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viernes, 31 de diciembre de 2021

El grifo. 31 de diciembre.

Ayer no hubo agua corriente en mi edificio un rato por la noche. Nos dimos cuenta de que los grifos tosían esforzadamente sin derramar agua cuando íbamos a hervir para el té. Sabíamos que pronto estaría de vuelta y ese es el pensamiento mas extraño. Durante la escasa hora antes de que volviera, he sido feliz de pensar en los dones tan comunes que ya ni requieren una imaginación activa para maravillarme. Una nimia dificultad suele ayudar a cultivar la gratitud por el modo en el que todo lo que nos ha sido dado habita junto a nosotros, privilegiados. Lo deseo decir sin falsas modestias ni subrayados. La gratitud es una de las formas mas altas de saborear y poner en valor la libertad. Y la libertad es el modo en el que la singularidad del mundo se encarna para elevarse de su condición por un breve tiempo auspicioso hacia un futuro sin miedo.

Este año fue parido con angustia y así morirá. El dolor, siempre al acecho, entró en las casas como una amenaza común. Nadie puede ser una isla; las desgracias lo demuestran mejor. La falta de perspectiva histórica nos lastra, me parece. La hinchazón del segundo en opiniones sin fin, deseo voraz insatisfecho y ego perpetuo nos muestran eriales en territorios feraces. No son edenes, sino tierras de gente dispuestas a pelear el dia. En pocos años quizás miremos con mas justicia, esto es, sin manipularlos, a los que se perdieron. También sabremos mirar con la admiración que merecen a la mayoría que dió una conmovedora respuesta, vacunaciones, resiliencia, la esperanza sin fin. Pues la sombra es transitoria y la esperanza deja reposar un filo brillante incluso en los tiempos mas oscuros y no será vencida hasta que los últimos ojos se apaguen.

Sé que soy un niño mimado por la vida, lo quiera o no. Por donde nací, por las oportunidades que mis errores no cercenaron, por la salud y el postre, la luz y la sal. No lo digo con orgullo, pero no quiero avergonzarme. Recibí este papel y trato de hacerlo lo mejor que sé. Allá la codicia, las repeticiones gastadas de aquellos que siguen teniendo espíritus burlones y almas quietas, el resentimiento gregario, la voluntad de imponer a los demás sus puntos de vista para apaciguar su frustración. Para ellos también feliz año nuevo y que venga pleno de instantes que sepamos disfrutar y reconocer como regalos. 

El agua vuelve a correr por las tuberías y el milagro del agua fresca y saludable se extiende por mi ciudad. De nada sirve recordarlo si no aprendemos a mirar de nuevo. El río que nos provee refleja los cerros y las catedrales de oro, los puentes tranquilos y las nubes plácidas. Hace calor y un rumor de vida pasa bajo mi ventana. La luz sigue ocupando las cosas como un don inefable y allá lejos hay muchos que lo perciben, sienten y piensan, mientras la arena rebosa el reloj en la cuenta atrás hacia un tiempo nuevo. No sufras; nada está escrito. Hasta en un humilde grifo, siempre dispuesto, se cifra la maravilla cotidiana de sentir y estar vivos. Para ti se abrirá mañana el cosquilleo del sol y la caricia de la brisa, el estupor ante lo bello y la alegría ante lo alto. Un pájaro se posa en la terraza y contempla desde allí el próximo lugar al que las alas le llevaran en brazos del viento. Dubitativo, grácil, jovial. No tan distinto a nosotros.  La vida es un milagro.

 



martes, 28 de diciembre de 2021

Otros mundos en éste. Navidad, 2021


Hay muchos otros mundos que viven en el que habitamos. Laten tras los rincones y se despegan de nuestra vista en los parpadeos, la furia, las decepciones. Otro año más para compartir una lista de ciertos títulos que han hecho del año un lugar más amable.


Enero

De noche bajo el Puente de Piedra, Leo Perutz

Fabuloso fresco inventado de una sociedad y un mundo pasados, nada envidiables salvo por el rastro consciente de la magia y la benéfica influencia para los individuos que creían en ella. Para leer en ocasos incendiados frente a puentes modestos.

En el otoño de 1589, un año en que la muerte hizo grandes estragos entre los niños del barrio judío de Praga, dos pobres cómicos, de cabello ya encanecido, que se ganaban el sustento haciendo reír a los invitados en las bodas, caminaban por la calle de Beleles, la que lleva desde la plaza de San Nicolás al cementerio judío. Empezaba a oscurecer y estaban desfallecidos, pues desde hacía un par de días no habían comido más que algunos bocados de pan. Corrían malos tiempos para los cómicos. La ira de Dios había caído sobre los inocentes niños y no se celebraban más bodas ni festejos en el barrio judío.


Febrero

Klara y el sol, Kazuo ishiguro.

Que Ishiguro es un maestro es algo que no precisa más líneas. En su ultima novela ha especulado con las nuevas formas de humanidad, tan lejanas parecen las antiguas, tristemente. Como suele, el trasfondo de una realidad acostumbradamente atroz ofrece el perfecto contraste a sus delicados personajes. Para leer al amanecer, con los primeros rayos del sol.


"Klara, eres bastante notable", dijo el director, manteniendo su voz suave para no molestar a Rosa y los demás. "Te das cuenta y absorbes mucho". Ella negó con la cabeza con sorpresa. Luego dijo: 'Lo que debes entender es que somos una tienda muy especial. Hay muchos niños que desearían poder elegirlos a ustedes, elegir a Rosa, cualquiera de ustedes aquí. Pero eso no es posible para ellos. Estás fuera de su alcance. Por eso vienen a la ventana a soñar con tenerte. Pero luego se ponen tristes.

“Gerente, un niño así. ¿Un niño así tendría FA en casa?".

"Tal vez no. Definitivamente no uno como tú. Así que si a veces un niño te mira de una manera extraña, con amargura o tristeza, dice algo desagradable a través del cristal, no lo pienses … Solo recuerda. Un niño así probablemente esté frustrado".


Marzo

Las especias. Historia de una tentación, Jack Turner

Monumental y ameno repaso a la historia de las sustancias místicas, misteriosas, eróticas, deliciosas, prohibidas e incitantes que han moldeado ciertas coronas de nuestro vivir. Para leer en mañanas cuando la brisa juguetea dulcemente con las nubes.


Un día, en la escuela primaria de Aldgate, después de los dinosaurios y las pirámides, estudiamos la era de los descubrimientos. La maestra sacó un enorme mapa ilustrado con los grandes arcos de las rutas que Colón y demás pioneros trazaron a través del globo a bordo de corvos galeones, por mares donde hacían cabriolas los narvales, las ballenas arrojaban chorros de agua y fofas cabezas de querubines soplaban nubes algodonosas. Los loros volaban mientras gallardos caballeros con armadura negociaban en las playas de las tierras recién descubiertas y preguntaban a los nativos si querían convertirse al cristianismo y si, por casualidad, tenían alguna especia. A los diez años ninguna de esas peticiones nos pareció muy razonable, éramos un hatajo de paganos devoradores de pizza. En cuanto a las especias, la maestra nos explicó que la comida de los europeos de la Edad Media era horrible, por lo que eran necesarias cantidades ingentes de pimienta, jengibre y canela para disimular el sabor a sal de la carne vieja y podrida que engullían porque eran medievales. ¿Y quiénes éramos nosotros para discutirlo?



Abril

El asesinato de Roger Acroyd, Agatha Christie.

Agatha Christie arrastra una fama ambivalente. Es imposible no reconocer su caudaloso talento pero... siempre hay peros, porque no aplica a la novela Negra las preceptivas trescientasmil paginas que aporten una luz sociológica (e idiota) a los hechos narrados. Seguro que le da igual. Vale mas que cien imitadores y cien millones de lectores motivadísimos. Para leer antes de dormir y dormirse con el placer perverso de la caza del misterio y el criminal.

No creo que Carolina sintiera nunca compasión por la señora Ferrars mientras vivía; pero ahora que se ha ido allí donde, probablemente, no se llevan vestidos de París, estaba dispuesta a permitirse las suaves emociones de la lástima y la comprensión. Le dije con firmeza que su teoría era una solemne tontería. Me mostré tanto más firme, cuanto que secretamente estaba de acuerdo con buena parte de lo que había dicho; pero no podía ser eso de que Carolina llegase hasta la verdad, adivinándola. No iba yo a alentarla. Daría la vuelta al pueblo divulgando sus opiniones y todos pensarían que lo hacía basándose sobre datos médicos que yo le había procurado. La vida a veces resulta muy difícil.



Mayo

Los peligros de la moralidad. Por que la moral es una amenaza para las sociedades del siglo XXI, Pablo Malo.


Sugestivo y convincente ensayo que muestra como el afán por desembarazarse de culpa para ser aceptados en la Sociedad, como quien se incorpora a un culto secreto, esta minando la salud personal de los ciudadanos y social de occidente. Muy recomendables sus paginas acerca de la moralización del Covid para gran fiesta de buitres. Para leer después de desayunar y tratar de no romper ninguna taza.


En última instancia, podríamos decir que la moral consiste en sujetar al individuo por medio de normas para que pueda funcionar el grupo, es decir, en poner la colectividad por encima del individuo. En los animales que no son sociales la moralidad no tiene ningún sentido porque los individuos no entran en conflicto con otros individuos de la especie ni con los intereses del grupo. Por decirlo con un símil tomado de las tecnologías actuales, las estructuras frontales que hemos comentado serían la aplicación (app) que la selección natural ha ido desarrollando para que los intereses del individuo se ajusten a los intereses del grupo. Esa aplicación puede no funcionar de forma adecuada. Por último, merece la pena añadir otra característica de nuestro cerebro moral que es muy relevante para todos los fenómenos que trataremos en el libro: castigar activa los circuitos de recompensa del cerebro, es decir, castigar nos resulta placentero. Conviene recordarlo cuando hablemos de los linchamientos en las redes sociales y otras circunstancias en las que la gente es tan aficionada a atacar y castigar a quienes consideran que han infringido los códigos morales.



Junio

Vida y destino, Vasili Grossman.

Sin mas, una de las mejores novelas que he leído nunca. Abrasadora y dulces, monumental y detallada, erige con pulso épico las vidas de varios individuos, tan reales como tu y yo en la abrumadora batalla de Stalingrado y la constante pugna del individuo libre por escapar de las garras del Estado, el rencor de la mayoría hecho filo, en sus peores formas. Para leer siempre, en cualquier lugar y momento.



La niebla cubría la tierra. La luz de los faros de los automóviles reverberaba sobre la línea de alta tensión que bordeaba la carretera.

