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sábado, 26 de agosto de 2023

La edad de oro. 26 de agosto.

Siempre hay momentos en los que uno sufre recaídas de la enfermedad infantil por qué las cosas ya no pueden ser como antes. No se trata de cómo fueran, claro, la memoria elige y adorna lo que era en una edad de oro más reluciente y abstracta.

En mi caso, la mente divaga hacia un país que acaso no existe, ese lugar del pasado cuando no todo estaba en venta. No es el poder del dinero, es la sensación sobrecogedora de que ha demolido todas las jerarquías y sigue erosionándolas hasta que las destruya. Quizá fue así desde siempre y fantaseamos con un tiempo en que ser y tener eran diferentes. Cuando había diques.

La atmósfera incandescente de la competición implacable debe exigir su peaje en la lucha cotidiana. Cada día es una llamada a un nuevo juicio entre tinieblas, de lo que eres, sabes, has logrado. Y es frecuente sentir que sólo tienes arena en los bolsillos. Es normal sentir que tienes demasiado en la mente, que estás agotado, que hay un sitio que te está esperando en el que serás dichoso pero el mapa para llegar a él se difumina en la memoria. La salud del alma se resiente cuando uno aprende que todo lo que tiene valor lo ha perdido porque el tesoro lo es todo. Entonces, una tristeza difusa conquista la vida como las nubes se apoderan de la tarde.

En ocasiones es un círculo siniestro. El pesar tiende a fijarse más en el fracaso y la miseria que en la grandeza. Entiendo que la pelea contra lo imperfecto es necesaria, pero también lo es apreciar lo bello y justo, la alegría. Para llegar a la alegría hacen falta refugios. Se requiere saber que hay algo que persistirá, un muro que no se derrumbará, lo que quedará en pie tras la tormenta. Hay una peli magnífica y terrible, El lobo de Wall Street, que sabe mostrar la falta de alegría, sustituida por carcajadas desesperadas, en un mundo en el que lo cierto y lo justo no importan. Solo vale lo que puedes, lo que el dinero, el status te concede. Y, esto es lo terrible, no ocurre solo con el villano. Al decente y honesto también lo vacían el arduo pelear inútil, la falta de re-conocimiento de sí, del mundo de ayer y en lo que se ha convertido, la incertidumbre. Queda la esperanza de que aunque llueva igual sobre el justo y el inicuo, el primero haya construido un techo firme y pueda resistir. Quizá esos techos, esos muros, sean un amable recordatorio de la ciudad de oro hoy perdida que existió y dio felicidad a su gente. Si no, es igual hermoso pensarlo.

La ciudad dormita entre luz mortecina que filtran las nubes, con le belleza quieta que reluce después de la lluvia. Una suave brisa acaricia el puerto y hacia el centro se encamina un rumor vacío.





miércoles, 23 de agosto de 2023

Silencio. 23.08.23.

Me recreaba en los fulgores del alba

Sobre el arroyo risueño del bosque

Porque no alcanzaba a liberarme

Para besar las perlas de la noche.


Soñaba conquistar como un héroe las olas

De la vida ansiosa que voraz nos quema...

Mientras me sentaba sobre mis fracasos

Y el temor y el silencio forjaban mi cadena.


Quise volar contra un sol sin crepúsculo 

Construí mis alas de espuma sin lamento.

Audaz y enrabietado, quise ascender sin pausa

Y he caído en un escorzo desatado y funesto.


Lo intenté, aún persisto; hago de la hora

Un campo de esperanza para cultivar mi sueño

Y como el púnico veo, cuando arriba el ocaso

Figuras sin piedad sembrando sal y fuego.


He olvidado quien soy, mientras fatigo calles

Y repito la rutina que da erosión al tiempo.

Los árboles se mecen contra la lluvia oscura

Y una tormenta interna me arrastra sin esfuerzo.


No fui capaz. Hay un espejo amargo

Que cada noche interroga mis días;

De mis deseos fieros de asaltar los cielos

Solo muestro ante él mis alas decaídas.





viernes, 18 de agosto de 2023

Nuevas tormentas en más vasos de agua. 18.08.

Me desorino. No es para ello, ciertamente: aunque la relevancia de un tema hoy en la discusión pública es inversamente proporcional a su importancia, eso indica la falta de atención a los asuntos acuciantes. Pero ya lo escribió Kierkegaard, el fin del mundo se producirá entre carcajadas de gente que no entenderá que está pasando. Y tampoco creo que estemos en esas, por fortuna. Pero podríamos, visto lo visto.

