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sábado, 28 de abril de 2018

Estatuas de sal. 28 de abril, madrugada.

J siente angustia y tiembla, herido
Cada vez que su jefe lo requiere
E imagina que su voz dura lo ofrece
A la intemperie. “No contamos contigo”

M vibra con rencor, y el gozo
De su ira castigando imaginada
Alivia dulce el peso de la helada
Fatiga sin tiempo de sus ojos

L compra el pan de las horas con miedo
Ha visto a los heraldos de la revolución
Con sus ojos ya grises, guarda entre su anhelo
Una lluvia de paz, cualquier redención.

V arrastra sus pisadas. Deshojada y cautiva
Entre noches que la contemplan caminando sola
Aunque trata de escapar de su pasado, sigue herida
Por los monstruos sangrientos que en sus resquicios moran

E asiste a la danza de las espinas leves
De su rutina cayendo entre perdidas horas
Y en el campo yermo de las noches breves
Recuenta nostalgias de pasadas auroras.

Han perdido el miedo y la distancia
Ya no aturde más sus demonios antiguos
Cuando las cortinas esconden amargas
Las cadenas de las que están cautivos.

Aunque naufraguen en mares de silencio
Donde crece el fruto lento de la soledad
Aún vibran por la flor que nace del tiempo
Que silba en las breves músicas del azar.

Les han dicho que existe un horizonte
Y que allá sin duda, ni violencia, ni miedo
El hombre será amigo del hombre
Y las viejas angustias elevarán un templo.

Ese será el día de la armonía primera
Y lágrimas copiosas invaden sus mejillas
Mientras fingen, hastiados, que sus calaveras
Dejarán algo más que temor y astillas.

Luego despiertan confusos y contentos
Hasta que el nuevo amanecer es su pesadilla:

Por el momento, no hay justos ni en el cielo
Y la luz del futuro naufraga en el altar
De la cumbre lejana entre la luz de heno
Que ilumina sin brillo sus estatuas de sal.




miércoles, 25 de abril de 2018

Las cremas de Damocles.25 de abril, 2018.

Silban las balas en la tarde última. Cae un aguacero de burlas, desprecio y repudio sobre alguien, Porque la sociedad ha olvidado que crea al individuo y finge que un individuo rige destinos diversos. Se agitan los matorrales en la estepa endurecida y el viento agita avisos de tormenta. No me gustan las ideas de Cifuentes, pero la buena política se edifica sobre la virtud cívica de los gobernados, no sobre la probidad de los gobernantes. Hemos olvidado todo eso porque nos resulta más cómodo pensar que los políticos son peores que nosotros, y no es cierto. Son iguales que la mayoría, sin defensa moral ante el torrente de tentaciones que el Estado postra a sus pies. Además, no creo que los enemigos de Cifuentes, que debió dimitir cuando se descubrió que mantía públicamente acerca de su capacidad gestora, sean mejores que ella. Y los enemigos son los suyos, como refiere la famosa anécdota de Churchill con un joven parlamentario acerca de los adversarios y los enemigos. Forman un conglomerado popular que evoca al populacho, sin ideas más allá de la gestión del poder por el poder mismo, porque creen que es suyo por derecho propio. Y porque les dejamos tratarnos como a clientes de una empresa defectuosa en vez de como ciudadanos de un estado moderno y avanzado. Me temo que nuestra propia visión sobre el particular aboca a la profecía autocumplida.

La espada de Damocles mostraba una fábula moral sobre el poder, como todos los goces de la vida que promete están en suspenso ante el temor de perderlo en cualquier momento. Hoy se trata de dossieres cutres que enemigos guardan durante años para poner la zancadilla a quien trate de trepar más, porque en España cualquiera que asciende en política, lo hace ensuciandose irremediablemente; es un coto vedado a la honestidad y al desempeño. De nuevo, porque los honestos huyen de ese pantano. Y la vergüenza ajena se apodera de todos los que no cambian las cosas mientras quienes lo hacen carecen de ella.

