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lunes, 30 de octubre de 2017

Trolls. 30 de octubre.

Supongo que es lo que nos merecemos; parece ser que ser un "troll", esto es, zafio, insultante y bocazas, es estimable y divertido. Yo no sé cuando se jodió España, el mundo. Cuando nos hartamos de buscar ejemplos arduos para mejorar nuestra vida y la de los que están cerca de nosotros, nos convertimos en bestias con la cerviz enyugada sobre el presente y no hay más que voluptuosidad del momento. Creo que no es deseable por dos motivos: la responsabilidad que tenemos con otros, presentes y futuros, y la frustración, la infelicidad que genera vivir sin aspiraciones.

Quizá embellezco el pasado, como suelo. Los héroes son héroes porque nunca los alcanzaremos. Creo de todas formas que la ejemplaridad cívica debe ser un valor deseable. Contra los trolls que pisan los anhelos de otros porque creen que el mundo es un teatro donde ellos son los que dirigen la trama para que otros los vean. Contra el uso viciado de la burla, contra aquellos que convierten en muñecos del pim pam pum las esperanzas ajenas. En fin, por el uso de una sociedad decente donde el respeto y el autorespeto prevalezcan sobre las ansias de diversión de quienes se creen más a costa de aquellos a los que desprecian. Y que no haya paz para los malvados ni los crueles.

Dundalk cae en la noche como la noche cae en el silencio. Sin darse importancia.

lunes, 23 de octubre de 2017

23 de Octubre. El estilita y el friki. Saber perder.

Los libros viejos hablan de los estilitas, esos ascetas cristianos que huían del mundo para abrazar a Dios. Su afán nos resultaba grotesco y demencial. ¿Cómo podría ser de otro modo?, los niños ven la magia en todo lo que posan sus ojos. Y aún así, había algo que se escapaba de la comprensión racional de las cosas , parecía latir un extraño germen de destrucción, nos inquietaba. En fin, inquietud y burla, la comedia humana.

Por razones que no vienen al caso, estos últimos días he leído algunas cosas sobre "frikis", profesionales del asunto, por decirlo de alguna forma. Y me han hecho discurrir un poco. Como argumento de concesión, diré que no me gusta en absoluto ese fenómeno ni la sociedad que los forma. Me parece empobrecedor, triste, cruel y, sobre todo, sumiso. Al poder que nos conforma, trata de moldearnos, nos seduce y hastía, nos numera y seca para que nos cansemos y dejemos los aperos en la tierra cuarteada que desea germinar lo nuevo. Puede que todo esto sea una esperanza sin sentido real, pero es bello vivir por una esperanza, amenazando lo que se nos dice ser por lo que aspiramos a merecer ser.

Mas en ocasiones, ay, los entiendo demasiado bien. De esta danza febril que ahoga las miradas, de esta sinfonía amenazada de la fraternidad, de estos muros contra los que se recuesta la noche, ¿se elevará algún día el afecto? Yo lo creo. Pero en un mundo de competición y burla del fracaso que encubre el terror a su estigma, de pelea sin fin, de ardor sin piedad, ni calma, ni alivio, hay quienes han decidido arriar su bandera y levantar la blanca, simulando su rendición a las inclemencias humanas de la vida por la ilusión de un encuentro. Los veo, aclarando que no quieren competir, ni ser vistos como amenaza, ni molestar, y una piedad indebida me anega; indebida, pues soy como ellos. También conozco malos momentos, pesadumbres, mañanas sin sol. He tenido la suerte de estar en el lado soleado de la vida, y la dureza de lo indiferente me ha moldeado sin aplastarme, pues otros me cuidaron. Nada se perdió y, bien que mal, hoy me enfrento a esa indiferencia con rigor y serenidad. Cuando veo a todo ese universo friki, pienso que buscan lo que buscaban los esforzados ascetas antiguos. La huída de un mundo hostil para abrazar a otros que son como ellos, sin ni ganas de volar por encima de otros ni competir a cada segundo de la existencia. Y hoy, esta noche en que escribo estas líneas, me parece un acto de franca y genuina valentía.




