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sábado, 30 de diciembre de 2017

Una historia de terror. 30/12/2017.

Un temblor perpetuo acompañará esta entrada, gobernándolo como la voluntad que aprisionó la mía.

Era mi cumpleaños hace dos días. Llegué al avión, mal que bien, sin grandes percances. Allí tuvo lugar una de las grandes experiencias de mi vida, pude estar dentro de una nube el mismo día de mi aniversario. Ay, allí acabó lo gozoso. Dentro de esa nube, cual regalo envenenado, las turbulencias se sucedían y una imagen oscura se cernió sobre la ventanilla. Luego supe que era una mancha azul de ala de Ryanair, pero el daño ya estaba hecho. Lloré lágrimas de rabia, creyendo que iba a morir con diez días de vacaciones por delante. Hubiera llorado igual, pero la rabia la añadió el detalle vacacional. Después, todo pasó como en un sueño y deidades del abismo se aparecieron ante mí en forma de carros de sorteos para organizaciones de caridad y una voz se identificó a si misma como "supervisor del vuelo". pensé que vivía en un mundo donde la creatividad para asignarse cargos había convertido a la tierra en una bola ardiente de azufre y fuego. Y después los trenes salían todos más tarde de lo que decían los horarios.

Sé que he aterrizado en un mundo aparentemente igual, pero distinto, en el que las personas han sido suplantadas por entes autómatas de maldad perpetua. He visto mucha gente con chandals del Madrid. Espero no ser descubierto, para lo cuel publicar esto aquí no parece lo más inteligente. pero si algún miembro de la resistencia me lee, que me lo haga saber. Debemos iniciar el contraataque pronto.

Dundalk, mientras tanto,se prepara a recibir una tormenta llamada Dylan, ¿hay algo más hermoso?

martes, 26 de diciembre de 2017

Navidad.2017.

I

Hoy, dicen algunos, han venido nuevas.
La ciudad no las sabe. Cercada por la bruma
Peina sus tejados, se encoge y vibra, estrecha
Al son de algo inaudible, arañando los goznes.
Hoy la vida se apuesta. La luz la trae un fuego
Que se consume y no calienta. Hoy se cierne la noche
Entre nostalgia de olas blancas y de montes lejanos.
Hoy es todo mentira, como ayer. Hoy las torres son de barro.
Y pienso entre la lluvia, no es tan extraordinario, ese Señor que vuelve
A su casa, en donde fuimos invitados. Nunca supe por qué;
Y él reclama lo suyo desde el umbral, sin asomarse.
Lo verdaderamente asombroso es resistir su ausencia,
Arañando cada día el surco de su hacienda por un simple pedazo
De esperanza dura como el pan del recuerdo. Lo arduo es ir tirando.
Hoy caen crueles los rayos y los truenos desbocan
Los corceles serenos en los que galopábamos.

Hoy dicen algunos, se ha desplegado un manto
Que nos protege del absurdo, el frío, el desamparo. Pero el señor
Sigue ausente, parece reacio y no se ve debajo de ese hato
Más que un silencio espeso, que nos alcanza a todos
Y en el cual, como en un lago plácido, 
Uno siente que no estaría mal vivir bajo esas ondas
Delgadas que lo mecen y convivir con la sombra.
Y cuando pase el tiempo y el señor entre
Y pregunte como hicimos para adornar su casa
Al fin suene una música que todos oigamos prístina
Y las habitaciones se iluminen por su presencia viva.
Hasta entonces, roturamos sus tierras, anhelando
Vivir en ese fondo rumoroso y celeste. 
Somos polvo de días y faenas
y al polvo volveremos, desgastados y breves.
Atados como Ulises a un mástil de extrañeza
Para evitar el extravío de nuevo en la tormenta.


II

Algo quiere nacer, aterido y breve.
Otros dioses mueren en paraísos desolados
Y desarbolados los hombres, por su mal hostigados
Se pierden entre los anchos hombros de la nieve.

¿Buscan una respuesta, o buscan evitarlas?
Quién sabe. El destino es diverso y mordaz
Y las encrucijadas son caminos de mar
No habrá una sola que te conduzca a casa.

Así que haz de los caminos arenosos tu fiebre
El huerto donde surcar tu arado de jornadas
Y que el breve resplandor de la mañana
Te haga recordar el mundo del que vienes

No volverá, pero quizá esté ya en ti
Y eres todos aquellos con los que te has cruzado
El hijo del niño que fuiste, el deseado
Hombre completo que emerge cierto al fin

Algo acaba de soplar y ya ha venido.
Una conciencia, un modo, un acertijo
Una forma de arrostrar las cadenas del tiempo
Arrastrando sus cadenas esclavas gimiendo
Horas vacías y largas. Y a pesar de ello…
Cantando entre su viento con ellas la esperanza.


III

No te engañe el silencio espeso con su rama desnuda
Ni el llamar con el pico de la lluvia suave
El rumor de este día empuja y pinta el aire
Con el acre agridulce de la duda.

Nada sabemos. La carne que nos forma
Busca en el temblor de la mañana
Las respuestas a las ansiosas inquietudes
Que siembra en nuestra paz la noche vana
Que pérfida se aúpa, crece, asoma, negra
Como el ayer de nuestro descontento.
Pero esta luz es distinta y en vez de bajar, sube
Hacia una estrella y su rastro de luces
Iluminando el camino de armonía temprana
Empuñando dulce la antorcha de la magia.

Nada se sabe. Las nubes, tu ventana.
El futuro que aguarda con su blanco manuscrito.
Ni te angusties, ni pares, ni cedas a la amarga
Quietud por un temblor. El arte es breve, mas la vida es larga.

Quizá mañana sea mejor. 
Nada está escrito.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Breve. 24 de diciembre de 2017

He terminado "Me case con un comunista", el último libro que me quedaba de la trilogía de Philip Roth en la que usa el alter ego Nathan Zuckerman. Me parecen tres libros soberbios, una trilogía de la destrucción del ser humano por las fuerzas incontenibles de la vida: el poder, el azar, el absurdo. En éste, que me ha resultado en su tramo central algo más pesado que los otros dos, un idealista busca una vida propia que piensa que le ha sido negada.

Una idea oscura me hace escribir estas líneas a vuelapluma, para cuando el azar me traiga de nuevo a ellas y pueda recordarlo: hay grandes conceptos nobles tan luminosos como la luna de agosto y tan letales como el brillo afilado de su daga. Permiten exhibir una virtud superior para llevar a cabo conductas perversas. Esos conceptos, más delicuescentes cuanto más altos, extravían de la vida y alejan de los otros. Crean un remolino estático que trata de imitar fútilmente el desorden creador y destructor de la vida. Quizá ella no sea más que preguntarte por qué hago lo que hago, y soportarte por no poder saberlo. Y no hay otra forma, porque encauzar esa corriente en el estanque de la pureza, la esencial mentira de la rectitud, solo engendra vapores mefíticos.

Aparte de todo esto, las oficinas abren y los estadios tiemblan. Dundalk se prepara para un día de reuniones que nos haga soñar con vivir algún día el verdadero encuentro.


jueves, 21 de diciembre de 2017

Contra la abstracción. 21/12.

Dos grandes lecciones me dejo "La peste" de mi ídolo perpetuo Albert Camus: el secreto del fútbol está en el mediocentro y el ser humano no es una abstracción.

Esta última idea parece obvia, pero no lo es en absoluto, peligrosamente. La realidad hoy no se impone porque interpretaciones abstractas y etéreas de la misma la constriñen y en ocasiones, la niegan. Claro, no es gratis; el precio a pagar es la eliminación de la complejidad de la vida y las personas, usando unos pocos datos y parámetros que nos sirvan de guía y nos encaminen por la senda que nos dicen adecuada. Ese es el miedo a la libertad, la sumisión a una disonancia cognitiva que nos alivie de un mundo sin verdad ni espíritu pero a cambio poblado de conceptos impuestos y un subtexto social que controla con una sonrisa y colores vivos. La duda, el valor de poner un pie en el vacío más allá de lo enseñado y asumido, tirita en el otro lado de la calle, entre los charcos. Pero cuando se vive ardientemente una verdad, o se consagra el tiempo que nos ha sido concedido a mirar la realidad y tolerar la incertidumbre, el premio es inmenso. Apreciar la complejidad y al mismo tiempo, conocer sus límites. Es como probar el sabor de la fruta tras meses de travesía con la garganta seca.

Paso mis días esperando ese momento de súbita comprensión, y tratando de evadirme de los mensajes de moda. Intentando disfrutar cada momento y acción, el deporte, la lectura, el cine, el sol, el humor, el silencio, el declinar del día. No soy quien para hacerlo, pero aconsejo intentarlo. Olvidar los mensajes épicos que necesitan simplificar las causas, los azares, en muecas colectivas, y correr el riesgo de no darle importancia, por poco que uno sea contra la marea de la importancia, más peligrosa cuanto más estúpida. Y saber que probablemente, no servirá de nada.

Dundalk esconde sus cicatrices y sabe que la mayor parte de las historias no son como se cuentan.



domingo, 17 de diciembre de 2017

Toda una vida. 17 de diciembre.

Como todos los seres humanos, a lo largo de su vida había abrigado en su interior ilusiones y sueños. Algunos los había cumplido por sí mismo, otros le habían sido regalados. Muchos habían permanecido inalcanzables, o se los habían arrebatado cuando apenas los había logrado. Pero él seguía ahí.



Es este un libro maravilloso, minimalista, delicado y contenido. Como la narración épica, en la modesta opinión de uno, se ha convertido en una sucesión cruenta de violencia vacía a la que nadie resulta inmune, se agradece. Trata sobre aquello que esa épica invocada para dar vuelo a lo que el talento no logra hacer volar, ignora: nada se olvida. Las cicatrices de cada golpe moral y físico, la tregua del cariño, la soledad y la incomprensión, la armonía que el hombre moderno dice haber perdido. Todo hace surco o ilumina, y eso queda con nosotros. Quizá antes lo entendían mejor. Sé que idealizamos épocas sin anestesia, más rudas, pero hay algo que creo que sí hemos perdido en los avances de la vida: nuestra actitud ante ella. Hay tres elementos de la novela y su personaje Andreas Egger, al que ya quiero, que me hacen admirarlo: sabe que la vida es incomparablemente más vasta que lo que nos va pasando, presta atención a lo que hace cuando lo está haciendo y es consciente de que la vida debe ser su propia respuesta. Trata de mejorarla, pero sabe cuando no es posible; es frugal y realista.

