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jueves, 13 de diciembre de 2018

13/12/18. Anubis




La laguna es umbría, y acarrea silente
Las ondas de los remos plácidos
Pero el vaho en su fluir sabio asciende
El eco antiguo de los dioses airados


Son la voz de su aliento seco, ayer arrebatado
Al desierto voraz y persistente,
Hoy un coloso de rocas enterrado
Que alecciona al fatuo en su presente.

El campesino arranca su cosecha
Al vértigo de la tierra incierta y suda
Y cuando el sol descansa espera la respuesta
En los altos templos y las estatuas mudas

Luchan algunos por fijar su afán
Tal si la nube pudiera aspirar ser piedra
Donde inscribir con buriles de metal
Palabras que el mañana esculpa eternas.

Anubis calla. Desde la pesada frontera
Donde una balanza ilumina el rincón
Sabe que algún día pesará tu corazón
Y hará crecer los ojos de la tierra.

Danos fuerza, señor de la montaña,
Haz de tu bendición el sol de nuestro hielo
Esparce y purifica las entrañas
Ayúdanos a andar, que estamos ciegos.

Phokas murió hace años. Sus hijos lo llevaron
Por la sala de columnas de plata hacia la fría
Fuente en que el rumor del día es un descanso
Y de la que nace fresca el agua de la vida.

El Nilo siempre vuelve. Sus recodos
Oráculos son, donde urden los dioses
Los planes del destino para todos
En una red de gestos y de voces.

Allá donde el sol cierra los ojos
El misterio nos llama sin retorno
Y las cadenas del tiempo se conocen…

Y Anubis en silencio transmuta cada enojo.




domingo, 2 de diciembre de 2018

Domingo 2 de diciembre. Domingo triste.



Porque hace ahora más frío en esta ciudad ciega
Y la oscuridad taimada repta bajo los portones
Los cables sucios se agotan de noticias viejas
Y sin remordimiento se exilian los gorriones.

Porque en medio del camino alzamos desatados
Los brazos en busca de un abrazo que abrase.
Porque la primera hora de todas nuestras vidas
Ya sabe como será cuando el destino nos alcance.

Porque las portadas amanecen airadas
Y silba en la galerna un lamento sin nombre,
Mientras emboscado entre las nubes negras
Y cortinas de lluvia, el cielo azul se esconde.

Porque los mares de piedad yacen cautivos
Y congelados en los ojos cárdenos del odio
Y en los bosques futuros la bruma avisa el día
Tras el que no habrá nada que quede de nosotros.

Porque hay siempre alguien que muere deshojado
Antes de que el Señor del tiempo reclame su cosecha
Y los demás bailamos entre el trigal  los ritos
De la comedia humana, desventurada y bella.

Porque mi calavera no tendrá cicatrices
Pienso y bebo estos versos que lanzo hoy al olvido
Y cuando el rayo hiera y el desierto ilumine
Sabréis que estuve aquí, sabréis que ahora estoy vivo.



lunes, 26 de noviembre de 2018

26 de noviembre. El hombre de la calle.


El hombre de la calle, ese silencio andante
Que escruta los diarios y se pierde en las redes,
Con el paso de los años finge animarse y dice
Que su memoria azul ya no se desvanece.

Sigue siendo honrado, aunque a veces mezquino;
Aún aspira al Edén aunque los hombros pesen.
Cuando el frío del norte aviva en él el fuego
de la amargura, la sorbe oscura y breve.

En la corriente de los días hizo un fuerte de barro
A base de costumbre, anhelo y frustración.
Cada semana acude maquinalmente al fútbol
Para encender en otros su dormido fulgor

Ya no quedan sueños en su mundo visible
Y es su rutina la cicatriz fiera que lo ata.
Desnudo y macilento, él contempla sumiso
A su tierra de sombra y a su cielo de paja.

El hombre corriente que hubiera preferido
vivir en otro tiempo de alegrías más lentas
más sabe que la pregunta nunca tuvo sentido
y la respuesta es el tiempo que fluyendo lo lleva.

El hombre de la calle se irritó cuando joven
E imagino islas de estío con corrientes suaves
Implacables los días apagaron sus luces
Y las nubes, hasta hoy, rigen su sombra grave.

Ya el hombre de la calle encendió hogueras
Ha salido del barrio y ha perdido su pan
Hundido en un sofá de tardes que se acaban
Viaja alegre al pasado y ya no llora más.

Quien sabrá ya sus pasiones de entonces
No habrá un licor que encienda el calor de los labios
Porque ahora la vida es lo que ocurre a solas
y el mundo un reino cruel que gobiernan extraños.

