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domingo, 30 de agosto de 2020

Carta a Samuel. 30/08/2020/

 Dilecto Samuel:


Sin juramento podrás creer que he seguido estos últimos meses con preocupación tu decisión aparente de retraerte de las luchas mundanas. Si bien el propósito de los estoicos habita en parte en las almas de los sabios, hemos implorado por tu recapacitación. Deseamos que tu buen juicio sea pródigo cerca de la fuente amena y la laboriosa huerta. Te queremos de nuevo cerca de nosotros.

No sé si hasta a ti habrán llegado las preocupantes misivas que han hecho a muchos rendirse a la angustia. Te informo de que nuestro antiguo entrenador, Ernesto Valverde, ya no está entre nosotros (deportivamente hablando). Del resto de los asuntos que han ocurrido y aún acontecen, no deseo informarte, pues no desearía que tu noble alma se ofuscara con desasosiego. Por favor, se informado también de que hay una epidemia ahí afuera y debemos ser prudentes. Dudo que hayas salido de tu chalet durante los últimos dos años, pero si has visto abundancia de mascarillas, te confirmamos de que no se trata de una moda o una invasión de ultracuerpos. Deseamos al altísimo que te acoja bajo tu protección y amparo.También rogamos que tu decisión de ascesis se convierta en la de una vuelta a los deleites de este mundo.

Largos reproches se suceden entre nuestros hermanos, últimamente. Se reprocha que el espíritu ha abandonado el juicio de nuestro querido Alba o la alegría de Sergi Roberto, siempre jovial como lo recordábamos. Nuestro querido Luis parece haber perdido esa mordiente que le acompañaba y Gerard el favorito de la fortuna parece perdido en los placeres del siglo y no deja su voz en la comunidad, la que se pierde como la luz en la tiniebla de la noche. Por último, lo que tanto temíamos sucede y nos ha invadido la turbación. Nuestro líder parece haber perdido su confianza en nosotros y nos negó en ocho momentos antes de que cantara el árbitro tres veces. Para hacer las cosas más grotescas, Martin, que vino de las tierras del norte de luchar contra los paganos en escaramuzas, desea el color de la púrpura en él.

¿Cómo se atreve alguno de nosotros, teniendo un asunto contra otro, a ir a juicio delante de los injustos y no, más bien, delante de los suyos? Y si la gestión deportiva hemos de ser juzgarla nosotros, ¿acaso no somos indignos de juzgar pleitos tan pequeños?  ¿No sabéis que hemos de juzgar a los que nos critican desde la altura de nuestro trono? ¡Cuánto más las cosas de esta vida! Los coches, las fiestas, el resplandor de los premios, la táctica de los que ingenuos pretenden entrenarnos. A este mundo de los grandes te llamamos, Samuel, para que no te pierdas en el camino que huye buscando la vida descansada. En nuestro vestuario descansamos mucho, también.

No querría aburrirte con más cuitas, querido hermano, y además, debo escribir otras misivas bastante más larga a los compañeros Ousmane, Artur y Arturo, que han seguido la senda de la renuncia también. Sabe que los momentos malos refuerzan la confianza de los hombres sensatos y que la calma que ansías también se puede hallar en los yates que frecuentamos, ajenos al ruido que generan nuestras discordias.

Adjunto dirección del campo de entrenamiento, en caso de que las meditaciones te hayan apartado de su recuerdo. 

Afectuosamente te saluda,

Josep Maria de la concepción del buen fichaje, la mejor gestión y el nunca pasa nada Bartomeu y Ronald Araujo, gestor espiritual y consejero aúlico (en caso de que alguien nunca haya visto un balón pasar a menos de cincuenta metros de sus pies).

PD: Antoine te manda recuerdos desde el videojuego en el que esté ahora, también. 


lunes, 24 de agosto de 2020

Para que estés aquí. 24 de agosto.