Dundalk me mira mientras le cuento estas cosas, enrabietado. Él sabe que en otros lugares es lo mismo. Y de cualquier modo, mientras silban las balas y refulgen los puñales en la hora estelar de la corrupción, el mundo se divide en quien no quiere avanzar entre el barro y quien no puede salir de él. Y todo Dios avanza cuentas para ponerse a salvo.

domingo, 22 de abril de 2018

El vacío. 22 de abril

Una preocupación constante que tengo, quizá otro drama que creo de la nada, es el de la labor de zapa que hace el tiempo en nosotros. No me refiero a la decadencia, obvia. No solo es física, te sorprendes pensando lo que hasta hace no poco despreciabas y dudas entre el autodesprecio al que eres ahora o a quien eras antes; en cualquier caso, no agradable, pero no me refiero a eso. Es la desaparición, el vacío, el sentimiento del hueco interior. Es un vacío que llega hasta el pasado, donde iniciaste una construcción de algo que deseabas permanente, hasta el futuro, que derriba toda ondulación y eleva cada sima para presentarte un horizonte inane, frío, irrelevante. Es la ira pronta donde debería estar, y habitaba, la compasión. Es un proceso de cambio sutil y perverso de demolición de lo que antes uno creía que resistiría la tormenta. Es la angustia de saber quien eres en realidad cuando sientes que la vida ya va en serio. Es una sensación fría y cortante de ausencia y lejanía donde una vez creció algo.

Edward Hopper representa ese sentimiento bien en sus cuadros. Hay una espesura en las distancias que apaga toda voz y corta todo intento de romper las cadenas. Y sus personajes dejan caer sus brazos, atrapados en el tormento interior del aprisionamiento entre su propia mar helada. Miran si ver, y los ventanales son esperanzas fútiles hacia otro mundo que parece vivir dentro de este, pero nos burla.

Me preocupa vaciarme con el tiempo y no recoger fruto. Me preocupa que el futuro se apague lentamente como una lamina antigua en la que nadie repara. Y me preocupa, comento con Dundalk, que ese vacío inunde sus rincones y se alivie en paraísos artificiales que alivian la tristeza a cambio de derogar la fuerza del cambio, solitaria, resuelta, denodada. Allí está, me dice él. Sal a buscarla. Pero las nubes crecen y las calles tiemblan. Ojalá fuera otro. Y ojalá lo sea mañana.

martes, 17 de abril de 2018

Muros más altos. 17 de abril

Italo Calvino fabuló en "El vizconde demediado" acerca de una disociación mental que seguía a la física. El protagonista, partido en dos por una bala de cañón, conserva dos mitades; la una angelical, la otra malvada. Ejercía así la especulación psicológica más intensa y desconcertante. Que hilos nos mueven para ser probos o villanos. Las sutilezas de esos resortes están lejos de ser aprehendidas, creo. Y sin embargo, los fragmentos del ego triunfante sobre el mundo ignorado en el que se despliegan, dejan no pocas muestras de su vigencia: una de ellas es la profusión de muros, vallas, cercados. Se diría que lo que nos separa de lo que nos completa nos acerca a lo que nos reconforta.

El miedo levanta los muros y el rencor los amasa. La lejanía del otro nos amenaza desde su bruma impenetrable, y tambores de guerra suenan, traídos por la tormenta sus redobles frenéticos. Persistimos en encarcelarnos, acudir a los túneles para escondernos, crear torres altas para evitar el dolor. Y así, siguiendo el instinto, perdemos humanidad (la humanitas, la capacidad de sentirnos concernidos ante lo que ocurre al otro porque somos conscientes de compartir una misma naturaleza) para ganar sombra. No queremos convivir con lo que nos desafía a abrirnos; encontramos más sensato cerrar nuestro castillo a quienes nos reafirman. Buscamos una unidad primordial, nostalgia de lo que nunca existió. Vizcondes demediados, alzamos la bandera de la virtud para alcanzar los cielos mientras ignoramos el mal que nuestra búsqueda causa, porque no lo vemos. Dormimos en un calor de establo, y formamos ejércitos ignorantes que se enfrentan cada día, para perder siempre.