Y cuando el sol abúlico lo encuentre agonizante
Dando gritos de rabia en un banco del parque,
Sabrá el destino mustio la suerte de ese errante,
De su alma triste y sorda, del hombre de la calle.



domingo, 11 de noviembre de 2018

Empezar de nuevo. 11/11/18

El camino era oscuro. Avancé como me fue posible, entre riscos y jarales. Al fondo yace la fortaleza oscura, donde las pruebas son pronunciadas. Desde mi caída hacia allá avanzo, tratando de mantener la fortaleza y el buen ánimo, honrar a mis ancestros, recuperar la luz. Pero la noche cae pronta y las palabras no alimentan. Rezo a los dioses por que sostengan mi escudo fuerte y animen mi brazo exhausto cuando mi espada flaquee.

Quien acude a los juicios del destino debe ser humilde y asumir sus flaquezas. Alla los vientos aúllan las culpas y las paredes rocosas de su falda no admiten al arrogante o las argucias. Solo el espejo en la sala central otorga su bendición o condena a quienes son capaces de llegar a su estancia, decorada con fuentes que manan en la oscuridad y de paredes cuyo verdeante embrujo brilla en ondas. En el camino, me enfrentaré a los Enviados, fieras que acechan en el bosque y que son el reflejo de mis propios deseos, inseguridad, temor y desencantos. Confío en que mi espada podrá hacerles frente y purificar mis deficiencias.

La hora es tardía y el fuerte en la colina ofrece refugio. Voy a descansar allí, sin cejar en mi empeño y misión, para volar más lejos, para aspirar un aire más puro y para superar la prueba que me haga merecerla. Todo lo que soy, lo ofrezco hoy en ello, de camino hacia mi destino inevitable.

Dundalk sabe quien soy y todas las veces que he caído, pero me anima a querer ser mejor y a llegar a ser quien soy. Y yo, con la fuerza que el amor dispone, doy todo mi ser para llegar a ella.

lunes, 24 de septiembre de 2018

The whole of the moon. 24/09.




En las mejores horas, creo que T.S. Eliot es completamente sagaz cuando dice que hacer lo útil, decir lo justo y contemplar lo bello es bastante para una vida. Qué más hace falta, con que ropajes queremos vestir lo que ya se nos va escurriendo del día.

He salido a dar un paseo, por no quedarme en casa. Antes, había leido un mensaje en twitter que me llamó la atención  y lo reproduje en mi perfil. El paseo fue exquisito, la luz se batía en retirada y las nubes parecían pinceladas gruesas en un lienzo encendido. Paseando, fue acabando el día y en el cielo fue surgiendo una luna llena esquiva, rielando en el agua, mientras la niebla difuminaba casas y luces debajo de su resplandor helado. Era como un cuadro, una invitación a entrar en otro mundo mejor, pausado y delicado, consciente y sensitivo. Y fui acercándome a ese cuadro y fui parte de el, mientras la noche caía desde el cielo, aprendiendo a vivir en uno de los múltiples mundos que viven en este.

Mientras llegaba a casa, he seguido leyendo mensajes que me citaban, tratando de un tema que desconozco y del que he aprendido un poco hoy; y ser consciente de la intuición de que el talento, la inteligencia y la belleza son pródigas cuando se las busca me ha alegrado el día. Porque quien busca, encuentra. E iba volviendo a casa entre los pasos acolchados de la calma interior y recordaba dones.

La luna, que nos muestra una senda cuando todo está oscuro. El tiempo, que nos ofrece la urgencia de una flecha y la pausa de un bagaje. El ajedrez, que es un palacio de gramáticas aún misteriosas. La ignorancia, que nos impide abandonar la tierra. El viento, que enciende el espíritu. Y la libertad, que saca de casa o te desvela el anhelo del retorno, te pone palabras y colabora en tu descubrimiento. Por el pan, el cedro, el chocolate, el fuego, la caoba y el agua. Por tantas cosas que he dado por supuestas y que me han hecho vivir más vidas. Por la poesía que anula la realidad gastada. Por las palabras de la música y su fuego que nunca se apaga y vibra, "unicornios y balas de cañón, palacios y muelles, trompetas, torres y bloques, plenos océanos cubiertos en lágrimas, banderas, trapos, navíos celestiales, cimitarras y bufandas, cada precioso sueño y visión bajo las estrellas..." Por el arte, que despierta a los que viven en nosotros y que cuando hablamos, olvidan.

Dundalk se sienta a contemplar la luna naranja y entre sus gajos y el azul eléctrico del inicio de la noche, imaginamos un tiempo en el que nos llamará para impregnar lo que de veras importe, cuando despertemos. 

jueves, 20 de septiembre de 2018

20/09/2018. Nadie nos mira.



Parece que en los gestos arduos fuéramos capaces de desafiar a la vida.Todos vivimos en el mismo teatro y somos consumidores del mismo drama, vemos al héroe, sufrimos con él, nos congraciamos con los otros en su triunfo. En fin, debe haber una razón de cohesión grupal y social alrededor de ese impulso, un deseo de emulación y de creencia en la pervivencia del grupo a través del esfuerzo del individuo, algo que nos desborda pero que de alguna manera fuera posible encauzar a través del sacrificio. Es una idea necesaria, supongo. Lástima que sea falsa.