No había llovido, pero al amanecer la humedad había calado en la tierra y, cuando el semáforo indicó prohibido, una vaga mancha rojiza apareció sobre el asfalto mojado. El aliento del campo de concentración se percibía a muchos kilómetros de distancia: los cables del tendido eléctrico, las carreteras, las vías férreas, todo confluía en dirección a él, cada vez con mayor densidad. Era un espacio repleto de líneas rectas; un espacio de rectángulos y paralelogramos que resquebrajaba el cielo otoñal, la tierra, la niebla.

Unas sirenas lejanas lanzaron un aullido suave y prolongado. La carretera discurría junto a la vía, y una columna de camiones cargados de sacos de cemento circuló durante un rato casi a la misma velocidad que el interminable tren de mercancías. Los chóferes de los camiones, enfundados en sus capotes militares, no miraban los vagones que corrían a su lado, ni las caras borrosas y pálidas que viajaban en su interior.

De la niebla emergió el recinto del campo: filas de alambradas tendidas entre postes de hormigón armado. Los barracones alineados formaban calles largas y rectilíneas. Aquella uniformidad expresaba el carácter inhumano del campo.

Entre millones de isbas rusas no hay ni habrá nunca dos exactamente iguales. Todo lo que vive es irrepetible. Es inconcebible que dos seres humanos, dos arbustos de rosas silvestres sean idénticos... La vida se extingue allí donde existe el empeño de borrar las diferencias y las particularidades por la vía de la violencia.




Julio

Y. The last man, Brian K. Vaughan.

Divertido comic que conjetura las consecuencias de un futuro sin hombres (seres humanos masculinos) y la supervivencia de dos especímenes en un mundo quebrado en dos y confuso...como lo es ahora. Para leer a la hora de la siesta, cuando el alma se entrega a cavilaciones sorprendentes.



Agosto

Tifón, Joseph Conrad.

Breve relato de Conrad que sugiere la misma vibración de los personajes, las circunstancias y el lector a menos de los elementos, despojados ya de cualquier elemento de comodidad o seguridad en la vida de los barcos y los océanos. Para leer una tarde nublada y gris.

El capitán MacWhirr levantó la vista hacia el reloj de la timonera. Atornillado a la pared, sus agujas negras sobre la esfera blanca parecían inmóviles. Era la una y media de la mañana. 

-Un nuevo día -murmuró para sí. Pero el segundo lo oyó y levantando la cabeza, como quien ha estado llorando entre ruinas, dijo: -No lo verá despuntar. 

Se podría ver cómo entrechocaban sus rodillas y puños, de tanto que temblaba. -No, por Dios, no lo verá... Y de nuevo se sujetó la cabeza entre las manos.


Septiembre

Tres anillos. Una historia de exilio, literatura y destino, Daniel Mendelsohn.

Admiro mucho a este escritor. Acaso sea porque siendo judío experto en cultura clásica y un narrador magnifico, logra la síntesis Atenas-Jerusalen que a un lector occidental le muestra las luces ancestrales que aun iluminan cada sombra que indagamos. Este libro reflexiona sobre los meandros del arte y la vida, el enigma del viaje, es exilio o conocimiento? formas narrativas y, creo, por encima de todo, acerca de los problemas de la representación artística de la realidad; un asunto que llega desde la Biblia y Homero hasta estas humildes lineas. Una delicia.


Un extranjero llega a una ciudad desconocida tras un largo viaje. Lo han separado de su familia; en algún sitio está su mujer, un hijo quizá. El viaje ha sido problemático, y el extranjero está cansado. Se detiene ante el edificio que ha de ser su casa y echa a andar hacia él: es el corto tramo final del camino imprevisiblemente tortuoso que lo ha traído hasta aquí. Lentamente, se adentra en el arco que bosteza ante él, haciéndose pronto indistinguible de la oscuridad interior, como el personaje de un mito que desaparece en las fauces de algún monstruo fabuloso o en el árido mar. Se mueve con dificultad, vencidos los hombros por el peso de los bultos que transporta. Su contenido es todo lo que posee ahora. Tuvo que hacer el equipaje a toda prisa. ¿Qué contiene? ¿Por qué ha venido?


Octubre

La verdad, Terry Pratchett.

Otra novela ambientada en el Mundodisco, otra oportunidad para ser joviales, confiados y sagaces en sus paginas. Pratchett logra combinar la parodia acerca del poder y las diversas formas que adoptan con la creación de personajes confusos, algo mediocres y esforzados, tratando de sobrevivir...seres como nosotros. La verdad y el propósito se aúnan y dividen en vericuetos extraños para mostrarnos sus diversas caras...y nosotros solemos elegir las mas convenientes a cada momento. Viajad al Mundodisco de vez en cuando, por favor.


 El rumor se propagó por la ciudad como un fuego desatado (algo que se propagaba bastante a menudo por Ankh-Morpork desde que sus ciudadanos aprendieron las palabras « seguro contra incendios» ). Los enanos pueden convertir el plomo en oro… Circuló por entre el aire fétido del barrio de los Alquimistas, donde llevaban siglos intentando hacer precisamente eso sin éxito, aunque estaban seguros de que les saldría mañana, o como muy tarde el próximo martes, o a final de mes para ir sobre seguro. Fue motivo de controversia entre los magos de la Universidad Invisible, donde sabían que ciertamente se podía convertir un elemento en otro, siempre y cuando no importara que volviese a su estado original al día siguiente, ¿y de qué servía aquello? Además, la mayoría de los elementos ya estaban contentos como estaban. Se infiltró en las orejas llenas de cicatrices, hinchadas y a veces totalmente ausentes del Gremio de Ladrones, cuyos miembros sacaron filo a sus palancas. ¿A quién le importaba de dónde viniera el oro? Los enanos pueden convertir el plomo en oro… Llegó a los fríos pero increíblemente agudos oídos del patricio, y lo hizo bastante deprisa, porque no se podía durar mucho tiempo como gobernante de Ankh-Morpork sin ser el primero en enterarse de todo. El patricio suspiró, tomó nota del asunto y la añadió a un montón de notas que ya tenía.

Los enanos pueden convertir el plomo en oro… Llegó a las orejas puntiagudas de los enanos. —¿Podemos? —Y y o qué demonios sé. Yo no puedo. —Vale, pero si pudieras, no lo dirías. Yo no lo diría, si pudiera. —¿Tú puedes? —¡No! —¡Aja!


Noviembre

El arte de la fuga, Vicente Valero

Me ha parecido una joyita, tres miniaturas acerca de un episodio concreto en las vidas de tres poetas (nada menos que San Juan de la Cruz, Hölderlin y Pessoa) y su influencia en el caudal del tiempo desde ciertos momentos que a nadie advirtieron cuando el espíritu decidió soplar. Me parece que una idea cierta es la conexión de la vida con los momentos repetidos, cotidianos, sin brillo. Ahí es donde crece lo que se salva, a través de la pelea en su peligro perpetuo. Su fuga común, dialogo entre tres personas que alcanzaron una altura sobresaliente en sus escritos, parece recrear un dialogo entre sus intuiciones y su dolor. La prosa es cuidadísima, algo bastante relevante en la Industria del libro en la actualidad.


Diciembre

El ultimo trago, Daniel Okrent.

Desde sus orígenes, USA ha estado sumergido en alcohol. El navío que llevó al puritano inglés John Winthrop al Nuevo Planeta en mil seiscientos treinta tenía en su bodega más de 37 mil litros de vino, y llevaba 3 veces más cerveza que agua. A lo largo de la década de mil ochocientos veinte, el alcohol era más rebosante, simple de lograr y asequible que el té. Y, no obstante, en mil novecientos veinte, E.U. prohibió la venta de alcohol en todo el país.

Pubs clandestinos en nueva York, tiroteos en Chicago, destilerías ilegales en granjas solitarias, rezos en las iglesias, cálculos cínicos en los pasillos del congreso, Jazz, licor volcado en las calles a hachazos en los barriles....este libro contiene esto y mas, la xenofobia que impulso el proyecto de la decimoctava enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América y la plutocracia que lucho por su derogación (una de las prevenciones para aprobar la Prohibición fue la creación de un impuesto sobre la renta), la corrupción y el deseo, la Ley y la libertad. Leyéndolo, para mi el concepto mas importante fue el de la búsqueda del paraíso que convierte cualquier objetivo en religión y la inutilidad de transformar la vida en torno a la ingeniería y proyectos del alma humana, el fracaso de un experimento social que trato de abolir el impulso irresistible del deseo.


Ha habido otras, novelas meritorias (1Q84, Los años extraordinarios, En costas extrañas), algún ensayo agudo (el conocimiento inútiles, Deep thinking), algunas decepciones que no vale la pena nombrar y paginas que han hecho mas llevadero este bendito año de dolor y resistencia. Que el nuevo sea mejor y los libros que vengan sigan iluminándonos.  Hay otros mundos en este.

domingo, 19 de diciembre de 2021

La aventura de ser otro. 20/12/21.

Fernando Pessoa escribió un poema de una lucidez y profundidad portentosas, El Tajo. En paradojas, la inteligencia del lenguaje, contrapone el bello Tajo con el modesto río de su aldea. Concluye que el río de su pueblo es menos hermoso pero es más hermoso, pues pertenece a menos gente y quien ve el Tajo ve más que el bello río; ve el Atlántico, las grandes naves que lo surcan y las maravillas que refulgen en su otra orilla; quien ve el riachuelo ve el río no más.

Siempre me ha parecido que esos versos explican el embrujo de las ideologías que embrujan a un esfuerzo por futuros perfectos a cambio de sacrificar el presente. Creo que el ensueño puede cegarnos a la realidad, y sin ver la realidad es imposible un cambio. Y sin embargo, también me parece que necesitamos una parte de sombra que guarde un misterio que oponer al deterioro de la vida. Unas vacaciones de ser nosotros mismos y atrevernos a mirar en un espejo sin rutinas ni leyes ni demoras de anhelos.

La aventura de ser otro arriesga la moneda gastada del ser en un giro hacia una noche en la que renovarse, a la que huir o ganar cicatrices de honor. Sentimos su impulso al cambiar un habito, al desear un propósito, al viajar a rincones que nos parece haber conocido ya, al tratar con otros como si algo hubiera nacido en nuestra alma, al mirar con renovada simpatía los dones que uno se acostumbró a ignorar, al saber decir no. Llega en momentos de extrañeza, como a veces en el compás de la lluvia que resulta despertar esa misma lluvia en el lago del alma, o el sol débil que refleja algo dentro de nosotros siempre intuido y siempre desconocido, imposible de nombrar y que despierta de pronto a su luz una tarde dichosa.