La naturaleza actúa como decorado y personaje, inclemente. Hoy, como lo creemos dominado, el entorno no opera en nosotros los cambios vitales. En la epopeya intimista de Andreas, su moral adusta, su silencio agradecido y su sensibilidad parca, advierto el intento de encontrar una novela de cada uno, la que escribimos cada día.  Logre, supliqué, amé, perdí, ví...todo lo que nos quedará para dejarnos un día, antes de que el invierno se cierna sobre el valle. Quizá estaría bien que a una edad, todos trataramos de escribir un breve manojo de páginas acerca de cada insustituible camino.




La práctica totalidad de los seres humanos que han transitado por este mundo desde el inicio de los tiempos apenas han dejado huella alguna en los anales de la Historia. Sin embargo, hasta la persona más opaca e insignificante acumula en su existencia una suma casi infinita de vivencias estrictamente personales, instantes únicos que conforman una experiencia tan plena como la del más ilustre de los personajes.

Así es. En estos tiempos de exhibición y angustia ante la nada, quizá esta espiritualidad silente y tan ambiciosa como siempre debe serlo, ofrezca una reflexión sobre la vida entre la tierra que alguna nieve cubre en alguna parte, mientras debajo, pacientes, los bulbos tratan de abrirse en el subterráneo. Estos pequeños relatos milagrosos obran un efecto similar; el de examinar con una luz más pura el devenir propio.

Dundalk ha visto los inviernos y las gentes pasar, y ofrece sus espinas romas al vaivén suave de los que aún la habitamos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La guarra de las galaxias. Hasta luego Luke. 14/12.

¿Y el maaaaddddriaaiiiaiiiid,qué, otra vez campeón de Europa?


Ese que va, ese fistroo que vaaa por la galaxia y viene de bonanza y luego recibe una perturbación en la fuerza porque las empanadillas haciendo la mili en Móstoles se le están quemando. Ese jedi con arte peleando con un sith que está borrassho, safumaonpooorrrrro y le dice, pues el tema de la fuerza nació, un día de mucho arte y le dije a Yoda, aplástate ahí, que voy a gustísimo.

No me esperaba mucho de la nueva de Star wars, para ser sincero. Pero esperaba algo. Han convertido una historia binaria y simple casi infantil en una peli de superhéroes macarras de bolera, explosiones, frases de duro de plexiglás, un panteón lleno de deus ex machina (explicación aquí) y personajes sin carisma que hacen sospechar que los antiguos personajes de la saga iban dopados. No soy un fan de la antigua serie, pero me parece el puto padrino comparado con este engendro.

¡Y entonces coge el sable laser y es de los Templarios!!

Hace no mucho leí que el cine actual tiene directores visualmente estupendos, pero carece de guionistas, que se han ido a la tele. Hoy me resulta imposible discrepar. Solo quiero agarrar al director como hace Michael Corleone con su hermano, plantarle un beso en la boca y decirle "rompiste mi corazón".

Que se le va a hacer. El mercado manda y hay que seguir la fórmula para que llegue a todos, sin ningún cambio real después de 150 minutos de peleas y salvación en el último minuto. Las vidas que debemos tener todos para que deseemos tan fervientemente estos cuentos de hadas. La virgen.

En fin. Volvía a casa riéndome solo. Al principio de la trama y algunas escenas, que pensaba tan tontas. Luego, de mí, a ver si el tonto voy a haber sido yo por pagar por esto. Y en esas estamos. Esperando que la fuerza se cobre su venganza contra quienes yo me sé...santa fuercita, madre del guión, ruega por nosotros, espectadores, ahora y en la hora de nuestra decepción.


 ¿Te la hemos clavao bien, eh?

Dundalk mira la noche y yo doy todo mi reino por un sable láser para cortar cabezas.


miércoles, 13 de diciembre de 2017

El gran Gatsby y las burbujas del baile. Trece de diciembre.

Tal y como lo recuerdo, “El gran Gatsby” versa sobre el veneno lento de la peor nostalgia posible; la que se lanza hacia el futuro. Los personajes aceptan su insatisfacción presente en nombre de unos días venideros donde los fragmentos rotos de su espejo interior encajarán, bruñidos de las impurezas del viento de lo que les pasa cotidianamente y distrae. Repiten así el círculo del pasado, incapaces de zafarse de él si no es soñando. Son personajes mezquinos, retratados por un narrador que recibió el consejo de su padre de no juzgar nunca a los demás y no lo hace en público, sino para nosotros. Nos envuelve así en su sonrisa perversa, que domina la novela, deliciosamente distribuida como un cocktail.  Fitzgerald retrata los años veinte como una época de valores sociales y morales devaluados, de vacua búsqueda del placer instantáneo, donde la codicia y el cinismo corroen las relaciones humanas y oxidan valores más nobles. Cuanto hemos cambiado, verdad...

Su envoltura es brillante, fiestas, vestidos dorados, jazz sincopado y elegancia, el sabor del dinero y los elegidos. A medida que avanzamos en la lectura, la costra va cayendo, y mientras bailan, desean lo que no tendrán, beben y buscan que el tiempo avance hasta su día de suerte, sonríen y no soportan ver en que se van convirtiendo. Se traicionan, se hacen daño y bailan juntos, se niegan a si mismos lo que ya sabían antes de que los conociéramos; no encontrarán lo que andan buscando. Es un libro sobre la felicidad perdida, o la que nunca llegó. Es una canción triste con una melodía festiva. Leanlo.

Hace unos días, acudí a una fiesta de Navidad inspirada en esta novela. No puedo por menos que felicitar al muñidor de la idea por su excelente sentido de la ironía. Dios le bendiga.

Dundalk mira la luz esquiva pidiendo que le haga recordar tiempos mejores pasados o futuros por compasión.



martes, 12 de diciembre de 2017

12/12/17. Kavafis y la Quimera.

Has salido al balcón. La noche es suave, y en su calidez ves figuras gráciles que parecen desvanecerse entre las calles desiertas. Puede ser Alejandría, y sus mármoles reflejando el fuego lejano del faro, y el rumor del mar temblando en tus oídos. Puede ser tu vida, que dice adiós a algunas quimeras que fueron corpóreas una vez, hoy parece que hace tanto tiempo. Fanfarrias delicadas llenan la brisa nocturna. Una comitiva invisible aprieta el paso y las calles iluminan rincones que se irán perdiendo en un recuerdo que los deformará.

Qué harás ahora y mañana, no lo sabes. Quieres partir digno, con tus errores, tus fracasos, tus jirones de vida como trofeos de tu lucha hermosa. Que más da perder si lo diste todo. Quieres convencerte de que fuiste digno de esa Alejandría que pierdes para siempre. Entras de nuevo en la sala de palacio, hoy fría y mustia, solitaria, esparciendo luces y figuras, iluminándola con tu recuerdo fértil. A tu espalda, las notas bailando en soledad sus últimos compases. Te detienes, y contemplas en derredor, emocionado. No deseas que el instante pase nunca. Es tan hermoso. Solo quedará pasado, incertidumbre, caos. Quieres pensar que mereció la pena y fuiste digno de ello.

No digas que fue un sueño.

martes, 5 de diciembre de 2017

05/12/2017.Confesión

Trato de mantener la cortesía siempre. Nunca sé que otras circunstancias estarán pasando otros y dado que me siento incapaz de comprender que su existencia tiene la misma textura de la mía, me esfuerzo en comprender.

No siempre es fácil. Cuando me asomo a lo que hago, otros pueden pensar y las intenciones, solo veo una pelea sorda en una manada que se mantiene unida por el miedo a lo que se mueve en la maleza, afuera. Un contexto cultural, ampliamente diluido y envenenado que combina la protección cultural de la masa que invoca una diversidad homogénea con la llamada a la satisfacción primordial de la personalidad y sus cadenas.  La vida es una broma cruel que alguien me ha gastado, escribió Tolstoi en la cima de su éxito. Usualmente se considera una boutade. Yo, sintiendo tantas veces algo parecido, no puedo hacerlo, salvando las distancias de fama y talento.

Aún quedan cosas buenas, amistad, tiempo compartido y charla cuando los escudos de la pretensión deben caer. El cazador de cerebros, un programa estupendo que nos muestra las cortinas del futuro y su luz esquiva. En su última edición, afirma que nadie tendrá un trabajo para toda la vida. Suena realista y quizá pueda parecer promisorio; un futuro pleno de oportunidades y movilidad. Yo tiendo a verlo como la confirmación de la radical superfluidad en que nos balanceamos. Todo es sustituible y poco habrá que quede de nuestro recuerdo. Nunca fue tan hermosa la basura, siempre presta a un reciclaje tras el que brillará luminosa, antes de perderse de nuevo. No creo que sea mejor así, pero quizá ya es hora de vivir con ello y retirar la guardia.

Dundalk recibe las visitas de viajantes que se desvanecen tras sus puertas.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Las invasiones bárbaras




Me resulta a veces tan sencillo abstraerme de un principio de realidad que a veces temo que perderé el hilo de cordura que une las cosas y teje las consecuencias. Tengo por más reales imaginaciones enquistadas en las rendijas de la vida, sueños que deseo mantener alzados para ignorar todo lo perdido, que no difiero de quien ve la cara de las cosas a través del humo o el gas, distorsionado. No me importa admitirlo porque nunca he contemplado un verdadero encuentro. No me place pensar, pero debería pensar, que quizá haya tierra quemada dentro de mí y un impulso que me acerca a la soledad como un bien invaluable donde luego sufro. Y oigo voces que creo reconocer y son el aire de la calle, y figuras que corresponden a ausencias que nunca podré dejar atrás y lastran el ascenso a un futuro que voy dejando atrás mientras cierro los ojos.