Dundalk sabe de lo que hablo. Y me temo que piensa que no tendremos remedio.


sábado, 14 de abril de 2018

Ricky y Jose. Catorce de Abril.


Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Me encanta la NBA. En un mundo de espectáculo que oscurece el verdadero deporte no es el mejor ejemplo de coraje, superación y honradez que podría encontrar. Y que le voy a hacer, es un producto bellamente envuelto y que ofrece gratas horas de diversión y de imaginar la vida en los saltos, la magia de estar durante un instante desapegado de la tierra.

Esta temporada regular ha estado bastante bien, igualdad, sorpresas, emoción hasta el final. Supongo que los cruces mostrarán más diferencia entre los equipos punteros y el resto. Pero yo quería hablar de dos jugadores aquí.

Ricky Rubio tiene una cantidad de detractores, especialmente en España, que no me parece normal. Con unas circunstancias personales muy difíciles, ha logrado ser base titular en la época con mejores bases nunca vista, posiblemente. Su tiro es mejorable, pero ha mostrado consistencia en ello esta temporada. Su defensa y dirección de juego, magníficas.  Ha logrado liderar a un equipo que había perdido a su estrella a los playoffs y a un partido de ser terceros de conferencia.

José Calderón ha sido y es el base perfecto. Seguro, consistente, fiable. Los años habían pasado y parecía que su estrella declinaba. Sin embargo, en una franquicia poderosa pero algo errática, ha sabido aportar su experiencia y talento de una forma indiscutible.

Esto es deporte, que al fin y al cabo es una imitación de la vida; en sus momentos de gloria, no pienso en elogiar a estos dos chicos que viven la parte soleada de los focos y las alabanzas. Simplemente pido que su ejemplo de tenacidad y confianza en ellos mismos cuando estaban en la oscuridad y el silencio, para hacer de ellos algo mejor en el futuro que es hoy, sea una enseñanza valiosa para mí. 



Dundalk despierta herida entre nubes de plata.

martes, 10 de abril de 2018

10 de Abril. Impresión de destierro, de Omar Gelzmiun


La bruma inaccesible el tiempo encierra
Breve gotas de espera que cuelgan de la rama.
Dormitando ajenos en su licor suave
Cabalgamos estrellas entre mares de alma.

Los gestos pausados de los transeúntes
Encierran un vacío cargado de tormenta
Y el silencio fatigoso de las farolas dice
Que las raíces del abismo sus manzanas cuentan.

No queda más que su aroma distante
Las manzanas de placer entre el dolor del mundo
Y refrescar en ellas el podrido placer
Que abate los ojos mientras cierra el segundo.

De estas calles extrañas que ahondan en la aurora
El recuerdo perdido de un resplandor helado
Surgen entre la sombra melodías antiguas
Para arder la nostalgia del ayer ajado.

No queda más que la lucha del árbol
Que sostiene sus ramas al acoso del viento
Pausado y sereno, desamparado y triste
Mas irguiéndose noble contra el perfil del cielo

Y caminar contra todo contra el tiempo airado
Morder nuestro miedo y despejar las dudas
Saber pasar sin dar ni alzar vergüenza
Para alzarnos del hoy en una pugna abierta
Y abrir el templo de la vida entre palmas desnudas

Caeremos caminando para caer más lejos
Una mancha de sal entre la duna oscura
Ardiendo sin remedio como zarzas el fuego
Que consume en sus alas su bendita bravura. 




Omar Gelzmiun fue un poeta y químico ruritano castigado al destierro en 1782 por Abdulhamid I. La traducción del inglés, un tanto forzada en algunos versos, es mía.

domingo, 8 de abril de 2018

8 de Abril. Cierra los ojos.

El otro día pasé por el cine y había un gran cartel de la próxima película de la serie "Misión Imposible". El nombre de Tom cruise resaltaba en el cartel, muy oscuro. Me quedé pensando en las circunstancias de la nueva edición, previsibles: acción increíble y un protagonista que se salva en el último segundo, es sagaz, ocurrente y joven, aunque el actor que lo interprete no parezca un dechado de todas esas virtudes, con la cienciología y su fútil carrera contra el tiempo.

