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lunes, 31 de mayo de 2021

Treinta y uno de mayo, 2021. Coraje de vivir. Y no morir.

Estas últimas semanas he estado un poco cansado de mí. Suele pasar a veces. Cuando cada día parece de un Noviembre lluvioso, cuando no sé la edad que tengo pero me siento tardío para casi todo y demasiado frágil para lo que importa, cuando hay un viento de majestad que parece despreciar lo que no reluce, cuando la mancha sobre el alma gotea sobre el tiempo, trato de buscar remedios. Hay algunos efectivos: el desprecio. Hay otros displicentes, el refugio en la imaginación que vuela donde quiere; donde la realidad no le deja. Hay algunos simples y gozosos. He estado viendo algunas películas y leyendo fragmentos de libros de cuando era niño. Comparado con lo de hoy, quizá con mi visión del mundo y de lo que acontece hoy, siento que brota de ellas un hálito fresco, la esperanza. 

Quizá es más feliz el que cabalga hacia un horizonte que quien se sienta en un trono antiguo. Inquieta es la cabeza que porta la corona, escribió el Bardo. Puede que mientras alguien trata de conquistar el reino, las heridas duelen menos. Comparada con la ficción y la visión distópica, oscura, amarga, de vuelta de todo, reaviva ver tiempos en los que personajes aún sienten grandes esperanzas, los creadores se atreven a tratar de despertar la ternura del encuentro en lugar de avivar la llama instantánea de la furia y la soledad en un mundo injusto contra cualquiera para halagar al espectador.

En los límites del lenguaje vivimos todos. Nos envuelve, nos moldea, otorga sutileza y filo a lo que podamos pensar. En el ampliamente compartido hoy, existe un ansia de épica heroica, de valentía que nunca duda de ella misma porque nunca tiene nada que perder. Como los que danzan como derviches sobre lo asentado para poder seguir vendiendo novedades antiguas, propongo una diferencia: contra la valentía del invencible, el coraje de lo frágil, de lo que peligra. No el puño que destruye, la mandíbula que se aprieta contra la nevada que azota el rostro. El coraje de vivir porque se desea vivir, el de la esperanza contra las voces que viven del miedo y el rencor, el de la sonrisa contra el frío que yace afuera. No es fácil, pero nadie dijo que lo fuera. Y la tormenta acabará iluminando la noche, lo queramos o no. 

La noche es suave. Un poco más cálida de lo habitual aquí, lleva rumores en su seno. El río pasa tranquilo hacia el mar, pasando por el puerto, donde las luces muestran la actividad que dará de comer mañana a las ciudades que descansan. Sombras pasan doloridas contra las luces, esperando un nuevo sol que haga brillar las olas un día mejor que está por venir. Los viejos sueños eran buenos sueños, dice un personaje de una película del gran Clint Eastwood, que hoy cumple 91 años. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido. Y que queréis que os diga. Esa es la esperanza, el afecto, el coraje de vivir. Y su fuerza permanece en el remanso del caudal de un mar que llama para mostrar el mundo, más ancho y más ajeno de lo que podríamos imaginar, aunque nos pongamos la coraza porque nos sigue dando miedo y la corona del pasado agita fantasmas en el porvenir airado. Coraje de vivir en este tiempo agrio, de delectación por la muerte y lo caído y asalto despiadado a la inocencia.





Los viejos suenos clint eastwood

miércoles, 26 de mayo de 2021

De súbito y tardía. Veintiséis de mayo.


De súbito y tardía preguntaste
En un disparo de repente lanzado
Si es nuestra edad la que nos salva y guía
De los embates del deseo frustrado
Que ya hendieron certeros.
En fin, cuestionabas si nos expulsaron el primer día
Del único paraíso luciente y verdadero.

Si vivimos días de cobre o somos prisioneros
De emociones en almoneda vendidas
Baratas réplicas del auge verdadero,
Idénticas a las de aquel mundo
Mejor que ya no vive en este,
Y duerme como los proverbiales justos
Que también se perdieron.

Si el pasado cura o hiere con su miel,
Si nos resignaremos a los pasos lentos
O nos consumiremos en violentas ráfagas
De futuro que acecha impasible y severo.