Si por mí fuera, seria un peregrino estelar, sin dejar de caminar ni moverme mientras pudiera, de mundo en mundo, cambiando de alma entre el crepúsculo y la aurora. No me importa parecer insensato, porque todos desean lo mismo. En los lugares de paso, alzados por los ojos del turista, me gusta imaginar que las cortinas breves ocultan otra vida posible, una que pudiera estar en mis manos. Viajar envuelve el pensamiento en la cálida caricia de lo que puede ser y nunca se agota, lo posible y diferente, lo que buscamos como un hechizo que nos regala otra vida. Basta un trazo desconocido, una oportunidad tras el umbral, para que deseemos despojarnos de lo que nos duele, limita y cuestiona por lo que nos marca un deseo candente y así simular una vida plena. Es la tarea mas difícil. El orgullo, el poder, el dinero, las manifestaciones del ego pueden cambiar lo que nos alza por lo que nos muestra. Los paraísos artificiales y los trucos cansados nos hacen olvidar, nada mas. Quizá sea necesario a veces, pero hay que pelear por no perderse.

El río de mi pueblo es hermoso y humilde. Vaga bajo los cerros cubiertos de Piedra y oro. Murmura su canción vieja en la noche y calla en los días. Puede haber aprendido a olvidar, mas recuerda que no llega al mar, no puede avistar valerosas naos ni deslumbrantes ciudades de oro. Pero sabe otorgar la mas fértil promesa. Quien aprende a mirarse en sus aguas conoce que siempre esta cambiando y tiene la oportunidad de aprender a ser otro. La Aventura sobre su Espejo no es sencilla. Ay, pero quien sabe despojarse con dolor de lo que le hiere para adoptar otra carne nueva de temor, fracaso y una esperanza invencible, acaso pueda ganar valiosos dones: la gratitud y la conciencia despierta de ver en cada día un mundo y una vida nuevos. No, no es el río de mi pueblo mas hermoso que el Tajo. Pero el reflejo que sólo se ve en él, no cegado por los brillos de la ilusión ni la nostalgia, aun invita a la mas ferviente aventura: aquella de atreverse a ser distinto.  



martes, 14 de diciembre de 2021

Dar pena. Catorce de diciembre.

No deja de ser algo triste, aunque sea bien sabido. Mientras una mayoría silenciosa se afana por construir un hoy algo mejor que el ayer, hay unos pocos que no cesan de sollozar para que los vean. Hay quienes desean hacerse perdonar cualquier éxito, quienes lo buscan por caminos retorcidos, quienes necesitan la mirada de otros. No suelen ser los que más sufren:el dolor es patrimonio sin contornos fijos en donde reina el silencio porque él mismo no sabe ser nombrado. Dar pena se ha convertido en el heroísmo de hoy, porque no admitimos héroes triunfantes. Aquí hay que perder. De lo contrario, no esperes compasión. Se reserva en un combinado de condescendencia y revancha. 

Creo que hay una confusión primera, no obstante. Creer que somos mirados compulsivamente, que la masa nos vigila. Quizá pueda haber una intuición acertada en la ansiedad por el estatus que todos, más o menos sufrimos. Sin embargo, no hay salud sin esperanza, sin un valor que sepamos aportar, sin la tranquilidad de quien se sabe exento de necesidad de validación ajena. No, no nos miran siempre. Y cuando nos miran, hay que tratar de ser humildes pero también conscientes de que en nosotros habita una llama que rumores, malicias, no debieran amenazar. Ser actores en brumosos escenarios donde aparecen sombras no da armonía ni gozo. Y estar persuadidos de que no hay secretos ya es volverse en cierto modo un ente ficcional; la vida escapa de lo que desea encerrarla.

Acaso sea esta otra verdad. Hoy vivimos y consumimos ficciones grotescas que pasan por verdades. suelen ser mutiladoras, estrechas, pobres. Pero no podemos actuar como si ellas fueran lo real, ni dar al melodrama nuestras aspiraciones. Aunque haya quienes se mofen, hieran y busquen mal, conserva santa tu más alta esperanza. Llora si tienes que llorar, sufre si tienes que sufrir, pero no trates de dar pena. Es poner la vida en sus manos para seguir avanzando en una rueda perversa. 

Cae la niebla en una tarde blanca. El frío es silente y pausado. Trato de avanzar. Y si os dicen que caí, sabed que apreté los dientes para ganar otro don. Aún pervivimos. Que te vean reír. Llena tu cielo de alegría y suscita mucha envidia en los tristes vocacionales. Todo lo demás es vanidad y humo.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Todo está iluminado. 25 de noviembre.

La vimos girarse lentamente en dirección al canal. El viento, gélido, soplaba bajo sus alas y la elevó unos pocos metros sobre el horizonte. Puede divisar así la entrada del río al puerto, las luces de la ciudad parpadeando contra las nubes, el ajetreo de las sombras difusas cazcaleando otra tarde más, el aliento que asciende como de un solo ser respirando en muchos. Se alejó hacia alguna acera tranquila, con restos de comida o con refugio contra la brisa de invierno.

Vio un autobús pasar sobre el viejo puente de piedra. Gentes que vuelven del trabajo o del gimnasio a sus casa, a coger otro autobús o un tren, enfrascadas en sus teléfonos móviles, mirando algo más allá y más profundo que ellos. Algunos han tenido un mal día, otros han recibido malas noticias, los hay que han disfrutado los pequeños placeres que la vida prodiga entre su realidad atroz e indiferente. La mayoría es razonablemente feliz, pero aún es pronto para que se den cuenta.

Han adelantado a un ciclista que lleva comida. Trata de mejorar su segundo idioma, encontrar un trabajo mejor, ahorrar, disfrutar mientras tanto. El motor de su bici lo lleva por el carril sin esfuerzo, y se siente como un único punto inmóvil en torno al cual las sombras se abalanzan veloces para después perderse. Escucha música en sus auriculares y se deja llevar hacia una casa de una calle oscura y vacía. 

Han recibido su cena y la toman viendo una serie vacía mientras descansan de su círculo que a veces parece irrompible, de presente hecho futuro, rutina, soledad, despojos de sueños. Las imágenes pasan en el televisor y en la ventana los rumores pasan y se desvanecen, y la luz de la luna tiembla contra jirones de nubes negras. La vida pasa y no le importamos, piensa alguien. Nadie es insustituible, piensa alguien más. Y todo esto es verdad, como todo. Miles de pensamientos, sentimientos, borbotean bajo su ventana. Y esto tampoco importa.

La luz lunar que baña esa ventana sigue a lo largo de edificios, carteles y parques, buscando ávidamente el significado de la noche. Vanamente busca en los campos de juego, en estadios y oficinas de cristaleras sedientas de otra luz. Esta es la hora de callejones agrios y gritos a deshora, de caminar encogidos contra el frío o de volar bajo. 

Un barquito se balancea bajo esa luz blanca que hiere la oscuridad. El puerto es tranquilo y aunque las máquinas rujan y las luces enseñen una ciudad nocturna en el agua, que sirve al mañana, avituallando enormes barcos que tragan camiones, lanzando a las espaldas del mar buques que verán otros cielos y algún día también reposarán.

Caminábamos volviendo a casa cerca del puerto. Vimos una gaviota surcar el cielo hasta posarse en su mástil, antes de girarse lentamente en dirección al canal. La sigues viendo sentado en un sofá, escribiendo unas líneas que lanzarás a otro mar interior, palpitante e inmenso en unos minutos. Otra experiencia olvidable, otro día que pasó como otros. La rueda de la fortuna nunca se sabe estar quieta y cada uno de nosotros inicia a lo largo de un día humano innúmeras causalidades...quién sabe a dónde nos llevarán. Hay veces que pareciera que nada permanece, que acumulamos escombros de experiencia en un suelo inestable. Pero no es así. Todo lo que acontece, lo que se siente y pasa, lo pensado y lo sufrido, son nuestra corona de gloria mientras respiremos. Nada se puede parar, porque siempre encerramos un misterio más que sostener al silencio. Nada nos agota. Y todo está iluminado.





jueves, 18 de noviembre de 2021

11/18/21. Las ganas de ganar

Hay un momento en el que el horizonte deja de estar bañado por la luz delicada del crepúsculo y se convierte en una línea que empieza a separar dos oscuridades haciéndose oscuridad. Ya no es más la llanura que golpea e ilumina la tormenta. El volcán no late bajo el manto de la hierba fresca y las nubes descansan sin desgajar sus formas.

Supongo que es un proceso de flujo y reflujo, como el oleaje que añade espuma a la costa. El caso es que llega un momento en el que todo el impulso, toda la cáscara formada de intentos, ilusiones, desengaños y euforias, la espalda del porvenir se quiebran para que sus pedazos alumbren un enigma inacabable: qué hubiera podido ser con lo que se nos dio y perdimos. No estimula la pasión de la caza en la subida entre riscos, ni otorga la paz de un paisaje primordial desde la cima antes de un descenso tranquilo.

Mi hoy contradice mi ayer. Me desgasto en turbias peleas, deseos inútiles, rencores mezquinos y la idea de que no llegaré más alto. Cuánto desdén a quienes caminan hacia la misma colina, descansan bajo el mismo árbol y desean el mismo amanecer. Cuanta pelea contra siluetas burlonas formadas de aire. Cuanta duda y abandono, cuanta esperanza aún, cuanta nada borboteando en el caldero de un futuro disecado. No es un drama ni una filosofía compleja; simplemente, las ganas de ganar también se agotan.

La ciudad es una serie desordenada de luces arañando la noche y un leve viento que alza las hojas otoñales que mañana serán trazos en los ojos gastados. Como el espíritu, sopla donde quiere. Como el azar, cesa y comienza en lugares desconocidos y transcurre en el nuestro sin detenerse nunca. Más lejos, las estrellas miran el baile sinuoso de la comedia humana y recuerdan un tiempo ido, seguras de que habrá un día que traerá algo distinto, algo que prenda una nueva luz, algo mejor.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Trece de Noviembre. El embrujo.

Cuanto peligro hay en el malvado que se hace pasar por tonto para hacer de los tontos malvados. Cuanto veneno en la bondad patrocinada, la virtud pública, la justicia en el molde de la masa airada y la libertad adaptada a los requerimientos de las vidas de los otros. Que fácil es dejar de resistirse y ser otra tesela más de un mosaico siempre cambiante y siempre igual, construido sobre lo prescindible y agotado de quienes lo componen. 