Son invasiones bárbaras que anonadan, dramas sin razón cuando debiera relajarme y tomar lo que se me ofrezca. Simplemente, no puedo. Es un fuego que acompaña desde el principio para plantar voces, figuras y sueños en un mundo impasible y silencioso que se va ajando como consumido por ese fuego invisible, revelando sus cenizas. Llega hasta mis bordes y cauteriza todo, cada remordimiento y cada euforia para hacer de él una realidad obscena, un muro de silencio irrompible. Y esas invasiones bárbaras con carros de fuego devorando todo son los compases casi inaudibles de la angustia, que casi se consuela pensando en la caída sin remedio en la mar helada sin fin que rodea ese abismo interior, grácil y plácida cuando ya nada importe.

Dundalk arrea a los perros del invierno contra las certezas.




lunes, 27 de noviembre de 2017

27/11/2017

Cada mañana ten por seguro que tropezarás con ingratitud, incomprensión, ira. Trata esos excesos como partes de ti, de la materia defectuosa que te forma y sin ignorarlos, trata de superarla. No seas espejo de lo que te angustia ni cedas a la cobardía del desánimo. Sé indulgente con el puro y aléjate del taimado. Aprende todo lo que puedas para ser consciente de tu ignorancia: la humildad es el camino, si lo hay, hacia la esfera de la paz sabia. Recuerda y olvida con cuidado. La memoria es la caricia y el cuchillo de los que ya no pueden darnos ni calor ni daño.

En las horas que preceden al sueño, da gloria a tu vida con tus actos. Duerme y vela con la tranquilidad de quien ha entregado lo mejor a la pérfida indiferencia del mundo para que lo marchite. Ese debe ser nuestro destino. Aparta el mal. Sé valiente.

Dundalk mira las calles con amor de madre.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

22/11. La niebla

Crece por los resquicios de los muros y las pieles despojadas de las luces mecánicas. Se derrama en la cumbre de las alcantarillas. Siluetea a los hombres grises con su maletín siniestro, y revive los sueños de la noche anterior. Trae el rumor de los temores atávicos y alivia del roce de los días con su belleza impasible. Ciega las cimas para que creamos en nuestro afán. Afila los detalles y estiliza las formas. Oculta y sana. Detiene y lanza. Es.

Empieza a pesar el invierno. Salgo y llego a casa en la oscuridad, el frío me aconseja quedarme en casa y la chimenea, muda, no acoge mis brazos cansado. Escribo, leo, veo algo, trato de estudiar, me preparo para mañana, mecanizo la angustia y el sentido o su falta en una repetición de gestos. Sin embargo, a veces imagino mi ventana contra el mar eterno o el monte abrumador y la niebla acompaña, sigilosa y lúgubre su contemplación numinosa. Me pregunto si en esa ventana dentro de mí no hay apresado alguien, alguien mejor que yo y que debería dejar salir para pelear contra la sombra. Y la niebla ya ha llegado a ese punto y me invita a expandirme, a recoger los trastos y hacerme silueta yo también, con la espalda pesada y los párpados lentos, pero infatigable hacia un sol blanco de invierno y despertar en la contemplación de su algodón brillante.  Y al fin y al cabo, soñar con el cabotaje y zarpar, mecido por olas que nunca sabrán que existí, y entre las manos inacabables de la bruma, sentir entre sus jirones una luz que nos llama y saber llegar a ella, para ser de una vez, solo un instante, pero para siempre.

Dundalk prodiga luces de coches y semáforos que colorean la niebla y me acercan la mañana en su lienzo gastado.



lunes, 20 de noviembre de 2017

El dios de la mirada amplia

El día trajo el recuerdo de un verso de Borges a cuenta de un nombre, y fui a parar al Dios Jano. Curioso como soy, quise saber más de esa figura que vigila mirando en ambas direcciones el devenir. La mitología dice que Saturno, agradeciendo su cobijo tras la persecución de Jupiter, otorgó a Jano del poder de ver a un tiempo el pasado y el futuro, para hacerlo sabio y justo. Plutarco sugiere que Jano mira a la vez Oriente y Occidente y equilibra así el cosmos.

Es hermosa historia. Justicia que requiere la contemplación de la experiencia como una siembra paciente, sabiduría que busca un futuro donde pueda florecer el mejor impulso que nos mueve. Armonía, equilibrio, en fin, para no atarse al pasado en una justicia que se torne en rencor o venganza ni perder el paso en busca de un futuro imaginado y tan irreal y deseable que ignore la batalla de hoy.

Imagino a Jano viviendo el momento y siendo grande en el secreto de la vida, tan fácil de formular como difícil de llevar a cabo; prestar atención y verter todo el ser en las empresas iniciadas. Imagino también su némesis: una mirada parcial sobre el pasado que impida el perdón, auténtica sal de la tierra (y nunca es tan arduo como el perdón que nos debemos por todas nuestras faltas) y una ensoñación acerca del futuro que lo disgregue del momento presente y de nuestra aspiración a construirlo.

Es el dios de los umbrales, donde todo puede empezar o cerrarse. Da nombre a Enero, con su ilusión de un nuevo principio. Es, al fin, quien controla el tiempo, el verdadero motivo que nos construye y deshace. He querido, en mis horas más altas, hacer de él un surco que me llevara a casa, viejo y cansado para atravesar la puerta iluminada y volver a ser el niño feliz que fui, rodeado de quienes me procuraron tantos días gratos.

Recuerdo una tumba en un cementerio perdido en el condado de Donegal. Rodeado de cruces celtas, hierbas altas y barro, allí estaba su efigie ignorada. Pensé entonces con fruición que quizá una villa lejana de  conocimiento había existido alguna vez en ese prado triste. Luego, pensé que era lo más apropiado. La armonía, la justicia y la sabiduría son obstáculos para andar por el mundo y el tiempo pasa despótico sobre todos, postrando las estatuas y las ambiciones de quienes las erigen.

Dundalk tiene también el extraño don de adentrarse en un futuro que yo no conoceré. Y entre el manto azulado de la noche templada, sabe callarlo.



miércoles, 15 de noviembre de 2017

15/11. El vacío del ascenso.

Kafka nos dijo que en la lucha entre uno y el mundo, el apostaría por el mundo. Retomando el tema, Camus propuso la rebelión como la actitud correcta ante el absurdo desorden de la vida. Nada es tan claro, por supuesto, y los absurdos y las rebeliones pugnan, expiran, vuelven y se ahogan para volver más fuertes en el seno del tiempo. Si en Kafka el absurdo reprime sin concesiones rebeliones de las que no sabemos nada en procesos opacos, en Camus la rebelión es Sísifo obstruyendo la desesperación de su castigo sin esperanza.

Como tantos otros de mi tiempo, siento que que esa rebelión, quijotesca y faústica es a un tiempo deseable e imposible. Sentimos los muros altos y la imposibilidad de un verdadero encuentro, a la vez que soñamos con la savia de los otros corriendo por nuestras venas en un gesto hacia la mañana. Miramos en busca de los hermosos recuerdos de ayer para sentir ese grito que aleja el frío y el sinsentido del desamparo. No hemos hecho pactos con el cálculo ni la codicia, pero deseamos ser en un momento puro la sal de la tierra, alcanzando cumbres arduas, sostenidos por la bravura ayudada de la inteligencia activa; eso es a lo que llaman fuerza.

Tiene, no obstante, un peligro obvio. Alcanzar la pelada cima de roca despojando de jirones nuestro tiempo, nuestro impulso, el alma. Disolviendo las ganas como azucares en un café espeso, podríamos ser atrapados por nuestra propia ambición encendiendo un fuego que queme los santuarios por querer alabar a las deidades con más ímpetu.

Siento la vida como una de estas divinidades esquivas, a las que no se puede teorizar o buscar; solo someterse a ella y aceptar lo que traiga. Voy a pelear para subir a los riscos, hasta donde el esfuerzo no me vacíe por dentro ni las aves rapaces reinen. Y desde allí, seré el preso consciente de que los muros de su prisión existen, como desde el primer día. Pero ahora el horizonte es demasiado amplio como para divisarlos.

Dundalk se pregunta si seré capaz de mantener ese propósito. Y yo, temeroso y audaz, me pregunto lo mismo.



lunes, 13 de noviembre de 2017

The death of Stalin. La risa y los veinte millones.

Vi el sábado "The death of Stalin", un estreno reciente por aquí. Imaginaba una comedia con toques negros y me encontré con una carcajada en medio de la oscuridad del terror. De ese modo, uno acaba sintiendo una serie de impulsos contradictorios. Es una película llena de momentos hilarantes en los que el platillo que remata el chiste es una ejecución o una tortura en segundo plano. Por eso, a la risa del chiste se trata de usar la risa como antídoto contra el terror omnipresente. Y uno no se acaba de sentir bien simplemente disfrutando con ello. Pero a cambio funciona muy bien como catarsis. Y al fin, libera sentir gozo con una comedia bien construida a la vez que repudias a esos personajes ridículos, que se paralizan de miedo ante una violencia o muerte concreta y la derraman en abstracto desde su palacio.

Quizá la sátira es la respuesta más adecuada a la tiranía. Viendo la película, me preguntaba si lo único que hiela la sangre después de haber reído es la fragilidad expuesta de los figurantes, desenfocados, víctimas de una necesidad de la trama cómica a los que una bala, un segundo, despojan de todo. Menos de lo que dura una risa. Y al fin, eso también es parte del teatro del absurdo de la comedia humana; fingir que no somos conscientes de ello.

Me ha gustado mucho. Os la recomiendo, cuando llegue a los cines. No llevo comisión.

Dundalk sabe que de lo que no se puede evitar, lo mejor es reírse. Ambos miramos en la niebla como prosperan las sombras.



sábado, 11 de noviembre de 2017

Hasta luego, Chiquito. 11/11/17

Se nos ha ido chiquito, pero hace tiempo que ya se había quedado. Como todas las modas, hubo un momento de extrañeza, un bombardeo y cierto hastío posterior hasta que las aguas volvieron a su cauce. Pero nunca hubo en ello nada impostado o forzado, simplemente reírse porque sí, por algo que no se podía definir pero te hacía un poco más feliz.Y que más se puede pedir.

