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sábado, 21 de diciembre de 2019

Leyendas modernas y la infancia recuperada. 21/12.

Pues sí, vi la última de la Guerra de las Galaxias. Debo tener la ventaja de que nunca he idealizado mucho a las antiguas; me parecen entrañables películas juveniles de aventuras y sueños de heroísmo. Es cierto que son más pausadas y consistentes en su desarrollo y que ofrecen mejores ideas, aunque sean menos espectaculares. Puro azar: si Una nueva esperanza se hubiera estrenado en la última década, dudo que El Imperio contraataca hubiera visto la luz. Es el sino de los tiempos, devorar con glotonería hoy lo que olvidaremos en la siguiente hora y opinar acerca de como deben ser las cosas hechas, en lugar de hacerlas. El concepto de la fuerza y la lucha entre las tensiones de cada humano fue un hallazgo a la aventura y juntas conformaron una épica a la que todos en nuestro seno más íntimo, deseamos volver.

O deseábamos. Ahora parece que hay muchos que desean volver al momento en el que todo se hacía para ellos y no comprendían la complejidad de todo lo que existe. Por supuesto, que a alguien no le guste una ficción es sumamente respetable, nadie es más que nadie. Emperrarse en demostrar ser más que los demás a través de la exigencia y el reclamo de ser más auténtico que nadie ridiculizando estas ficciones me parece otra cosa; es como si ese placer de manifestar un ego más puro sobrepujara el disfrute de una película, un libro, una serie. Ay, me temo que ese afán de autenticidad por encima de la masa, la crítica inmisericorde a todo lo que no es exactamente como nos gustaría, excede la cultura y es una raíz venenosa que ya nos trae frutos amargos. Y vendrán otros.

No quiero destripar la peli, por más que sepa que pocos leerán esto. Soló quería compartir esa impresión, recordar con el final algunas enseñanzas, por ejemplo que siempre hay un pez más grande, que las cosas se hacen o no, nunca se intentan, que el miedo es el camino hacia el lado oscuro (y en todas las galaxias de todos los tiempos, la gente parece irremediablemente asustada) y que los Sith ejercen una fascinación oscura.

Este es mi ranking personal, tan insignificante como el de cualquier otro. Incluyo las dos películas no canónicas pero basadas en el mundo creado por George Lucas.

El Imperio contraataca - Darth Vader y su magnetismo irresistible, el villano como debe ser.
Una nueva esperanza - Un western espacial sin pretensiones con el que comenzó todo.
El ascenso de Skywalker- Un final decente a una saga inagotable.
El retorno del Jedi- Algo desconcertante, pero llena de esperanza.
Rogue One- Entretenidísima y con una aparición que todos queríamos.
La venganza de los Sith- Apresurada y confusa, pero es la perversión de Anakin.
El despertar de la fuerza- Un homenaje para asegurar, pero con ritmo, una puesta al día.
El último Jedi- Un intento valiente pero fallido, a mi juicio, de ofrecer otra perspectiva.
La amenaza fantasma-Un principio que se llena de personajes irritantes y sin historia apenas
El ataque de los clones- Una película cuyo guión es una especie de BOE apenas modificado.
Solo- Un insulto a un personaje memorable.

Que la fuerza os acompañe, que nos acompañe a todos. Feliz navidad.




lunes, 9 de diciembre de 2019

Las alas caídas. 09/12/2019.


En la penumbra del bosque se oía el paso del tiempo como un sauce crujiendo bajo su propia angustia. Las huestes de Peter, diezmadas, ojerosas, buscaban refugio entre la hierba seca, a la ribera del río. Las alas rotas brillaban en la oscuridad. Allí se levantó Peter Pan, con su brazo dislocado y su brecha.


Bravas huestes
Hijos de la noche sin guardas
Que escapáis de normas y horarios
Niñas que buscáis territorios donde ser guerreras
Suaves ejércitos de la frontera.

Yo he visto la forma luminosa
Del azar, el esplendor dorado
Del tiempo, la juventud
Y ni siquiera nuestras alas hoy, las alas rotas
Las alas mancilladas, las alas de Wendy, las alas
Moribundas, esas alas brillantes
Que pueden alzar todo, contra la noche y su espuma
Pueden hacer todas las magias.

Porque ya no sirven allá arriba
Contra la estrella escondida de la primavera.
Allá todo es vibrante y emoción, novedad
Y las alas no sirven porque las alas buscan lo escondido
Y no hay nada escondido en su ribera fresca.

Hay árboles desde donde se ve la mar dormida
En el jardín las ramas sirven con fresca armonía
Frutos húmedos rojos, y tormentas de entusiasmo.
Nada hay aquí ya que os reclame.

Si queréis marchar, y lo haréis, no importa el tiempo.
No oiréis, no oís el reloj que atruena
Porque perdí otra batalla.
Lo oiréis cuando el atardecer caiga repentino
Y todo lo demás se hunda.

Mañana os iréis al otro lado,
No neguéis con los ojos, está en vuestro destino
Y nosotros nos perderemos en el bosque
Como sombras de ayer
Hasta que aquí vuelvan vuestros hijos.


La mañana despertó a Peter con su luz filtrada entre las copas de los altos árboles. A su alrededor, espadas de latón, hojalatas con forma de escudos. Cartones, maderos informes. En fin, lector, lo mismo que tú un día dejaste. Al otro lado del río, la hierba alta, la colina, las luces que la luz clara disimula, la vida. La cuenta atrás. Era cierto. No había cocodrilos. A la mañana siguiente, todos los niños habían cruzado el arroyo, que un día les había parecido un caudal imponente. Allí el reloj se confundió con sonidos de calle y las luces los cegaron para siempre. Al otro lado, Peter se irguió lentamente y luego caminó lejos, de nuevo hacia el corazón del bosque, con sus piernas cansadas.





jueves, 5 de diciembre de 2019

Alguien con quien hablar. Cinco de diciembre

La soledad es la mar helada; debajo de ella bulle la vida y las formas juegan, mientras nada rompe su silencio obstinado. El horizonte brumoso se confunde con su filo y forma una masa compacta que niega el horizonte. La soledad corroe, colapsa en su propio vacío, mata.

Por eso siempre es necesario alguien con quien hablar. Para que la caudalosa amistad haga nacer los sauces a su paso, para que la angustia no se abra paso entre las venas por no encontrar otro cuerpo que sueñe, para que los sinsabores de los días salgan a la luz y sean combatidos por sonrisas, para que la jovialidad preste su luz a la noche sombría. Las palabras pueden curar del mal del sinsentido, no negándolo, sino reconociendo en él la ocasión de atravesarlo juntos, antes de que el sol despierte en un mundo en el que ya no estaremos. Una sonrisa al paso, una broma, un emoticono incluso pueden salvar días, envueltos en la maraña de obligaciones y figuras autoimpuestas  de cada día. Aprender del otro para saber más de mí. Usar sus acertijos para intentar ser mejor. Sentarme junto al fuego, unas cervezas o en la verde hierba compartiéndome y dejando lo mejor de mí muy dentro mientras trataba de darlo allá fuera.

La vida ha sido generosa conmigo y no me ha dejado sentirme solo a menudo ni impedido el inmenso placer de la soledad buscada. Como un blog que leen pocos y que de vez en cuando se actualiza para dejar unas líneas sin más pretensión que darme un descanso de mí mismo, como otro buen amigo. Dundalk me ha visto días peores. Calla y asiente mientras el viento silba en las colinas desiertas buscando una verja ignorada para dejar su rastro hechizado y ver en las casas corazones bien acompañados.