Para que tu ser pese sobre el suelo también fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo. Se necesitó un alba ausente cayendo sobre las almenas esbeltas en Silesia y un sol de invierno que iluminó tenue el camino de dos que se buscaban. Se necesitó un cuchillo alevoso sobre el costado de alguien olvidado hace mucho y el beso desesperado de los amantes antes de la despedida que nunca más se volvió a repetir. Fue precisa la sal y el aroma de Samarcanda que empujaron a un niño a emprender un viaje a tierras lejanas, el fragor de los ejércitos del este y la compasión de una mirada en el sur. También llevaron a tu carne la danza inefable de los astros silentes, la suerte oscura de quien no mira atrás o la niebla del Tártaro en los sueños de un desertor que acabó siendo un superviviente sombrío. A través de las generaciones la línea de tu vida pendió de venganzas, pactos, acecho y fuerza. Nada te fue negado, ni el héroe que engendró tu estirpe antes de caer con gloria ni el traidor que prosperó en la desdicha de otros y fue odiado donde fue conocido y huyó hasta más allá del rumor que lo perseguía .

Para que tus ojos miren la vida antes de que la tierra los ciegue, se hizo necesario caer en la tribulación y alzarse de la penumbra. Tus genes llevan en ti esa memoria difusa del triunfo y fracaso entrelazados que, como la vida, contemplan nuestro escenario. Se requirió el rugido del león y el ataque del lobo, la inquietud de la presa y la noche afilada en los ojos del cazador. Provienes de la noche estrellada y del bosque susurrante. De la lectura y el baile, del templo y la taberna. Hubo alguien que deseó ser parte y se retiró de tu origen, o fue tu origen y se ocultó, taimado; nunca lo sabrás. Hubo ardor, violencia, fuego, sexo, praderas, nubes, batallas, ciudades, trenes, banderas, odio, añoranza, excusas, pesares, mar, alegría y olvido. Como hoy, hubo lluvia en escarpados pasajes marinos y horas de calma en islas sin nombre que ya se han perdido.

Para que te llames y una voz te nombre fue precisa la alquimia de las horas y la abrumadora fuerza de la fortuna. Girando, nos llevó a esta tierra, eliminó rivales y ascendió promesas. Con su sonrisa inocente y cruel, marcó el favor de los que te precedieron como ahora hace contigo, hasta que el capricho la seduzca para tu perdición y el rechinar de dientes. Para que tus pies fatiguen la llanura y tu espíritu se agote con la espuma de los días en ciudades tristes, todo fue necesario. Alejandro y la mosca sobrevolando la llanura de Zama, el profeta y el barro. Para que nos crucemos sobre un mismo tiempo, fueron necesarios muchos otros y ciertos lugares que ya no existen. La caoba y el bronce, la pasión y el hielo. Y ahora comprendes que retornar a esas tierras no deja nada en ti, pues todas son tú y en tus brazos llevas la nueva aurora que te permita moldear el breve tiempo que te ha sido concedido. Hay una ciudad sin nombre que nunca conocerás, pues yace bajo el desierto: en ella, un eco vacío que precede al tiempo, silba tu destino en vocablos que nunca oirás. Hizo falta el conjuro primordial de sus sabios para que estés leyendo estas torpes líneas. 

Para que tus manos se encuentren con otras en un instante infinito, hizo falta lo que puede ser nombrado y lo que nunca se supo decir. Y ahora caminas por la vereda, exangüe, divertido y presto, mirando a la luna con los ojos de entonces, apretando el paso. Para que mañana el alba se desplome sobre las almenas esbeltas. Para que tus ojos miren en otros ojos todos los secretos y al fin comprendas la noche de la inocencia primera que abolirá el tiempo y su servidumbre de su dirección inapelable.

Fue necesario el misterio, la luz al otro lado de algún umbral tentador, como el que alguien tiempo atrás atravesó, para su agonía y su elevación, o para perderse y con ella su linaje.  Se requirió el brebaje del azar, como un amargo triunfo. Las causas y la música de las permutaciones, el oleaje y la paciencia de las cordilleras. 

Pero hoy todo ello esta fijado en piedra y le das la espalda, pues las promesas extienden el hilo que te traspasa desde entonces hacia el futuro del que no sabes, pero que te llama.


jueves, 20 de agosto de 2020

La edad no tiene amor. 20/08/20

 Repica la lluvia sobre los cristales tintados de "The Olde Fiddle". La lumbre juega con los vasos casi vacíos de la barra y da calidez al día nublado. Los parroquianos no miran a la ventana, cansados de esperar. Acodados en la barra, miran dentro de sí el sol que les niega la tarde.