Los soñadores son los que actúan como si alguien pudiera ver sus privaciones, sus logros, sus dudas. Pasamos por la vida deseando que algún día la providencia pase factura y nos devuelva lo que fuimos dando sin pedir nada entonces. Confiamos en que la virtud de un acto lo torne mágico, anulando el precio que precisamente convierte el acto en virtuoso. Pero la vida cobra al contado y de nada sirve lamentarse o maldecirla. La ley es la fuerza, las lagrimas son sal que se perderá en los charcos sucios de ciudades sin nombre.

Hay religión, hay un superyó que dicen trata de encauzarnos, porque el estado de guerra perpetua no conviene a nadie. Pero me conjuro a mi mismo para dejar de ser actor de escenarios de bruma, y apretar los dientes y seguir peleando. Lo demás poco importa, es una mezcla de temor y vacío. La vida es indiferente, y recrearnos en nuestro sufrimiento aspirando a la piedad catártica de los espectadores no conduce a nada. Es mejor bajar a la arena y reivindicar el destino sobre la gloria o el fracaso grandioso. Nadie nos mira, y si hubiera un sol que nos lanzara sus rayos de forma amorosa para nuestro deleite, todo hubiera sido distinto.

Dundalk aparece esta noche como un conjunto de rincones fríos y azotados por el viento lluvioso que no significan nada.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Cultivar un jardín. Diecisiete de septiembre.

Cultivar un jardín, como quería Voltaire. Estoy viendo el documental de Louis Theroux acerca del tráfico de mujeres. Como es habitual, es afilado y directo, y también permite ver el mal que se esconde detrás de las máscaras. A veces es aterrador ver esos fantasmas agitándose tan cerca de la vida que intentamos construir, lejos, lejos de ellos.En cierta forma, el peor mal, el más perturbador, es ver a la víctima amar a sus verdugos, o quizá es la resignación porque la vida es corta, el cuerpo es frágil y el espíritu se marchita si otros no lo riegan con su compañía.

Vivimos en un mundo mejor del que pensamos, dice el estupendo libro "Factfulness", lleno de datos y estadísticas que hacen que un rayo vibre incluso en esta oscuridad de esclavitud y miedo somatizado en voces ásperas y miradas esquivas.

Pero está el anhelo, y el impulso hacia lo mejor, y la belleza. Esto es desolador. Sin embargo, de alguna manera, ha hecho mejor mi día,le ha dado profundidad de campo y resplandor. Creo que esa tensión entre la belleza desolada y la tristeza que la ha conocido y perdido crea en nosotros un anhelo de más, si no de eternidad de permanencia.

He salido a pasear cuando había anochecido, pensando en ello, las sombras y la luz que rechazamos tantas veces. El miedo y el sufrimiento son un océano que grita alrededor. Quizá solo quede cultivar un jardín, como un santuario. A la sombra de una higuera, ver pasar las nubes y surcar de sudor los días en busca de un fruto improbable mas pleno. Como el vagabundo que ha conocido la postración, como el caballero que ha conocido la nobleza humana, resuelvo seguir adelante, cayendo y levantándome, sin mirar atrás, buscando la belleza y la bondad.



Y Dundalk rumorea olas de plata azul mientras silba en la noche y oculta las caras de los apasionados que buscan aún en ella un resplandor cansado.


sábado, 15 de septiembre de 2018

Masters of war. 15.09.18



Cuando estudiaba en la Universidad (no, no hice tesis) recuerdo haber realizado un trabajo sobre conflictos internacionales en base a un artículo que me enfureció cuando lo leí. Su autor defendía que las guerras deben dejarse terminar sin ninguna intervención externa. De otro modo, su mortandad será mayor y acabaran en un precario equilibrio de poder que será el germen de una futura, no muy lejana en el tiempo.

 Recuerdo haber escrito lo que yo creía que era una refutación, fruto del ardor de la razón incuestionable que me asistía. "Se va a enterar", pensaba, "voy a ser la punta de la lanza que destruya esta idea perversa". Estaba influido por las brigadas internacionales, los aventureros extranjeros, los justicieros en países equivocados. Y además, me creía alguien, alguien en lo cierto. En fin, no puedo negarlo, era otro, más apasionado, más impulsivo, generalmente más equivocado. Claro que es como veo al que fui hoy, habría que preguntarle a él que piensa de quien me he convertido. Pero ese sería otro tema.

