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jueves, 26 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe, VI, Esclavos del Imperativo

Se considera que las catástrofes que acaecieron conformaron al hombre del siglo pasado; supusieron una mentalidad estrecha y temerosa que entregó los dones de su individualidad, hoy tan preciados, en manos de líderes fuertes, porque temían su libertad.

Como escribió la filósofa Berta Froma en su tomo Esclavos del Imperativo "los tiempos de quebranto conducen al autoritarismo por la vía del imperativo. El poder idea un concepto simple que excluya a una minoría y conforte a la masa de manera equívoca y mendaz para conjurar sus propios errores. Ese masaje conceptual deriva en ideas que no buscan la ventaja en la confrontación con otras, sino la exclusión de las demás. De esta forma, la promesa de seguridad combina astutamente con el excepcionalismo grupal, que convierte la obediencia en algo más que la prudencia del ciudadano; es el rito del virtuoso. Como la virtud se puede reclamar y proclamar, la insistencia en la pertenencia a esa tribu se radicaliza hasta que el poder queda confirmado con entusiasmo en los propios términos propuestos de una forma completamente voluntaria por quienes debieran ser suspicaces con las imposiciones del poder".

"Siempre hubo aquellos para quienes cumplir su deber y las leyes no es suficiente", añadió Claire Spectra en su influyente ensayo de 2081 Ley y propaganda; "todo lo que hacen es publicado y estimulado en la búsqueda de una victoria moral completa en un campo en el que la ambigüedad es insoslayable. La ceguera voluntaria ante otras realidades es consustancial al ser humano, pero en momentos de miedo, se convierte en un mecanismo de supervivencia muy desarrollado. Trata de reafirmar su predominancia en la lucha por la vida mientras cohesiona el grupo contra la disidencia real o imaginada. De tal manera, es fácil ver comportamientos sociales aceptados de quienes acusan a otros, arriman y colocan sus ideales y puntos de vista sobre los de cualquiera".

Esta es la realidad del ser humano del siglo pasado tal y como ha llegado a nosotros. Es indiscutible que la realidad debe ser más compleja; desafortunadamente su legado más duradero es la imagen de una masa miedosa y manipulable pero deseosa de ser considerada buena, la buena gente siempre sensible y dispuesta a echar una mano en los linchamientos y las ejecuciones públicas.


jueves, 19 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe, V. El estado del mundo

Fragmento de la autobiografía de Jenny Fernández Raapalo, activista y líder por los derechos políticos, encarcelada por la Asamblea militar. Ofrecemos esta muestra por su interés como reflejo de una mentalidad lejana para nuestro tiempo y perturbadora para la nueva humanidad.

He vivido el mejor de los tiempos conocidos, pero muy lejos de los mejores posibles, me recuerdo cada día amargamente. He vivido tiempos de confusión y no creo haber sido capaz de desentrañar de entre todos los impulsos de información y acción que recibía, lo que podría servirme, habernos servido. Navegaba en olas crispadas de ira tratando de aquietar mi rincón secreto, aunque a veces no sabía si lograría mantenerlo a salvo.

Como la mayoría de los seres humanos de todas las épocas, también asumí los mitos de mi tiempo por pura pereza. Recibí las ideas naturales de su era. El alma y Dios eran inventos para controlarnos. Todo marchaba cada vez peor por culpa de otros y era la labor heroica de mi generación salvarlo todo por la acción destructiva para crear un mundo nuevo por completo. Me dijeron que la rebelión era una fruta dulce contra un orden abyecto; que el individuo estaba en peligro por la acción de la masa y el capital, amenazado de convertirse en un autómata en manos de quienes ostentaban un poder en la sombra. Finalmente, lo más asombroso, la violencia fecundaba sueños hermosos y el heroísmo recuperaba lo que comprometía en virtud de su sacrificio, resaltado por el aplauso flácido del sentimentalismo imperante, saliendo así gratis. Y por ironías del destino, he tenido que rebelarme contra quienes aseguraban todo aquello y he sido acusada de turbar el Reino de los Cielos de la Idea sagrada y ensangrentada, fuera de la cual no hay rebelión ni salvación posible.