Las ideas que promulga el Estado para someter su voluntad pueden ser razonables, que en un grupo humano hay causas que son las mías y las de otro. Ay, mas la pasión por el dominio siempre pesa más que la verdad de la condición humana, su fragilidad, su levedad, su miedo. Sobre ese miedo se alzan las estructuras que solo reconocen a quien aporta un poco más de calor a la intemperie común o a quien es un enemigo. Sobre la fuerza compartida, la ira acumulada contra los antagonistas, la pasión que surge del olvido de toda melancolía, el Estado, a quien debiéramos temer, nos ofrece siempre alguien a quien temer y odiar. Es un puño sin brazo dispuesto a ser conquistado por la fuerza y a multiplicar la fuerza de quienes blanden su filo. 

Es espada y también una dulce varita mágica. Si no es necesaria la fuerza, usa el embrujo: la amenaza puede ser tan poderosa como su ejecución. El embrujo puede hacer del decente un miserable y del fanático un ejemplo, del intelectual un charlatán (con ellos es fácil; tienden a sufrir la cobarde fascinación por la brutalidad) y del impostor un salvador. Todo lo puede el embrujo de su voz suave hablando bajito y dejando mostrar el hacha. Acoge ideas que lo refuerzan, paga a quienes puedan convencer a otros, persigue a los traidores, hace ejércitos de los rebaños. 

Censa, impone, regula, tasa, advierte, recomienda, castiga, nombra, obliga, ataca, registra, estipula, legisla, distribuye, exige, fuerza, aprisiona, despoja, regala, existe, existe desde mucho antes que el individuo nazca y persistirá cuando muera. Hace sentir miedo para que no sintamos miedo de que se nos mande a morir en la creencia misteriosa de que su causa es la nuestra. Interviene en el juego global que siembra el mundo de tensión para justificar sus ingentes gastos en la defensa de su propia élite. Mientras tanto, van pasando nuestras vidas, como dentro de un sueño. El embrujo convierte cualquier realidad en cualquiera de sus conveniencias, porque puede aplastar a quienquiera que no desee compartirlas. Si mañana ese poder cae, la varita mágica será utilizada por quien reúna la mayor fuerza. Y esa magia perversa nos envuelve cada día. Afortunadamente, podemos fingir que es benigna y cuando el poder es disputado, puede permitir un respiro. Pero no nos hagamos ilusiones; no depende de nuestra voluntad ni de nuestra resistencia. 

La ciudad despierta con una luz pálida y el muelle trae olor a sal y a vida, la que bulle bajo las aguas bajo su faz tranquila. Unas pocas luces se añaden al sol que muestra una breve luz tras las nubes. Algunos coches pasan. Las aves buscan en los despojos del camino a lo largo del río y en la entrada a la mar. El tiempo pausa su frenesí por un instante. Viviré como si fuera posible naufragar en un momento de soledad y ternura. Como Diógenes con su candil en la tierra de Sínope, donde el sol es más generoso que en el Norte, busco a un ser humano...


cuando veo a los gobernantes, a los físicos y a los filósofos que tiene el mundo, me siento tentado a creer que, por su sabiduría, el hombre se encuentra por encima de las bestias. Pero cuando, por otro lado, observo a los agoreros, a los intérpretes de sueños y a los que se creen grandes por tener honores y riquezas, no puedo evitar pensar que el hombre es el más idiota de los animales.






domingo, 7 de noviembre de 2021

Siete de Noviembre. Revolución.

La revolución no será televisada. Lo que aparece en las pantallas tiende a ser embellecido, histriónico, impostado hasta un cierto punto. Hoy, la rebelión forma punta de lanza del sistema a la vez que trata de corroerlo, sin demasiada convicción. Es difícil mantenerlas cuando la revolución vende tanto: mejor vivir de las ventajas del sistema mientras te mima por criticarlo. El poder, que es un concepto evanescente y esquivo, patrocina la protesta a la vez que la deforma para legitimar su dominio. Para ello comercia con la simplicidad y el miedo. Maniqueísmo, respuestas directas y binarias a asuntos complejos, el ansia de insistir que las discrepancias de grado deben ser discrepancias de principio para fomentar la bronquedad en la que medra.

Hay una novedad en la vieja estrategia. Estos últimos años, el dominio ha estimulado el moralismo para reinvertir la frustración que él mismo genera en la promesa diluida del mañana y la justicia que otros, los malvados, los herejes...los otros, tratan de impedir. En este combate contra las sombras, no se avanza hacia ningún resultado, pero la propaganda insiste que la virtud está del lado del activista y la hace olvidar lo que este podría contemplar, si lo deseara. 

No parece un camino prudente. El moralismo, el bien y la virtud pueden ser casi tan banales como el mal, conjeturo. Basta con convencer de la bondad de un fin para soslayar cualquier duda de la bondad de los medios empleados para conseguirlo. Por eso, la búsqueda del bien ha desembocado tantas veces en la violencia. Sin embargo, nos tratan de convencer que todas las grandes violencias del pasado estuvieron causadas por la maldad esencial que aún aletea en otros, que desean repetirlas. En esa lucha de ángeles, la sangre esta presta a derramarse.

Siempre hay un peligro de tender a la equidistancia; uno aspira, modestamente en un texto que leerán cuatro, a la ecuanimidad. No merece la pena decir que todos son iguales. Hay quienes aspiran a mejorar el mundo en el que viven y ay quienes deseen poseerlo o verlo arder. El drama es que los reformistas tienden a allanar el camino a esos últimos por sentir el glamour de la protesta. Me temo que es un camino excluyente de moral y rencor disfrazado de justicia y virtud que siempre acaba en violencia. No puede acabar en otro sitio...

Así empieza lo malo. Quizá Dios, el futuro, la providencia y la justicia sean amor en definitiva. Hoy parece más urgente que sean, ante todo, perdón. La indulgencia con nuestra naturaleza, el cultivo de lo mejor que somos, aprovechar las oportunidades para hacer florecer algo mejor en el mundo, antes de que lo engulla el olvido. La tarde es escasa ahora en la ciudad, mientras la noche se viene deprisa. En la luz y en la sombra, habrá siempre una oportunidad de elegir que versión de nosotros queremos ser. Y aún el viento de la libertad es el privilegio más hermoso. La tarde se derrama sobre el mar y el silencio se posa  sobre sus olas lejanas. No, la revolución no será televisada. Porque la revolución eres tú.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Nieve de otoño. Parte V (y última).

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte


Todo fue como un sueño, como el febril sentimiento de la realidad abierta en canal, una revelación confusa. Supo que sería rico y los dones serían concedidos prolijos a sus días. Volvió a casa temblando, y su madre lo abrazo como si fuera un pajarillo herido. Frente a la lumbre, veía figuras esquivas en el fuego y bailando contra la pared y supo que eran mensajes que solo él sabía ver.

Prosperó en fuerza y en conocimiento y supo que el mundo solo espera a quien sepa conquistarlo e implora por el dominio. Se embarcó en aventuras y se acostumbró a salir airoso de todas. Cada vez más holgado, seguía arriesgando y conquistando. Nada podía detenerlo. Su mirada se hizo más decidida, cruel, heroica y terrible. La nieve caía entonces como siempre cae, placida y dulce, escondiendo su luz en lo que nos eleva y nos hunde. A través de su velo, Hans peleó, prosperó y se defendió del destino, se alzó de sus limitaciones y creyó que la vida le sonreiría siempre.

Todo llegaba a su puerta, todo pasaba por él. Los préstamos a exploradores lejanos que arriesgaban sus vidas junto con el patrimonio empeñado, las armas de ejércitos que fueron nada y ya son polvo, los ropajes y los perfumes, el metal y la sangre, todo fue suyo y todo lo acrecentó. Las pieles de animales exóticos, aunque no deseaba ver su registro en los libros: le recordaban horas felices pasadas. Su familia no pudo superar la pestilencia de una primavera maldita. Los metales preciosos, las gemas y las especias que abren las puertas de otros mundos. Todo pasó por sus manos. Como Craso, deseaba arañar la felicidad en sus cuentas y por un tiempo, logró identificarlas.

Hasta que llegó su hora.

Siempre había sabido que el final traería hiel. Lo había visto sin saber comprenderlo, hasta que los años añadieron su peso y lentitud. Podría haber elegido el conocimiento y reflexionar junto con los sabios idos en sus legajos. Se hubiera unido a los Husitas y haber defendido un rostro diferente de Dios. Tras la escaramuza de la montaña blanca, rudos soldados no hubieran tenido piedad de su temblor ni de su luenga barba y quedó inerte en su biblioteca menguada. Pudo haber deseado el poder con su espada pendiendo sobre su cabeza frágil. La debilidad se acrecentaría mientras las facciones crecerían en fiereza y al final, su propio hijo cumpliría lo que su angustia había anticipado cada noche desde hacía muchos años. Inquieta es la cabeza que porta la corona.

Pero la que eligió fue la del declinar lento y la soledad. La fortuna se iba, la audacia se tornó temor. Los días eran un camino oscuro entre árboles que formaban amenazantes siluetas e iluminados por la trémula luz de una luna menguante. Y también la luz de sus ojos se apagaba sin fuego en el que descansarla. Una daga que había recibido como un obsequio desde oriente a cambio de un pago generoso de una remesa de clavo y canela, le hablaba desde su filo. Siseaba maliciosa y el veía su rostro cansado en su brillo vivaz. Una noche, ella quiso que él la cogiera y le habló. Hans respondió, ‘¿Me dices la verdad?, ¿será rápido?’ Y una voz profunda y ronca le contestó ‘Te digo la verdad, Hans Vogler el Afortunado. Lo prometido debe ser cumplido. Rápido cumpliré tu deseo. Deprisa te daré muerte’. Hans asintió.

Y ella bebió su sangre.







La realidad, tal y como somos capaces de contemplarla, obedece las reglas de nuestra gramática, piensan los que aún persiguen una cifra, una palabra o un signo que pueda modificar o simular la memoria y la ilusión. Incansables, siguen buscando. Creen que si una llama se encendiera, todo habría sido distinto. Nos sabríamos asomar a un innúmero de perspectivas. Ellos creen, aunque la vida pase en sus disquisiciones. ¿Crees tú, lector?, ¿serías capaz de inflamar tu vida en el apogeo de una pasión? Nadie sabe el final de todos los caminos y es un empeño audaz tratar de atraparlos todos en una tangente entre el lugar y el tiempo.

