impongan; no hay censura más efectiva que proveer a todos de un altavoz. 

Bajo carteles y propaganda, muchos, demasiados, aplican análisis regurgitados como si pusieran en jaque al sistema, olvidando que su profeta dictaminó, esta vez con acierto, que las ideas dominantes son siempre las ideas de los que tienen la posición de dominio. Sin entender otro mandamiento, que el ser social determina la conciencia, añaden más y más chatarra intelectual y moral al tema de cinco minutos de hoy antes de recoger la nueva carga para el siguiente. Son las voces discordantes pero en extraña armonía con sus opuestas, porque de hecho existen para que sus opuestas triunfen. Son la necesario tensión que cualquier sistema necesita para mantenerse en pie, y por ello los retribuye generosamente. Son los guerreros de la igualdad apuntalando el mercado con su hiperexpansión de la individualidad extrema. En fin.

Nada tengo contra el capitalismo , si contra el capitalismo absoluto, como con cualquier absoluto, asfixiante. La mercantilización completa de la existencia me angustia. Sus efectos me repelen: la masa de iguales esforzándose por diferenciarse. Caminantes sonados. Ellos miran para otro lado, mientras los coches avanzan hacia ellos. Quizá nunca lleguen a atropellarlos. Mas en el tiempo que discurra entre la amenaza y el despertar, se contendrá la respuesta verdadera: si en el tiempo presente es posible fragmentar al individuo y despreciar la esperanza y pretender ser libres. Si es posible no ser un peón admitiendo luchas contra lo que no existe y a favor siempre de las mayorías de hoy. Buena suerte con ello. 

Ayer nevó, hoy hace sol, antes llovió y antes hizo calor. El tiempo se altera contra el paso del día y el río sube caudaloso hacia su mar inmensa. Las ventanas reflejan luz pálida de primavera y las calles se animan en un susurro extraño.