Es la leche el espectáculo de la impostura perpetua. No se puede discutir nada cuando el tema del debate son los debatientes. Cada discusión pública y privada parece estar enfocada en la satisfacción psicológica de los que otorgan su voz a su propio ego para resaltar su bondad, su agudeza, su probidad. Cada pecado lleva su penitencia, empero: el toreo de salón de la grandilocuencia es la fórmula perfecta para que nada cambie. La disidencia controlada, la tolerancia represiva, el conservadurismo inherente de la pasividad culposa. En fin, está ya todo escrito.

Siempre me sorprenderá, creo, la afición a estas nimiedades, mientras en nuestra senda arrostramos la pérdida, el desconsuelo y el dolor. También la incapacidad o renuencia a afrontar el riesgo y refugiar las ansias de algo mejor en fantasías y autoengaño. Discutimos la novedad más reciente y el cambio de rumbo más sutil de espaldas a la realidad. Puede que tenga sentido. Cuando uno sabe que no sabe cambiar nada, se evade. Pero al menos un poco de honestidad consigo mismo nos ayudaría; ya que no puedes mejorar la marcha del Universo...mejórate a ti mismo. 

La mayoría de la gente tiene alguna forma de colmar el abismo entre su percepción y la realidad; la mía es la soledad irremediable, el aislamiento para no recordar que de todo que recibí he hecho nada. Al menos, espero no desgañitarme por inanidades. Turbio, inútil consuelo. Mas nadie me dijo que debiera esperar uno mejor.

La tarde colma de lluvia las ventanas y las calles brillan como si fuera una nueva manana capaz de cambiarlo todo. No lo hará, pero es agradable mirarlo. Los pájaros pelean contra el viento y un manto lechoso de nubes nos envuelve, como dentro de un sueño. El mundo no es un vaso de agua. Por eso aún hay esperanza.




  

lunes, 14 de agosto de 2023

Sin título. 14.8.

Por qué me devano y desgasto

El instante precioso con palabras,

Podría ser audaz como un halcón furioso,

Quizá más ambicioso como la fría escarcha.


¿Por qué levanto de su aurora al día

Tratando de buscar la magia de lo oculto?

Podría llenar el espíritu de piedras

Y azotar los cristales como un santo oscuro.


¿Por qué pasa tan breve la noche que en su rito

Conjuga lo hermoso y el misterio?

Podría yacer herido, ignorando, la grieta

Que el año dispone en cada cuerpo


Por qué es tan rico el mar, de gemas refulgentes

Y yo tan turbio soy en mi forma de alumbrarlo,

Podría sumergirme hasta su alba yacente

Y nunca más volver para contarlo


¿Por qué el ruido y el humo sobreviven crueles

Y luego el aullido procaz de la oficina?

Podría arrojar la lanza de tristeza

Sobre esos lagos quietos de piedad dormida.


Por qué me devano, por qué desgasto

Este instante ya moribundo con palabras...

Podría cerrar esta lúgubre cancela 

Y mis ojos, apenas si pudiera.

martes, 8 de agosto de 2023

La guerra contra el cliché. Ocho de agosto.

Tomo el título para la entrada de un ensayo de crítica literaria Martin Amis. No recuerdo haber disfrutado mucho su lectura, pero su título, propósito y espíritu me resultaron encomiables. Como acostumbraba son directos, honestos y robustos. 

Y es que vivimos tiempos de cliché y vaciedad. Los hombres huecos, anhelantes de la unanimidad y enfermos de gregarismo son cajas de resonancia de argumentarios ajenos, hechos para la masa y la prisa. Otros muestran su impostura con opiniones de lujo, aquellas que no les comprometen a nada a ellos pero si a otros sin altavoz, mientras siguen el discurso más dominante y aceptado en cada momento. Y si el viento cambia, ellos también. Por supuesto los fanáticos hablan repitiendo clichés y lugares comunes, sin voces propias, también huecos si el rencor no los consumiera. 

Cada discurso público y privado se ve invadido de banalidades, una ansiedad declarativa que no pretende hallar luz en el tema opinado sino sobre la probidad del opinante. Las conclusiones están insertas en las premisas de cada discurso, haciendo del razonamiento circular el orden del día cada día. Al final, se trata en esencia de exhibir el alma a una multitud que no mira porque está ocupada exhibiéndose a otros. De esta cacofonía asciende la consigna, los eslóganes sucios que no se pueden negar. Sería fácil, claro, pero no va de eso. Va de que la mentira es la gran fuerza que mueve y domina al mundo, y de la indignidad de que sea así. La prensa da sesgo para que el lector lo confirme y mantenerlo bajo el yugo de su prejuicio. Las instituciones abroncan al ciudadano. Existe una guerra de angustia y dolor por un futuro que nunca fue tan brillante y nunca ha sido tan despojado. Es otro cliché que el otro es una amenaza. Mas ya veis, es el tema central de nuestra época.