Decías si acaso es nuestra vida un recuento de noches
Y tragos silenciosos, si ya no hay nada que nos turbe,
Ni la chispa del hacha ni el fulgor del escudo.
Si todo aquello que nos quiebra lo pagamos a plazos
Mientras sonreímos ingenuos frente a lagos oscuros.

Lo estaba pensando ahora, traído por el cielo,
Un interrogante vuelto de ojos hacia la calle cruda
Y he recordado esa voz que preguntaba
Como el fluir del arroyo hacia una nada turbia
Allá donde todo se sabe y es superfluo
(Porque del saber, nos dijo Dios, viene la culpa).
Qué hacer, a dónde ir. Donde buscar el silencio
De la mar urgente, si en escondida ruta
Nadar sus olas breves o escalar la galerna
Hacia una línea de luz desconocida y pura
Que es más lejana aún que nuestro olvido,
Allá donde la noche se desnuda, lúbrica.

Quizá ese olvido que muerde los tobillos
Sea la respuesta última
Y una casa que habitar. Mansos, ajenos.
Sin miedo ya de despertar un día
En el lugar donde todo ha de empezar de nuevo
Sin ganas de recordar ni de brindar.

Mas aún no llega. El recuerdo vibrante aviva el sueño
Y ha estremecido de hielo la conciencia
Como un golpe de mar que golpea las rocas.
Frente a él, frente a ella
Buscaba razones de tus cuestiones últimas
Tratando con ello de aliviar la urgencia
De saber si en la madrugada te sirvieron,
Si fueron alguna noche el faro entre tu niebla,
Si el enojo te cubrió o si un amor templó tu fuego
O quizá, si nada nos podía molestar entonces,
Inocentes y pérfidos, hechos de llamas y de largos silencios.

Y en los bolsillos raídos que guardan las memorias
He resuelto indagar si esta vida, la mía
Ha sido apenas algo más que batallar un invisible reino
Que la fuerza que hoy sé que no tengo alzaría.
Tendría sus tardes soleadas, jardines, fuentes y aves
Sin reino ya del tiempo, pues sería armonía
Con estancias de asombro y magia y yo sería el centro.
Tan insolente e insensato me conté mi cuento.

Hoy, con la arrogancia de quien no ha cumplido nada
Veo las ruinas que el atardecer dispone
Entre la luz naranja de agostados campos
Que llaman suspirando desde el horizonte.
Y yo voy ligero, sin querer más nada
Que elevar la la tonada agria de quien ya no es joven
Y camina tranquilo porque nada lo atrapa, y parto
Hacia los valles tiernos que conocerán mis pasos
Para responder, al son del embrujo de sus arroyos claros
Si debo seguir por el camino ancho
O desviarme por la maleza extraña
y ya nunca volver para contarlo.

Sea como sea… si capturara el frío mis pasos errabundos
Olvidad las preguntas y los versos, solo existe el camino.
Mirad las flores leves que saludan el alba
Y dejadme entre esa bruma desvanecer mi olvido,
En ese lugar en el que nada existe
Y es más antiguo aún que el paraíso.



sábado, 22 de mayo de 2021

Todo el mundo una mano en la cabeza, una mano en la cabeza. 22 de mayo, 2021

 La indignación antes ponía cara de perro, ahora todo hay que vestirlo de sonrisa o lágrima y sobre todo, no aburrir al personal. Ya sabemos, a lo que pase hay que dedicarle una homilía o la canción del verano, Covid, vete de aquí, hermano. A veces los discursos necesitan música machacona y los bailes mensajes superficiales que se pretenden hondos. 

Así que vamos, un dos, un dos, un movimiento sexy para salir al balcón a gritar al que pasea por la calle o que puede estar matándonos a todos. Un pasito pa' alante a aplaudir a los que luchan contra la epidemia, un pasito pa' atrás a pedir que si por favor se pueden mudar a un sitio donde no hagan a los demás tener que lidiar con ella por si acaso. La mano arriba, los que se dedican a publicar el bien que hacen con filtros de colorines, la mano abajo a contar el trabajo con burlas incluidas a pacientes y a clientes, si es que aún siguen existiendo diferencias en los términos. 

