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martes, 27 de febrero de 2018

El peso de la corona. 27 de febrero, 2018





He empezado hace unos días a avanzar en la serie "The crown". La verdad, no tenía grandes expectativas. Una serie sobre una monarca en el siglo XX no parece ser el contexto más apasionante. Y sin embargo, a lomos de sus decorados munificentes y el talento interpretativo de su reparto, la serie aborda cuestiones pertinentes y afiladas: el papel de la monarquía en un mundo como el actual, por ende la pervivencia del símbolo en la literalidad de estos días, la relevancia de valores asociados a lo femenino en un mundo de hombres, la libertad y el arrepentimiento, el liderazgo robusto y el dominio cotidiano implacable, la frustración y el decoro. Sobre todas, plantea la cuestión de la naturaleza elusiva del poder; personas decentes y venales, arrogantes y modestas, talentosas y mezquinas se ven arrastradas al pedestal del ejemplo y su devenir desafía su propia existencia para convertirse en iconos. Y bajo esos iconos la vida pura de la voluntad de la supremacía se agita, de la Iglesia al gobierno, del Gobierno a la Corona, de la Corona al pueblo multiforme como el mar y que no lo sabe, del pueblo a sus ficciones consoladoras para no pensar en la decadencia y la finitud. El amor, la culpa, la pérdida y el olvido no parecen resistir al fulgor insomne del poder, que fascina y destruye a quien no lo codifica, esto es, oculta con delicadeza. De ahí el peso de la corona: ocultar una servidumbre voluntaria y el impulso insensible de Leviatán, el Estado, con manos dulces y consoladoras.

Creo que hay otra razón por la que me gusta tanto; el uso y el poder de la palabra desnuda es atroz y suave al tiempo. Quizá al no ser mi lengua, me impresiona más. Pero ver como los personajes miden sus palabras y silencios, se baten en esgrima verbal y esparcen sus motivos, amenazas, desprecio y afecto en una trama distinguida y arriesgada es un placer. Uno siente que devuelve al lenguaje a uno de sus más altos propósitos: ocultarnos de los demás.

Dundalk no siente mucha simpatía por la Monarquía del Reino Unido, pero ye lo digo que ni falta que le hace y luego esperamos juntos la nieve que ha de venir esta noche.

domingo, 25 de febrero de 2018

Las preferencias reveladas. 25 de febrero.

Como dijo el filósofo que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, nos hemos puesto estupendos con los conceptos. Hombre, cada uno tiene derecho a engañarse a sí mismo, para eso abrieron la MTV y los creativos idean los anuncios. Parece más peligroso que los grupos se cohesionen a través de la mentira para lustrarse y darse fuerzas.

Vivo en un mundo donde miles de individuos son libres, dignos, solidarios, altruistas y honestos, en contraposición a su némesis misteriosa, "la gente". Como no hay un portavoz de "la gente", asumo que es una malvada organización secreta que trata de impedir la probidad de los esforzados héroes que se publicitan. Que va, no soy gilipollas. Soy perfectamente consciente de que "la gente" es el recurso retórico recurrente de quien necesita disminuir a quien está a su alrededor para elevarse ellos. En fin, lo entiendo: la realidad puede ser muy frustrante y por eso la mentira gobierna el mundo.

En economía, la teoría de la preferencia revelada establece  que es el comportamiento del consumidor el que establece sus preferencias. Resulta muy tentador aplicarlo a la política y otras manifestaciones sociales, con la cautela debida a un método inestable. Pero lo cierto es que nos comportamos de manera distinta a lo que declaramos, quizá porque hemos sido enseñados a participar de un discurso bello y bueno que se toma como el que debe regir en cualquier momento y situación. Esa renuncia a pensar no conlleva nada concreto; al fin y al cabo es pura hipocresía. Y sin embargo, envenena la deliberación compartida, porque queremos creer que encarnamos grandes principios que nos exaltan. Y así están tantos, embobados con el reflejo de su belleza moral, mirando al agua que les devuelve la imagen de Narciso mientras la realidad impone su dictadura implacable sin que se den cuenta y pensando que ellos la impiden. En fin. Pobres de nosotros.

Dundalk me pregunta que de quien carajo escribo. Y yo le digo que creo que me parece obvio, aunque la gente sea idiota.



viernes, 23 de febrero de 2018

Caer. 23/02/2018.