Por qué no queremos ser libres, no lo sé. El gregarismo me enerva y derrota. Ya no se trata de que haya líderes,  los influencers, los portavoces que nadie requiere no son el gran problema siquiera; el problema es la mayoría ansiando ser parte de una mayoría, aunque sea relativa, aunque haya que seguir a cualquiera antes que enfrentarse al camino sin nadie al lado. Como creen aislada su tradición y su anhelo, rechazan ambas. Pero la única forma de apreciar la grandeza requiere generosidad y distancia. 

Leí el otro día que uno de estos famosos por ser famosos destruyó una estatua de antigüedad considerable. Porque creen que pueden y que hacerlo los coloca por encima del resto. Porque su obsesión por la jerarquía es la de la era de hoy, estimulando millones de voluntades a la guerra perpetua y al desprecio de lo que se oponga al deseo del instante. La lluvia rueda por la ventana y la noche es un manto oscuro que solo algunos destellos desbrozan hacia mañana. Los rumores del día duermen y otros seguirán, en un camino tortuoso y difuso que nos encontrará tratando de ser nosotros, un día más, antes de que suba la marea. Sí, la guerra contra el cliché es ardua y nunca se vence completamente. Pero necesitamos librarla cada día.


martes, 1 de agosto de 2023

Oda a una urna griega. Uno de agosto.

Hoy ha habido malas noticias. Dejo esta adaptación libérrima, quizá innecesaria, para alguien querido que acaso nunca lo leerá Supongo que es porque me evoca una victoria de la belleza sobre el tiempo. Oda a una urna griega, de John Keats.


I

Tú, novia inmutable de la quietud.
Tú, adoptada hija del silencio y del tiempo pausado,
perspicaz estudiosa, que desvelas la historia
en cuentos floridos que la rima no sueña...
¿Qué leyenda de hojas de laurel ciñe  tu forma
de deidades y mortales, entreverados
allá en Tempe o en las cañadas de Arcadia?
¿Qué hombres o dioses contienes? ¿Qué doncellas reacias?
¿Qué loco afán? ¿Qué pugna por huir más lejos?
¿Qué caramillos e instrumentos? Ah, muestras un indomable éxtasis ...


II

Las melodías inaudibles saben mas dulces que las reconocidas.
Por tanto, suaves flautas, tocad;
mas no para el oído sensible, sino con afecto
tocad para el espíritu sin tono las suaves canciones.
Hermosa juventud, debajo de los árboles las escucharás 
bajo esos árboles que quedarán también bajo tu hechizo;
atrevido amante, nunca llegará ese beso,
aunque el triunfo está a un paso de los labios... pero no te lamentes,
ella no se desvanecerá, aunque hoy no tengas tu deleite,
¡por siempre la amarás, por siempre será bella!


III

Alegres ramas que no podéis despojaros aún
de vuestras hojas, ni despediros de la primavera;
oíd al feliz músico, infatigable,
siempre tocando canciones siempre nuevas
¡Amor feliz! ¡Feliz, feliz amor!
Siempre cálido y aún por gozar más,
siempre anhelante, siempre joven:
Inspirando muy por encima de la pasión humana,
que al fin deja el corazón triste y reseco,
la frente en surcos y la lengua agostada.


IV

¿Quiénes se acercan al sacrificio?
Al verde altar un misterioso sacerdote,
lleva una vaquilla que muge al cielo,
con sus sedosos costados adornados de guirnaldas 
¿Qué pueblecillo junto al río o la mar,
contra la montaña, de ciudadela tranquila,
se ha quedado vacío esta piadosa mañana?
Hermoso pueblecillo, tus calles para siempre
estarán en silencio y ni un alma que pudiera decir
por qué estás hoy desierto podría regresar.


V

Oh, hermosa forma ática ¡Bella y pura! 
Marmóreos hombres y doncellas en relieve presentas
entre ramas de bosques de ensueño con su hierba hollada.
Tú, forma de silencio, nos tientas a la mirada más pura,
bajo el punto de vista de la eternidad, fría y dulce.
Y así, cuando el tiempo desvanezca nuestra aventura terrena,
tú seguirás alzándote sobre el dolor,
que será de otros, como hoy es el nuestro,
y, amiga del hombre, repetirás lo que hoy nos revelas:
"la belleza es la verdad, la verdad es belleza; esto es todo
lo que sabes del mundo, y todo lo que es preciso que sepas".