Nadie ha visto las centellas que ofrecen un mundo nuevo a cambio de pedir una vida, según dicen los textos antiguos. Ha habido susurros y rumores de su aparición y su destino amargo. La flecha del tiempo sigue apuntando hacia aquel lugar sombrío que acaba en decadencia, desaparición y olvido. En las ciudades hoy la electricidad espanta los miedos y los ríos llevan su carga sin que nadie los mire. Las gotas de lluvia tiemblan contra la ventana, los pájaros se esconden de las tormentas. Si hay otras vidas y una visión divina que contemple cada meandro de la realidad, no lo sabemos. Si es posible vislumbrar las luces de un infinito que ciega el velo de una ilusión, no podemos conocerlo. Quizá en la pugna de los iniciados aún con esperanza esté su iluminación inconsciente, irónica: Dejar que los días traigan sus propias respuestas y para las preguntas incomprensibles, tratar de ordenar a nuestro propio modo la arquitectura del caos a la que llamamos vida.

martes, 26 de octubre de 2021

26/10/21. Los viejos académicos.

 Los niños construyen una visión del mundo propio, como de viejos académicos. Ven en sus burbujas invisibles trazos de realidades abstractas, esquivas, aparentes. Distinguen sus luces y reflejos que pintan de color un mundo turbio. Discuten seriamente acerca de un mundo que aprenden a conocer como adultos y al que han llegado a captar con la sensibilidad única de quien no ha adquirido el desengaño, que marchita la inocencia. Huyen de la amargura y el orgullo para apurar el momento. Y en su ir y venir aprendiendo y disolviendo su sabiduría innata en experiencia, van entre nosotros, y no les hacemos caso.

Los viejos académicos caminan por el parque otoñal apasionados en sus disputas que a los otros parecen nimias. Han pasado su vida tratando de conocerla a través de la experimentación y la observación delicada de sutiles temas que contienen un mundo vedado a casi todos. Etimologías, física de líquidos, prehistoria, animales extintos. Los años no nublaron su pasión y, como no es posible reconocer la pasión propia, viven en la ilusión de que casi todos la comparten. Su materia los salva de las tribulaciones que el caos de la vida arrastra hacia sus puertas; su saber es la roca contra una tempestad turbia.

Así fuimos un día. La sombra nos ha cercado y de los niños conservamos la frustración de no haber sabido crecer y el espanto del mundo, él nunca perdona. Los otoños pasan, las afinidades electivas nos acercan a unas costas y nos destierran de otras, los colores se atenúan y el fuego deja apenas las ascuas. Es bueno desterrar la crueldad del animal que fuimos, mas...ay, cuesta amoldarse en el futuro sin expectativas. De lo que fuimos en el recreo, un grupo de aprendices maravillados contra la aurora del porvenir, nos encerramos en la armadura de los temerosos. Refinamos la crueldad en costumbre y hacemos lo único peor que envejecer. Seguir siendo niños sin inocencia ya. 

Deseo que haya una salida, momentos de soledad o intimidad en los que uno llega a ser quien es. La noche llegó hace horas a esta costa y el silencio se extiende como una mancha aún más negra. Todo está dormido, apagado, exhausto.  Los viejos académicos siguen persiguiendo los objetos de su pasión, los niños su alegría y los demás, casi todos, nos agitamos en la confusión. Y a pesar de todo, con su rabia y su dulzura, aún la vida late y aún sigue esperándonos.




jueves, 21 de octubre de 2021

Nieve de otoño. Parte IV.

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Hans caminó sobre el filo del tiempo, tan frágil como el del hielo, siguiendo un momento de lucidez en la oscuridad. En la penumbra de una duermevela sentía el calorcillo suave que la anticipación de una promesa posa en el corazón. Caminó contra claros que dejaban ver las siluetas de las torres de las iglesias contra la bruma nocturna, avanzó entre callejuelas angostas y la luz lo llevaba hacia la ribera del río, que era un rumor ancestral y misterioso. En los ángulos de las cuestas contra los muros cansados, era guiado por una luz que confortaba y no dejaba ver nada salvo el camino. Tan claro, tan seguro. Tan promisorio.

Su madre miraría por la ventana, angustiada, esperando a su padre, que llegaría derrotado y preparado para un nuevo día de batalla. Sus hermanos no correrían tanto como de costumbre, tímidos por la pesadez de la espera que su madre irradiaba. Pasos en la calle se acercarían y se alejarían entre conversaciones cortadas. La vida seguiría, en fin, ajena a todo, porque nada importamos. No muy lejos de allí, un niño  persigue un hilo de sueño.

Entre las paredes de una callejuela sin salida, se aposentó la chispa y emitió un fulgor más intenso. El rostro de Hans abrazaba los claros y los oscuros que presagiaban todos sus futuros y aquellos que lo precedieron y sus ojos abiertos no sabían contemplar más que la luz que inundaba una porción del Universo, contraria a todas las reglas y a favor de todas las esperanzas. Hans sintió, desde un abismo que no podría nombrar, que esa era la luz que una puerta abierta desde algún otro lugar derramaba sobre éste. Su boca musitaba una oración que su corazón recordaba en el momento de emitir su voz. Vibraciones apacibles recorrían su cuerpo inmóvil. Vio caminos que se bifurcaban, fuegos que se apagaban repentinamente, rugidos de agua que se hundían bajo las ondas y sintió que el mundo era el conjunto de todo lo inimaginable: de lo que no imaginamos y de lo que no sabemos que se puede imaginar. Y fue en ese momento en el que supo el futuro que se otorgaría a sí mismo. Y fue entonces cuando la llama declinó y se durmió en la negrura plácida.





Has despertado cansada. La luz de las mañana en otoño busca una blancura que no rompe en augurios pero no sabe esconder los pesares del día. Te has desperezado en la cama y el pensamiento te ha llevado por extraños senderos, que se olvidaron pronto.  En la ducha, el cuerpo despertó y las cicatrices se cerraron por el instante de descanso en los brazos del agua. Has desayunado rápido, leyendo algo en tu móvil, quizá, es poco probable, estas líneas. Has salido a la calle para que el Tribunal del día te juzgue de nuevo. Has sonreído, has estado triste, hiciste planes, te ha azuzado el rencor, has deseado algo diferente, has compartido con otros. Tuviste tiempo para ti antes de volver a casa, viste algo en la tele, has leído unas páginas. Entras en la cama y te abandonas al cansancio. Aún resistes.

Mientras todo ello pasaba, otros caminos se han ofrecido y se han cerrado ante ti, el futuro se ha plegado como un acordeón y una luz delicada se ha presentado para mostrártelo todo. En varios lugares, hay quienes tratan de figurarse como funciona el misterio. Hay quienes creen que el misterio ya se resolvió hace demasiado y nos hemos acostumbrado a él. Necesitamos un nuevo secreto, enigmas que nos den la profundidad que la decepción de la realidad, pese a todo, nos ha dejado. Pero aun hay pliegues de misterio, esperanza y alegría entre lo que suponemos inmutable. Morimos y vivimos con infelicidad, pero lo imposible existe. Hemos olvidado como verlo, eso es todo. Abre los ojos.

lunes, 18 de octubre de 2021

Nieve de otoño. Parte III

Primera parte

Segunda parte

La oscuridad se cernía sobre la silueta de la ciudad. Sombras y niebla acogían las leves luces de los callejones. Allá hay un farol, allí alguien pasa raudo con su candil, más lejos unas sombras titilan, se funden y se desprenden de la  oscuridad en tonos difusos y movimientos periódicos. Qué yacerá allí, Hans no lo sabe. Sus ojos estaban acostumbrados a las oscuridades y no prestaba mucha atención, hasta que la vio.

Rebosaba calidez y armonía. Venía de otro mundo mejor sin acabar de posarse en este. Hans pensó que serían fuegos de San Telmo que los marinos de los mercados contaban a los niños para asustarlos y en los que él había dejado de creer desde que era ya un hombre. Así le habían dicho, tú debes proteger a tu madre como un hombre y pronto también traerás pan a la casa. Hans se sentía emocionado de una forma inconcreta por la necesidad que había de él y confundido por su exigencia. Sea lo que sea ser un hombre, pensaba, no parece traer ninguna señal o remedio. Hasta que la señal se cernió sobre él y conmovió sus ojos.

Todo estaba en silencio. Era ya hora de estar en casa, la hora en que el borracho y el pendenciero ocupan las calles y los problemas aparecen, las horas en que los imprudentes pueden hacer estragos con sus vidas ordenadas hasta entonces. Mas nada importaba en ese momento. La luz parpadeaba contra el fondo de sombra e iluminaba un camino que el velo de la noche transformaba. Lo que era cotidiano parecía nuevo, afilado, peligroso. Hans, sonámbulo en la fantasía de la centella, la seguía como sigue el inconsciente al destino o el cazador a su presa, con el temor asfixiado por el deseo. Y entre las callejuelas y los portones, el rumor del río embravecido y el viento gimiendo contra las veletas, caminó tras ella.



Lo supieron los arduos alumnos en el jardín, aquel que dio su sabiduría al vigilante del paso del puente y al que alcanzó la sabiduría bajo la sombra de la higuera. Lo supo el místico del Zohar, aquel que descubrió la ley del cuadrado inverso y el poeta loco. Los días y sus armas vuelven cíclicamente en un baile que es una condena y un laberinto. Tras cada paso hay otros variables caminos que se abren y que desaparecen al cobrar el nuestro. Cada elección acarrea mil renuncias; cada lastre, libera del peso del mundo. En sus estudios y en las fórmulas, los sabios buscan encontrar la palabra de él, el destino, el azar, la providencia, la causa no causada que ofrece la salida. Tras esa puerta puede esconderse un fulgor o la nada. Todos coinciden que sea lo que sea que yace, es preferible a la repetición y el retorno de lo que nos encadena mientras nos da ilusión de libertad. 

Hay quienes siguen estudiando los símbolos y las declinaciones de la libertad perdida. Hay otros, la mayoría, que arguyen que la causa se ha desvanecido. Para perdernos, se nos dio el afán de búsqueda, dicen. La respuesta se ha fragmentado y perdido, yace en ciudades sepultadas bajo las dunas y en ciudades arrasadas por bárbaros, consumidas por el fuego y borradas en ríos incansables. Seremos esclavos en este rito de iteraciones y olvido perpetuo, para volver a cubrir las mismas pisadas y fatigar el silencio con las mismas palabras. Solo los que conocen y no tienen fe están desesperados. La mayoría sigue con sus vidas, tratando de construir sus figuras de nieve bajo un sol implacable, ignorantes de su sino y alegres en su condena. Entre ellos, muy pocos, cada vez menos, aún mantienen la llama de una esperanza revolcando anaqueles, archivos y figuras, buscando su momento de súbita comprensión que irradie el Universo y libere su embrujo. Aquel momento en el que una vida de alguien, acaso cada vida tiene su propia oportunidad aparejada, susurran en sus conversaciones turbias, pueda salir de la rueda maldita. Aquel instante en el que todo pueda cambiar por un segundo, pero para siempre.