Así que ya ve, Don Gregorio. Años de hambre, moverse más que un garbanzo en la boca de un viejo para buscarse la vida, viajes y distancia de su compañera, seguir después de los dolores, evitar tanto fistro, padecer del diodeno y seguir adelante, ahora tanta gente le despide, como a un hombre bueno que hizo reír a tantos sin querer meterse con nadie. Gracias por todo. Yes, we jarl. Hasta luego y que la tierra te sea leve, Lucas.





Dundalk no entiende, pero no siempre es preciso saberlo todo. Sigue soplando las nubes de espuma y silba.


jueves, 9 de noviembre de 2017

Syberia. Nueve de noviembre.

Como tantos otros, he pasado horas frente a pantallas, como hago ahora. Supongo que he perdido experiencias. Pero tampoco se trata de idealizar la siega y la recogida de la patata, joder. En lo que se refiere a ordenadores, debo momentos muy gratos a las aventuras gráficas, esos relatos interactivos que como novelas realistas, tratan de hacer desaparecer el olvido: lo que haces, cuenta para avanzar o no. He estado jugando últimamente a "Stranger Things", me inicié con el insuperable "Monkey Island", volví a encontrarme con viejos monjes amigos de mente afilada en "La abadía del crimen"...

Hay, sin embargo, un título que me arrebata más allá del puro placer lúdico. Puede que sea su diseño, su melancolía de trenes solitarios, su protagonista que huye hacia lo desconocido para encontrarse, su renuncia a establecerse. Es la historia de un niño enclenque y de talento, su amada hermana y las figuras que crean para aliviarse de la soledad del mundo. Y que bien retratada esta esa soledad en Syberia. Alpes franceses, universidades alemanas, colosos soviéticos...personajes que ocupan nuestra vida durante un tiempo, de movimientos mecánicos y despedidas cuando alcanzamos otro estadio en el juego del devenir. Katie Walker, nuestra protagonista, audaz, sensible, valiente y divertida, es lo que uno quisiera ser. Y cuando uno salva el juego y vuelve a sus días, siente que la vida es mejor con un billete de ida y una historia que descubrir. Te sientes triste por abandonar ese mundo sin autómatas de buen corazón, sabios ensimismados y enigmas que en algún otro lugar tienen sentido. Solo por una vez, pero para siempre. Y entonces vuelves la mirada a la nieve y la marca de las pisadas te parece real, porque hay algo dentro de ti que se queda en ellas.



En Syberia,
los mamuts aún existen.

Autómatas marcan y guían trenes hacia el pasado
y jóvenes parisinas pierden sus boutiques y su futuro
persiguiendo espejismos que la helada eterniza.

Las estatuas comunistas languidecen en la noche
obreros musculosos, el hombre nuevo que conocerá el reino de los cielos en este valle de lágrimas
no vale lo que vale un robot en Syberia.

En Syberia la luz se apaga
y el tiempo goza el transito del hielo. Esculpí mi libertad en Syberia
entre un manojo de caminos imposibles,
porque la mano del programador, cual Dios, atronó en mi pantalla, "no pasarás de aquí,
y aquí se romperá la soberbia de tus olas".
En Syberia una vez, fui un ángel caído.

Una vez en toda vida, tus pasos te conducirán a Syberia
y en la decadencia, el vaho y tu frustración esperanzada
te mostrarán su significado simple; hay que llegar a Syberia porque ella llama siempre
llenó tus sueños y moldeó tu carácter. La encontrarás, blanca eterna, vacía
y allí, radiante y perdido,
de los días voraces y las personas serias y los falsos profetas y los secos de imaginación
allí sabrás resistir.

Dundalk luce intrigado una mirada que escruta más allá de la cortina de lluvia y la niebla hacia esa tierra de la que le hablo, que está en la Gran madre Rusia como en los escollos de Blackrock: esa tierra de resistencia y pundonor. Creo verle una sonrisa; hay ocasiones en las que sentirse capaz de aguantar lo que significa un día equivale a tener la eternidad en un segundo, como Katie y yo siendo ella, logramos hace tiempo en Syberia. A veces apago mis ojos, para volver allí. 

jueves, 2 de noviembre de 2017

Dos de noviembre. Por el ojo de una aguja.



Ayer me llegó este libro. Trata de la sustitución del paganismo por el cristianismo, quizá la última revolución radical, y de las concepciones de riqueza y pobreza, justicia y maldad derivadas de ella. La verdad es que es un periodo que me resulta fascinante, la superposición de un modo radicalmente distinto de estar en el mundo sobre una pátina cultural añeja e inmensa. El cambio que nadie podría haberse imaginado. Pero la verdad, no quiero escribir de esto, sino de por qué leer historia, querer conocerla más, degustarla.

Somos breves. El tiempo que pasemos aquí, cada amargura y cada éxtasis, cada rebelión y cada lágrima, colocadas en un pedestal de días que se nos hacen largos, serán una cantidad abrumadora que el paso de la Historia disolverá mañana sin darse apenas cuenta. Pasa cada día. La vida se abre camino a través de una pila de cuerpos que cobijaron almas. Y los aviones despegan y los bosques anochecen, día a día, sin mirar atrás.

Creo que le historia es la maestra de la vida, y la lectura un licor contra nuestra insignificancia. Ya sé que vivir en los tiempos que corren equivale a ser un niño algo caprichoso que consigue lo que sus instintos disponen; lo demás es sucedáneo, pálido, barato. Me consuela de tanto sinsentido y tanta estupidez ignorante de nuestra brevedad saber los huertos de otros aspirantes a sabios, las peleas interiores de aquellos que hendieron la azada de la fe en los surcos de sus propias dudas, la audacia demente de quienes ya sé que fracasarían luego. Me reposa de las luces agresivas de los establecimientos, las verdades eufónicas de aquellos que nunca se plantean cambiar de rumbo, los ritos colectivos de las euforias agrias, el terror ante el olvido que seremos. La ignorancia, siempre culpable, de nuestro peligro perpetuo latente para acudir al dictado de las consignas de la moda, el poder, la culpa soterrada.

Por eso me gusta la historia, por eso leo. Para acallar los ladridos de la desesperanza, conocer a otros. Pretender que un patricio del siglo V del occidente romano quizá pueda legar un pensamiento luminoso a una brizna e hierba que piensa en sí y mira preocupada, hastiada, vencida, como un país al que aún llama suyo se dirige alegremente hasta un precipicio que quizá merece. Hubo momentos peores, y gente que vio a Dios entre la niebla, o construyó tapias para santuarios feroces. Ya no hay espacio, ni islas. Pero cuando todo esto acabe, incluso si es repentino, espero caer con la serenidad clasica que otros ejemplos dejaron. Aunque sepa muy bien que nadie contará mi historia.

Dundalk mira asombrada las cicatrices que las nubes muestran bajo el hechizo de la luna.

lunes, 30 de octubre de 2017

Trolls. 30 de octubre.

Supongo que es lo que nos merecemos; parece ser que ser un "troll", esto es, zafio, insultante y bocazas, es estimable y divertido. Yo no sé cuando se jodió España, el mundo. Cuando nos hartamos de buscar ejemplos arduos para mejorar nuestra vida y la de los que están cerca de nosotros, nos convertimos en bestias con la cerviz enyugada sobre el presente y no hay más que voluptuosidad del momento. Creo que no es deseable por dos motivos: la responsabilidad que tenemos con otros, presentes y futuros, y la frustración, la infelicidad que genera vivir sin aspiraciones.

Quizá embellezco el pasado, como suelo. Los héroes son héroes porque nunca los alcanzaremos. Creo de todas formas que la ejemplaridad cívica debe ser un valor deseable. Contra los trolls que pisan los anhelos de otros porque creen que el mundo es un teatro donde ellos son los que dirigen la trama para que otros los vean. Contra el uso viciado de la burla, contra aquellos que convierten en muñecos del pim pam pum las esperanzas ajenas. En fin, por el uso de una sociedad decente donde el respeto y el autorespeto prevalezcan sobre las ansias de diversión de quienes se creen más a costa de aquellos a los que desprecian. Y que no haya paz para los malvados ni los crueles.

Dundalk cae en la noche como la noche cae en el silencio. Sin darse importancia.

lunes, 23 de octubre de 2017

23 de Octubre. El estilita y el friki. Saber perder.

Los libros viejos hablan de los estilitas, esos ascetas cristianos que huían del mundo para abrazar a Dios. Su afán nos resultaba grotesco y demencial. ¿Cómo podría ser de otro modo?, los niños ven la magia en todo lo que posan sus ojos. Y aún así, había algo que se escapaba de la comprensión racional de las cosas , parecía latir un extraño germen de destrucción, nos inquietaba. En fin, inquietud y burla, la comedia humana.

Por razones que no vienen al caso, estos últimos días he leído algunas cosas sobre "frikis", profesionales del asunto, por decirlo de alguna forma. Y me han hecho discurrir un poco. Como argumento de concesión, diré que no me gusta en absoluto ese fenómeno ni la sociedad que los forma. Me parece empobrecedor, triste, cruel y, sobre todo, sumiso. Al poder que nos conforma, trata de moldearnos, nos seduce y hastía, nos numera y seca para que nos cansemos y dejemos los aperos en la tierra cuarteada que desea germinar lo nuevo. Puede que todo esto sea una esperanza sin sentido real, pero es bello vivir por una esperanza, amenazando lo que se nos dice ser por lo que aspiramos a merecer ser.

Mas en ocasiones, ay, los entiendo demasiado bien. De esta danza febril que ahoga las miradas, de esta sinfonía amenazada de la fraternidad, de estos muros contra los que se recuesta la noche, ¿se elevará algún día el afecto? Yo lo creo. Pero en un mundo de competición y burla del fracaso que encubre el terror a su estigma, de pelea sin fin, de ardor sin piedad, ni calma, ni alivio, hay quienes han decidido arriar su bandera y levantar la blanca, simulando su rendición a las inclemencias humanas de la vida por la ilusión de un encuentro. Los veo, aclarando que no quieren competir, ni ser vistos como amenaza, ni molestar, y una piedad indebida me anega; indebida, pues soy como ellos. También conozco malos momentos, pesadumbres, mañanas sin sol. He tenido la suerte de estar en el lado soleado de la vida, y la dureza de lo indiferente me ha moldeado sin aplastarme, pues otros me cuidaron. Nada se perdió y, bien que mal, hoy me enfrento a esa indiferencia con rigor y serenidad. Cuando veo a todo ese universo friki, pienso que buscan lo que buscaban los esforzados ascetas antiguos. La huída de un mundo hostil para abrazar a otros que son como ellos, sin ni ganas de volar por encima de otros ni competir a cada segundo de la existencia. Y hoy, esta noche en que escribo estas líneas, me parece un acto de franca y genuina valentía.