Dundalk se acomoda contra el frío recibiendo la lluvia fina sin prisa y mirando la ría que lame su costado.


sábado, 21 de octubre de 2017

21/10/2017. Un día triste

Hoy es un día triste; el del fracaso de la concordia civil. No sé a donde llevará esto. La historia está llena de venganzas crueles contra quienes trataron de domarla para sus intereses. No creo que haya inocentes en esta historia, como no hay caballeros en la isla del acertijo. Pero sé que las víctimas seremos la mayoría, que no queríamos que se llegara a esto. Pactamos con el silencio por no empeorar nada, y quizá debimos gritar.

Nunca es demasiado tarde para la Historia con mayúsculas, que se repone a todo, para las masas roncas, que olvidan presto. Ni para los grandes hombres, que pronuncian grandes palabras para su pequeño coro de convencidos y una masa general que simpatiza vagamente con afectos arbitrarios pero prioriza el pan y la sal, el afecto diario, las pasiones que alejan las certezas de la enfermedad y la muerte. Pero en los intersticios de la Historia habita la intrahistoria, la de esos que sufren y se agitan y mueren sin haberse librado del sabor amargo. El prestigio cultural de la revolución, la épica banal de la violencia y el obsceno masaje del individuo dirigido masivamente a la muchedumbre alienada nos lo hace olvidar pronto. Pero nunca hay salida una vez que el orgullo se alza y así nos encontrarán, con el puño crispado y la voz ronca, porque teníamos un manantial de agua fresca pero queríamos el del jardín de Edén, primordial y exclusivo.

Detesto el nacionalismo, y si es antiespañol criticar la labor del gobierno y el partido que lo sustenta hacia Cataluña durante lustros, pónganme en la lista.  Pero supongo que estaba demasiado ocupado tratando de ser feliz, ignorando los tambores de batalla. Y no veo una forma en la que esto pueda terminar bien. Es una lucha a garrotazos que prende en la visión mágica de la desaparición del otro, o su humillación. Adiós Cataluña, adeu Espanya. Por favor, que la Unión Europea nos salve. Aunque, visto lo visto, quizá debiera pedírselo a la virgen de los desamparados. Al fin y al cabo, la vida es demasiado corta y nosotros muy frágiles como para remediarlo.

Dundalk ha visto ojos arder como meteoros antes y multitudes entregadas al odio. Gira la cabeza y mira hacia las entrañas de un futuro hacia el que no quiero ir.

martes, 17 de octubre de 2017

17 de octubre. La cárcel del odio.

Vivimos infectados de opinión. Como recibimos sobredosis de información, a un pulso de distancia, a una velocidad inconcebible, el matiz se disipa y el gris se aclara o ennegrece sin solución de continuidad. Un zumbido de ansiedad gobierna nuestras vidas, y la eficacia de la velocidad con nuestros sesgos cognitivos y emocionales lleva a la única consecuencia posible; la mentira gobierna la vida. Las ocurrencias del personal guían, vengan de donde vengan. El sujeto opinante embrida y humilla el hecho opinado hasta que este se moldee como cada uno desee. No hay espacio de encuentro, solo un punto de llegada previo a la opinión previamente deseada.

La ignorancia no debe ser motivo de vergüenza para nadie: hay tantos conocimientos y tantos cambios que es imposible estar al día. La arrogancia en persistir en la ignorancia culpable, porque se deriva de la negativa a pensar, a complicarse el mundo y la vida, debe ser motivo de una sensación de incomodidad. Es triste pensar que la negativa a saber empobrece las vidas y las sociedades. Hace más vulnerables al odio, la ira, el rencor y la infelicidad. No se trata del saber que es árido como la roca , sino del que engrandece la vida y aspira a mejorarnos.

Cuando veo las mismas soluciones simples a problemas complejos y enquistados, los lugares comunes, la falta de concreción y las medias verdades que envuelven el problema, suelo pensar lo mismo siempre; funcionan porque preferimos no saber. Es más fácil liberarse de responsabilidad y culpar a otros que asumir una cuota de libertad y hacerse dueño de la desdicha futura. Pero tiendo a creer que solo este camino promete un fruto. Levanto mi hato de promesas y sueños inciertos y camino por el pedregal acostumbrado, cuidando mi camino por si pudiera encontrar un cobijo ameno bajo las palmeras suaves, al lado de un lago tranquilo. Más allá de las colinas, perros miedosos ladran, las gargantas secuestradas por el rencor. Dundalk se aparece como un espejismo y me recuerda que la guerra no ha empezado ayer y seguirá mucho después de que muera. Y yo lo acepto y pido no añadir al mar del odio nuevas olas superfluas, mientras sigo caminando contra el sol que no se preocupa de nosotros.

martes, 10 de octubre de 2017

En la ardiente oscuridad.

