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martes, 16 de julio de 2019

Luna. 16 de julio 2019.



Que ruido harán los motores de una nave cuando nadie los oye,
Triste como el de los cuerpos que se aman
En el vacío y en el tiempo inmensos
O suaves, confiados, como la excitación del despertar
En un ámbito nuevo.

Que ser vería el parpadeo de las épocas
Y, preñado en él, el breve fulgor metálico
Y voraz, rumbo a hollar una verdad primera.

Eras tú, luna. La voz del sueño, el amor, la ruina
De la locura, el dominio del aire, la libertad.
Blanca daga del cielo, espejo de soledades, lago del alma en calma
Caricia del ayer, eco interior, pasión dormida,
Conjuro de las manos y las sienes que bajo tu influjo
Acercaba el amor.

Eras un pan de vida, fuente, lo imposible,
La dulce leche maternal de la tristeza
El alba y la tarde del sello de tu signo,
Altiva y decadente, resplandor del silencio.
La tempestad inmutable y el rielar en lo oculto,
La voz de la marea, la flecha alta del tiempo.

Eras la ausencia viva entre los bosques negros
Y unos labios lejanos, apenas preparados
Para encontrar su afecto en el trayecto errante
Cuando, como hoy, cansado ya de mí,
Bajo los ojos a la tierra oscura.

Y hasta allí fuimos. Fueron. Hombres sin miedo
Como reyes antiguos sin herencia ni cercos
Llegaron a ti y sintieron tu aliento.

Pero la puerta de la magia era una roca árida
Y el mar de la tranquilidad, un desierto.
Mas entre sus piedras y su nada, la voz del hombre supo
Encontrar otro fanal, otro color, su otra manzana
Que sirviera como curva de paz, lente del tiempo
Crisol transfigurado de agonías.

Allá cercana, cercada por la errante sombra
El color de su magia exuberante asoma
Y el universo se vuelve mediodía…



martes, 2 de julio de 2019

2 de julio. No me iré mañana.


No me iré mañana.


No daré al estrago de los días
Las entrañas de cuevas perturbadas
Ni obras malgastadas ni la fe dormida
Ni el dolor sin nombre de la memoria ajada.
Duelen menos las heridas que asoman 
Que el recuerdo cabalgando con sus alas de plata.


No fingiré que nunca estuvo abierto o presto
Mi aliento, o la marea cesó. Hice lo que pude.
No me rendiré al batallón de los fatuos
Ni a la insidia de los que huyen
Ni a quien sonría con puñales o se esconda en rumor.
Ni me acosarán los ecos tristes
Por más firmes que crezcan detrás de cada voz.

No voy a prodigarme en desvaríos. Vivo
Resistiendo sin ceder en cada hora
Desordenando el altar de la alegría
Ofrendando mi camino a la aurora.
Hoy doy al olvido los afanes perdidos
Devuelvo su música a las olas,
Desciendo de la noche como escarcha,
Escalo sin culpa las paredes de sombra
Nado leve en los estanques del alba,
Aún sigo persiguiendo la voz que no me nombra
Asciendo el risco audaz. Sangro nostalgia
Mientras peleo exhausto con leones de gloria.

Y aunque el cuerpo se agota
No me iré mañana, sin dudarlo.
No se va el caudal de la fuente que brota.
Aún es posible hallar consuelo y paz
En esta farsa rota.
Seguiré la ascensión de los días,
Y declinaré o caeré, leve como las ondas
Silbando en el tiempo un rasguño claro.

Me iré algún día con el sol en lo alto,
Pura efigie de viento:
Esparciré mi corazón al vuelo
Y nunca volveré para contarlo. 




Dundalk me repite que no se debe tentar al destino ni preocuparse por el mal que nos hagan, sino resistir y procurar no multiplicarlo. Las nubes crecen y las plantas menguan contra una cortina de lluvia que se acerca desde el norte. Y sin embargo, hoy es siempre todavía.