No creía que el reto fuera la rebelión del individuo, sino la de la humildad, sin que todos pretendiéramos ser distintos a todos los demás y arriesgásemos el orden social con frivolidad y vacío espiritual. recuerdo a mi compañera Margaret; le divertían y asustaban los eslóganes que hacían de la rebelión una pradera hermosa, pues había aprendido a saber que las acciones revelaban más que las frases y dudaba que un poder omnímodo financiase a su resistencia; así pues, sospechaba, que el poder verdadero era el que luchaba por la hegemonía y se aliaba con los pobres de alma que deseaban ver el mundo arder para castigarlo por sus frustraciones personales. La revolución renace siempre como un fénix porque promete una libertad por la que nunca habrá que pagar un precio. La potestad de los dioses, no la contingencia humana. De tal modo, veía los ideales y las ficciones de sus años y le resultaba que el miedo siempre primaba en ellas sobre la esperanza. Y de esa forma, supo que la vida era torbellino y cambio y que quien le ofreciera algo seguro, trataba de utilizarlo. Y se desembarazó de cuentos infantiles y de cuantos pretendían fijarlos en la puerta de su vida. Y me llevó con ella, y por ello la gané y ahora la he perdido.

Mi vida no es modélica ni representa nada. Pero intento denunciar la sensiblería que impone malvados y seres de luz con la auténtica sensibilidad, la simpleza que confunde rutina y memoria con falta de pensamiento con pensamiento y humildad y la culpa que envenena la vida por medio de traficantes maliciosos con alegría de vivir y de compartir.

Quisimos unir la bravura con la perspicacia y a eso le llamamos fuerza. Quisimos aunar fracaso y sonrisa, y deseábamos que esa fuera nuestra autenticidad. Tratamos de mejorar el mundo alegrando a quienes nos rodeaban. Esa humanidad que vivía, quizá aún vive su vida mediocre entre barras de bar y oficinas, o campo y cielo. Seguiremos caminando, pues morirse debe ser dejar de hacerlo, por caminos normales y para pelear contra el temor, hemos decidido aceptar este reino de cautiverio y no darle ni un palmo más a la tristeza. No nos hacemos ilusiones; el enemigo es formidable y no tiene piedad. Pero vamos a pelear y la alegría nos envolverá en su mundo para no perderlo.



Jenny Fernández Raapalo
2046-2082

miércoles, 18 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe IV. Disertación sobre el color blanco y las diferencias entre distintos papeles.

El color blanco simboliza la pureza, desde las banderas hasta las bragas.En ese contexto de paz universal, se ha impuesto como color positivo frente a las interpretaciones que lo consideraban un símbolo de un poder ultraterreno y maldad, como en el caso de Moby Dick o el Real Madrid. Como se sabe, las partes que no se mostraban a la vista necesitaban ser tocadas por telas y tejidos suaves y puros, no como ahora, cuando vamos desnudos por la calle y no nos interesa más que una buena receta de cocina para demostrar un estómago potente que llevara la comida por un torbellino de jugos y tratamientos hasta que pueda ser la gloriosa excusa para tener la gloria de usar papel higiénico de nuevo.

La disputa entre el papel higiénico y los pañuelos para sonarse generó en la guerra de los sustitutivos. Ambos productos trataban de demostrar que podían ser mejores sustitutivos del otro. Finalmente, la gente empezó a darse cuenta de que el marketing se refería a la sustitución del otro sin tener que haber usado primero el producto para su cometido principal; esa confusión causó bajas en mucha gente noble. Finalmente, el papel higiénico demostró la superioridad del culo sobre la nariz recurriendo a filósofos de la estética, doctores e incluso teólogos. No hay que ignorar que se usaron muchas tretas de dudosa ética, como "El moco, mejor fuera que en el pañuelo que vende cualquier loco" o "culo contento, kleenex en su puesto". De todas formas, dado que la mayoría de la humanidad era esclava (por propia voluntad), la decisión fue tomada en unos pocos consejos de generales. Nunca se ha demostrado que en dicho resultado intervinieran sobornos, aunque es una sospecha popular que nunca se ha disipado desde que el comandante Asuzaki declarase "como siempre digo, las masas deben hacer un sacrificio por el individuo si ese individuo soy yo".

Perez Papel empezaba a hacerse un nombre entre los grandes tiburones del dinero. No pasaría inadvertida ya más.

(continuará...)


Fotograma de la película neoarcaica de 2087 "Papel contra papel", que relata la Guerra de los sustitutivos en un entorno romántico 





martes, 17 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe III. Partiendo de 0, azares y audacias.