Dundalk se acomoda contra el frío recibiendo la lluvia fina sin prisa y mirando la ría que lame su costado.


sábado, 21 de octubre de 2017

21/10/2017. Un día triste

Hoy es un día triste; el del fracaso de la concordia civil. No sé a donde llevará esto. La historia está llena de venganzas crueles contra quienes trataron de domarla para sus intereses. No creo que haya inocentes en esta historia, como no hay caballeros en la isla del acertijo. Pero sé que las víctimas seremos la mayoría, que no queríamos que se llegara a esto. Pactamos con el silencio por no empeorar nada, y quizá debimos gritar.

Nunca es demasiado tarde para la Historia con mayúsculas, que se repone a todo, para las masas roncas, que olvidan presto. Ni para los grandes hombres, que pronuncian grandes palabras para su pequeño coro de convencidos y una masa general que simpatiza vagamente con afectos arbitrarios pero prioriza el pan y la sal, el afecto diario, las pasiones que alejan las certezas de la enfermedad y la muerte. Pero en los intersticios de la Historia habita la intrahistoria, la de esos que sufren y se agitan y mueren sin haberse librado del sabor amargo. El prestigio cultural de la revolución, la épica banal de la violencia y el obsceno masaje del individuo dirigido masivamente a la muchedumbre alienada nos lo hace olvidar pronto. Pero nunca hay salida una vez que el orgullo se alza y así nos encontrarán, con el puño crispado y la voz ronca, porque teníamos un manantial de agua fresca pero queríamos el del jardín de Edén, primordial y exclusivo.

Detesto el nacionalismo, y si es antiespañol criticar la labor del gobierno y el partido que lo sustenta hacia Cataluña durante lustros, pónganme en la lista.  Pero supongo que estaba demasiado ocupado tratando de ser feliz, ignorando los tambores de batalla. Y no veo una forma en la que esto pueda terminar bien. Es una lucha a garrotazos que prende en la visión mágica de la desaparición del otro, o su humillación. Adiós Cataluña, adeu Espanya. Por favor, que la Unión Europea nos salve. Aunque, visto lo visto, quizá debiera pedírselo a la virgen de los desamparados. Al fin y al cabo, la vida es demasiado corta y nosotros muy frágiles como para remediarlo.

Dundalk ha visto ojos arder como meteoros antes y multitudes entregadas al odio. Gira la cabeza y mira hacia las entrañas de un futuro hacia el que no quiero ir.

martes, 17 de octubre de 2017

17 de octubre. La cárcel del odio.

Vivimos infectados de opinión. Como recibimos sobredosis de información, a un pulso de distancia, a una velocidad inconcebible, el matiz se disipa y el gris se aclara o ennegrece sin solución de continuidad. Un zumbido de ansiedad gobierna nuestras vidas, y la eficacia de la velocidad con nuestros sesgos cognitivos y emocionales lleva a la única consecuencia posible; la mentira gobierna la vida. Las ocurrencias del personal guían, vengan de donde vengan. El sujeto opinante embrida y humilla el hecho opinado hasta que este se moldee como cada uno desee. No hay espacio de encuentro, solo un punto de llegada previo a la opinión previamente deseada.

La ignorancia no debe ser motivo de vergüenza para nadie: hay tantos conocimientos y tantos cambios que es imposible estar al día. La arrogancia en persistir en la ignorancia culpable, porque se deriva de la negativa a pensar, a complicarse el mundo y la vida, debe ser motivo de una sensación de incomodidad. Es triste pensar que la negativa a saber empobrece las vidas y las sociedades. Hace más vulnerables al odio, la ira, el rencor y la infelicidad. No se trata del saber que es árido como la roca , sino del que engrandece la vida y aspira a mejorarnos.

Cuando veo las mismas soluciones simples a problemas complejos y enquistados, los lugares comunes, la falta de concreción y las medias verdades que envuelven el problema, suelo pensar lo mismo siempre; funcionan porque preferimos no saber. Es más fácil liberarse de responsabilidad y culpar a otros que asumir una cuota de libertad y hacerse dueño de la desdicha futura. Pero tiendo a creer que solo este camino promete un fruto. Levanto mi hato de promesas y sueños inciertos y camino por el pedregal acostumbrado, cuidando mi camino por si pudiera encontrar un cobijo ameno bajo las palmeras suaves, al lado de un lago tranquilo. Más allá de las colinas, perros miedosos ladran, las gargantas secuestradas por el rencor. Dundalk se aparece como un espejismo y me recuerda que la guerra no ha empezado ayer y seguirá mucho después de que muera. Y yo lo acepto y pido no añadir al mar del odio nuevas olas superfluas, mientras sigo caminando contra el sol que no se preocupa de nosotros.

martes, 10 de octubre de 2017

En la ardiente oscuridad.

No sé donde está el Norte, cuanto es una hora, que el atardecer. Olvido los rasgos y perfiles en medio de la noche que, como la sonrisa terrible de un ángel, no permite apartar la mirada. Caídos, despojados. Antes los oía más a menudo, hoy pasan momentos de abrumador silencio en esta pez viscosa que atrapa. En toda vida, en cada historia, hay un punto de tensión irresistible que crea algo nuevo a partir de lo dañado. Ahí  crecen las flores de los infinitos jardines que se bifurcan, con todas las posibilidades para todo, para siempre, como una fruta jugosa. Y eso me protege de la locura. Porque mis manos son pesadas y su tacto me enerva y floto en esta ardiente oscuridad esperando una llama que me muestre un verdadero encuentro y haga florecer el tiempo hoy denegado en el mar invariable del presente. Mi garganta se quiebra como las jarras de barro, con un crujido sostenido, y me pregunto si alguien me oirá, como yo oigo a otros. A veces quiero imaginar un arroyo de donde mane un agua fresca que apartará las tinieblas en un gozo sin nombre y la voz podrá ser de nuevo, y la lanzaremos al vacío insomne, y caeremos con esperanza, y encontraremos todas las respuestas.

Musito palabras que se abstendrán de nombrar el mundo que existe y que yo ya no veo. Sé que hay puertas a mi alrededor, y si lograra llegar a ellas, una luz inundaría mis labios y encontraría una respuesta. Pero en esta sombra, aquí solo han quedado las fieras y sus fauces hambrientas.

Pero lo que me parece deplorable es que veo a unos idólatras tan necios como
insensatos que imitan la excelencia del culto de Egipto; y buscan la divinidad, de la que
no tienen conocimiento alguno, en los excrementos de cosas muertas e inanimadas; y
con todo eso, no sólo se mofan de aquellos divinos y sensatos cultores, sino también de
nosotros… y, peor aún, con ello exultan, al ver que sus absurdos ritos gozan de tan
elevada reputación…


 –No te inquietes por eso, ¡oh, Momo! –dijo Isis–, porque el hado ha
establecido que las tinieblas y la luz se alternen.

 –Pero lo malo –respondió Momo– es
que se han convencido de que están en la luz.”


Giordano Bruno, Spaccio della bestia trionfante, 3



Dundalk mira cansado las filas de coches aparcados para buscar el cielo en la esquina de enfrente y siente indulgencia por esas extrañas criaturas, los hombres condenados a morir, en sus estallidos de ausencia y busca de un sentido que huye entre el humo de las chimeneas.

domingo, 8 de octubre de 2017

Un picnic de un millón de años.Ocho de Octubre.

Me fascinan las "Crónicas marcianas". Es un conjunto de relatos del gran Ray Bradbury que conforman una crónica de la colonización de Marte por lo seres humanos. Mi favorito es "El picnic de un millón de años". Una familia escapa de la Tierra. Cansados de la humanidad y las faltas que lucen, muchas de las cuales se muestran en otros relatos (crueldad, rencor, odio), deciden romper con todo. Toman posesión espiritual de una tierra sin pasado, y en las rocas rojizas y las cumbres que arañan un cielo ajeno, quieren aprender a vivir. Son utopistas que acarrean una frustración sin nombre. Como tantos idealistas, el choque con la realidad les hace huir de ella buscando otro ideal aún más lejano. Allá arriba lo buscan, estremecidos por su propia audacia y la indiferencia hacia ella de los campos inertes y el horizonte eléctrico.

Hay tiempos convulsos en España y la segunda víctima, después de la verdad, es la templanza; saber escuchar, saber decir, querer saber.  Actitudes deplorables se extienden y el calor de establo es cómodo para perdonarlo y condenarlo todo. En un punto así, entiendo a quien no toma partido. Es difícil tener que asumir una serie de ideas en bloque sin tener la opción de matizarlas o rechazar algunas.Sin embargo, creo que se puede hacer, y es bueno hacerlo. Si uno cree que debe tomar partido por una idea, debe hacerlo, atacando las otras, respetando a quienes las formulan. Tratando de convencer y abierto a ser convencido. De lo contrario, uno acaba formando parte de las almas bellas, la descripción del malicioso Hegel sobre todos aquellos que desean conservar un ideal tan puro que no se inmiscuyen en la lucha por conseguirlo por temor a no estar a su altura en la complejidad de lo real.

Estos días, leo muchos reproches acerca de quienes comparten las ideas de otros o de unos (quizá el unamuniano "hunos y hotros" viniera al caso), acerca de no querer vivir en un lugar donde hay, ponga usted el defecto que quiera. Una sociedad perfecta, sin fragor ni ruido, ni abusos ni personas coléricas, mezquinas, taimadas, destructivas. Es comprensible, anhelamos el paraíso y su armonía, la discrepancia debilita la supervivencia del grupo. Lo malo es que él no existe, al menos en esta vida y este mundo. Quien quiera una sociedad pura y rodeado de ángeles, puede ir cogiendo el próximo cohete a Marte, no sin antes preparar la comida y el mantel para un picnic que quizá pueda durar un millón de años.