Caen los mitos con fragor en el estruendo de su ligereza hueca y el aire se llena de partículas de polvo que brillan contra el sol rojo que se hunde en el mar. Caen las estatuas de bronce entre los latigazos de la tormenta y el resplandor continuado hace su caída inmóvil. Se abaten los templos, las columnas, los pilares y los cimientos tiemblan mientras ruedan los bloques inconcebibles que ayer guardaban el resplandor apagado del mundo en calma. Se erizan las estrellas en su manto lejano y los bosques ruedan por la colina mordidos por un fuego que resbala entre la noche y sisea astuto. En un alud de las nubes caen las aves del cielo, pájaros extendiendo sus alas como hechizos y el batir de sus alas es un recuerdo de ayer que inquieta con sus presagios funestos.

Cae todo entre el abismo sin gloria ni recuerdo del tiempo, convirtiéndose en un silencio espeso  a medida que la caída despoja de peso cada coloso y cada mota fugaz, hermanando su fin. Caen las pestañas y Dundalk y yo contemplamos el sol del atardecer, rojo como la ira de Marte mientras nos preguntamos si alguna vez hemos estado en pie.



domingo, 18 de febrero de 2018

Resumen de noticias.18 de enero.

He estado viendo las noticias mientras desayunaba. El correr del día no las ha borrado aún, quizá el sueño lo haga en breve.

El líder del UKIP ha sido obligado a dimitir porque su novia escribió comentarios racistas contra la mujer del príncipe Harry. Que cosas. Puedes incendiar el país con xenofobia irresponsable durante meses, mas cuando se trata de seguir el hilo y aplicar la lógica sin atención a otras consideraciones, es inaceptable. Se trata de saber cuando hacer una excepción.

Los premios del cine británico verán a sus protagonistas vestir de negro por causa de los abusos y el acoso repetido durante años. Que cosas. Los mismos que conocían y no denunciaron, los que vieron como quienes lo hicieron en su momento sufrieran las consecuencias de su valentía sin cálculo, hoy agitan las antorchas primero.

Debe ser cierto que la hipocresía es el homenaje que el vicio tributa a la virtud; no obstante, puede que seamos animales de manada que reaccionamos a estímulos más simples de lo que deseamos creer. Del uso de la libertad, que a veces se usa para expresar nociones deplorables, se ha decidido que la virtud debe usarse para asegurar que nunca habrá errores y seremos más auténticamente libres, libres para elegir lo que nos conviene aunque no lo sepamos. De ello se sigue un discurso social que no vale por sí, sino por la presión tangible que impone. Lo bueno es lo propio de quien es bueno, en vez de ser considerado así quien lleva a cabo actos de bondad. Es confundir la causa y la consecuencia para consolar multitudes en el calor de la probidad compartida.

Es tan hermoso, la supresión del mal con un par de detalles cambiados, la ignorancia sobre las actitudes propias y la imposición de las ajenas en un conocimiento profundo que muchos aún no han recibido, la imposición de verdades oficiales, la supresión de la critica y la naturaleza poliédrica de ciertas verdades, el trafico de la buena conciencia.

Dundalk y yo acabamos leyendo, la iglesia de Inglaterra ha llegado a un acuerdo con el gobierno y compañías para usar sus torres y campanarios para que se pueda proveer conexión a Internet en zonas rurales. Las imágenes muestran la campiña desde una toma aérea, monótona y desvaída. Envidiamos esa dimensión plana de la vida y la sociedad, porque en su calma monocorde anida la posibilidad de la felicidad. Cuando los muertos despierten y enseñen la paz, la piedad y el perdón.









viernes, 16 de febrero de 2018

El hijo pródigo. 16 de febrero.




Cuando era pequeño, iba a misa con mis padres. Recuerdo grandes historias allí, pero también formulas que me causaban estupor (“cielo y tierra pasaran, mas tu palabra no pasará” y pensaba que se trataba de pasar al cielo, o cuando Jesús dice que ha venido a traer la espada. En fin, imaginaciones sobre textos de orígenes remotos.