Extracto del tomo titulado un tanto vehementemente "No me mire así por llevar papel higiénico alrededor de todo mi cuerpo, que Onán y yo somos así, señora" escrito por Pablo Pérez, tercer hijo de Teobaldo Pérez y desheredado después de unos escándalos empresariales que presuntamente le llevaron a declarar que "preferiría que mi nariz siguiera usando un kleenex" en pleno proceso de adquisición de la empresa de pañuelos, que desaparecería un año más tarde:

La primera intención de mi padre nunca fue crear un Imperio. El solo quería ofrecer al culo una superficie donde reposar y a la que limpiar. Pero sin el pánico de las multitudes no hubiera sido nada más que eso. Digo a mis nietos, y no me creen, que cuando era joven, las tetas y los abdominales podían ser tan deseadas como el culo, y se ríen de mí. Hoy un buen culo es lo que más se busca y se dice que la belleza está en el interior.

Desde luego, mi padre supo intuir que llegaría una época en la que la gente sería medida por el esplendor de su trasero, y supo encontrar un punto medio entre los gigantes Pompis S.A., demasiado etérea y centrada en las virtudes solemnes de nuestras posaderas y Tambor Corporación Limitada, con una aspereza en su estrategia empresarial solo comparable a la de su producto. Cuando decidimos comprarla, supimos usar su creación como papel de estraza para los que no tenían dinero o espacio suficiente para acumular papel de calidad en sus casas o almacenes.

El punto álgido de la concepción de una empresa familiar a una compañía capaz de competir con las más grandes surgió a partir de las revueltas después de la proclamación de la Asamblea militar mundial. El papel higiénico sirvió, no sin ironía, como altavoz contra la tiranía, para escribir y enviar mensajes subversivos y sobre todo para alegar capacidad para ser soldado pero una gastroenteritis provocada por cobardía. El big data del papel no era suficientemente apto para verificar esos datos en las superficies alegadas. Hábilmente, supimos sortear nuestros fallos y proclamar nuestra resistencia clandestina, mientras vendíamos papel a los generales para sobornarlos. Yo sé que esto nunca será reconocido por mi familia. Pero es lo que pasó. Después de eso, convertí a uno de los trabajadores en un pájaro chogui. Y el proyecto Zaratustra consolidó nuestra estrategia, de la que fui relegado cuando afirme que kleenex para napia es mejor que calamar en lata.


Extracto crítico de "La fuga del azar", sobre el proyecto Zaratustra:

La idea de que la vida humana estaba determinada por diversos factores y era delimitable atendiendo a factores limitados era un concepto comúnmente aceptado en la época. La investigación estadística, psicológica, genética, social o histórica conformó una antropología revolucionaria: el ser humano es un complejo sistema, pero está sujeto a las leyes de la causalidad. El estudio matemático de los factores natales y la interacción social harían posible la predicción de la conducta de un individuo cualquiera con un margen de error mínimo.

Contrariamente a lo que muchos habían pensado, esta revolución cultural no causó grandes turbaciones; la mayoría había aceptado como igualmente válidos todos los ritos, igualmente aceptables todos los puntos de vista e igualmente legítimas las diversas consolaciones de la muerte. De modo que conocer el futuro no parecía una mala idea, para prevenir injusticias y violencia y proteger inocentes. A la objeción de que la actuación sobre el objeto estudiado modificaría sus resultados se arguyó que la propia infalibilidad del sistema corregiría esos errores calculando la perspectiva más satisfactoria. Fueron días de asombro. El amor fati se convirtió en una prescripción

Sin embargo, el proyecto adolecía de una frialdad que sus críticos anticiparon; el futuro podría ser un lugar más confortable a condición de no saber nuestro papel en él. La pérdida de albedrío y el miedo al fin se conjurarían para hacer fracasar el proyecto. Millones de solicitudes fueron cursadas pero ni una sola de ellas versaban sobre el solicitante o una persona amada (si el amor tenía sentido después del anuncio del fin del futuro). Sin embargo, finalmente la curiosidad se impuso, como los propios investigadores habían previsto; conocer el fin se consideró beneficioso para el disfrute de la existencia. Y tras la negación, la aceptación se impuso. De todas formas, hemos de morir, se decían.