Mueve tus caderas para criticar o defender las medidas sanitarias, económicas, políticas según quienes las adoptan y participa en la danza viscosa de la partitocracia para que te unas a la fiesta que organiza con mucha pasta y muy poca vergüenza.

Y mientras tanto, todo el mundo una mano en la cabeza, una mano en la cabeza para que te cuenten cada hora lo que ya sabe. Todos mienten, incumplen y son peligrosos menos usted, ciudadano y ciudadana ejemplar. Llévese las manos a la cabeza ante la deriva social de  un comentario anónimo en una red social, una fiesta de doscientas personas en una ciudad de cuatro millones o la enésima polémica prefabricada para que usted pueda regurjitar sus comentarios que demuestren su probidad y el riesgo que corre, entre tantos malvados. El miedo une lo que indigna y lo que se desprecia.

Una mano en la cabeza, la media vuelta y la cabeza alta. Siempre habrá alguien a quien culpar que lo haga más llevadero. El sol declina sobre el agua y las nubes lucen amplias contra el azul diáfano. Por las calles, sigue paseando la gente, libre o atemorizada, y eso es todo lo que existe. Baile usted lo que quiera, pero por favor, el acontecer es demasiado corto y corre demasiado rápido: corte todos los hilos. 

 

martes, 18 de mayo de 2021

18/05. Nómadas

que buscan los ángulos de la tranquilidad. En las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan... Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo...

La encontrarás, la encontrarás al final de tu camino.





Espero que la hayas encontrado, maestro, querido amigo. 

No es difícil trazar las admiraciones que forjan una vida, no por acercarnos a ser alguien, sino por aquello que aspiramos ser, nuestros enamoramientos. En este caso, todo empezó con un disco que teníamos en casa, mi madre había comprado el album con algunos éxitos de Franco Battiato en español. Son de la época de los ochenta, atrás ya su etapa experimental, centrado en un pop muy pegadizo y elegante con letras esotéricas que mezclaban la sabiduría oriental, la Europa ancestral de tribus y el ascenso de un difuso logos, ritmos árabes, letras de rock y la expresión de una personalidad excéntrica y cautivadora.

Desde entonces, ha sido parte de mí, como lo pueden ser otros amigos y compañeros, la gente que nos deja su huella y que con suerte para nosotros, se lleva algo de nuestro lado que es lo único que acaso no se pierda. He bailado, pensado y disfrutado a su lado. Hemos buscado juntos un centro de gravedad permanente. Sin saber apenas palabras de su idioma tan hermoso, he aprendido frases, sonidos que él cantaba, y los he tarareado. He viajado de su mano por vastos territorios de imaginación y su música ha mecido momentos dichosos que hoy atesoro y que debo guardar conmigo.

Le leí hace unos años en una entrevista que estaba satisfecho de su vida y que solo pedía ya un tránsito sereno, una buena muerte. Vivimos una época de negación, pero creo que ese es uno de los mayores dones que una persona puede esperar. Espero que la hayas encontrado y ahora seas un nómada en otras dunas y praderas, cantando para las caravanas que pasan, venidas de una estrella en el cielo de la tarde que fue nuestro mundo, llevando tus notas evocadoras de él como hiciste en éste con otros que quizá fueron antes y ya no sabemos recordar. 

La ciudad se despierta con un cielo diáfano, como de una pintura veneciana. Caminamos en ella, provincianos de la Osa Menor, como sombras que a veces se impregnan de luz. Hay quienes ayudan a forjar ese fuego más alto, mas intenso y puro. Por todo lo que se queda, gracias y que su voz perdure. Que nunca se abandone y que parta en la nave del millón de años. Y que hayas podido ver la luz verdadera, de la que nosotros solo somos sombra. La brisa pasa como un beso tierno y las inmensas preguntas hoy lucen más grandes, ansiosos de la eternidad que aún se esconde. Es tiempo de escapar de este ciclo de vida. Descanse en paz y que brille sobre él el buen recuerdo y el fulgor que nunca se envanece ni esconde.