Había una historia, sin embargo, que desde entonces hasta hoy me causa extrañeza, cansancio, enfado. Es la del hijo que se escape para gastar los bienes de su padre y volvió a casa para ser recibido con amor y alegría paterna. Su hermano, que reprochaba esta obvia disparidad en el trato con él mismo, era reconvenido con dureza. Pero miento. Aunque siga suscitando las otras emociones en mí, el asombro no es una de ellas. Crecí y he visto y sigo viendo como hay una mayoría de personas a las que se les niega el pan y la sal y se les asegura que en un futuro, en esta tierra o en la otra, serán recompensados. Supongo que en el fondo se trata de la perversa doctrina de la felicidad conseguida por la vía del sufrimiento; benditos aquellos que sufren la injusticia porque se verán privados de la necesidad de cometerla. En fin, sobre el papel suena bien. En la práctica, apareja dudas, frustraciones, rabia y el desamparo desnudo de saber que pocos habrá a quienes les importe. Y el padre del hijo pródigo se ensaña con ellos. Es una lucha interior, descarnada y que al final no importa, como nada, entre convertirte en alguien igual, o aceptar pagar el peaje. De Nuevo, sobre un papel, la respuesta heroica suena atrayente. Pero no es la recogida y la fiesta de la cosecha lo que forman la vida, sino sembrar en los cuarteados campos áridos y esperar que la labor escasa de la hora no se pierda ni se agoste, mientras el tiempo pasa.



En fin. Dundalk derrama atardeceres luminosos como regalos, y duele perder tanta hermosura por sentir que las fuerzas no llegan. Hoy estoy lúcido como si fuera a morirme, seco como quien supo y olvidó; y es una sensación amarga y atrayente, porque da a las cosas que caen una profundidad de campo que otras veces no sé alcanzar.

Y sin embargo, no la quiero.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Miércoles de ceniza. Fragmento libre. 2018

Este es un fragmento del estupendo poema de Elliott, que modifico un poco para adaptarlo a mi hoy.


Porque no espero conocer jamás
La gloria fragil de la hora cierta,
Porque pienso que no
Y sé que no he de conocer
El único real de los poderes momentáneos
Sin beber allí, donde los árboles florecen, y los manantiales fluyen,
pues –de nuevo– nada hay

Y renuncio a la voz
Y ruego a Dios que se apiade de nosotros
Y le ruego que yo pueda olvidarme
De aquellas cosas que conmigo discuto demasiado
Explico demasiado
Porque no espero retornar jamás
Dejo que estas palabras respondan
Por lo que se ha hecho, para no volver a hacerse
Que el juicio no nos sea demasiado severo.


Porque estas alas ya no son alas para volar
Sino sólo abanicos que baten en el aire
Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.


Señora del silencio
Calmada y afligida
Desgarrada e intacta
Agotada y nutricia
Rosa de la memoria
Rosa de los olvidos
Preocupada y tranquila
La Rosa singular
Es ahora el Jardín
Donde el amor termina
Da fin a los tormentos
De amor y de su ruina
Las gracias sean dadas a la Madre
Por el Jardín
Donde el amor termina.

Porque no espero retornar jamás
Porque no espero
Porque no espero retornar
A debatirme entre la ganancia y la pérdida
En este breve tránsito donde se cruzan sueños
El crepúsculo por el que cruzan sueños entre el momento de nacer y el de morir
(Padre, bendíceme) aunque no quiero desear estas cosas,
Desde el gran ventanal hasta la costa de granito

Porque no espero retornar jamás
Dejo que estas palabras respondan
Por lo que se ha hecho, para no volver a hacerse
Que el juicio no nos sea demasiado severo.




Polvo somos y al polvo volveremos.

martes, 13 de febrero de 2018

La industria de las buenas esperanzas. Martes y trece, 2018.

Pues que daño ha hecho Oxfam a la ayuda humanitaria. Uno no acaba de comprender por qué no se es más diligente en el control de cuentas de quienes suponemos buenos. ¿Acaso hemos olvidado que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones? Creo que hay una pulsión poderosa que nos quiere ver buenos, puros, seres de luz y esperanza. Es loable, claro, pero sin un poco de realismo es una buena receta para el desastre, adquirir certezas no para ser más sabio y dudar, sino para construir un espejo que nos devuelva la belleza moral que adorna al fanático.

Es por ello que esa industria de la bondad es loable y necesaria, pero debe ser tratada con cuidado, porque también es una industria que se mueve al compás de la culpa. Por qué los ciudadanos de un país próspero deben sentir culpa por la suerte de otros me resulta un misterio. No hablamos de la humanitas clásica, la compasión que nace de una naturaleza humana común. Es el mito conveniente de que a otros les va mal porque a nosotros nos va bien. Supongo que es tentador, disuelve contradicciones. Pero ay, es empíricamente falso (la igualdad global crece cada año) y políticamente arriesgado, ignora la complejidad de lo real y provee espejismos de soluciones simples que si no llegan es por la maldad de otros, no por sus fallos constitutivos, inherentes.