Lo cierto es que hoy coincido con la tesis en su punto básico; en una guerra, no hay que colaborar con ninguno de los ejércitos que se enfrentan ni hay que apoyar más bando que el de la paz y el de sus víctimas. Para el ciudadano hoy, cada asunto parece resolverse con algunas piezas periodísticas y unos libros, pero vivimos en un mundo lleno de historia detrás, donde nuestras opiniones básicas y tendentes a la transformación binaria hacen más daño que ayudan. Muchos de las conflictos que parecen irresolubles hoy a fuer de su longevidad han sido y son alimentados por prejuicios y ansias de protagonismo de terceros, atizando un fuego al que sin duda el deseo de un mejor futuro para los directamente involucrados permitiría atenuar. En un mundo tan interrelacionado, parece que la mejor opción sería la presión diplomática y comercial contra dictadores, belicistas o incumplidores de sus tratados. No me permito ser muy optimista en el corto plazo. La profesión de salvador está muy solicitada, lo único que parece cambiar es el bando elegido.

Y sí, he escrito esto a raíz de los láseres que no se equivocan matando a quien no deben. Me pregunto por qué los países siguen alimentando complejos militares industriales mas allá de un mínimo que garantice la defensa de su soberanía (bueno, claro que lo se, como lo sabemos todos, porque todos parecen apoyar de un modo u otro dicho complejo, "cabalgando contradicciones", que suena más poético).  Y es esa ayuda, por beneficio o idealismo, desde lugares que no sufrirán las consecuencias, las que enquistan conflictos, aumentan la mortalidad  e impiden la paz, en un mundo donde demasiadas potencias territoriales aspiran a aumentar su influencia en nombre de grandes palabras y numerosos billetes.

Se dijo que la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud; para las generaciones privilegiadas del periodo de paz en Occidente, la justicia vale sangre, porque la humanidad, como los filetes, es más apetecible si está un poco ensangrentada. Sabiendo que hay señores de la guerra aprovechando esta hipocresía, lo menos que deberíamos esperar es que los defensores del idealismo sepan que realimentan la realpolitik y que los defensores de la realpolitik sepan que sus razones son aún más falsas que las de los que desean que una ola de justicia barra el mal ante nuestros ojos. Ese es el drama: dos afirmaciones completamente opuestas pueden ser ambas mentiras.

Vaya, igual me he acabado apasionado un poco, pese a todo. Le digo a Dundalk que he decidido examinar mis ideas cada poco tiempo en base a los datos que obtenga y juntos empezamos el día sintiendo la brisa de un territorio insignificante, pero libre y justo, por la mañana.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Tarde de domingo. Nueve de septiembre.

Hay tardes que traen la amenaza de una repetición ardua y pesada. A veces, nos sirven para hacer recuento de la semana que se va marchando, lo que queda por hacer aún y si podemos encontrar un nuevo incentivo tras las ramas de los árboles recortadas contra el poniente encendido. A veces la habitación quema mientras la lluvia repica afuera; otras veces, una rutina amable trata de hacernos detener el tiempo en su quietud amable. El deporte nos acompaña con sus laureles depreciados, y la abundancia de espectáculo nos cansa del mundo.Seguimos recibiendo el goteo constante de la industria de propaganda para moldear nuestra conformidad con la de otros, y tememos el devenir lejano mientras ansiamos reafirmarnos en el mañana escaso. Llegará un día con nubes grises en nuestro umbral y ojalá encontremos palabras para convencernos y fuerzas para pelear sin dar ni pedir tregua. Sí, sí; ocurrirá muy pronto. El día del señor sigue sin darnos noticias de un Dios que alza las cosas y se esconde tras su silueta.  Cuando pienso en ello, me resulta difícil volver al dios personal que un día creía sentir, pero vislumbro un principio creador desconocido y que nunca será reducible. Qué sé yo, es solo un sentimiento.

En fin, las volutas de pensamiento llegan por donde vienen, como sopladas por un espíritu lánguido, y solo queda el tiempo acercándose a la noche, los cajones recogidos, la habitación desnuda, la alarma presta al juicio nuestro de cada día y una sensación de agonía entre lo que uno ha ido atesorando por el camino y el deseo de apostarlo a doble nada, sin mencionar siquiera lo que ya hemos perdido. Suave es la noche, y los coches dejan su rastro sonoro mientras llegan a los sitios donde imaginamos que las tardes de domingo son más cálidas y justas. Y en esto, como en todo, no hay mucha verdad.

Dundalk se levanta tarde y se recoge pronto estos días. Aún los pubs tendrán luces y charla, pero desde las casas y las chimeneas, banderas blancas se alzan contra el crujir de la semana que se pierde rumbo a la isla del pasado, de donde solo fantasmas irreales regresan.



jueves, 6 de septiembre de 2018

Mitiqueces del astrodeporte rey internacional

Preguntaban en tuiter acerca de los mejores jugadores de una serie de países, y conteste lo míos. Pero me he quedado con ganas de contar acerca de los malos o los que nos han hecho disfrutar por otras cosas, que pueden estar relacionadas (o no) con la pelota y el juego.

Allá vamos...