sábado, 15 de mayo de 2021

Disfrutar la vida. 05/15/21

 Ayer vi un video breve, navegando por Internet. Se trataba de un corte de un video en el que el filósofo Jesus G. Maestro asevera que no hay una inteligencia activa que no sepa disfrutar de la vida. Me resultó interesante y estoy básicamente de acuerdo. Entendámonos: No comparto la reverencia irreflexiva acerca de la inteligencia, como una característica abstracta de una personalidad esencialmente superior. Sí deploro la estupidez dañina, aquella que en base a ideales etéreos sacrifica lo concreto en el altar de lo imaginado, lo que otros llamarían la fatal arrogancia. Todos somos un poco tontos cuando nos creemos más listos y todos somos potenciales criminales cuando nos permitimos jugar con lo que otros han de hacer y ser para llegar al futuro. 

Pero me desvío, o quizá no tanto. Contra esa arrogancia, contra la persistencia de un imbatible olvido sobre el que hoy tratamos de edificar el mundo, como aquel que quiso edificar su casa en la arena, hay una perspicacia activa, necesaria y libre: la alegría. Y, desgracias inevitables aparte, que se llaman vida, hay una forma que creo más inteligente de pasar por esta tierra: disfrutándolo, mientras se pueda. El gozo es el don de comprender el lugar y el momento vividos mientras se manifiestan, sin diluirlos en lo que ocurrió o pasará. La alegría vence al miedo que nos quiere romper.

No es fácil encontrar el verano de nuestro contento; como la verdadera vida, la esperanza cierta, parecen siempre ausentes, que han dejado su aroma que ya se va perdiendo antes de desaparecer, como si dijéramos. Se nos ofrecen cada vez más experiencias. Uno diría que son de ínfimo valor, que cada vez de-precian más lo que se podría apreciar. Ese torbellino ciego ofrece la vida padre como un ideal, siempre activo, siempre potente, siempre insatisfecho. Darse la buena vida no parece equivaler a darse a uno mismo una vida buena. Es un tema tan complejo que uno no puede resumirlo, ni falta que hace; otros lo han dicho mucho mejor. Conjeturo, empero, dos posibles rastros: es necesario escarbar más hondo en las sutilezas del lenguaje, en donde nace nuestra realidad, en donde la creamos, y la vida es más que lo que nos sucede. Entre esas dos aristas, defiendo que una inteligencia despierta puede aprender a disfrutar de lo que la vida obsequia y apagar el lamento y la decadencia, sabiendo también que a veces no es posible. Saber nombrar lo que nos pasa y que nos atraviesa el corazón, porque podemos sentirlo.

Llueve y la ciudad parece desierta, ocupada por gaviotas y gatos. El cielo es gris y las ventanas reflejan una luz cansada. No hay nada hoy que no haya pasado antes. Y sin embargo, siempre hay algo distinto que saber ver y aprender, para nosotros y que se pierda pero quizá vuelva en otros momentos. Una sonrisa, un silencio, el aleteo del tiempo contra una brisa de sentido, la resistencia ante la degradación y el caos que hiere, el coraje, la amistad, el cielo. No te conformes con menos de eso o con esperanzas vacuas y experiencias de saldo. Conquista el momento. Disfruta la vida.




miércoles, 12 de mayo de 2021

Todos los perros del odio ladran. Doce de mayo.

 He estado viendo estos días Apocalypse, un documental estremecedor acerca de la Segunda Guerra Mundial. Trata las imágenes originales, en blanco y negro y las reviste de color y dramatismo, dándoles una cercanía casi insoportable. Es estupendo y doloroso, reflejo de la guerra más perversa.