- La edad no tiene amor, dice el viejo Joe, de repente. Sus compadres le miran, extrañados. 

- ¿Cómo dices? se sorprende de oírse el tímido Benjamin, con la voz algo pastosa, pues la tarde es larga.

- Digo que la edad no tiene amor. Lo decía el otro día un científico de Estados Unidos, que todo son conexiones que hay en nuestra cabeza y una cosa que nos da el cuerpo por dentro durante tres años y luego se acaba. Y digo yo.. .- Joe echa su espalda para atrás e infla su pecho, como si fuera un rapaz, digo yo que si dura tres años, cuando uno llega a una edad, ya no le quedan conexiones en la cabeza ni esa cosa que nos da el cuerpo por dentro. Es pura estadística - sonríe, mira a las mesas donde no hay nadie y echa un trago.

-Yo creía que lo único que perdía uno en la cabeza era la pelambrera, interviene Tim, el cartero. Tienen que ser más de tres años. Mira si no Seamus, que lleva viviendo en Sligo desde que se fue con su esposa. Ya debe estar mayor.

- A lo mejor Sligo no cuenta, reflexiona Benjamin, que vuelve a sorprenderse de haber hablado. Mira a su vaso y se sorprende de verlo vacío. La última ve que lo vió, iba lleno. Con una mirada pide otro al barkeeper, que tira su pinta inmediatamente.

-Puede ser, concede Joe, esos científicos de América probaran en gente de América. No creo que hayan visto las conexiones de la gente de Sligo...

- Quizá de los de Kerry, anade Sean el barkeeper. Hay mucha gente que fue pa allá. Unos primos míos viven en New Jersey y eso debe estar lleno de gente de Kerry. A lo mejor ya tienen el ADN muy mezclado y el amor también les dura tres años a ellos. 

Joe sonríe con condescendencia mientras oye esa última opinión. La lumbre sigue crepitando mientras la noche y la conversación avanzan. - No es así -le responde, -el ADN no va así. Se supone que se tendría que mezclar todo el condado de Kerry con todos los Estados Unidos para crear esa cosa que da el cuerpo durante tres años. Si no, cada uno tiene el suyo.

- Que me aspen si le encuentro el sentido- responde Sean, pensativo -entonces, si el ADN no esta mezclado, hay gente a la que el amor le durará tres años y gente a la que no.

-Bah-, responde Joe, no tiene que ver con el ADN. Tiene que ver con como sea tu cuerpo y las conexiones de tu cabeza. 

- ¿Y eso por que?- dice Tim. Mis conexiones son excelentes

- No lo sé- replica Joe. Quizá cuanto mejores sean, menos dura.

Esta revelación hace el silencio, solo interrumpido por las gotas de lluvia contra el techo.

-Puede ser que los americanos hayan descubierto algo para que el amor dure más- apostilla David, igual te ponen una inyección y te puede durar...¡doscientos años!

La concurrencia ríe. El buen Joe, el tímido Benjamin, Tim, Sean el barkeeper, David y Chris, que bebe lentamente, pero ahora, de repente, decide levantarse y aclara su voz, haciendo saber que va a decir algo importante. 

-Ejem, ejem, caballerooosss-la voz se le quiebra al final y hace un gallo-. He pensado que, como somos solteros casi todos y estamos interesados en el tema, podríamos hacer algo al respecto. Tenemos que buscar a ese americano que sabe tanto y convencerle de que mire a la gente de Sligo. Es más- se viene arriba- deberíamos cruzar Erin e ir nosotros mismos a Sligo!

La gente aplaude. Sean el barkeeper invita a una última ronda antes de cenar, mientras todos hablan a la vez. Quizá en Sligo está la respuesta. Quizá en otro pub de Sligo, otro grupo de mujeres comparte reflexiones y una botella de vino mientras deciden ir ellas mismas al condado de Kildare para encontrar el amor. En una taberna de Sevilla, un restaurante de Osaka, una discoteca de Lima y un resort de Nairobi tiene lugar la misma conversación bajo diferentes climas, lenguajes y acentos. En un apartamento de Pasadena, un neurocientífico comprueba satisfecho la transferencia recibida de la revista científica en la que colabora por un artículo escrito deprisa y corriendo acerca de un estudio que no pudo terminar; su mujer lo dejó y él decidió vengarse contra el amor, nuestra perdición. Bueno, no todos. Mientras ve la tele y acaba su pizza recalentada, mira la cifra con una sonrisa orgullosa. Le sigue gustando el dinero a pesar de los años. 