Ajenos a sus cuitas, los gatos maullan en la oscuridad contra el callejón sin salida de cualquier ciudad sin calma, con una luz intranquila que descubre las tuberías, cuerpos de arpas oxidadas. En una habitación a media luz, una duermevela busca aquel instante y, en él, todos los secretos.


miércoles, 13 de octubre de 2021

La Fin. 13 de octubre.

No he agregado a la infinita suma
De sufrimientos, penas y mentiras
Un número más. La dulce espuma
En un olvido grato ha de anegar mi ira.

Fui subyugado por el arduo y cruel fuego
De la vida, que nunca mira atrás ni llora
Y en el silencio del azar del juego
Un eco de pasión huye a la sombra.

Cuando la lluvia agitando las luces
Deja el regusto de un ayer amargo
Quien ya no es joven ve en la niebla cruces
De un futuro, como el ayer, vedado.

El horizonte acerca el dulce aroma
De aquellos que viven tras los muros amables
Y han desbastado de espinas su corona
Para hacer florecer la sangre de su sangre

Un día sigue a otro en la rueda errante,
Otro domingo gris de vasallaje;
Los turbios pasos del que ya se sabe
Tumba de su amor propio y fin de su linaje.




 

jueves, 7 de octubre de 2021

Nieve de Otoño. Parte II

Primera parte


Hans, que antes miraba con ojos grandes a su hermana pequeña, juega también en la nieve. Su risa se une al coro de la alegría que zigzaguea entre las callejuelas cerca de su casa. Tiene cinco hermanos mayores y aún no ha tenido que saber de las arduas jornadas de labor ni de privaciones. Quizá por eso sea hablador, zascandil, alegre. Como los cínicos, como los niños felices, sabe que el mundo es para aquel que desee capturarlo. A ello se dedica en los días sin fin, entre recado y recado. Su padre, curtidor, compraba los animales y en taller compartido con otros de su mismo oficio convertía sus pieles en prendas de la buena sociedad. Todos en su familia lo han visto, retirando la carne que otros desdichados compran para el mercado, usando los humores que dejan un efluvio gastado en su piel y nunca se desprenderán ya, secándola, ablandando sus cargas, que llevó una criatura, saturando sus huecos, ahumando y cosiendo. Es un hombre trabajador y aunque a veces ha llegado tarde a casa y con un olor a cerveza fuerte en su aliento, siempre se ha preocupado por su familia. Su madre, fina como un silbido y enérgica, ha construido un hogar de tantas vidas difusas sin ella. La ausencia de todos los brazos que puedan procurar un sustento ya no le pesa más. Son tiempos duros y se procura una mirada firme y una voz sin dudas. Hans la ha visto cocinar, reñir, abrazar, gritar, reír, pegar, llorar, acariciar su frente. Lo único que aún no sabe, y no comprenderá hasta dentro de un cierto tiempo, es que significa la mirada que a veces desliza contra la luz que tímida se filtra por los vanos de la casa y que trae el aroma de la mañana. Él sigue jugando y olvidando cada segundo cuando transcurre y se va. Mas súbitamente hay algo que capta su atención y las voces del mundo se aquietan en un silencio espeso y todo el color de la vida está frente a él, que no puede moverse ni sabe decir nada.




 

El mundo es todo lo que acontece. Lo que acontece incluye también todas las posibilidades que encierra el pensamiento. El pensamiento solo puede re-crear el sentido. Lo que tiene sentido es lo que avanza más allá del hecho. El hecho no acontece. Es el acontecimiento revelado. Hay acontecimientos que aún no han despuntado, como auroras futuras.  El acontecimiento y el hecho viven en islas distintas. El mar es el lenguaje. Más allá del lenguaje, no hay nada. El lenguaje transforma el acontecimiento en el hecho y crea olas de re-presentación que se funden en el mar, que une lo que es esencialmente distinto. Las palabras son fuente de malos entendidos. Entender es olvidar la confusión y mirar el principio. La re-creación y la re-presentación son iteraciones de un acto primordial al que no sabemos acceder. No sabemos acceder a aquello que desborda los límites de nuestra gramática.

Todas estas notas fueron halladas en la casa del ropavejero de Dresde. En el manuscrito aparecen las formas de los lugares en los que el texto, con interpolaciones y omisiones, había circulado. Antioquía, Padua, Bolonia, Tours, Varsovia, Toledo, Tánger, Kazán. Quien sabe cuantos lugares más, cuantas fórmulas, estudios, modelos de doctrina, parábolas cambiantes como el fuego en los oídos de los nuevos iniciados. Los que estudiaban la doctrina, anhelaban encontrar un nombre, acaso una sentencia, que pudiera simular o modificar el pasado. Ludwig había sido uno de ellos, como Aleister. Y W.B.

Todo eso hoy ya no importa. Aparece como el testimonio vivo y entrañable de un tiempo en el que la fé aún movía a los hombres, y aquella incauta pasión era su perdición y su gloria.

lunes, 4 de octubre de 2021

Nieve de otoño. Parte I

Los tablones crujían con los saltos de los niños en el puente. Caía la nieve como un embrujo sobre la ciudad. Se posaba sobre los picos de las grandes iglesias y en los callejones turbios, sobre las lápidas y bailaba con el humo que algunas lumbres precarias y gozosas ascendían a su encuentro. Los caminos estarán oscuros mañana, pensaban los mercaderes, habrá lobos y quizá bandidos. El sacerdote oraba para que la nieve diera un campo robusto para las cosechas y no se convirtiera en granizo, que rompe la siembra y deja un rastro de animal furioso. Los nobles, de vida regalada, organizarán fiestas en las que los músicos tocarán polcas y la danza y la cerveza darán calor a su alma. Todos son pensamientos breves, volantines de un juego antiguo. Todos contemplan caer plácidamente la nieve, juegan algunos con ella, casi todos están fuera. El otoño llega con las primeras nieves y quien está solo, lo estará mucho tiempo. Mejor ser feliz hoy y que mañana traiga sus propios afanes.

Pues la nieve también se pondrá sucia. Los pasos de todos, el aliento de los borrachos, las discusiones de los estudiantes y los sermones de los clérigos pasarán por ella cuando ya lleve unos días e irá desapareciendo con el paso de la vida. Sí, ocurrirá muy pronto. Los carromatos retomaran el camino de la plaza desde lugares lejanos, los mendigos se agolparán en el palacio y las iglesias buscando una sopa y un mendrugo de pan endurecido. Los labradores subirán a la ciudad desde sus valles para vender lo que Dios haya permitido de aquella tierra dura, todas lo son, y los cortesanos tratarán de esquivar la ira de los que les pueden y afirmar su poder sobre aquellos que no les igualan en honor. Las calles, la ciudad, irá cambiando, tan despacio como la eternidad misma. Muchos solo sabrán ver las diferencias cuando lleguen a viejos y tengan tiempo para mirar. Para entonces, todas las nieves serán las mismas, todos los veranos, todos los rostros, variaciones de aquel que esperan ver después del último trance.

Ajena a la comedia humana y hoy parte de ella, cae la nieve contra el ocaso y las colinas blancas.


Hay en toda vida, varias encrucijadas. Cada vida es una historia universal resumida y asumida en el Gran Juego. En cada cruce hay un equilibrio entre la redención y el fracaso, la oportunidad y la derrota. No importan en sí. Lo que sigue cuando la vida avanza es la devoción por aquellos hitos como puntos de cambio, nacimiento de oportunidades reales, casi siempre ignoradas tras deslustrarse con el gasto de los años y las voces de las oportunidades frustradas, siempre dulces, siempre preñadas de luz y energía. Las voces de los profetas de esas ocasiones nos llaman y tientan, aquí pudiste ser afortunado, aquí feliz, aquí evitar la desdicha. Se dice que son las sirenas quienes embrujan con su voz a los marinos. Mas, si eso pudiera ser cierto, no lo es menos que el eco de la propia voz susurrando promesas imposibles ejerce el mismo poder, pues no hay una voz propia que no nos vea tan luminosos como para no alumbrar cualquier noche de luna nueva. No hay olvido. La vida de toda persona sucede entre el recuerdo de todos los otros que pudo ser, los que dejo atrás y los que escaparon sin que pudiera encarnarlos. La nostalgia más punzante, quizá la más audaz, es aquella que es peligrosa: lo que pudo ocurrir, la circunstancia que habría sido la piedra filosofal de un presente hoy tedioso. Y el tiempo sigue pasando y borrando las demás huellas, como si no le importasen.


(continuará...)




domingo, 26 de septiembre de 2021

26 de septiembre de 2021. Yo no.

Cuando el deshielo había desnudado los campos y las cigüeñas volvían, cuando la mañana despuntaba sobre el filo del primer lucero, una figura apareció al final del camino. Tras penares y sorpresas, llegó a su antigua casa. Había vuelto, marcado, pero intacto. Lo habían perseguido por buenas razones. Había dicho No.

El cultivo del yo quizá sea una de las decisiones más arriesgadas. No solo porque es el precursor del terror, como vieron los sabios de ayer. Nadie hizo caso, porque nadie escucha, y menos que a nadie a quienes advierten de lo funesto. La expansión ilimitada del yo es una pulsión de muerte y ha de traer el terror. Es lo lógico: cuando lo que acostumbra a chocar desea destruir y es una decisión ubicua y adoptada por la mayoría, la hegemonía tiembla y busca lo que más la conmueva. Lo que más estremezca. Lo brutal.

Somos hijos del romanticismo cultural y político; no el que manufactura sentimientos, sino el que deseaba liberarlos y alzar la voluntad por encima de lo posible, el deseo sobre la realidad arisca. Hay quienes desean otorgar a su espíritu el cetro de la historia y su determinación acaba arrojada contra las rocas por las olas que convocan otros más fuertes. Esto es lo más habitual. También hay una minoría de supervivientes que pueden acabar creyendo que hay un designio tras su ascenso. En ocasiones, cuando se dan condiciones determinadas, otros desean esconderse bajo las alas de los líderes, los conductores de masas, los conquistadores del mundo. Y sus pequeñas fuerzas multiplicadas por millones se añaden en una corriente irracional de miedo y deseo oscuro. 

No sé si hay forma de embridar esa fuerza amenazante del yo. Se me ocurre otro concepto, a su vez duro y corrosivo en ocasiones, no. Decir no. Puede ser a veces rudo, seco, cruel con otros. Cuando se refiere al trato con un grupo o una sociedad, el No es una barrera hermosísima que afirma la libertad y somete la voluntad que aspira a absorber la propia. El No limita el impulso del Yo y el Yo sujeta la fortaleza del No. 