Vivimos saturados de estímulos. La próxima película debe sobreexcitarnos más, el próximo espectáculo ser más grandioso, el próximo partido más memorable.  Esa perpetua obsesión por la juventud por parte de quienes viven de exhibirla es natural, pero su negación, ¿es humana? ¿Es sano acaso encontrar la huella del lenitivo en todos los rincones?

Quizá sea cierto que vivimos en un mundo ausente de sentido, y no me refiero al trascendente, sino al inmanente, al que creamos de nuestra experiencia. Otra explosión en la pantalla, otro horror cercano, otro gol, otro asombro, otro giro a la rueda del presente sin fruto porque inicia un relato que no concluye, iniciando otra explosión más veraz, un horror magnificado, un gol más espectacular, un asombro más hondo...

Voy a cerrar los ojos. Voy a dar al silencio parte de mi tiempo y voy a respetar mi humanidad y la ajena, peleando contra los alicientes del presente siempre inconcluso y su negación del individuo a través de su fragmentación implacable. Voy a reunir mis piezas. Voy a encaminarme al bosque de símbolos y a hacer allí una choza donde dedicaré mis afanes a mejorar su claro, a descansar de las incitaciones constantes mirando hacia adentro y a contemplar la simiente de la eternidad en un presente con los ojos del interior serenos y abiertos.

Le digo todo esto a Dundalk, tratando de no sonar muy eufórico. Él debe saber mejor que nadie lo arduo de la tarea; con sonrisa irónica y comprensiva, me desea buena suerte antes de salir a repartir la escarcha entre los muros de piedra.




domingo, 1 de abril de 2018

Nozick, Ready player one y la resurrección de la carne. Primero de abril, 2018

Robert Nozick defendió una preferencia ética por vivir en un mundo real; por muy grata que pueda ser una realidad virtual, parece limitarnos en su ámbito y nos impide llegar a ser el tipo de persona que aspiramos forjar, por no estar en contacto con el hierro candente de la verdadera realidad, que hiere pero eleva, mata pero en la que reposa lo que permanece. De una forma un tanto impopular hoy, sostuvo que la experiencia de hacer algo no agota nuestra relación con él. Debe haber algo más.

Es muy sugestivo y discutible, claro. Pensé en ello el otro día, viendo la película "Ready Player One". Es tan entretenida como el libro y mejor contada; no creo que aspire a más. En una realidad oscura y áspera, Oasis es un mundo ficticio que recoge lo mejor y peor del deseo humano y lo da gratis. Por eso arrasa. Ofrece a todos la oportunidad de ser alguien en un mundo de nadies intercambiables. Y hacia allí las personas huyen.

No hay mucho que sacar de la película, aparte del disfrute estupendo de sus dos horas (que es muchísimo). He recordado con ella el argumento de Nozick acerca de los peligros del hedonismo y como era semana santa, acerca de otro tema que creo enraizado en la turbación de esta época: la negación de la intensa espiritualidad del ser humano y el sufrimiento vital que corroe gran parte del mundo hoy, agotado en su confort sin fruto. Es una presión que trata de saciarse con sucedáneos y se manifiesta encubriéndose en versiones más aceptables hoy que la mera religión. No sé si para bien; a veces diría que sin apetito de trascendencia, el alma no es sino una conciencia frustrada que gime herida y la falta de luz se convierte en la ceguera de un pozo en el que aún sabemos distinguir su fuente. Y ese murmullo inaudible crece como el corazón delator de Poe para nunca apagarse si no se mira de frente. Quizá el Hoy, el Poder y el Dinero sigan encontrando nuevas melodías para embelesarnos y apagar el murmullo. Quizá nunca se pueda.

Miro a Dundalk entre el viento helado que recorre sus calles y lleva los tañidos de sus campanas hacia las colinas brumosas. Le pregunto si siente o mismo, pero calla y mira la espuma que dejan las agotadas olas.