La edad no tiene amor.




miércoles, 19 de agosto de 2020

Proteo. 19/08


El presente está solo. No esperes de él un hilo
que una el tañido del bronce en la fragua
Con la luna sosteniendo la existencia del agua
En la eternidad que alumbra su eclipse fugitivo.

La memoria crea un pasado. El futuro es designio
Del anhelo y el tiempo. De ellos hace Ariadna
Un arroyo sonoro de recuerdos y esperanzas
En un muro invisible de un sutil laberinto.

No sé quién fui ayer. Hoy ya no es. Mañana espera
En un arbusto deshecho de causas y de efectos
Donde la redención se enreda y la promesa

Pende de una voz sorda que susurra Proteo.
No hay más que hoy. Pesca el momento
Y haz de él un mármol vivo en tu recuerdo.





jueves, 13 de agosto de 2020

Reversos contra la gravedad. 13/08.

De entre todos los mundos posibles, este es el más extraño, quizá porque todo lo que podemos imaginar es la combinación de todo lo que conocemos. Donde quiera que vamos, llevamos con nosotros nuestra novela y la narrativa de proezas y caídas se sucede en una forma difusa en la que podemos aspirar a mantener sólida nuestra conciencia con esa chispa indefinible que junta los retazos de lo que somos en un hilo delicado y audaz.

De entre todos los dones que la vida me ha prodigado inadvertidamente, uno de los más gozosos fue y es mi afición por el baloncesto. Las esculturas efímeras en el aire, la fragilidad del tiempo y el brillo de los héroes fueron el principio, como siempre, supongo. Después, las victorias y derrotas de tus equipos se mezclan con las que vas cosechando en tus días, mientras recuerdas los tiempos felices en los que el drama era irreal, me protegía el cariño. Creces y añades capas de sentido a lo que era solo pasión y azar.  

Debo a una de esas intersecciones entre experiencia, memoria y época mi afición a un equipo que fue el necesario villano para que Aquiles Jordan resplandeciese. Esos Utah Jazz eran duros, limitados, serios y no sucumbieron al conjuro de las fascinación de los inalcanzables Bulls. Supongo que todos querían ser Michael y yo ya sabía que ni me acercaría. Perdieron con la cabeza alta.

Travesuras de la vida me han llevado hoy a un podcast de baloncesto que he encontrado fabuloso, El reverso. He decidido empezar por uno de los recientes, acerca de Jerry Sloan (descanse en paz, bendito sea) y su ritmo mágico me ha llevado a ese tiempo. Me ha parecido que trasciende el baloncesto para tratar de la aventura humana y de los asuntos que nos queman por dentro desde que podemos comunicarnos: la dictadura del resultado, la humillación del afán de la proeza, la hipertrofia del papel de la estrella en un colectivo o la evolución del juego en una pasión perpetua e invencible. Esa pasión que he sentido escuchándolo, oyendo opiniones que no pretender situarse por encima de lo opinado, con rigor y amenidad. Todos los capítulos que aún no he oído son una razón más para llenar los días y seguir conjeturando que significan la victoria, la clase, la moral y la grandeza, la agonía y el éxtasis envueltos en la belleza de un juego que en los peores momentos hemos llegado a enterrar en un balance contable.

La ciudad se acuesta al contraluz de callejuelas donde el viento deja un aroma simultáneo de presencia y olvido. 




lunes, 10 de agosto de 2020

(Des)conocimiento de segunda mano. Diez de agosto, 2020.

Porque nunca fue tan hermosa la basura, hay un conocimiento superficial de lo que no nos atañe directamente que pone en peligro lo que concierne a otros. En un mundo donde las escalas del saber se extienden, el aspirante a sabio debe ampliarlas a base de laminar su competencia. Sería un juego de vanidades más de este mundo vertiginoso y un poco simplón en el que nos movemos si no fuera por un detalle incómodo: las opiniones no acarrean ninguna consecuencia si son nocivas para otros. 