Alemania, Ballack. Cada cierto tiempo, me gusta verlo perseguir de nuevo, como en un eterno retorno, al árbitro ese que los robo contra el Barcelona. Como disfruté ese robo. Y ahora nos traen el VAR para quitarnos la gracia. Un deporte que sirve al crimen financiero, fomenta valores penosos e incentiva la violencia tiene ahora que ser "justo". No me jodas.





Ni Sófocles. Drama humano, tragicomedia del devenir...


Argentina es un país repleto de mitiqueces. No diré nada de Higuaín. Me centro en cuando Bilardo amenazó con expulsar al equipo si le daban un premio al juego limpio y el embrujo colectivo que mantuvo España con el argentino de nacimiento Mariano Pernía porque metió dos goles bonitos. Más tarde demostró ser uno de los jugadores más gozosos de ver en un campo de juego, a condición de que fueras con el otro.

España, tierra de cuartos hasta hace no mucho. Recuerdo bien cuando Cañizares se perdió un mundial porque se le cayó en el pie un bote de colonia (bien podría ser cierto, pero suena mitiquísimo), cuando Molina jugó de interior o las fazañas de Villarroya, que jugaba cuando yo era pequeño; entonces pensaba que era imposible jugar peor al fútbol. Criaturita...


Es más grave de lo que pensaba... 


Brasil, el Eden del fumbo. Romario. Coinciden mi favorito y el más mítico. Me encantaban sus ruedas de prensa defendiendo su vida nocturna como si todos los demás en la sala estuvieran locos por no entenderlo. Dinio vestido de corto. En honor a la verdad, era capaz de hacer magia, y la historia perdona a quienes juegan bien.

Lean y aprendan, amables lectores,

"Hace 18 años que juego al fútbol, comentó el brasileño, "y la noche siempre ha sido amiga mía. El día que el presidente vino a ficharme le comenté que la noche me encanta y que cuando no salgo, no marco. El día del Palmeiras salí por la noche, llegué a las siete de mañana al hotel luego, marqué tres goles. Desde entonces no he vuelto a salir más y los goles no llegan, así que habrá que empezar a salir por las noches. Salí el jueves, salí ayer [por el viernes], saldré hoy [por ayer], y la próxima semana creo que haré igual. Y a quien no le guste...".

"Sí, pero salir por la noche el mismo día que uno no se entrena por sufrir faringitis...", sugirió uno de los periodistas que, atónitos, escuchaban las palabras del brasileño en la ciudad deportiva de Paterna. Romario, no dudó en su respuesta: "¡Pero hombre!, cuando salgo, bailo con las piernas, no con la garganta. ¿Comprendes? Eso es así, ¡coño! Yo no bebo, no fumo. La garganta no resulta afectada".

Nueva pregunta "¿Y si algún compañero le pide explicaciones por sus salidas?" Y nueva contundente respuesta: "¿Compañeros? ¡Joder! Los compañeros, que se jodan. Si vienen a hablar conmigo de este tema los mando ya sabéis dónde".



Vogel, que es suizo, lo cambio por Bélgica, que ha dado más grande jugadores, pero no a la altura de esta historiaza. La composición de tiempo y de lugar es mía. Sevilla, 10 de la mañana y sol de justicia. El entrenador, Irureta, quiere imprimir intensidad al equipo y pide a los jugadores que se muestren más activos. Solo un hombre se rebela contra la tiranía. Vogel se niega a correr porque "yo no soy tu perro". Anticipándose a Ibrahimovic y Maluma, Vogel se corona con estas palabras. Hoy sobrevive impartiendo cursos de inteligencia emocional. Si usted tiene un problema, quizá pueda contratarlo.

Portugal, nuestros vecinos serios (teniendo en cuenta el panorama, a poco). No quiero que Zerre lea estoy diga que le envidio por guapo rico y jugar bien, ni sufrir un ataque psicótico de Pepe, así que voy por Vitor Baia, un portero que parecía que marcaría una época en el Barcelona y acabó siendo peor que Busquets y Secretario, que sin duda, como secretario hubiera sido uno de los mejores del mundo. Eligió mal su vocación.

Francia, Griezmann. Un absoluto crack y para mí el merecedor del balón de oro (aunque el premio me da igual). Un tipo que se considera medio uruguayo porque le encanta el país y espera conocerlo pronto tiene un documental.

Inglaterra. Ashley Cole nos enseña cómo comportarse educadamente al lado de personas que nos dan asco.




Italia. Ballotelli. Prendió fuegos artificiales en su casa (dentro) e invitó a una ronda en una gasolinera. No hay más preguntas, señoría.

Colombia. Cuidadín aquí. Freddy Rincón fue una estafa, vale. Asprilla estaba reparando la rueda de su coche y otro quería participar en lo que creía que era un robo, muy buena. Pero cuando a uno lo amenazan con echarle de comer a un cocodrilo como al Tren Valencia, no hay nada ni nadie que pueda competir con eso. Luego se fue al Bayern. Beckenbauer lo bautizó como The Defoliator (en alemán como fuese, algo así como el deshojador). Lo vio entrenar en un campo rodeado de bosques y pudo sentir el sufrimiento de los árboles.