Fue solo entonces cuando se presentó sobriamente el artefacto delicado y atrozmente preciso que había calculado todas las posibilidades de tu vida y la mía; quien nos abandonó, a quienes hicimos daño, que noche pudo cambiarnos para siempre y por qué la razón de esta desdicha sin nombre. Sus promotores afirmaban que ese aprendizaje no sería fútil: nos serviría para mejorar en la próxima oportunidad, si nos fuera concedida, en virtud del principio de la hipótesis más favorable. La población humana no sabía ser tan optimista y temía que el futuro pasado y las opciones anulara el presente. Y sin embargo, miró la máquina, tomó sus datos, vivió como mejor supo y pudo. Procesando trillones de datos, la máquina Zaratustra emitía débiles murmullos, quizá semejantes a un suspiro inocente de satisfacción. El hombre al fin había sido superado.




lunes, 16 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe (Anexo primero, sociología de la catástrofe en el siglo XXI)

Por su interés en la historia del ascenso de Pérez Papel a la hegemonía mundial, adjuntamos el siguiente anexo, para tratar de responder a la pregunta mil veces formulada y nunca plenamente respondida acerca de la mentalidad de nuestros antepasados.

La irresistible ascensión del papel higiénico y la lucha por las corporaciones por controlar su flujo parecen realidades evidentes y obvias para cualquier ciudadano hoy, que se informa, se conecta a los demás y se entretiene con él antes de limpiarse con él y tirar de la cadena. Sin embargo, el estudio de las mentalidades del pasado siglo ofrece dudas acerca de su consideración. Baste decir que su acumulación supuso la creación de bromas comunitarias (los famosos memes, que hicieron exclamar  solemnemente al erudito sudafricano Paul Bonham "parece mentira que nuestros abuelos fueran este hatajo de inútiles" durante la aceptación de su premio Xbox por su investigación en Ciencia Histórica.

Exagerada o no, esta aseveración se ha convertido en un tópico que refleja una visión comúnmente aceptada sobre las generaciones del siglo XXI. Ignoraron el cambio climático, derrumbaron sus regímenes políticos para requerir menos derechos políticos y más bienestar económico y menospreciaron la carrera de la actriz hoy reverenciada Pamela Anderson.

Los estudios sociales, generalmente despectivos, distinguen tipos de comportamiento social durante las crisis de principios de siglo.

Aquellos que fueron llamados "las respuestas a preguntas que nadie han hecho"; proliferaron en las redes sociales y grupos de mensajería telefónica. Solían ser personas con problemas cognitivos para apreciar la realidad y lo compensaban con agresividad inocua frente a una pantalla y con recomendaciones que nadie había pedido. En su época eran llamados enteraos y se caracterizaban por dar clases de neurocirugía y astrofísica en la universidad de Misco Jones.Con ese bagaje, sorprendía a sus coetáneos la facilidad para establecer teorías complejísimas que involucraban a 17 servicios secretos, 43 gobiernos y 16 sociedades secretas desde la habitación de la casa de sus padres, de donde no solían salir. Es fácil pensar con ternura en ellos, pero durante la época negra, sembraron el planeta de bulos, opiniones sin sentido y fotos de mascotas. Estremecedor.

Al mismo tiempo, los poderes fácticos tomaban nota. La famosa grabación de Al Smith, "hemos visto el percal, estos chingaos anormales están chungos y los vamos a chingar" revela en su honestidad una verdad más profunda. El poder se dió cuenta de que es más fácil manipular que prohibir y censurar. Animando los sentimientos más nobles, el humano de la época creía que nada hecho con buena intención pudiera tener un resultado negativo. A ellos dedicó Peter Stranski su sinfonía "Melancolía de otoño. Estoy rodeado de idiotas encantados de conocerse". 

El estado de la cuestión acerca de una mentalidad tan cercana y a la vez tan extraña es éste, mayoritariamente. Incluso los más benevolentes sugieren que el cambio atmosférico afecto a su capacidad de raciocinio o que simplemente optaron por idiotizarse ante la falta de incentivos para aguzar su ingenio, con la supervivencia asegurada y el dolor de cabeza que da a veces preguntarse cosas incómodas.

Despreciaban el conocimiento adquirido y adoraban la novedad, y su gusto por el pensamiento fácil contra una realidad no fácil selló el destino del mundo que conocían. Parece que lo hicieron plenamente conscientes y felices por su gran altura moral. El cántico " Juntos como hermanos, miembros de una misma cepa biológica" fue la canción que eligieron cantar juntos en una conexión multimillonaria antes de ceder su derecho de participación a la asamblea militar mundial. Cinco minutos después, todo aquel no apto para prestar su servicio militar al planeta tierra contra el enemigo inventado del planeta Szchumm, se vió relegado legalmente a la categoría de esclavos. Harían falta décadas para subsanar ese error de idiotas. Incluso tratando de usar un lenguaje académico estos exabruptos le vienen a uno de manera inevitable, joder.