Si la Primera fue la más estúpida, creo que la Segunda, que había que combatir y ganar, es en cierto punto ambigua y por ello aún más nociva. Hace de la excepción la norma, pues suele haber mejores soluciones que el conflicto casi siempre, oculta en grandes nombres y conceptos innumerables padecimientos concretos y ha dado al futuro una analogía que convendría usar con cuidado. Si algo reflejan las visiones de todos los que han sufrido una guerra es su deseo desesperado de no tener que vivir otra. Hay un celebre poema de un soldado inglés desde las trincheras de Centroeuropa durante la Gran Guerra, fantaseando con que un tanque irrumpiera en los patios de butacas de los teatros y las óperas donde la buena sociedad apelaba al patriotismo. Siempre fue así, creo, pero el poder encontraba la forma de silenciar el crujir de huesos con fanfarrias. Hay una imagen bastante perturbadora en uno de los capítulos, una aclamación masiva a Hitler en una enorme sala. Aparte de que el nazismo es el culmen de la maldad política, hay en esos rostros y voces algo desquiciado, demoniaco. Es la bestia que lanza a morir a sus envilecidos siervos, el odio que se alimenta del calor del establo. Creo en el concepto de la banalidad del mal, pero quizá haya previamente un mal esencial, rabioso, que rompe las barreras. Contra eso había que pelear, sí, gloria a quienes perdieron tanto haciéndolo. 

Mas, sin embargo...por eso mismo, parecen imposturas peligrosas las de aquellos que juegan a ser ellos, que escriben postales desde Stalingrado y crónicas desde el gulag en sofás mullidos, los que no han elegido comprender, sino rescatar el ascua del odio. La historia, como la mar, son sabias por lo que borran. El dolor y el recuerdo de las víctimas es sagrado (aunque la mayor parte de ellas reposa en tumbas sin nombre que han invadido las zarzas). Del resto, es mejor quizá tratar de aprender lo que un ser humano hizo a otro, en vez de conjurar banderas que otorgan inocencia y legitiman el perdón o el avivamiento de la furia. Saber descansar la mano presta para el golpe puede que sea el único gesto verdaderamente humano.

En la pesadilla de la oscuridad, todos los perros de Europa ladran, escribió Auden. Hoy la jauría es el mundo. Hay fanatismo y crueldad y hay algo peor, quienes los jalean cómodos desde un lugar al que no llegarán las bombas. El sol se abre paso entre jirones de cielo. Ha estado lloviendo y se despeja ahora en una luz tan sutil que parece que no llega de fuera, sino que nace de dentro. Es hermoso ver el cielo tras la lluvia y la paz silente que deja. ¿ Y si nosotros fuéramos incapaces de ver lo que hay más allá de la tormenta? Puede que esa oscuridad lejana pero constante nos agite en lugar de darnos reposo y el miedo sea nuestro verdugo y el de los otros. Es tarde para divagar, y de qué sirve. El río corre oscuro, sigiloso, plácido, hacia un mundo en el que lo verdadero permanece contra las llamas de los turbios y pide una prueba de fe, aunque sea incierta como el paso majestuoso de las aves contra esta tarde serena.




domingo, 9 de mayo de 2021

Huésped de la niebla. Nueve de mayo.

Será la primavera que nunca rompe aquí. Será la diabólica espiral de restricción y miedo. Será el paso a un momento en el que seguramente ya haya pasado la mitad de la vida y lo que queda parezca mas gris. Será el domingo. Será esta soledad que odio tanto, porque la necesito y sin embargo trae un frío blanco inmóvil. Será todo eso, será algo que no puedo conjurar, pero hay muchos días últimamente que uno se siente un huésped de la niebla, una sombra difusa que se desvanece, tenue, en un baile festivo y amargo.

Hasta hace no mucho, la vida era una fiesta en un jardín nocturno, fijo el papel, flexible el futuro hacia nuevas opciones. Ay, ahora no solo sé, sino que siento que envejecer, morir, es el único argumento de la obra. Y no es una verdad que traiga demasiada angustia; todo lo aplana el cansancio. Porque me gusta la vida, sus soleadas plazas, la compañía de los amigos, la celebración del azar, pero me cansa hoy vivir. Puede que esté desperdiciando la vida con palabras vacuas. Temo no saber vivir de otra manera. No creo que sea un drama ni algo muy especial. Hay otros ojos con sed que veo pasar por mis días, absortos contra el viento, juncos que se doblan pero no quieren quebrarse. Hay una vida que late, pero esta tarde está lejos de mis latidos. Saber que no es justo que me queje no lo hace más fácil: no hay ningún mérito en mí, solo la amabilidad de la suerte hasta el momento. He fracasado sin épica y he logrado pequeños triunfos sin altivez. Sigo buscando entre la bruma que lo ha invadido todo, un poco de calor que la hiera.