Hay un libro de corte biográfico de título inmejorable. Lo escribió Joachim Fest, un historiador de una familia acosada por un régimen diabólico y que supo resistirse para mantener su alma. Su titulo es simple (e inmejorable, repito), YO NO, y quizá en estas dos palabras esté la respuesta más propicia y adecuada contra las grandes y las pequeñas tiranías.  

Cae la tarde entre nubes grises de lluvia y el agua repica contra los charcos. Las luces tiemblan contra el aire gris y la noche empieza a mostrarse tras los edificios apagados. Los pocos que pasean, apresurados, llevan en su mente y en su corazón otras inquietudes y pesares. Intento imaginar cuales sean, les deseo lo mejor y vuelvo a mi cuarto, para beber un té caliente y sentir el calor de su embrujo, mientras deseo que cuando el Yo gruña y pida más que todo esto, haya un No que pueda contenerlo y nada ni nadie sustraiga esa determinación. El mar arrastra sus despojos y el viento maltrata las hojas y las briznas de hierba. Ellos pueden dejarse mover o buscar un dueño contra los quebrantos de la incertidumbre. Yo no. 




domingo, 19 de septiembre de 2021

Desaparecer. 20/09.

Desaparecer…
Alzarse el alma a aquel anhelo
Enredándose en las dulces sábanas de la luz temprana
Caminar sin rumbo hacia la fuente amena
Y acabar el gusto agrio del pan del solitario.

Hoy quisiera alcanzar más alto el cielo
Más azul su cobijo, más amable su herida.
Al atardecer cansado que convoca al lamento
Ofrecer deseo la figura de mi ausencia quieta.

Y no saber ya más del tapiado jardín
Donde todo ocurre sin acunar las hojas
Del árbol de la vida para siempre discreto
Porque quien acepta la audacia de seguir mañana
Verá en sus nervudas manos las vacías promesas.

Ni tampoco saber, ni querer ser consciente
De este mundo cansado donde los dioses arden
Y extienden su fiebre a confusos arrieros
Que avanzan ligeros por colinas brumosas
Cuando el afán inútil se convierte en sendero
Y el sendero en risco abrupto con jirones de pena.
La aurora proscrita contra el mar del verano
En la armonía distante que la razón confunde
Es un grito callado que hay quienes llaman nada
Y otros dicen eternidad o instante.

No quiero estar tampoco en la ciudad aciaga
Que ansía la levedad del molde de un te quiero
En el abismo oscuro donde los sueños vibran
Vibran un instante antes de caer con estrépito.

Dejadme el espacio voraz, dejadme sus edades
Su misterio, su asombro, su silencio
Su resplandor lejano, su distancia inasible
Despojadme de ser yo y sabedme lejos;
No despojéis del amanecer a la alondra
Ni al corazón ahíto su rincón de esperanza
Surcando el breve instante en que el olvido parpadea
Mientras se vuelve al reposo, la inocencia, el anhelo.

Desaparecer un día. Aventarse en la era
Dar oficio a la llama, verter un suave aroma
De una pequeña luz en el umbral de un miedo.

Y enamorado al fin, deshacerme en la escena
De los naranjos altos y el rumor de arroyos.
Habitar siempre allí, en la confusión plena
De motivo y de tiempo, de sabor y de asombro
Que hay quienes llaman eternidad
Y otros llaman ser nada.




jueves, 16 de septiembre de 2021

Tres anillos. 16/09/21.

Alguien llega de lejos. Ha dejado todo atrás, salvo lo que le cupo en una maleta vieja de cartón. Fatigada, ha subido las escaleras bajo un sol generoso de luz. Bajo un arco, la oscuridad comienza. Hacia allí la viajera se sumerge en la oscuridad, como si fueran las fauces de un dragón.

El poder de la representación de la realidad parece equivalente a su incógnita. La forma en que narramos, nos contamos relatos y agitamos los hechos confusos para despojarlos de polvo indeseado, pulimos sus aristas y los encajamos, mal que bien, en una sucesión ordenada según nuestras categorías. La capacidad de hacer pasar lo contado por lo ocurrido es capacidad de comunicación, acaso el secreto inasible del arte, fácil de asumir al principio, una espiral inacabable de posibles axiomas derivados cuanto mas se piensa. Hace unos meses, visité el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Creía que una visita terrible puede al menos acercar la comprensión de un horror infinito. Yo no supe, no pude, me hundí en la literalidad de lo que veía, que ya era más de lo que uno puede sentir. La cabeza acepta los números, el corazón rechaza estadísticas. 

Acabo de terminar un librito estupendo del estupendo escritor Daniel Mendelsohn. Trata entreveradamente de la naturaleza de la realidad y las palpitaciones de la ficción, del movimiento como libertad o como huida (si es que hay diferencia), los meandros de la razón y  el azar, la razón y la violencia. Me parece que su tema principal, en el que se combinan las iteraciones nombradas es el dilema de la representación de lo real: La realidad escapa de algún modo a lo que pretende fijarla pero hay formas de contarla que nos parecen más reales que nuestro pasar confuso por la tierra, durante el tiempo que nos ha sido concedido.

Tres anillos, así se llama, ilustra el dilema con filología y literatura comparada. Hay un modo optimista de contar, que correspondería a la forma griega, desde Homero, el anhelo de contener todo el mundo en cada frase, como en el escudo de Aquiles. Hay un modo pesimista de aproximarse, el hebreo, en el que las sombras del silencio dan relieve a las luces de lo contado pero desvanecen cualquier opción de abarcar lo que existe. No hay formas puras, pero todas se aproximan a una de ellas, quizá. Quizá la literatura sea una forma de conocer la complejidad de lo que nos rodea o puede que sea incapaz de ir más allá de la elección de un ángulo de los casi infinitos posibles, el reflejo de uno de los cristales rotos del espejo de un mundo inmóvil bajo las apariencias.

Los anillos, los círculos, forman parte de una técnica narrativa que se aleja de una trama para introducir otra y tras crearla y acabarla, retomar la anterior. El juego admite muchas formas, desde que Homero mando a Odiseo a vivir aventuras y a crear parte de nuestra visión del mundo. Odiseo, el que va por muchos caminos y se pierde en recovecos y desvíos para seguir volviendo a donde lo esperan. Mendelsohn ha explorado esa forma en su obra literaria, desde su condición gay hasta la historia familiar (judío, parte de su familia se perdió para siempre en el Holocausto), su relación con su padre y su propio viaje a Ítaca a la vez que historias de exilio y temor der ser encontrado. Porque lo que nos cuenta del todo puede fosilizar lo que nos mantiene vivos y lo que renuncia a narrarnos puede esconder oscuridades que no deseamos afrontar. A menudo, lo que nos salva está precisamente en el lugar al que no deseamos ir.

Así, estas breves notas sobre Europa y su destrucción cruel y estúpida, el exilio, la destrucción y la voluntad concurren en Estambul, la mágica. Roma es su capital, Atenas su cuna, Jerusalén su alma, Estambul su misterio, de dentro y de fuera, atracción y amenaza, el refugio para los exiliados que quisieron cantar a una tierra que se empeñaba en destruir lo mejor que los siglos habían destilado de ella.  Odiseos temerosos de monstruos, audaces rescatadores del alma del mundo.

Cuando uno acaba estas páginas, nada está resuelto. Por supuesto; es ingenuo pensar que un ensayo, una novela, pueden cambiar el mundo. La historia es el conjunto de lo que pasa, la poesía el intento de ordenar una relación entre lo que acontece. Me parece que el buen arte comunica entre los resquicios inevitables verdades profundas que yacen en la oscuridad, más allá de la precisión de su encarnación. Es en ese juego entre lo revelado y lo conjeturado donde prospera el arte de la narración. Quizá yo soy de la escuela pesimista y otros creen que la luz puede bañarlo todo y se trata de comunicar lo que llega con más fuerza al corazón, eligiendo un silencio que no es oscuridad, sino forma menos pulida del pensamiento o lo que sentimos.

Siempre habrá algo que no comprendemos pero que necesitamos contemplar, desde la belleza de un atardecer en el mar de los antiguos, la verdad del esplendor de una pirámide inconcebible o el abismo sin fin que esconde toda comprensión ,el terrible destino de los que no pudieron huir, el odio, el fin de la historia en barracones que vieron lo que no podemos creer con el corazón por más que el cerebro nos llene de razones, especulaciones y razonamientos que se topan contra el enigma del mal. Puede que esa sea otra barrera a la representación. En un mundo regido por la necesidad y el azar el mal existe, una herida que nunca se marchita...y existe el bien, una luz que nunca puede perderse. Y entender eso quizá lo cambiaría todo.

Es de noche ya. Dublín apagó su atardecer en un incendio furioso contra las siluetas de los edificios de los lados del río y sigue pasando, como una novela hecha de millones de novelas que se entrelazan, separan, cortan y unen tramas sin un sentido aparente y más allá de toda representación comprensible. Sin embargo, en un día de cada persona están todos los días y todo fue posible una vez más. En el centro, los tranvías aún corren contra la noche y hay bancos en los paseos del río donde se tumban los que no tienen techo mientras no llueva. Las vidas pasan y corren y el tiempo sigue su curso, en la ciudad modesta y solitaria por donde aún vaga Ulises.



lunes, 13 de septiembre de 2021

09/13/2021. La seducción de las formas.

Llega un momento en el que uno acarrea el agua de sus experiencias al molino de sus preocupaciones recurrentes. He estado leyendo últimamente acerca de experimentos totalitarios e individuos demasiado mortales tratando de domar los organismos de poder y no desplomarse de las cimas de sus peligrosos riscos. No son lecturas edificantes. Tratan de miríadas de víctimas que pudieron ser verdugos y verdugos que sintieron el soplo del poder omnímodo sobre sus mundos... los dirigentes que trataban de evitar el poder de otros aún más temibles.

Sorprende la atmósfera constante de miedo, susurros, delaciones que trataban de evitar denuncias preventivas, el ambiente cerrado y sombrío. Miedo y resentimiento en espiral incontenible. Pero no quería escribir unos pocos párrafos de la hipertrofia del Estado sino de la similitud (básica y difusa, pero esencial) de la condición humana bajo presiones enormes y bajo incentivos en apariencia más benévolos. De aquellos que se conjuntan en una masa sensible de fuerza y coerción mutuas para la gloria de elegidos que siempre están en el cascarón, nunca exiliados de su calor. De los que sienten en grado máximo la seducción de las formas, el canto de sirenas de formar parte de un edificio que se levanta hacia el cielo sobre la voluntad dúctil de los partidarios. 