No sé donde está el Norte, cuanto es una hora, que el atardecer. Olvido los rasgos y perfiles en medio de la noche que, como la sonrisa terrible de un ángel, no permite apartar la mirada. Caídos, despojados. Antes los oía más a menudo, hoy pasan momentos de abrumador silencio en esta pez viscosa que atrapa. En toda vida, en cada historia, hay un punto de tensión irresistible que crea algo nuevo a partir de lo dañado. Ahí  crecen las flores de los infinitos jardines que se bifurcan, con todas las posibilidades para todo, para siempre, como una fruta jugosa. Y eso me protege de la locura. Porque mis manos son pesadas y su tacto me enerva y floto en esta ardiente oscuridad esperando una llama que me muestre un verdadero encuentro y haga florecer el tiempo hoy denegado en el mar invariable del presente. Mi garganta se quiebra como las jarras de barro, con un crujido sostenido, y me pregunto si alguien me oirá, como yo oigo a otros. A veces quiero imaginar un arroyo de donde mane un agua fresca que apartará las tinieblas en un gozo sin nombre y la voz podrá ser de nuevo, y la lanzaremos al vacío insomne, y caeremos con esperanza, y encontraremos todas las respuestas.

Musito palabras que se abstendrán de nombrar el mundo que existe y que yo ya no veo. Sé que hay puertas a mi alrededor, y si lograra llegar a ellas, una luz inundaría mis labios y encontraría una respuesta. Pero en esta sombra, aquí solo han quedado las fieras y sus fauces hambrientas.

Pero lo que me parece deplorable es que veo a unos idólatras tan necios como
insensatos que imitan la excelencia del culto de Egipto; y buscan la divinidad, de la que
no tienen conocimiento alguno, en los excrementos de cosas muertas e inanimadas; y
con todo eso, no sólo se mofan de aquellos divinos y sensatos cultores, sino también de
nosotros… y, peor aún, con ello exultan, al ver que sus absurdos ritos gozan de tan
elevada reputación…


 –No te inquietes por eso, ¡oh, Momo! –dijo Isis–, porque el hado ha
establecido que las tinieblas y la luz se alternen.

 –Pero lo malo –respondió Momo– es
que se han convencido de que están en la luz.”


Giordano Bruno, Spaccio della bestia trionfante, 3



Dundalk mira cansado las filas de coches aparcados para buscar el cielo en la esquina de enfrente y siente indulgencia por esas extrañas criaturas, los hombres condenados a morir, en sus estallidos de ausencia y busca de un sentido que huye entre el humo de las chimeneas.

domingo, 8 de octubre de 2017

Un picnic de un millón de años.Ocho de Octubre.

Me fascinan las "Crónicas marcianas". Es un conjunto de relatos del gran Ray Bradbury que conforman una crónica de la colonización de Marte por lo seres humanos. Mi favorito es "El picnic de un millón de años". Una familia escapa de la Tierra. Cansados de la humanidad y las faltas que lucen, muchas de las cuales se muestran en otros relatos (crueldad, rencor, odio), deciden romper con todo. Toman posesión espiritual de una tierra sin pasado, y en las rocas rojizas y las cumbres que arañan un cielo ajeno, quieren aprender a vivir. Son utopistas que acarrean una frustración sin nombre. Como tantos idealistas, el choque con la realidad les hace huir de ella buscando otro ideal aún más lejano. Allá arriba lo buscan, estremecidos por su propia audacia y la indiferencia hacia ella de los campos inertes y el horizonte eléctrico.