Uruguay. Hay un estudio que demuestra que es más posible que tú, incauto lector, sufras un ataque de mordiscos de Luis Suárez que de un tiburón. Quiero que me devuelvan el dinero de mis impuestos.

Croacia, flamante subcampeona del mundo. Prosinecki era una estrella europea y vino a que lo acabaran llamando "Marlboro", el paquete rubio más caro. Pero queda lejos de Suker; en una entrevista radiofónica, repitió que el tenía "su calidad" 30  veces (su latiguillo favorito, "yo sé que tengo mi calidad") y revisando una jugada el periodista le dice que se tiró al área. respuesta, algo así como, "no solo área, también Anita". Fue cuando Suker y Ana Obregón hacían esas cosas.

Holanda, la naranja mecánica y el melocotón loco, Royston Drenthe. Difícil definirlo a quien no lo viera jugar, era capaz de seguir moviendo piernas y brazos a toda velocidad aunque se estuviera cayendo, hecho que sucedía el 85-90% de las veces. En su tiempo libre estrellaba coches y ponía la radio en el jardín, hubiera gente alrededor o no.

Grande, el fútbol. Aún nos quedan muchas cosas que ver, antes de que esos momentos se pierdan como lágrimas en la lluvia o como volutas del cigarro que comparten en una habitación Coentrao y Mathieu...




martes, 4 de septiembre de 2018

Horas de luz. Cuatro de septiembre

Va acortándose la luz, como si la hebra del tiempo se deshilachara entre rutinas, sonidos ya oídos y vibraciones que no acaban de rememorar la emoción que una vez hubo. En la ría que refleja los caminos de la luz mientras viaja hacia otro lugar al que quizá nunca lleguemos, las aves azacanean buscando cobijo y sustento con la ligereza de quien se ha liberado de la ilusión del tiempo. Anhelo una vida simple, pero me falta valentía para despojarme de lo que me costó tiempo y esfuerzo ganar. Y a dónde podría ir, además. Dundalk no es un mal lugar, dados los tiempos que corren. Uno se va haciendo a los lugares en los que deja como jirones recuerdos e ilusiones, aún cuando vengan a la mente de forma maquinal y sin relación con ellas. Aquí pensé que habría un lugar en el futuro para mí, aquí pensé que el mundo se caería inmediatamente sobre mí. Aquí construí mi fuerte de costumbre y distancia que oponer al devenir. Y en los días de verano disfruto la sensación de que con el los días de sol despierta la vida. Aunque los huesos se quejen igual de los caminos de la vida, hay algo en mí más fuerte que logra acallarlos jovialmente. Pero sé que llegará el invierno, y espero que esa misma alegría me permita entrever la luz que cuando en mí se pone el sol aún queda.

El agua sigue corriendo hacia la mar mientras la noche se abalanza sobre los restos de luz rosada y Dundalk recoge sus aperos. A veces es suficiente conocer el final del día y conocerlo en paz. Será que voy envejeciendo. Cuando las nubes se abren y dejan ver las estrellas, imagino ascender un día, espero que dentro de muchos años, hacia un cielo nocturno plagado de blancura maternal, de leche cálida, que apague la voracidad sardónica de la negrura. Y, por tonto que parezca, creo también poder oír tintinear su rumor incitante tras el que un día correremos, y junto con ese rumor, el zumbido ansioso de un eco levemente distorsionado, el de la oscuridad y el misterio.Que habrá ahí, no lo sé. Pero creo que en ese día, sentiré un impulso irresistible hacia ese cielo engastado en tesoros, recubierto de diamantes, ricos para siempre en la oscuridad triunfante que los recubre y que disimula sinuosa tras ellos para conquistar mis banderas ya hechas jirones, rico para siempre, mas para siempre condenado.

viernes, 31 de agosto de 2018

Escapar del tiempo. 31 de agosto.

Es viernes por la noche. Ha sido una semana ardua. Los armarios y los cajones chillan pero el vacío es intenso como la noche y las horas pesan. No sé que trae este dejarse ir en la marea de trabajos y astucias, como salir de estas horas que amenazan otras en un círculo irrompible. Me sorprende pensar así y no quiero. Tengo un viaje, tengo afecto y tengo salud, toco madera. Supongo que los lazos del presente me atrapan en su vértigo insensato y no soy capaz de romper la maldición por mí mismo. Los días se evaporan y las tardes no dejan poso cuando el sol se cierra sobre los pliegues del mundo. Afortunadamente, están los libros, como conversaciones con otros que ya no están pero nos han dejado una historia. Hay ocasiones en que para salir de la cárcel del ahora basta con poco. Hoy, como llega el invierno y no sé qué me pasa, recurro a releer pócimas que antes me sirvieron. Y comparto mi trago con vosotros. Que os guste. Merece mucho la pena.