La ciudad no ofrece nada porque nada puede ofrecer. Arrastra latas y cristales en un viento frío y cubre de nubes los parques y los patios. Solo se mueve el mar mientras el tiempo pasa agotado. Gente se encoge contra el frío y una luz blanca destapa las sombras de los muros viejos. Camino solo en la acera de una calle ancha y triste sin coches, como un derrotado pensando en anchos campos verdes, hechos de gloria y recuerdos que no existieron, una botella en un océano bajo la tormenta, huésped de la niebla buscando una luz que le sepa guiar para volver a casa.

jueves, 6 de mayo de 2021

Diez reflexiones sobre el fútbol. Seis de mayo.

Hacía bastante que no veía un partido de fútbol, aunque sigo retransmisiones de radio y la actualidad. Ayer pude ver el Chelsea-Real Madrid. No voy a hablar mucho del partido, una cabalgata de las valkirias contra un equipo muy meritorio y esforzado pero al que no le llegó para competir ayer. En lugar de eso, quiero dejar una serie de reflexiones por aquí, espero que no muy trilladas.

  • El ocaso del chut; lo llamo así por el sabor de infancia que me trae, cuando en el patio animábamos a nuestros compañeros, ¡chuta, chuta! Es un hábito que muchos aún conllevamos en partidos tensos frente a la tele, como si nos fuesen a oír.  El caso es que da la impresión de que cada vez se tira menos a puerta desde lejos, o simplemente fuera del área. Supongo que la mejoría de todos los aspectos del juego hace menos eficiente esta suerte. Sin embargo, es hermoso ver un trallazo desde lejos, como el de esos alemanes o ingleses que no querían demorar la llegada de la emoción.
  • La importancia del entrenador. Nos acostumbramos a verlos como males necesarios, rotadores, alineadores, pero como en casi todos los campos de la vida, cuando hay un buen entrenador, se ve la diferencia que marca. Tuchel ha construido un equipo rocoso, veloz, implacable.
  • Hay cada vez más ciencia y menos arte en el juego. Era inevitable: hay que ganar, no hacer feliz y hay mucho dinero en la diferencia. Nos proyectamos en los equipos para hacer de sus victorias las nuestras. Una de las múltiples trampas de la identidad es exigir la perfección ajena para soportar nuestras propias imperfecciones. Y cualquier derrota es un drama.
  • La fuerza del lobo es la manada, escribió Kipling. El Liverpool vendió juiciosamente por un buen precio a su estrella y fue campeón de Europa. El Chelsea hizo lo mismo y está en la final. Nunca es fácil en un entorno tan competitivo, pero la buena gestión de las organizaciones gana campeonatos. La estrella vende una imagen manufacturada del éxito, pero un jugador es mejor cuando sus compañeros lo aúpan. Un directivo del FC Barcelona fue reprendido por recordar esta verdad tan obvia.
  • Hace un lustro, un cuento de hadas acabo felizmente en la liga más rica del mundo. El Leicester campeonó en un mar lleno de tiburones. De aquel equipo inolvidable, dos centrocampistas partieron a dos equipos punteros: Mahrez y Kanté, el crisantemo y la espada. Su éxito improbable hace unos años, mueve a la reflexión acerca de los caminos del éxito. Cuántos jugadores con el potencial habrán descarrilado en algún recodo del azar.
  • Algunos aficionados sentimos cierto odio eterno al fútbol moderno. No se trata tanto de los aconteceres del fútbol, sino del circo que rodea a un espectáculo que ha simplificado el gusto en una búsqueda del máximo beneficio. El sabor añejo del fútbol inglés es quizá falso, hay más dinero que en cualquier otro sitio. No obstante, sus aficionados siguen reflejando esa luz de la devoción verdadera.
  • Una de las razones por las que el deporte mueve masas es la oscura atracción del drama. La agonía y lo incierto dan razones para coger una bandera y desear defenderla. Tantos partidos no erosionan ese fulgor, pero restan belleza a la contienda. Losublime no puede vivirse todos los días. Creo que urge plantear un calendario de menos partidos de más fuego.
  • En España somos, exagerando a lo bestia, generosos con lo cotidiano y mezquinos para reconocer la grandeza ajena. Vivimos pensando que el fútbol es técnica y que ganar con una condición física poderosa es un desdoro. Durante mucho tiempo, era desconcertante ver algo parecido con la maestría táctica de los italianos, auténtica nación puntera en lo futbolístico despreciada frecuentemente por estos pagos. Cuando nuestros equipos pierden, tiende a resaltarse la superioridad física como algo legítimo...pero no tanto. Parece que nos costara asumir que haya jugadores de primera con fortaleza física. Más nos vale aprenderlo.
  • Hay un tópico muy pertinaz, 'este jugador al 70% es más que éste al 100%'. Me temo que en el deporte de élite las diferencias son mínimas y todo se decide en cuestión de fracciones de segundo y centímetros. De nuevo la idolatría a la estrella, de nuevo la ignorancia culpable contra la fuerza irresistible del equipo en el juego en el que quizá más importa la labor conjunta.
  • Algunos creen que el fútbol es un asunto de vida o muerte, y es una actitud deplorable. Es algo mucho más importante que eso.