Afortunadamente, en una intuición incomprensible (dada sus permanentes muestras de falta de sentido) nos legaron la importancia sin fin del papel higiénico. Benditos sean.


Anuncio de "Cuatro jinetes", una famosa empresa de eutanasia familiar creada en 2037.

domingo, 15 de marzo de 2020

Ciudadano Pepe (I, los comienzos)

Lagos, Nigeria. Año 2131

La muerte de Xiang Pérez Hofstader-James ha reavivado el interés biográfico y corporativo por su figura y el emporio que ha dirigido estos últimos 17 años. Si bien la visión popular es que ha sido una dirigente sin el arrojo y la imaginación de sus predecesores, pero muy sensata, los expertos en reconstrucción empresarial ofrecen una imagen levemente distinta: "Supo adecuar Pérez Papel Inc a los flujos de le economía neoarcaica" estima John Randall, biógrafo oficial de la persona jurídica; "Si bin no innovó, supo mantener a la corporación unida contra los procesos antimonopolísticos del gobierno de las regiones mundiales", añade Ivo Kranjkar, reconocido crítico de la gestión de Pérez Papel desde su ascenso a su posición predominante en el mercado en los años 30 del pasado siglo.

Si bien los orígenes de la compañía se radican en la pequeña aldea de La Alberca (hoy sede de la innovación tecnológica mundial en su sede a 2400 metros bajo tierra), su triunfo es indistinguible, según la mayoría de estudiosos, oficialistas o no, de tres factores. Las repetidas crisis de los años 20, la caída de las grandes corporaciones antiguas y la democracia liberal, los efectos del cambio climático y su papel catalizador y beneficiario de un gobierno mundial del que se convirtió en proveedor único. "Sin todas estas circunstancias, el mundo que hoy conocemos sería distinto", afirma Louis Penthotaller, "pero no cabe duda de que hoy no podríamos entender el mundo sin Pérez Papel.

imagen de archivo

Los comienzos

Teobaldo Pérez nació en Cambados, España, en 1949. Pocas cosas se saben sobre su figura (él mismo se encargó de oscurecerlas). Sin embargo, sabemos que emigró a Francia y regresó a principios de 1980 para establecer una empresa de papel en el pueblo natal de su mujer (relegada de la historia oficial después de su millonario divorcio).  Durante décadas, fue una modesta mediana empresa que manufacturaba papel para cuadernos y papel de cocina. En 2012, amplió su registro para añadir el papel higiénico a su serie de productos. La convulsa historia del siglo XXI hizo el resto.

Se ignoran las razones por las que en casos de estados de excepción, catástrofes naturales o epidemias el papel higiénico es el bien más valioso. las teorías varían: la psicoanalítica y principal, recogiendo el esquema clásico Eros-Tánatos, sugiere que ante la presencia de la muerte el ser humano (especialmente del sexo masculino) experimenta una pulsión de masturbación; la socioeconómica afirma que ningún ser humano, por mucha riqueza que ostente, puede exhibir esa opulencia si no presenta más medios que otro con el que limpiar su recto. Existen ideas alternativas minoritarias, como que la erosión del papel de la religión en las sociedades post-humanistas derivan en la contemplación de un más allá donde la pureza interior se sella después de evacuar o la antropológica que sostiene que la evolución marcó al homo sapiens con un trasero delicado y la suavidad del papel representa su placer instantáneo por la superación de su defecto.

Sea como fuere, las catástrofes  naturales, guerras territoriales y epidemias que asolaron el mundo en la década de los 20 vieron como Pérez y sus sucesores consolidaron una posición dominante en el mercado del papel de baño. La década que la historiografía oficial declaró como la década del negro porvenir fue popularmente conocida como la década del papel de culo. Tras los quebrantos de esa época, la democracia liberal sería reemplazada por regímenes autoritarios y las viejas multinacionales tecnológicas cayeron víctimas de su inconsciencia ("Don't mess up with Pérez" ha sido el eslogan más exitoso de la historia humana) y de sus escándalos en la confección de papeles higiénicos que robaban datos sensibles de sus usuarios.