Vivimos en sociedades de creencias fuertes y débiles, Las débiles pertenecen a los asuntos no asfixiados por la tiranía de quienes presionan activamente para su cambio; las fuertes son impuestas por el poder establecido, el que puede cobrarse sus represalias cuando sus designios no son aceptados sin contemplaciones. Sobre esas estructuras de poder se forja el paisaje moral que habitamos. Y me parece que ese paisaje apenas se podría mantener sin apparatchikis. Ya sabéis, podemos ampliar la definición de aquellos funcionarios soviéticos que trabajaban para mantener la Revolución (lo que es lo mismo, para fosilizarla) a muchos de los que pelean hoy por un lugar más soleado en el rincón en el que nos toca pelear.

Como Nietzsche, piensan que las convicciones son cárceles. Aguzan su fino oído a los cambios en la atmósfera de los que mandan, aunque sean superiores inmediatos sin demasiada potestad. Se desembarazan de obstáculos en la escalada. Ansían el poder como una gema escondida y una palabra sagrada. Detectan herejías y desviaciones. Su ortodoxia es a la vez implacable y abierta. Nos parece que serían capaces de contradecir con su hoy todo su ayer. El peligro de la flexibilidad máxima sobre todo lo acontecido es el riesgo de la humillación propia y ajena: cuando el poder impone una nueva verdad, haberla defendido demasiado ofrece un flanco al peligro. Y no hay espectáculo más denigrante que los que humillan y se humillan porque la verdad de ayer es la traición de hoy. De nuevo, las consecuencias no son las mismas, afortunadamente, pero el paisaje humano es muy similar. Zeligs, como en la película de Woody Allen tratando de aprender a mimetizarse en una masa informe que avanza en la dirección sinuosa que una minoría temible designa a su conveniencia. Marea gregaria que pelea en las sombras por un escalón más. Soldados evitables de tentaciones del absoluto.

Conjeturo que el totalitarismo se establece cuando la maleabilidad del individuo es tan acusada que éste deja de serlo. El mal acaso es la desaparición consciente y temerosa de esa verdad profunda que permanece a través del inevitable devenir, la desaparición de la tenue llama que resume nuestro misterio; el enigma que, después de todo, aún somos, aún podemos ser. La muerte consciente de nuestra mejor luz, sacrificada. Y también especulo con la presencia de ámbitos mínimos autoritarios que funcionan igual, solo menos terribles por menos fuertes.  La tentación dictatorial del miedo, el rencor y la inseguridad de los carismas y egos grandes encapsulados en personajes pequeños. La tentación del dominio y el silencio opresivo que extiende, desde las grandes llanuras llenas de barracones a los ámbitos íntimos de ciudades que se dicen libres. Sin ánimo de comparar su escala de sufrimiento, por descontado, sí su maldad inicial.

La noche cae sobre una ciudad tranquila. Hay miedo y tensión por lo que puede traer mañana y muchos tratan de aferrarse a algo que parezca más estable y duradero, subir a una atalaya de dominio, como si las olas del azar nunca hubieran tirado esos edificios. Los gestores del aparato que los domina sin mostrar amabilidad hacia sus esfuerzos, los individuos que anhelan disolverse en estructuras que los acojan, arcos formados de tiempo y mando que los protegen de los embates de la necesidad y la casualidad, que nunca anuncian por donde golpearán. Ajenos a todo, las aves duermen o rasgan el lienzo de la noche, luces difusas se reflejan proteicas sobre el fulgor del río y los paneles de los edificios. La brisa camina hacia el puerto y el mañana espera, intranquilo acerca del relato que le vestirá para acomodar su verdad a una masa que duerme hoy, mientras la luna riela.









jueves, 9 de septiembre de 2021

Juntos como hermanos. Nueve de septiembre.

Todos los tiempos han sido difíciles, pero estos son también grotescos. Sirvientes de la virtud la arrojan contra los tabúes erigidos en pedestales que su voz ronca eleva. Hipérboles maliciosas lanzan la angustia por caminos de barro. El rencor y la codicia parecen todo lo que existe. El espíritu burlón y el alma quieta pasean de la mano, generalmente contra los débiles. Y sin embargo, la calle resiste (al menos las que tengo la suerte de llamar mías). Pero bien sé que hay una corriente subterránea de resentimiento que tiembla bajo su tranquilidad.

Es curioso. Creo que gran parte de la bronquedad que vivimos es la frustración del amor que desea dar el alma y que no encuentra objeto. Vivimos cómodos, pero todos necesitamos sentirnos tratados con dignidad en una sociedad decente para observarnos plenos. El amor a las mascotas y a las grandes Ideas, la ansiedad por el dinero fácil y el éxito, el miedo a la mediocridad y al olvido son caras diferentes de un mismo prisma: deseamos amar y sentir que somos diferentes para aquellos pocos que son diferentes para nosotros. O antes era así; hoy parece que consiste en demostrar la excepcionalidad permanente de...todos.

Supongo que el deseo de ser diferentes, mejores, en lugar de aprender a ser iguales (un aprendizaje arduo y amargo a veces) nos ha llevado a la pelea sin fin, a la pelea por un trofeo vacuo. No ayuda un mundo que es un escenario con miles de cámaras, un panóptico que vigila cada detalle de la celda. ¿Cómo no ser histriónico cuando el mundo lo mira a uno? Pero pocos miran. Todos andan ocupados representando lo suyo. Mas la lucha perpetua cansa. Necesitamos un punto en el que la angustia no devore el anhelo de euforia constante que secretamente la forma. Deseamos la magia secreta del encuentro, tras tanta exhibición. Pero como nos cuesta aprender llegar a acuerdos, se trata de imponer el siniestro consenso

Tratar de terminologías es pueril. Hay muchos que desean cambiar lo establecido, lanzar proclamas rompedoras a través de la semántica (de nuevo, la pugna perpetua por destacar la frente). Intentaré no hacerlo yo. Entiendo que el acuerdo es el encuentro de voluntades dispuestas a renunciar. El consenso es la exigencia de que todos se sitúen en unas coordenadas morales y sociales que la mayoría (en realidad la minoría organizada que la somete) demanda. Es el mandato que muchos hunos y hotros desean imponer para salvarnos de los pánicos morales que excitan. Y el papel del consenso es velar la lucha legítima de ideas e intereses en una tela oscura de hipocresía y amenaza. Y así, hacer que todos los gregarios puedan sentirse absolutamente especiales.

Las dictaduras crean consenso. Un acuerdo de posiciones enfrentadas da espacio a la libertad. El consenso abarca la vida para tratar inútilmente de hacer de ella lo que no puede ser. Tocqueville decía que la democracia no es el sistema más sabio o justo...pero es el que permite más posibilidades a resultas de la energía que crea, la energía de los iguales con diferentes aspiraciones tratando de ser iguales y abriendo la libertad de la vida en sus afanes. No para demostrar que son mejores o más probos, sino para seguir sus propias inclinaciones, diversas y alegres. Esa es la energía de la discrepancia, la diferencia y la asunción de juego limpio. El consenso trata de ahogar esa energía en razones morales, políticas, de Estado, de fuerza, de miedo, de envidia, de odio. Y lo hace porque tiene miedo de tu libertad. ¿Acaso vas a tenerlo tú también?

¡Mira! El cielo se abre tras el chaparrón de la mañana. Un rumor de vida sube sobre las aguas como el humo de la ciudad va al mar para perderse. Un sol débil pinta con delicadeza las aristas de la tarde y los jirones de nubes, las aves revolotean juguetonas y el río va alto sobre su cauce. El caudal crea un reflejo de lo que puede llegar mañana. La brisa acaricia las ramas y las miradas se abren contra la luz cansada. Lo invisible brota donde quiere y a lo lejos los perfiles de la montaña son difusos y altivos. La vida llega y espera nuestros brazos fuertes y nuestra voz tranquila, unas manos que se abran y un corazón que sepa reconocer por fin, cuando despertemos.




domingo, 5 de septiembre de 2021

Cinco de septiembre. Volver

Con la frente marchita. Las nieves del tiempo ya se han posado en mis sienes. La vida resulta en cierto punto una incesante sucesión de retornos. Cada día cobra su usura, por descontado. Siento que cada nueva llegada ahonda la percepción del tiempo pasado. Cómo mi cabello va perdiéndose, el peso y la figura se desbocan, el temperamento se agria, el cinismo embate las esperanzas antiguas. Hay una profundidad más decadente, la que sabe que esto ya pasó y no estamos iniciando nada, solo volvemos o volvemos a volver.  La tristeza deja de ser romántica. Los cambios son más profundos. Es difícil mantener los propósitos: trato de hacer ejercicio, leer, ver aún la vida con asombro. A veces funciona. Otras, la repetición agosta el sentido buscado. Las rutinas cansan y a la vez confortan, como si los cambios fueran saltos al abismo. Y vuelvo a volver a donde una vez fui bueno y ahora no sé qué significa.

Todo es triste al volver, escribió alguien. No creo que sea cierto. Volver ofrece a cambio otras retribuciones: saber que hay dos sitios, o más, que puedes considerar que son tuyos, a donde perteneces. La serenidad de un favor, por el momento, del destino. Voluntad de pelea concreta por lo poco que has descubierto que importa. Lugares y rostros amados en ambas distancias. Preguntas acuciantes, quizá pertinentes, que muestran la pasión de un alma. ¿Acaso toda la materia convocada en mí durante un guiño del tiempo fue solo por esto? ¿hay algo más? Y si lo hay...¿dónde hallarlo? Algo que hacer, sentir, elevar, perseguir, pelear, contemplar, sonreír.

Volver es el coraje de tratar de sostener un recuerdo en la lucha de hoy y mantenerlo grato. Se piensa que todo paso en lo desconocido entraña peligros, cierto es. Me parece que cada paso en tierra conocida no es menos riesgoso: cada suelo tiene sus propios fantasmas. Pero no es este un mundo para correr delante de ellos, pues destruyen, sino detrás, pues puede salvarnos. Y así, pese a todo, volvemos, repetimos y buscamos patrones, coincidencias, que nos hagan sentir que la vida es única y escapa a la comprensión prosaica de lo que nos pasa. El acontecer nunca es el mismo y a la vez, tampoco hay nada nuevo. Quizá volver a lo posible, a lo que pueda volver a sorprendernos, es un buen misterio, puede que uno de los pocos auténticos. Las aves siguen surcando el cielo, el sol es aquí más lejano y la luz más pálida. Hay caras cansadas en todos los lugares, reparan un puente sobre el río y la vida vuelve a pasar sobre nuestros pesares y anhelos, indiferente y hermosa como una Diosa de porcelana. Volver para tratar de encontrar lo que sigue brillando sobre el sedimento gris de lo anterior. Volver para tener la ilusión de una nueva ocasión distinta y poder regresar de nuevo.