Dundalk se oscurece el rostro bajo la niebla húmeda y las campanas de las iglesias repican buscando esa luz que agoniza.


miércoles, 4 de octubre de 2017

El peligro de la esperanza. Cuatro de octubre.

La mano homicida de los más sanguinarios tiranos de Shakespeare retrocedía después de una decena de cadáveres. Porque no tenían ideología. Resulta difícil no acordarse del dictamen de Solzhenitsyn, y aún más difícil no suscribirlo. Las abstracciones perfilan con un único rostro impasible los grupos, borran las arrugas de las manos y despojan de color a los miserables seres humanos, que morirán mañana y han sufrido amargura.

Es tentador claro. Hemos venido a este mundo a ver insatisfechas la mayor parte de nuestras aspiraciones; "la ley de la gravedad es dura, pero es la ley". La educación debe ser esa preparación para la indiferencia del mundo y tratar de acogerse a un santuario de actitudes, principios y baluartes contra la tempestad de cada día. Pero eso era antes. Ahora el ciudadano moderno es sometido al taimado masaje de su importancia y se cultiva su frustración interna a través de su negación, envuelta en brillos y apariencia de plenitud. Hay muchas palabras nocivas que parecían deseables cuando las aprendimos: honor, patria, revolución, gloria. Hay otra, guiñando sus ojos maliciosos que puede ser la compañera mas fiel o la hacedora de las peores bajezas: la esperanza.

No es solo mala porque alargue el tormento. Exalta a los grupos como si el futuro les debiera algo; bebe de las aguas del Leteo para hacernos despreciar los pasados errores y hacernos arrogantes, pensando que nosotros somos mejores y los soslayaremos; Agita y crispa en pos de un castillo de mármol en el aire del que pretendemos hacernos dueños y que a cambio nos esclaviza. Quizá en los momentos de soledad ayuda a querer pelear. En las sociedades aniñadas de hoy, saca del mundo en delirios colectivos y aísla a seres que comparten las desdichas de la soledad y la pérdida para enfrentarlos, a cambio de unir a los grupos en jaurías humanas y dar calor de establo.

No tengo esperanza pero el futuro no lo decido yo solo. Como el hidalgo, algún día tratare de empezar a cabo la única revolución posible; tratar de ser bueno con quien está a tu lado. Como si todo estuviera perdido. Una salus victis nullam sperare salutem: la única salvación de los vencidos es no esperar ninguna salvación. Y mientras tanto, no me voy a creer que el Estado va a venir a ayudarme o que cualquier otro sabe mejor que yo lo que me conviene, porque está ilusionado.

Hablo a Dundalk de Unamuno; primero la verdad que la paz. Quizá no sea muy prudente en estos tiempos. Pero vivir en la mentira y de la mentira solo conduce a mirar la basura con los ojos arrebolados a un futuro que se burlará de nosotros.

lunes, 2 de octubre de 2017

Hazme un sitio en tu montura y llévame a tu lugar. 2/10/17

Como Ruben Darío, siento a Cervantes el más poderoso lenitivo por la tristeza que el ser humano provoca en otros:

Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.

Él es la vida y la naturaleza,
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.

Es el maestro de la ironía, y aunque a veces es cruel con sus personajes, normalmente los envuelve con una pátina de compasión, que solía ser una virtud antes de que la estupidez del mundo aspirase a convertir a todos en seres especiales y autosuficientes.Escribió, en un país propenso a la exaltación, esto es, a la estupidez, el alegato más eficaz contra el enardecimiento.


Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído y dijo:

—¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias, aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas, aquí se escurecieron mis hazañas, aquí finalmente cayó mi ventura para jamás levantarse!

Oyendo lo cual Sancho, dijo:

—Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mí mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie no estoy triste, porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega, y, así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba ni a quién ensalza.

—Muy filósofo estás, Sancho —respondió don Quijote—, muy a lo discreto hablas. No sé quién te lo enseña. Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura. Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y, así, me han salido al gallarín mis presunciones, pues debiera pensar que al poderoso grandor del caballo del de la Blanca Luna no podía resistir la flaqueza de Rocinante. Atrevíme, en fin; hice lo que pude, derribáronme, y, aunque perdí la honra, no perdí ni puedo perder la virtud de cumplir mi palabra.


Amistad, compasión palabra. Hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura, que yo también voy cargado de amargura...



Dundalk se acoge ala noche como las rocas del mar se acogen a la luna que las esconde y forma.

domingo, 1 de octubre de 2017

Colgado de la luna. Primero de Octubre.

Las playas parameras, durmiendo al sol, los oteros y las vegas, los cerros y los campos ondulados de Castilla que nos consolaron de la falta de mar. Añado palabras a Cernuda porque sería ingrato y falso apropiarme de sus versos acerca de los caínes sempiternos que le dejaron el destierro o que un día ya libre de su mentira, será tarde para volver y decir, porque estará muerto.

Sí siento a veces, como hoy, que tu nombre envenena mis sueños. Hijo de gentes de pueblo que trabajaron duro para lograr prosperar, crecí como un niño hijo de pequeñoburgueses que veía a su alrededor esperanzas de prosperidad futura; imagino que era ciego a los problemas que la vida y el mundo coloca cada día entre nuestros afanes y nuestra felicidad posible. Luego, creces, coleccionas alegrías y fracasos y vas haciendo tu camino. En mi caso, después del largo camino, me gustaría encontrar un hogar como el que tuve. Hay veces que creo que será posible.

Hoy no es uno de esos días. Como ciudadano prescindible de una democracia liberal nacido en otra, socialdemócrata y de temperamento templado para ser conservador en ciertas cuestiones y abierto para ser partidario de avanzar en cuestiones sociales y morales hacia marcos más amplios, creo en la necesaria observancia de las leyes. Para ser libres, como dejó escrito Cicerón. Adicionalmente, detesto ese sentimiento que alimenta la natural frustración del ser humano con el propósito de poder reinvertirla políticamente que se denomina nacionalismo. Pero no puedo entender que se envíe a miles de policías para reprimir un movimiento que cuenta con amplio apoyo popular después de soslayar la aplicación de otras medidas que no hubieran exigido este nivel de violencia.

En fin, espero que los heridos se recuperen y que el lugar donde nací abandone este delirio colectivo de creer que problemas enquistados desde hace décadas se resolverán en unos días con victoria completa sobre el adversario. Pero así estamos. Más Cervantes y menos banderas. En cualquier caso, hoy es de esos pocos días en los que me siento avergonzado de lo que veo y la actuación del Gobierno de mi país. Y escribo estas líneas, colgado de la luna como un hombre que ha visto otro mundo y ahora busca ese calor que posiblemente no exista y ya no volverá. Espero volver a encontrar razones para volver a creer que hay algo más que corrupción, división y anhelos de destrucción del adversario en España, un lugar al que hoy no quisiera regresar.

Dundalk ha visto la pasión por la destrucción y el genio iracundo de otros hombres. Veo sus perfiles nocturnos como la cara de un hombre mayor, cansado, que susurra que cuando la antorcha llegue a otros, refulja con el brillo tenue mas cálido de la paz, la piedad y el perdón.

jueves, 28 de septiembre de 2017

La canción del pirata. Septiembre, 28.

Yo jugaba con el barco pirata de playmobil. No recuerdo ahora que travesías imaginaba en el, pero bastaba una tarde para levantar un imperio y una estela de libertad. Peleábamos en la cubierta y nos resguardábamos de los temporales. Y la magia era dirigir el barco y ser una figurita más a su proa audaz. Poseidón y el marino que le ofrece sacrificios.

Esos días quedan lejos. Hoy, inmerso en otro bosque simbólico, los mismos juegos existen, pero en la cáscara de la madurez que forma un caparazón agrio, el orgullo ha  suplantado a la felicidad como motor y guía. Agustín en sus Confesiones (posiblemente, las mejores), manifiesta esta misma extrañeza sobre esos cielos plomizos de la edad adulta. Cuando la conciencia de la finitud, las cicatrices pasadas y el gen egoísta trazan un plano de sombra  en los raíles rodeados de mala hierba. Porque cuando la inocencia desaparece, el veneno del juego nos atrapa para ser nosotros mismos juguetes de lo que anhelamos, para escapar de nuestro sentimiento de finitud inacabada. Y jugamos sin brillo y actuamos sin ganas. Quien sabe si una de las figuras que se mueven a nuestro lado es quien dirige la obra, llena de elipsis, repeticiones y falta de vigor dramático. En verdad os lo digo, sería para darle dos hostias.

Dundalk baila mientras los coches recorren su lomo como si fueran sombras brillantes, centellas vaporosas contra las tapias grises.




lunes, 25 de septiembre de 2017

Deckard. 25 de septiembre.

Me han preguntado en el curro para una actividad que personaje de cine sería. Supongo que habría otros muchos, pero me vino a la cabeza Rick Deckard, el policía, el asesino de "Blade Runner". Supongo que me gusta su estampa de antihéroe clásico, antes de que el rol fuese invadido por psicópatas enloquecidos haciendo bromas en situaciones inverosímiles. En fin, de un tiempo a esta parte, siento que me atrae lo pasado de moda, e ir pasándome yo de moda también. Esto es fácil, nunca fui moderno, a pesar de los consejos de Rimbaud.

Me gusta su mirada, su evolución y su estoicismo bajo la lluvia del futuro. Querría llevar esa gabardina y esa actitud cínica que no sabe evitar una mirada moral sobre lo que le rodea. No se trata de catequesis; se trata de ser fiel a las propias reglas, las que elegiste cuando saltaste del acantilado para bailar cayendo. Y sobre todo, adoro esos dos minutos dorados de la historia del cine, cuando un replicante más humano que los alienados que le rodean busca la verdad, la vida, el refulgir para arañar los muros inconmovibles del tiempo, que lloran lágrimas que se perderán en la lluvia.

He elegido a Deckard, y ahora en el tablón de mi equipo soy Miguel Deckard, con su gabardina, su barba de 3 días y su pistola. Detrás de esa imagen, espero llegar a ser un día el que aprendió de su semejante a derribar las barreras para llegar a comprender que a nada lleva amar tu vida si no amas también la vida, la de todos.