Pero esa será otra entrega (continuará...).

jueves, 12 de marzo de 2020

Elogio del aburrimiento. Doce de marzo.

Por qué algunos han llegado a creer que es más verdadera la página que describe la infidelidad de la protagonista que aquella otra que se ocupa del amor que siente y le corresponde su pareja, o que tiene más interés una juerga nocturna que tomar el té en un salón victoriano, contemplando un jardín sobre el que cae suave la lluvia, por qué se ha llegado a creer esto, yo no lo sé.

Andrés Trapiello

Dice la maldición tan citada “Ojalá vivas tiempos interesantes”. Es perversamente sabia, creo. Como nuestra época desprecia la sabiduría en aras de la diversión y el instante en una búsqueda de movimiento perpetuo hacia el olvido, lo interesante no parece una maldición sino un gozo contra el mayor mal; el tedio.

Yo sé bien que el aburrimiento puede ser nocivo y que generar maldad. Tengo la modesta impresión de que muchas crueldades nacen del horror hacia el vacío del tiempo que huye, que la quietud causa molicie y el riesgo puede afinar el músculo del alma.

Pero creo que, como hijo de mi tiempo, vivo como la mayoría deliciosamente amodorrado en una seguridad deseada y culpable que suscita deseos de mostrar rebeldías inocuas y deshonestas. Yo también quiero espíritu y un techo y mis aficiones estereotipadas y mis días entre el calor de lo seguro. Bebo la leche maternal de la tristeza a sorbos que me permitan sentirme distinto y vuelvo por el camino al redil de mis días.

Por eso quizá, a veces tomo partido por cierto tipo de aburrimiento, el de la dulce costumbre que nos forma y nos devuelve la imagen de un espejo frente a la cruel indiferencia de lo que no puede ser nuestro porque pertenece al devenir y se nos escapa. Cierto aburrimiento como sedimento moral de los que nos precedieron y fatigaron sus días como nosotros, construyendo casas, arando campos, echando sus redes a la mar. Un caudal de experiencia que atesorar con cuidado, pues es el patrimonio heredado de hombres sabios que legaron su pelea como cimiento de lo que hoy damos por merecido sin haber luchado por ello. En otras palabras, cierto tipo de testamento inmaterial y colectivo por el que hacemos a los muertos y a los que están por venir nuestros compañeros en la búsqueda de lo mejor.

Pero no siempre es excitante, claro. Uno diría que pocas veces lo es. Como dice Walter Benjamin en un fragmento que me encanta, corremos el peligro de volvernos pobres, de abandonar la riqueza que nos ha sido legada por la calderilla cacofónica de lo actual. Esa riqueza de experiencia muestra lo que otros vivieron antes, y como se enfrentaron a las incertidumbres que nosotros también afrontamos. Generosos, no escatiman en ofrecernos sus errores como teas que pueden alumbrar nuestra oscuridad. Creo que la mentalidad moderna tiene un problema con esto: Siente por el futuro una reverencia que no merece y por el pasado un desprecio que merece aún menos, embarcada en un presente que le disgusta por concreto y deseosa de esquivarlo para encontrar ese tiempo futuro en el que encontrará la verdadera llama. Leí hace un tiempo que el hombre del pasado era provinciano respecto al espacio, atado a su tierra, como el hombre de hoy es provinciano con respecto a su tiempo. Parece difícil negarlo.

Entre los resquicios de la rutina, florece lo espontaneo, lo diferente, la sorpresa que nos salva, esa que hace que los días, casi siempre tan iguales, siempre nos provean de algo distinto. Pero hay que aprender a mirar. Quizá eso es a lo que se le llama lucidez; quizá el acervo cultural no sirva para apenas nada más que saber no chillar indecorosamente cuando la vida sale al encuentro. Tenemos el afecto y el talento de los otros, las lecciones de los que vinieron y el conocimiento de maravillas que los antiguos nunca sospecharon. Tenemos para la compra diaria, salud y quienes nos cuidan y tenemos, aun de forma provisional siempre, la benevolencia hasta hoy del destino. Creo que, insertos en un clima emocional que solo alaba lo diferente y lo divertido, de vez en cuando podemos tratar de equilibrar la balanza dando gracias por la rutina que nos confirma y por la igualdad que nos eleva juntos sobre lo que nos pasa, seco y estéril si no sabemos cultivar nuestro jardín secreto. Entre sus flores escondidas,el pasado puede traer, en sus torpezas y grandezas, la verdad del ahora en el que nos agitamos.