Hay tiempos convulsos en España y la segunda víctima, después de la verdad, es la templanza; saber escuchar, saber decir, querer saber.  Actitudes deplorables se extienden y el calor de establo es cómodo para perdonarlo y condenarlo todo. En un punto así, entiendo a quien no toma partido. Es difícil tener que asumir una serie de ideas en bloque sin tener la opción de matizarlas o rechazar algunas.Sin embargo, creo que se puede hacer, y es bueno hacerlo. Si uno cree que debe tomar partido por una idea, debe hacerlo, atacando las otras, respetando a quienes las formulan. Tratando de convencer y abierto a ser convencido. De lo contrario, uno acaba formando parte de las almas bellas, la descripción del malicioso Hegel sobre todos aquellos que desean conservar un ideal tan puro que no se inmiscuyen en la lucha por conseguirlo por temor a no estar a su altura en la complejidad de lo real.

Estos días, leo muchos reproches acerca de quienes comparten las ideas de otros o de unos (quizá el unamuniano "hunos y hotros" viniera al caso), acerca de no querer vivir en un lugar donde hay, ponga usted el defecto que quiera. Una sociedad perfecta, sin fragor ni ruido, ni abusos ni personas coléricas, mezquinas, taimadas, destructivas. Es comprensible, anhelamos el paraíso y su armonía, la discrepancia debilita la supervivencia del grupo. Lo malo es que él no existe, al menos en esta vida y este mundo. Quien quiera una sociedad pura y rodeado de ángeles, puede ir cogiendo el próximo cohete a Marte, no sin antes preparar la comida y el mantel para un picnic que quizá pueda durar un millón de años.

Dundalk se oscurece el rostro bajo la niebla húmeda y las campanas de las iglesias repican buscando esa luz que agoniza.


miércoles, 4 de octubre de 2017

El peligro de la esperanza. Cuatro de octubre.

La mano homicida de los más sanguinarios tiranos de Shakespeare retrocedía después de una decena de cadáveres. Porque no tenían ideología. Resulta difícil no acordarse del dictamen de Solzhenitsyn, y aún más difícil no suscribirlo. Las abstracciones perfilan con un único rostro impasible los grupos, borran las arrugas de las manos y despojan de color a los miserables seres humanos, que morirán mañana y han sufrido amargura.

Es tentador claro. Hemos venido a este mundo a ver insatisfechas la mayor parte de nuestras aspiraciones; "la ley de la gravedad es dura, pero es la ley". La educación debe ser esa preparación para la indiferencia del mundo y tratar de acogerse a un santuario de actitudes, principios y baluartes contra la tempestad de cada día. Pero eso era antes. Ahora el ciudadano moderno es sometido al taimado masaje de su importancia y se cultiva su frustración interna a través de su negación, envuelta en brillos y apariencia de plenitud. Hay muchas palabras nocivas que parecían deseables cuando las aprendimos: honor, patria, revolución, gloria. Hay otra, guiñando sus ojos maliciosos que puede ser la compañera mas fiel o la hacedora de las peores bajezas: la esperanza.

No es solo mala porque alargue el tormento. Exalta a los grupos como si el futuro les debiera algo; bebe de las aguas del Leteo para hacernos despreciar los pasados errores y hacernos arrogantes, pensando que nosotros somos mejores y los soslayaremos; Agita y crispa en pos de un castillo de mármol en el aire del que pretendemos hacernos dueños y que a cambio nos esclaviza. Quizá en los momentos de soledad ayuda a querer pelear. En las sociedades aniñadas de hoy, saca del mundo en delirios colectivos y aísla a seres que comparten las desdichas de la soledad y la pérdida para enfrentarlos, a cambio de unir a los grupos en jaurías humanas y dar calor de establo.

No tengo esperanza pero el futuro no lo decido yo solo. Como el hidalgo, algún día tratare de empezar a cabo la única revolución posible; tratar de ser bueno con quien está a tu lado. Como si todo estuviera perdido. Una salus victis nullam sperare salutem: la única salvación de los vencidos es no esperar ninguna salvación. Y mientras tanto, no me voy a creer que el Estado va a venir a ayudarme o que cualquier otro sabe mejor que yo lo que me conviene, porque está ilusionado.

Hablo a Dundalk de Unamuno; primero la verdad que la paz. Quizá no sea muy prudente en estos tiempos. Pero vivir en la mentira y de la mentira solo conduce a mirar la basura con los ojos arrebolados a un futuro que se burlará de nosotros.

lunes, 2 de octubre de 2017

Hazme un sitio en tu montura y llévame a tu lugar. 2/10/17

Como Ruben Darío, siento a Cervantes el más poderoso lenitivo por la tristeza que el ser humano provoca en otros:

Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.