He imaginado un diálogo como coda a esta entrada:



Esta es la lluvia que vieron los ancestros

de mis enemigos.


El agua que resbala en el ladrillo de las chimeneas.

Ellas estallan hacia el cielo que nos protege

de las invasiones de los ángeles

Pasó mi tiempo. Persigo sombras

y me persiguen las lágrimas ajenas

de acero. Vivo de prestado. El tiempo acecha.

Yo... yo sólo busco la respuesta

a esa pregunta que las gotas torturando la chapa

no dejan escuchar.


Dundalk se revuelve contra la noche como si estuviese perlado de neones y sus chimeneas escupiesen fuego hacia un cielo al que solo miran quienes saben lo breve que será.

sábado, 23 de septiembre de 2017

23/09/2017. La deriva

He tenido tiempo de desdoblarme, y ver mi rostro en otras vidas. He caminado hacia la populosa Esmirna entre mares de dunas, y sido un fugitivo entre las calles de Beijing. Pude oír las campanas de Bizancio y caminé hacia la coronación en Aquisgrán. Fui un hombre sin rostro y un mensajero me encomendó la muerte de una niña. Deambulé por Comala. Ascendí al abrazo al fresno Ygdrasil y escapé una noche sin luna de la prisión de If. Fui esclavo númida, y feriante con familias de erizos en mis manos frías y rugosas, llenas de alhajas para impresionar a otros mercaderes.

Cuantas maravillas me ha sido dado imaginar, y cuantas prisiones me acogieron en sus lóbregas fauces. No sé que dara mañana. Siento que la vida de las hojas me engaña con su arrullo taimado. Y sin embargo, al levantar la vista solo puedo ver rabia y mezquindad; desdichados tratando de extender su mancha a cualquiera que pasa a su lado. Contemplo seco los restos del naufragio de la inocencia perdida, y me hiere mi falta de luz. Y que más da. Bailemos un segundo, hasta que la vida nos venza, tarde o temprano.

No quiero timón en la deriva.

Dundalk me acoge en un rincón como un perro inofensivo y agradecido, trato de ignorar el ruido de la ansiedad que me envuelve cuando levanto la cabeza.


jueves, 21 de septiembre de 2017

Veintiuno de septiembre Detox

Una de las virtudes del poder es cambiar los hechos. Caligula lo mostraba al condenado a muerte cuya cara se iba revistiendo de la dignidad de la inocencia a medida que el fuego lamía la sentencia consumida. Quien controla el pasado controla el futuro.

Solo queda caminar por ruinas de ciudades que la imaginación eleva por encima de su talla antigua, y caminar para escapar de la rueda de la historia, que proscribe la felicidad. Quiero desintoxicarme, y experimentar la soledad y el frío crudos, sin pantallas que me ofrezcan falsos consuelos. Así que cerrare mis redes, para no enredarme más aún en ellas (ay, ya es demasiado tarde), y morir un poco, yacer de un pulso digital que ni da luz ni jalea en los momentos oscuros. Seguiré escribiendo aquí, tratando de resistir lo mejor que pueda.

Dundalk es ahora un macizo de pilares extensos que no se camuflan detrás de motivos destilados.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Seis de septiembre. El cerebro del mal.




En Wansee, a las afueras de Berlín, hay una villa. Entre sus paredes se acordó el mayor genocidio de la Historia.

Leo en HHhH que su arquitecto, Reinhard Heydrich, contaba 36 años. Sé que es una chorrada, pero es mi edad. No puedo sentir el pavor maduro ante la exaltación juvenil que ignora lo que siega ni el desconcierto del niño ante las bajezas que cometen los hombres, maleados y oxidados por el tiempo. Solo puedo sentir el pavor y el desconcierto unidos a la certeza de la indiferencia del mal. Heydrich, siempre circunspecto, fue un protagonista en la hora estelar de los asesinos, de Babi Yar a Auschwitz. Lo que sigue aterrando no es solo la sangre, sino la tinta para registrar, la burocracia y la combinación del asesinato en masa con el cuidado de las agujas de la vía del tren. Porque las ideologías, forjadas en el molde de las religiones, premian los esfuerzos para conseguir la venida de la tierra prometida, y así extienden un odio ubicuo que permite hacer de la muerte una industria. El más malvado de los hombres se detendría en mitad de su lago de sangre si no creyera que lo que hace es realmente necesario.

Esa es la banalidad del mal, también. Necesita el fuel de la segunda venida, el kitsch de la edad de oro, el infantilismo, la redención de niños asustados que en el culmen de su vida, quizá con 36 años, arañan los surcos para dejar heridas que ya no sanarán. Pero a nadie importa: otra manifestación de esa banalidad es el olvido que surge del recuerdo superficial. Cuantas veces no habremos oído nazi o fascista. Esas comparaciones absurdas son el caldo de cultivo de nuevas pestes. No hay mayor propagador de una doctrina que quienes viven de zaherirla sin sentir nada.

Dundalk mira hacia la noche temprana y olvida la jauría humana que abruma toda la tierra.

martes, 29 de agosto de 2017

29 de agosto. Noches y días.

Descubro esta pintura en twitter, via @fantantonio:29 de agosto "Una noche en el mar", de Montague Dawson.





Me fascina su movimiento, sus personajes que llevan a cabo una tarea tan ardua y dificultosa y a los que envidio. Su luz declinante, la tensión de las jarcias y las drizas, la cubierta resistente y húmeda, las impetuosas olas y un horizonte invisible.

Quizá eso echamos en falta, la pérdida en lontananza de un horizonte que nos impele a su búsqueda por la atención al momento, la liturgia del presente y el afán del ahora.

Y el mar, la cumbre, el paisaje desolado,la soledad amada. Quizá soñamos con retiros y naturaleza salvaje porque su eco es el de la vida y no el indiferente de la naturaleza humana. Los otros también sueñan estar allí, también solos. Y mientras divagan singladuras, no nos oyen. Quizá haya que oponer a la somnolencia de las noches inventadas la amabilidad de los días en los que permitimos a los otros tener sus propios sueños mientras ocupamos un rincón para cuando decidan volver. El ego que nos aplasta hoy así sería alimentado para la cosecha y no para su diezmo. En fin, que sé yo. nadie dijo que fuera fácil y si lo fuera, quizá estas líneas breves no se estarían formando para tirarlas al mar de Internet dentro de una botella traslúcida.

Vista la pintura, sentido el rumor de los rizos de su mar, vuelvo al mundo más descansado, como tras haber vuelto de ese desierto que cubre tantas cifras desconocidas. ¿Acaso tuvo alguna vez otro propósito el arte?

Dundalk es el final de un ría pausada. Pero la posibilidad de una isla más allá del horizonte observable pinta noches de mar en nuestra imaginación despierta.

martes, 22 de agosto de 2017

Don Quijote y el Ángel Nuevo. Veintidós de Agosto.


No, no voy a hablar del reventao ese que anima a los yihadistas a darse de hostias con él uno por uno y a cara descubierta. Ni a dar soluciones que no tengo ni creo que sean posibles. Solo quiero pedir por las nuevas víctimas del recuento inagotable en Barcelona del angel de la historia que no puede hacer nada.  

Hay un cuadro de Klee (1920) que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajado, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso

Walter Benjamin

Como antídoto, solo se me ocurre la visión de la vida y la verdad como un poliedro de distintas caras en el que no todos vemos las mismas cosas. Tomando las palabras de Milan Kundera quizá se podría llamar a eso "la desprestigiada herencia de cervantes" o en otras palabras, la ambigüedad inevitable de la vida y nuestras experiencias.

Cuando Dios abandonaba lentamente el lugar desde donde había dirigido el universo y su orden de valores, separado el bien del mal y dado un sentido a cada cosa, don Quijote salió de su casa y ya no estuvo en condiciones de reconocer el mundo. Este, en ausencia del Juez supremo, apareció de pronto en una dudosa ambigüedad; la única Verdad divina se descompuso en cientos de verdades relativas que los hombres se repartieron. De este modo nació el mundo de la Edad Moderna y con él la novela, su imagen y modelo.

Comprender con Descartes el ego pensante como el fundamento de todo, estar de este modo solo frente al universo, es una actitud que Hegel, con razón, consideró heroica.

Comprender con Cervantes el mundo como ambigüedad, tener que afrontar, no una única verdad absoluta, sino un montón de verdades relativas que se contradicen (verdades incorporadas a los egos imaginarios llamados personajes), poseer como única certeza la sabiduría de lo incierto, exige una fuerza igualmente notable.

¿Qué quiere decir la gran novela de Cervantes? Hay una abundante literatura a este respecto. Algunos pretenden ver en esta novela la crítica racionalista del idealismo confuso de don Quijote. Otros ven la exaltación de este mismo idealismo. Ambas interpretaciones son erróneas porque quieren encontrar en el fondo de la novela no un interrogante, sino una posición moral.

El hombre desea un mundo en el cual sea posible distinguir con claridad el bien del mal porque en él existe el deseo, innato e indomable, de y juzgar antes que de comprender. En este deseo se han fundado religiones e ideologías. No pueden conciliarse con la novela sino traduciendo su lenguaje de relatividad y ambigüedad a un discurso apodíctico y dogmático. Exigen que alguien tenga la razón‑ o bien Ana Karenina es víctima de un déspota de cortos alcances o bien Karenin es víctima de una mujer inmoral; o bien K., inocente, es aplastado por un tribunal injusto, o bien tras el tribunal se oculta la justicia divina y K. es culpable.

En este "o bien-o bien" reside la incapacidad de soportar la relatividad esencial de las cosas humanas, la incapacidad de hacer frente a la ausencia de Juez supremo. Debido a esta incapacidad, la sabiduría de la novela (la sabiduría de la incertidumbre) es difícil de aceptar y comprender.