En Roma (bendita sea Italia), en los museos capitalinos, entre variadas maravillas, leí varias lápidas de hombres y mujeres de la antigüedad que me causaron una honda impresión. Quisiera traducir una de ellas, con cierta libertad:

“Para las almas que partieron. Para la dulce Geminia Agathe Mater. Mi nombre era Mater, pero mi destino no fue ser madre. En realidad, no niego haber vivido solamente 5 años, 7 meses y 22 días. Durante el tiempo que viví, disfruté y fui siempre amada por todos. Creedme si os digo que tenía la cara de un niño y no de una niña; solo quienes me concibieron sabían que era Agathe, de dulce temperamento, de apariencia agradable y noble, pelirroja de pelo corto en la frente y largo detrás. Ahora, todos me ofrendáis bebidas y rezáis para que la tierra me sea leve. No desesperéis sobre mi destino, pues son atendidos por Faventius, que me crió más que mis padres y siempre me quiso. Tengo una madre y un padre que me precedieron tiempo atrás, mas nunca lamenté mi destino. Dejo una hermana, de mi madre Amoena, que también llora mi muerte. Por favor, consoladla todos, como a mi familia, recordando los tiempos felices que viví, rezando para que su dolor no aumente y su pesar no exceda los límites. Tú, que esto lees, si deseas saber mi nombre completo, sabe que es Geminia Agathe, robada prematuramente por la muerte y enviada al Tártaro. Esto es todo, nada más puede pasar ya. Esto es lo que nos espera a todos”

Releo esta conmovedora escritura en un Dundalk que trata de mantener la compostura en las oficinas, las clínicas y los supermercados. Me pregunto si la contemplación y la reflexión sobre las verdades universales de la pequeña Geminia Agathe no pueden ayudarnos en nuestras vidas, por acuciantes y perturbadoras que puedan ser. El tedio se derrama sobre un mundo en un baile del temor y la furia, mientras las verdades están esperando a que las cosechemos del tiempo fértil y aburrido al que damos la espalda mientras miramos luces de colores brillantes en esta noche de neón y vacío.




martes, 10 de marzo de 2020

El septimo sello. 10/03/2019



No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?


Ha muerto Max Von Sydow después de una larga y espero que profunda vida. Su carrera está llena de papeles fascinantes que él dotaba de una presencia apabullante, más grande que la ficción y posiblemente que la vida; en ese sentido, recuerda al gran Christopher Lee, intérpretes que se convertían en sus personajes y embrujaban a los espectadores. Que la tierra te sea leve, querido Max.

Debo a su atracción parte del embrujo infinito que sentí viendo El Séptimo Sello, una fábula del gran Ingmar Bergman. Un caballero que vuelve de las cruzadas descansa cerca de su vuelta a casa en una playa. En ese momento, la muerte aparece para llevarlo consigo. El caballero suplica un poco mas de tiempo, mas la muerte le dice "Todos pedís eso, pero yo no concedo prórrogas". Pero el caballero logra al final esa pizca más de tiempo al conocer que la muerte es una gran jugadora de ajedrez, como se muestra en tablas y en canciones. A partir de ese momento, la muerte aparecerá de cuando en cuando al angustiado jugador, y el trofeo es su vida.

Mientras eso pasa, la peste negra arrasa Europa y el hidalgo sigue su vuelta a casa junto con su escudero. Uno busca trazas de algo que perviva tras nuestra muerte; el otro niega toda esperanza supraterrenal y desea disfrutar las mieles de la vida mientras se ofrezcan. Lo demás sería cercano al destripe, que trataré de evitar. Basta decir que el conjunto me fascinó: la intensidad de los diálogos, la belleza de los paisajes en su blanco y negro tan vibrante, el ajedrez que despierta una fascinación oscura como símbolo de un infinito que nunca se repite y las ideas brillantes y perturbadoras que presenta acerca de la eternidad y la inmanencia, la pasión y la ruina, el grito del dolor humano y el silencio de Dios. Y me sentía parte de la compañía que fatigaba los caminos junto al atormentado Antonius Bloch, para siempre indistinguible de Von Sydow. Creo que intuí algo que solo hoy podría tratar de expresar con palabras, aun torpemente: la fe del caballero y el hedonismo del escudero, tan diferentes y causa de la tensión dramática mientras viajan por el territorio castigado por la peste, nacen de una misma fuente incognoscible de deseo voraz y temblor ante el tiempo.