Él es la vida y la naturaleza,
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.

Es el maestro de la ironía, y aunque a veces es cruel con sus personajes, normalmente los envuelve con una pátina de compasión, que solía ser una virtud antes de que la estupidez del mundo aspirase a convertir a todos en seres especiales y autosuficientes.Escribió, en un país propenso a la exaltación, esto es, a la estupidez, el alegato más eficaz contra el enardecimiento.


Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído y dijo:

—¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias, aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas, aquí se escurecieron mis hazañas, aquí finalmente cayó mi ventura para jamás levantarse!

Oyendo lo cual Sancho, dijo:

—Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mí mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie no estoy triste, porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega, y, así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba ni a quién ensalza.

—Muy filósofo estás, Sancho —respondió don Quijote—, muy a lo discreto hablas. No sé quién te lo enseña. Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura. Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y, así, me han salido al gallarín mis presunciones, pues debiera pensar que al poderoso grandor del caballo del de la Blanca Luna no podía resistir la flaqueza de Rocinante. Atrevíme, en fin; hice lo que pude, derribáronme, y, aunque perdí la honra, no perdí ni puedo perder la virtud de cumplir mi palabra.


Amistad, compasión palabra. Hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura, que yo también voy cargado de amargura...



Dundalk se acoge ala noche como las rocas del mar se acogen a la luna que las esconde y forma.

domingo, 1 de octubre de 2017

Colgado de la luna. Primero de Octubre.

Las playas parameras, durmiendo al sol, los oteros y las vegas, los cerros y los campos ondulados de Castilla que nos consolaron de la falta de mar. Añado palabras a Cernuda porque sería ingrato y falso apropiarme de sus versos acerca de los caínes sempiternos que le dejaron el destierro o que un día ya libre de su mentira, será tarde para volver y decir, porque estará muerto.

Sí siento a veces, como hoy, que tu nombre envenena mis sueños. Hijo de gentes de pueblo que trabajaron duro para lograr prosperar, crecí como un niño hijo de pequeñoburgueses que veía a su alrededor esperanzas de prosperidad futura; imagino que era ciego a los problemas que la vida y el mundo coloca cada día entre nuestros afanes y nuestra felicidad posible. Luego, creces, coleccionas alegrías y fracasos y vas haciendo tu camino. En mi caso, después del largo camino, me gustaría encontrar un hogar como el que tuve. Hay veces que creo que será posible.

Hoy no es uno de esos días. Como ciudadano prescindible de una democracia liberal nacido en otra, socialdemócrata y de temperamento templado para ser conservador en ciertas cuestiones y abierto para ser partidario de avanzar en cuestiones sociales y morales hacia marcos más amplios, creo en la necesaria observancia de las leyes. Para ser libres, como dejó escrito Cicerón. Adicionalmente, detesto ese sentimiento que alimenta la natural frustración del ser humano con el propósito de poder reinvertirla políticamente que se denomina nacionalismo. Pero no puedo entender que se envíe a miles de policías para reprimir un movimiento que cuenta con amplio apoyo popular después de soslayar la aplicación de otras medidas que no hubieran exigido este nivel de violencia.

En fin, espero que los heridos se recuperen y que el lugar donde nací abandone este delirio colectivo de creer que problemas enquistados desde hace décadas se resolverán en unos días con victoria completa sobre el adversario. Pero así estamos. Más Cervantes y menos banderas. En cualquier caso, hoy es de esos pocos días en los que me siento avergonzado de lo que veo y la actuación del Gobierno de mi país. Y escribo estas líneas, colgado de la luna como un hombre que ha visto otro mundo y ahora busca ese calor que posiblemente no exista y ya no volverá. Espero volver a encontrar razones para volver a creer que hay algo más que corrupción, división y anhelos de destrucción del adversario en España, un lugar al que hoy no quisiera regresar.

Dundalk ha visto la pasión por la destrucción y el genio iracundo de otros hombres. Veo sus perfiles nocturnos como la cara de un hombre mayor, cansado, que susurra que cuando la antorcha llegue a otros, refulja con el brillo tenue mas cálido de la paz, la piedad y el perdón.