Milan Kundera

Claro que no vale todo; es imposible comprender los ángulos problemáticos sin aceptar la existencia de la línea. Hay valores que deben ser firmes y aceptados por la comunidad a través de la deliberación y la razón. Y los únicos culpables son los asesinos. Pero se me ocurre, y sé que no pasará y si pasara no valdría, que la aceptación de la incertidumbre, la ambigüedad e incluso el riesgo harían de nosotros personas más sanas, no para evitarlo todo, sino para evitar caer en lo que el terrorismo quiere: división, terror paralizante, reacción impulsiva e irracionalidad pública. El estigma de la duda y de su compañera la reflexión a manos de las exigencias de expansión del ser no nos traerá nada nuevo ni bueno. No creo que Cervantes, con sus espejos y juegos acerca de la verdadera realidad de las cosas quisiera dejarnos mensajes de vida. Pero la sabiduría y la experiencia pueden destilar de una vida de sufrimiento, cautiverio, deudas e ingratitud valiosas lecciones en manos de quien se atreve a pensar y con ello arroja fuera de sí su miedo a la libertad. Ese miedo a la libertad que pare tedio, alienación, terror y temblor. Esa incapacidad para ver matices en las situaciones y con ello alienta la ira que crece hasta ser el vendaval que  impide al ángel de la historia cuidar de sus víctimas.

Que la tierra les sea leve.

domingo, 13 de agosto de 2017

Juntos, pero sin apretar. 13/08/2017.

Pues sí, yo también he visto los sucesos en USA, y también me ha sorprendido la respuesta de su Presidente, sorprendentemente tibia, acerca de todas las violencias y que está muy mal que la gente no se quiera. Algo si me ha parecido relevante, porque lo firmarían muchos: su apelación a una unidad esencial.

Está claro que la unidad es deseable para la convivencia: redactar unas normas entre todos y asumirlas. Sin embargo, cuando la unidad se pretende de individuos esencialmente iguales, deviene en el supremacismo que ha causado estos disturbios. Parece una tendencia contemporánea formar tribalmente grupos unidos en torno a puntos de vista cerrados. Como explica Manuel Arias Maldonado en La democracia sentimental, esos puntos de vista crean morales que ligan a los miembros de un grupo pero lo aísla de otros. La unidad es esencial en valores que deben protegerse para que la vida social pueda subsistir. Pero si se pretende una unidad moral, espiritual o de valores, la exclusión es inevitable. Y los conflictos que devienen de ello no serán causales. Como dejó escrito Aristóteles,

al avanzar en este sentido y hacerse más unitaria, ya no será polis. Pues la polis es por su naturaleza una cierta pluralidad, y al hacerse más una dejará de ser polis y se convertirá en familia (...). De modo que, si alguien fuera capaz de hacer esto, no debería hacerlo, porque destruiría la polis (...). Una polis no resulta de individuos semejantes. Una cosa es una alianza militar y otra una polis (...). En el mismo sentido diferirá la polis de la tribu (...). Por lo tanto, de todo esto es claro que la polis no es tan unitaria por naturaleza como algunos dicen, y que lo que llaman 'el mayor bien de la polis' la destruye" (Política)

Pobre Aristóteles, hablando mal de las tribus. Ahora hay que elegir la tuya y pensar que todos los demás ven las cosas de otro modo porque son imbéciles.

Humildemente, lo que necesita quien sueña con un mundo unificado, estable y basado en la armonía esencial es un libro de Historia y más escuela. Y si sale a amenazar a sus conciudadanos, un poco de violencia legítima del Estado para proteger a los débiles y las minorías. Claro que cuando la violencia se privatiza, la guerra civil soterrada parece difícil de prevenir.

Tampoco debería ser tan difícil joder. Respeta, cumple las leyes, trata de convencer a otros si no te gustan y deja de ser un garrulo.


Dundalk me mira, diferente como somos, con la sabiduría irónica y tranquila de quien ha visto mucho.

jueves, 3 de agosto de 2017

Ola k ase? Cumpleh el fair play financiero o k ase? 3 de Agosto.



Pues sí, yo también voy a hablar de Neymar. No de su incuestionable calidad deportiva (potenciada exponencialmente cuando se iba ganando 3-0 a Leganeses y Sportings de Gijón, con todos mis respetos para esos equipos) ni de su gusto por el dinero (no vino de Brasil a Barcelona porque sintiese la llamada del honor, joder). Lo que me ha fascinado más de todo lo que llevamos es el concepto, el conceto apasionante de "Fair Play financiero".

Veamos: el fútbol y sus clubes acumulan una deuda inmensa, exigen y consiguen rescates públicos, promueven competiciones con una desigualdad de ingresos y posibilidades bestiales, se demoran en sus obligaciones tributarias, maltratan a sus seguidores fieles que no tienen capacidad económica suficiente para seguir su ritmo enloquecido (esto es, a todos), se entregan en brazos de dudosos "inversores", conducen discursos públicos y privados que niegan cualquier esencia deportiva, manipulan a los aficionados, practican la contabilidad creativa y en definitiva son empresas de entretenimiento sostenidas por la pasión irracional que lleva a entregarse al dinero en cualquier forma que se presente. Y ahora vienen y nos hablan de que hay que cumplir "fair play financiero". Es de coña. Es como si en la Fórmula Uno pusieran a un coche de la guardia civil a correr con los monoplazas para ir poniendo multas por exceso de velocidad. Y por supuesto, se aplica solo entre clubes ultraricos que pueden permitirse operaciones disparatadas.

En el fondo, parece bueno para despertar de esta locura que ya dura demasiado tiempo, convirtiendo un juego de tahúres aficionados a lo ajeno a usar dinero turbio para ganar influencias en un espectáculo a primera vista esplendoroso y apasionado. No lo creo así; la capacidad de adaptación a la locura colectiva es asombrosa.  No hay deporte sin superación, respeto para el vencido, ni aceptación. Hoy solo cuenta la victoria perpetua porque somos los mejores, esencialmente mejores, y cuantiosas ganancias derivadas de ese deseo masivo. Me pregunto que hará el poder cuando la mayoría se de cuenta de que vemos algo que en esencia no es real. Quizá ese día nunca llegue, y puede que sea mejor así. Todas esas críticas al deporte moderno se pueden trasponer sin dificultad a la vida que se nos enseña, y es demasiado incómodo aceptar vivir entre mentiras. Y además, a pesar de los pesares, el fútbol es otra tracción más de la infancia recuperada. Contra eso es difícil luchar, quizá no se deba.

Dundalk ha oído las cifras del fichaje de Ney, se ha puesto el chándal y ha salido a calentar, por si pilla algo. Cuando llegue, haré lo mismo y trataré de conseguir contactos. Neymar senior, si has leído esta entrada, por favor, Papa llama.

martes, 1 de agosto de 2017

Uno de Agosto. Lo incierto.

Escribí esto hace muchos años, cuando sentí pena por Eddard Stark y el invierno empezó a ofrecer signos. Hoy, esperando que lo incierto muestre un buen camino, lo transcribo, modificando un poco y esperando que os guste.





Es invierno ya aquí, y las plomizas nubes
Bailan mientras silban azules las ventiscas
Como invisible aliento del adusto norte
Poblado aún de fábulas y de mitologías
En las que aún seres de bruma, nos dicen, intervienen
En los resquicios de nuestros lentos días,
Para ser sombras sin voz que sueñan sus recuerdos
Y nos muestran un mundo tras el cierzo. Somos otra mitología
De tiempo agotado, sepultado en la nieve
Y en la sombra del vapor y en las ruinas heridas.

Cuando el frio de Dundalk enseña su sonrisa desdentada
Me gusta mirar fotos de la tierra que una vez fue mía
Y aunque sé que sus terrazas y cielos me mienten,
La piedra labrada y los campos  ondulados iluminan
Rincones de estancias que perdí hace algún tiempo
Y los cubren de dulce serenidad que pensé ya ida.

Y siento las derrotas de lo que nunca hice, pero también las cumbres
De la vida feliz que imagino que tuve y que volverá conmigo
Las coronas de espinas que abrasaron mis sienes ya cansadas
Y los laureles que las renovarán tras afrontar la muralla del destino.
Con algunas piezas rotas y otras aladas en paz, esperaré
A que la muerte, amablemente, los recoja en su hato
Y envuelva en su capa de apacible calor mis restos encogidos.

¿Por qué caigo en este burdo embrujo? No lo sé.  Andar quisiera
Sintiendo la hermosura de la tarde cuando recuerdo mis antiguos juegos;
Mi habitación se transformaba en lo que estuviera leyendo, ignorando
el resto que no fuese lo que yo alumbraba
Y no había angustias ni urgencia en mi deseo.

Allí hoy quizá resuenan otros pasos, huecos, alejados
Como estos versos, erráticos e ilusos, conjurando en la selva la era,
En el molino la torre y en las sábanas el bajel atrevido.
Hoy todo será quedo y mustio, como en las residencias.
Soñando en brazos del recuerdo otro sueño de vida.
Y la vida recordará el sueño de los otros, y un cincel en la piedra
Esculpirá lo que todos quisimos levantar y hoy vemos desolado
Frágil como la tierra fértil entre la mala hierba.

Yo desearía soñar incluyendo esos pesares, y nostalgias
Y la frustración del joven y la rabia del niño, 
y haciendo un amasijo, lograr arrebatarlos
Del alma atormentada con que nos manipularon
Y hacerlos dormir bajo la helada silente
Con la armonía que los que nos quisieron nos legaron.

Tengo estos sueños dulces y suaves porque lo ignoro todo
Y trato de repetir dos baños en el río
Pero las parcas inevitables impiden el conjuro
Aunque entre sus ondas frías, impasibles, resisto.

Y pasa el tiempo y yo con él. Giro mis ilusiones
Contra la liquidez del ahora y sus exigencias
Creyendo que algún día
Será un día feliz, gustoso y leve como licor de manzana
Y la garganta se volverá a embriagar de aquella dulce esencia.
Y sonreiremos
Y olvidaremos
Y los otros nos darán su calor y dejarán que lo demos
Hasta que una dama pálida, amablemente,
Busque el camino de casa y pronuncie mi nombre
Y envuelva en su manto de eternidad mis encogidos restos,
Que habrán sido felices por conocer postreramente un mundo apasionado
Que mis ojos sabrán reconocer cuando el sol lo ilumine
Como algo que nunca perdimos y refulja renovado
Y al fin abrevará pausado en su íntimo ritmo, resistente, limpio
Las cosas que desde siempre hemos anhelado
Y nunca conocimos.