Dundalk, tú, lector, yo, compartimos ese temblor. Pero no hay salida y quedan cosas buenas y bonitas en nuestro tránsito. Mientras caen las nubes oscuras y el río arrastra las aguas con pesadez y cansancio, la pasión candente que nos empuja a disfrutar de lo que se nos presenta refulge misteriosa bajo cada piedra y entre todos los resquicios, atrayéndonos a su seno de silencio y plenitud.




domingo, 8 de marzo de 2020

Fue bonito. 8 de marzo

Fue bonito mientras duró. No creo que nadie aspire a más después de acabar su travesía. Mi hoy contradice mi ayer y hace más ardua la mañana que se acerca. El frío va calando mientras la luz del atardecer ilumina mis ojos con su resplandor dorado que trae para mí noticia de una belleza para la que temo quedar ciego pronto. Y sin embargo, aún no lo estoy y me estremece su fulgor, casi tanto como la indiferencia de los que pasamos bajo su amoroso manto, exánimes y ciegos.

Hemos visto atardeceres hermosos y luces de nuevos días y hemos conocido el aliento de otros mientras probábamos un pan de amargura. Hemos llegado lejos y admirado lo que otros mejores dejaron en herencia. Hemos superado algunas injusticias y no se nos ha penalizado mucho por las cometidas. Hemos disfrutado de una salud sin ser conscientes de que el cuerpo es un milagro que nos ha permitido utilizar su altar para apetitos y deleites dignos de los mejores. Hemos penado, pero nadie dijo que fuera fácil. Hemos deseado ser otros y quizá otros envidiaron lo que tuvimos, quizá sin merecerlo. Hemos calentado un fuego, atravesado un río, desafiado un mar.

Y mientras el mundo sigue desgastando, nos alzaremos con fuerza. Creeremos en nuestro vigor y la esperanza no dejará de fluir mientras respiremos. Uno no sabe que pasará mañana, pero deseamos seguir adelante con razón, sin razón o contra ella. Todo para vibrar cada día la emoción en los ojos. Todo lo que haga falta para poder decir que fue bonito mientras duró.

Dundalk arrebata el cansancio en otra noche más de suavidad y quietud. La noche se cierne sobre los hogares y las antenas, que llevan en sus brazos los impulsos que quedarán de nosotros.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Notas de otro día más en la hoguera de las vanidades. Cuatro de marzo.

- Escucho a Jurgen Klopp preguntarse que relevancia puede tener la opinión de un entrenador de fútbol en temas políticos o médicos. Por alguna razón, la "importancia" parece ser un argumento a favor de aquellos que necesitan confirmar sus prejuicios. En general, todo aquel que tiene un micrófono trata de lanzar un mensaje, pero el micrófono es el propio mensaje. Por eso se sostiene; para llenar de ruido el vacío que vivimos.

- La calle está llena de chicos bulliciosos y agitados. Parece ser que en la primera juventud, aún el cerebro no está cableado del todo y los impulsos que sentimos son más intensos. Puede ser; no sé si alegrarme de haber pasado por ello y recordarlo con afecto o pena por no poder volver a ese tiempo donde todo estaba por estrenar. Elijo una combinación agridulce de arrepentimiento y recompensa y vuelvo a casa pensando en quienes somos realmente.

- Al inicio de un capítulo de "Rojo y Negro", Stendhal deja una interesante cita: ¡La importancia! ¿Es nada, por ventura? La importancia es el respeto de los necios, el pasmo de los niños, la envidia de los ricos y el desprecio del sabio. Es sutil y certero que el sabio sea uno frente a la multitud de quienes desean ser otras cosas.

-Hemos dado importantes pasos para consolidar la histeria. Es hora de ser ambiciosos y dar pasos decididos hacia la paranoia.

-Leo a Bill Bryson, El cuerpo. Guía para ocupantes. Es estupendo, ameno, divertidísimo, conciso y riguroso. Una delicia. Ahora sé que hay un síndrome que hace a quien lo padece decidir que esta muerto sin que nada que se haga pueda convencerlo de lo contrario. Me pregunto como trataría una sociedad plena de seres así a alguien que dijera lo contrario. Quizá es el mundo que vivimos.

- Dundalk se mece olvidada por un mundo crispado que no merece tanta angustia.