Yo no sé si hay mejores alternativas para mejorar el mundo más rápidamente. Lo que sí creo, firmemente, es que madurar es convivir con lo que no nos gusta sin tratar de suprimirlo, menos cuando no es posible o deseable. Hay cosas inaceptables, sí. Hay mucho que mejorar, también. Más el estímulo dirigido a vivir en un mundo de virtud inmaculada conlleva un puritanismo de la peor especie. Hemos visto tantas películas que nos han hecho olvidar que la búsqueda del bien absoluto engendra monstruos que nacen de la ignorancia de nuestra naturaleza. Atrévete a conocer, pero no seas burro.

Dundalk ha salido y no sé a que hora llegará hoy, supongo que se ha metido en un pub para arreglar el mundo.

domingo, 11 de febrero de 2018

Todas las maravillas que nos rodean. 11/02.

Amo la ciencia. No hay filosofía ni arte más inspirador y si me hubiese sido dada más inteligencia, la apreciaría mejor. Hay tantas series, videos de youtube, revistas, en fin, tantísimos contenidos que es maravilloso poder contar con una herramienta que da profundidad a la existencia humana de ese modo. Son maravillas que abren la puerta a la comprensión de nuestro devenir y nos elevan por lo mejor que como especie somos capaces de dar. Lo hacen sin pretensión ni arrogancia, con un sistema de ensayo, error y perseverancia, en una cadena que brota en cualquier lugar y se remonta a siglos atrás. Es una conquista del espíritu humano. Me apasiona la posibilidad extravagante del multiverso. Quizá en un número infinito, tú has sido mi amante, mi madre, mi asesino, mi seguidor o mi compañero en la batalla. También el impulso de los genes para que pervivan en otros, y su instinto lanzado al futuro a través de los cuerpos que se marchitan.

Personalmente, me fascina la investigación del cerebro, moldeado por la evolución para nuestro éxito y no para decirnos la verdad-en-si de las cosas. Quizá esa forma de interpretar lo que nos pasa como un relato sea clave en nuestro éxito como especie (un relato compartido que nos cohesiona para pelear juntos por la vida) y fuente de dramas como individuos atribulados. Quizá el devenir no exista como creemos y los recuerdos y las ilusiones nos sirven para entender mejor el presente, única forma del tiempo. Quizá la muerte no exista, o quizá ya esté en nosotros. Puede que seamos una chispa de conciencia ajena que nos aturde desde otro mundo y nos aleja de lo que nos nutre para buscar lo que nos salva. Pero esto no es ciencia, es mística. Y no me parece mal mientras se admita. Todo lo que eleva dispersa.

Lo que sí me causa tristeza es que el ciudadano actual parezca olvidar los orígenes de su bienestar y comodidad y busque en el pensamiento mágico la respuesta a sus frustraciones. Por qué en lugar del sapere aude, parece temeroso en la orilla de un mar del que no sabemos nada pero nos envía de cuando en cuando, maravillas sin nombre, y airado contra el frío que su soledad libre la impone. Por qué el miedo, a la libertad, a la alegría del descubrimiento, arruina sus posibilidades y amarga su vida. Bien parece que, en la época más próspera y avanzada que nunca se haya visto, muchos ansíen el calor de la ignorancia donde nadie se impone sobre opiniones, gustos y creencias.

Dundalk lo sabe pero deja que nos equivoquemos.




miércoles, 7 de febrero de 2018

Aprender a perder. Siete de Febrero.

También la noche espera. Y avanza en la laguna calma su barca dócil. Solo los remos pausados suenan. Hay una luz dorada tenue en ambas riberas, pero el precio de llegar a ellas es comer las frutas del árbol de olvido. Mientras llega, nos aferramos a la oscuridad en derredor, al sonido del agua. Nada nos turba fuera de esa ceguera voluntaria. Apretamos los dientes. Sin embargo, a veces sentimos el peso aligerarse y un borboteo en el agua fresca. Una silueta nos dice adiós sin mirar atrás. Luego, se iluminará en la ribera y la recordaremos mientras se desvanece a contraluz y parte a saborear su olvido. El barquero calla. Sentimos la ausencia. El silencio es cada vez más negro. Qué se le va a hacer! Nos adormecemos un tiempo después, mecidos por el ritmo sinuoso de las paladas. Aprendemos a perder como aprendimos a encontrar. Con sorpresa y agitación. Los bancos del cauce brillan con más intensidad y queremos saber dónde están ellos y encontrarlos de nuevo, y asir a nuestros compañeros de viaje para que nos asistan siempre. Pero el viaje aligera los puestos y carga los hombros. Y un día, imaginamos, saltaremos hacia donde hemos visto esa luz singular que nos llama, para reunirnos con ellos y contarles todo lo que estábamos esperando, o para beber el jugo de la fruta que nos promete caminar de nuevo hacia la luz del día, uno que nunca acabe. Y aprendiendo a perder, así aprendemos a alabar.