Ella dormía profundamente.

Gabriel, apoyado en un codo, miró por un rato y sin re­sentimiento su pelo revuelto y su boca entreabierta, oyendo su respiración profunda. De manera que ella tuvo un amor así en la vida: un hombre había muerto por su causa. Apenas le dolía ahora pensar en la pobre parte que él, su marido, había jugado en su vida. La miró mientras dormía como si ella y él nunca hubieran sido marido y mujer. Sus ojos curiosos se po­saron un gran rato en su cara y su pelo: y, mientras pensaba cómo habría sido ella entonces, por el tiempo de su primera belleza lozana, una extraña y amistosa lástima por ella penetró en su alma. No quería decirse a sí mismo que ya no era bella, pero sabía que su cara no era la cara por la que Michael Furey desafió la muerte.


Quizás ella no le hizo a él todo el cuento. Sus ojos se mo­vieron a la silla sobre la que ella había tirado algunas de sus ropas. Un cordón del corpiño colgaba hasta el piso. Una bota se mantenía en pie, su caña fláccida caída; su compañera yacía recostada a su lado. Se extrañó ante sus emociones en tropel de una hora atrás. ¿De dónde provenían? De la cena de su tía, de su misma arenga idiota, del vino y del baile, de aquella alegría fabricada al dar las buenas noches en el pasillo, del placer de caminar junto al río bajo la nieve. ¡Pobre tía Julia! Ella, también, sería muy pronto una sombra junto a la sombra de Patrick Morkan y su caballo. Había atrapado al vuelo aquel aspecto abotargado de su rostro mientras cantaba Ataviada para el casorio. Pronto, quizá, se sentaría en aquella misma sala, vestido de luto, el negro sombrero de seda sobre las ro­dillas, las cortinas bajas y la tía Kate sentada a su lado, llo­rando y soplándose la nariz mientras le contaba de qué manera había muerto Julia. Buscaría él en su cabeza algunas palabras de consuelo, pero no encontraría más que las usuales, inútiles y torpes. Sí, sí: ocurrirá muy pronto.

El aire del cuarto le helaba la espalda. Se estiró con cui­dado bajo las sábanas y se echó al lado de su esposa. Uno a uno se iban convirtiendo ambos en sombras. Mejor pasar au­daz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida. Pensó cómo la mujer que descansaba a su lado había evocado en su corazón, durante años, la imagen de los ojos de su amante el día que él le dijo que no quería seguir viviendo.

Lágrimas generosas colmaron los ojos de Gabriel. Nunca había sentido aquello por ninguna mujer, pero supo que ese sentimiento tenía que ser amor. A sus ojos las lágrimas crecie­ron en la oscuridad parcial del cuarto y se imaginó que veía una figura de hombre, joven, de pie bajo un árbol anegado. Había otras formas próximas. Su alma se había acercado a esa región donde moran las huestes de los muertos. Estaba cons­ciente, pero no podía aprehender sus aviesas y tenues presen­cias. Su propia identidad se esfumaba a un mundo impalpable y gris: el sólido mundo en que estos muertos se criaron y vi­vieron se disolvía consumiéndose.

Leves toques en el vidrio lo hicieron volverse hacia la ven­tana. De nuevo nevaba. Soñoliento vio cómo los copos, de plata y de sombras, caían oblicuos hacia las luces. Había lle­gado la hora de variar su rumbo al poniente. Sí, los diarios estaban en lo cierto: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía, así, en todo el desolado cementerio de la loma donde yacía Michael Furey, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz cor­va y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos.




domingo, 26 de agosto de 2018

Rebeldía, marca registrada. 26/08/2018

Paseando por las redes, me encuentro este mensaje,


Aparte del plagio descarado de la cita de Hunter S Thompson y la hipocresía recalcada, "sé rebelde, salvo en lo que me concierne personalmente y no te bajes música" hay otro signo más de una opinión que creo nociva. Afortunadamente para esto, somos cada vez más pobres porque hemos sustituido toda la riqueza de la experiencia y la pausa en una calderilla de opiniones volátiles. Esa idea es la de la rebeldía y la revolución como signos culturales deseables bajo cualquier circunstancia. La barricada como signo de adhesión a una virtud intemporal.

No hay nada de malo en rebelarse o hacer la revolución contra lo inicuo. El problema es otorgar a las palabras poderes taumatúrgicos y acaparar los réditos de sus intenciones a beneficio de inventario. Digámoslo claramente, tras esta rebeldía contra las normas comunes a todos se esconde el mensaje cultural con el que nos bombardean a diario los popes de la publicidad (y ahora de la política también), sabedores de que el del ego es el masaje más eficaz para convertir a un individuo en el hombre-masa, esto es, estupidizarlo. Eres mejor que los demás, tú lograrás lo que nadie antes pudo, sé un rebelde y compra mi ropa, mi perfume, mi libro. La idea de la revolución vende y a la vez inciensa de buena conciencia. Solo hay que renunciar a aceptar la complejidad de la vida y a ignorar los motivos de los otros. No parece caro, desde luego.