lunes, 3 de mayo de 2021

Agatha. Tres de mayo, 2021.

La literatura, como la vida, tiene meandros inesperados: se nutre de recuerdos y fantasías que nuestra mente crea para ordenar un flujo más bien caótico. El objetivo del narrador debe ser similar al de los que son libres y ansían la vida buena. Acomodarse al bullicio y hallar la música sutil que subyace para vivir a su son. Construir su propio sentido, como si dijéramos. En fin, una opinión como cualquier otra.

No obstante, la época parece privilegiar el volumen bruto, el barullo y la falta de claridad. Como lo que importa es la novedad, la competición hacia la sensación más ardua, la aseveración más gruesa, admirables narradores que no inician o continúan corrientes no son tan destacados como otros que colocan su barca en la dirección del oleaje. Y que más da. Al final, lo que es la cultura hoy no nos corresponde a nosotros decidirlo, sino a los que vengan después. De nuestra época actual, consumimos entretenimiento. 

Creo que Agatha Christie llegará al futuro en plena forma, como lo está hoy. Que escritoraza. Eficaz y clara, sus tramas y su narrativa entretienen, asombran y gustan. En lugar del ensayo sociológico que confirme el sesgo de la muchedumbre frustrada, envolviendo el morbo en cuatro millones de páginas, ella crea ingeniosas narraciones en las que el misterio es más relevante que la sangre y la historia contada más que la cosmovisión prescindible de quien cuenta.

Hay otro aspecto que me resulta estimable. En una cultura popular necesitada de emoción artificial lograda con más volumen, los muertos son parte del paisaje en películas y libros. Los criminales gozan de un prestigio absurdo porque no son libres, bajo el yugo de las carencias de una sociedad que no les deja mucha alternativa. Las novelas de Christie revelan un impulso moral en el que el bien y el mal existen, y aunque la ambigüedad existe, es el resultado de las contradicciones de la condición humana, condenada a ser libre. Otras novelas parecen excluir la complejidad, cubriendo con efectos antinarrativos su gama de blancos y negros.

En fin, entiendo que esta entrada no tiene más sentido que recomendar a una novelista estupenda. No creo que lo necesite, afortunadamente; los lectores revelan sus preferencias leyendo y afortunadamente, la república de los libros está bastante ignorada como para que el estruendo de lo que es legítimo y no la impacte gravemente.

Hoy llueve y el viento ruge. No me gusta la literatura negra, en general. Entiendo que refleja y evoca una parte oscura de nosotros mismos y excita el impulso de destrucción que es el reverso de nuestra fragilidad aterradora. Y sin embargo, la libertad es vivir como si lo pudiéramos olvidar. El momento, el impulso, lo breve, delicado, lo efímero, como las gotas que resbalan por la ventana, dejando la realidad borrosa y la mañana con una luz lechosa, intemporal, brillante. Hay una isla, un tren, habitaciones donde el misterio y el suspense aún rigen. Llegan a nosotros desde esa luz tan clara. Aunque son sitios a donde no quiero ir, siempre hay excepciones. Y las manos de Agatha Christie llevan a esos lugares como ninguna otra. Viva ella.