Dundalk ha visto a muchos partir, y ofrece inútilmente sus brazos fríos a los que ve demasiado lejos.






domingo, 4 de febrero de 2018

Loving Vincent o la verdad irrelevante del artista. 04/02.



He visto "Loving Vincent" hace un rato. Qué voy a decir, os recomiendo que veáis como los cuadros de un museo cobran vida y nos llaman. Es una experiencia fascinante. La historia no añade mucho, una historia detectivesca acerca de las circunstancias de su muerte a través de diferentes personajes y puntos de vista.No muy trillado, no rompedor.

En fin, no puedo añadir demasiado a la muy agradable experiencia de su visionado. Solo hay una parte que quisiera rumiar durante algunas horas más, y concluir sin llegar a puerto. En un momento, dos personajes hablan de la "verdad del artista". Que pudo aprovechar al pobre Van Gogh, a otros artistas que sacrificaron otras verdades que hacen la vida más llevadera (en mi ciudad, recuerdo a un poeta bohemio, Adares, vendía sus libros de poemas al lado de la Plaza Mayor), toda esa verdad difusa, invisible, al lado del desprecio, la soledad o incluso el acoso. De que sirve ese amor que no se sabe expresar a los demás salvo codificado, en un arte personal en el que otros nunca llegarán a ese encuentro. De qué la fama inmortal, los museos, las estatuas y los recuerdos almibarados frente a los ojos que cierran las puertas y el callejón sin salida del desamparo. De qué sirve la inmortalidad al lado del afecto presente. Por qué sacrificamos la satisfacción presenta, nunca completa pero tangible, al lado de la verdad irrelevante de un futuro que será al final solo olvido.

Dundalk no sabría tampoco responder a esta pregunta, mientras las luces despiertan la noche como una noche estrellada en medio de ninguna parte.

viernes, 2 de febrero de 2018

Los que van por delante. Dos de febrero, dos mil dieciocho.






Hay buenas razones para no formar parte de grupos compactos; básicamente, su cohesión se basa en la simplificación y solo puede agradar a los simples. A cambio, la Historia muestra como la organización de unos pocos se acaba imponiendo a la desorganización de la mayoría.

Hay un prestigio social en ciertos términos que los convierte en peligrosas formas de control social. Se identifican de una forma delicuescente con ciertos conceptos de lo bueno y justo, y muchas veces lo son en sus intenciones, mas pagan el peaje de su desprecio absoluto a la complejidad. En cualquier caso, la lucha de ideas que proponen puede ser beneficiosa, en ciertos casos. Lo que temo y me repele son las vanguardias.

No son especiales a primera vista, ni destacan por agudeza, sensatez o razón. A cambio, son vigorosas e inflamadas de virtud; su solo nombre parece positivo, los que llegaran antes al mañana. Sin embargo, en realidad son los más convencidos de una causa hablando en nombre de todos, esto es, tomando como rehenes a la mayoría. Reducen una miríada de apetitos, convicciones, esperanzas y dudas en una ignorancia que ellos deben corregir con brío. Pretenden una servidumbre voluntaria a cambio de la felicidad del páramo. Resuelven el conflicto, padre de todas las cosas, en altares de virtud donde se sacrifica la disputa para que la edad de oro llegue. Son pastores de la mayoría desubicada. Serían mártires, llegado el caso. Lo que ocurre es que la iconografía tradicional muestra mansos a los mártires, ignorando sus ojos, sin duda llameantes de pasión, y la evidencia; el mártir es aquel que sería un verdugo si tuviese una mínima oportunidad.

Los -ismos no son malos en sí. Quien pretende hablar en nombre de los demás en virtud de un compromiso mayor con ellos, lo es siempre. Dundalk y yo sabemos que los hombres han olvidado esta historia. Pero tú, amigo lector, no debes olvidarla. Amanece un frío seco y los coches pasan, ciegos, hacia el futuro en el que nadie puede saber nada.