Creo que no es un detalle baladí; si hablar de todo está al alcance de un clic, si no nos obliga a poner carne en el asador, si nos puede otorgar aura de santos laicos, ¿dónde está el problema? Me temo que el problema es que sabemos menos creyendo saber más y convertimos todo en un asunto narcisista y emocional que nace de nuestro malestar ubicuo y lo apuntala después de tratar de salvarnos a nosotros de esa marejada impasible. Hay un conocimiento de segunda mano; como la falsa moneda, circula rápidamente porque cumple lo que promete: salva de la angustia y el frío. Nos confirma en lo que creemos ser, como si el cambio aparejara lo que no puede ser comprendido.

Un viaje de cuatro días, una serie o un documental, un libro, pueden ser el inicio de un viaje arduo. Pueden plantear dilemas que lleva tiempo desentrañar, a menos que los nudos gordianos solo sean incómodos inconvenientes en el camino de los aspirantes a amos del mundo. Lamentablemente, parece que en el día que vivimos, sirven para crear una opinión fugaz y fácil que oponer una vez se identifica la tribu que debe plantearla. Quedarse en la anécdota, el título, la postal, el giro dramático, el umbral de la tempestad que esa puerta nos ofrece, sugestiva, pero hay que saber jugar el juego. Hay que saber lo que no sabemos y hay que hacer un esfuerzo por comprender que hay mucho que no sabemos, quizá nunca sepamos, que no sabremos. Que el umbral no es la sala, el papel no es la herida y el mapa no es el territorio.

Dos grúas blancas se alzan contra la oscuridad, mientras la vida bulle contra las luces. Puede que desde algún lugar, el viejo Brueghel siga burlándose de las masas que han renunciado a aprender porque tienen miedo de ignorar y hay ciegos que les han prometido una vida sin dudas. El viento canta en la espadaña del pueblo de mis abuelos y hoy oigo su rumor desde mi ventana cansada.


 

domingo, 9 de agosto de 2020

La mirada de Jano. Nueve de agosto.

 Jano es uno de los dioses más misteriosos del panteón de Roma. Le debemos nuestro enero y una representación convincente de nuestra idea del tiempo. Es un Dios bifronte que mira a lo largo de una línea infinita, desde su inicio hasta donde se pierde la vista. Nada escapa de él, como hace de nosotros.

Quizá por eso, traída por una brisa irremediable y leve, pues no tiene importancia y a la vez muestra que el espíritu sopla donde quiere, me dió por pensar que nuestra manera de afrontar la realidad es inevitablemente incompleta, sesgada, vacía. Cada concepto se expande por el espacio como un acantilado lleva en sus entrañas una futura playa, pero es posible que nosotros solo seamos capaces de percibir una línea, como hay muchos espectros de la luz a los que estamos ciegos.

No hay solución, ni yo podría darla. Es solo que la noche se acuesta sobre las grúas, los andamios y esqueletos de edificios que hacen mover al mundo a una velocidad a la que empiezo a sufrir para poder seguir y quizá es ese precisamente el nudo gordiano. No hay velocidad que seguir, el devenir solo pasa en nuestra gramática, que influye demasiado nuestros conceptos y las puertas de la percepción ofrecen una luz que se vislumbra tras su mínima apertura, y sabemos que no podremos abrirla. No veremos las cosas tal cual son: infinitas. Somos animales de tiempo en un fondo cósmico que no nos necesita y miran las estrellas porque no saben ver otra cosa más.

No podemos mirar como Jano, pero podemos dejar de mirar como lo hemos hecho hasta ahora. Saber que la realidad preña de significados cada causa y que solo somos capaces de ver los que conciernen nuestra permanencia. Puede ser falso y es seguro que es irrelevante. No obstante, mientras la ciudad se inclina contra una sombra indiferente y fría, siento que puede ser un consuelo, aunque no sirva de nada, como todos los consuelos que confortan y salir del ego y de la sensación que nos conjura para cambiarlos por la caballería de la imaginación puede ser otra forma de escapar hacia lo que no sabemos.