Qué queréis que os diga, a mí esa figura del rebelde entre los algodones más mullidos que la historia humana haya conocido no me recuerda a la figura del héroe, sino a la del listillo. Admito que un motero tatuado es más deseable que un mezquino de mirada estrecha, pero estas supuestas revoluciones personales que deben dar paso a una vida más plena raramente empiezan con una crítica personal sino con un elogio. Hay algo extraño ahí. Y es entonces cuando vemos a esforzados subversivos que incumplen las normas: insultan a quienes tienen una opinión contraria, se cuelan en los atascos o  se dan a la mentira para conseguir sus objetivos, que son más importantes que los demás.  En verdad, para ese viaje no hacían falta tantas alforjas; "desboca tu ego y no cedas antes nada para satisfacer tu impulso. Impón tu criterio. Y si te bajas mis canciones, te meto así".

En fin. Tiempos extraños. Cae la lluvia fina como retazos de algo que no supimos mirar cuando pasó por delante de nuestros ojos.

viernes, 24 de agosto de 2018

Oración. 24 de agosto.




Polvo de estrellas

Ve y atrapa una estrella fugaz.
Estira ante tus ojos el segundo.
Vibra con furia la espina dorsal
Del cosmos. Sé un vagabundo

Estelar, entre jardines de luz de luna.
Desgasta las formas en acrobacias de ironía.
Recoge el fruto incierto de la espuma
Sumérgete al fondo de la melancolía.

Abre las capillas del remordimiento
Y deja que el aire fresco remueva sus papeles
Besa a tus días y suplica al viento
Que su inexacto rumbo florezca tus pinceles.

No apures el vaso injusto de la culpa
ni cedas a la vergüenza, ni afrentes, ni te yergas;
El cruel no sabe que la sangrienta fruta
del odio consume a quien la prueba.

Guarda silencio ante la espina altiva
Que esconde su savia de amargura y ocaso
No mires atrás. Crece en cualquier esquina
Un santuario de roca frente al desamparo.

Cabalga la galerna de algún recuerdo amargo
Y domeña en las alturas al dragón de la belleza.
Franquea cordilleras bajo un cielo cobalto
Y honra el mausoleo en quietud de la tristeza.

No pierdas el rostro a lo mezquino y bajo
Y ofrece tu espada para luchar sin miedo
Surca con brío y audacia el río oscuro y bravo.
Nunca confundas lo cierto con lo verdadero.

Entre las ondas del lago, oye el susurro de la magia
Invierte las horas en descubrir lo oculto
Viaja a mercados de especias y fragancias
Sabe recordar cuando solo quede humo.

Y al fin, escala un día al escarpado risco
Que será tu fin; Contempla tu obra
Suspira por todo lo que se fue o no vino;
No dejes que las lágrimas recorran

Surcos de rabia. Como el mercader avezado
Sabe esperar entre reveses a tu suerte
Y no pierdas de vista que este escueto paso
Es una intermitencia grata entre dos muertes.

Aprende a alabar con decisión. Despeja la ira.
Mira las nubes. Siéntate bajo un olmo. Olvida.
Abraza a quien se busca. Madura con la espiga.
Asciende, acepta, huye, llora, ama. Respira.

Respira...

lunes, 20 de agosto de 2018

20 de Agosto, 2018. En otro tiempo.




Quizá el tiempo sea cíclico, como pensaron algunos misticismos abstrusos. En ese caso, con pequeñas variaciones, supongamos, yo escribo algo, que puede ser un tratado absurdo de buenas costumbres o un manifiesto. Quizá tú, que lees, llegas a mí y no hay ordenador ni ruido, solo la paz raquítica de un monasterio en el que no se adora a un crucificado, sino a algún otro Mesías al que nuestra historia arrinconó. Y eres mi amante y mi asesino, mi nieta y mi ancestro, has llegado a tu reino o has caído tiempo atrás. Quizá compartamos un latido primordial que nació antes de que el tiempo existiera.

Mas allá de divagaciones esotéricas, casi asusta y estimula mucho pensar todas las causas que ponemos en marcha continuamente; si tuviésemos una intuición más precisa de las cadenas causales, poco de lo que pasa nos sorprendería. Hay otro asunto, sin embargo, que me resulta más impredecible: la ductilidad del ser humano para amoldarse a las circunstancias y reaccionar a impulsos mínimos que pueden marcarlo para una vida. Es en ese sentido que merecemos compasión. No solo somos vulnerables al mínimo suspiro del entorno, al aburrimiento de los átomos que se cansan de ser tú o a la erosión incansable del día. También somos capaces de acuñar las monedas más variadas, de la nobleza mas alta a la abyección extrema, y quizás hace falta muy poco para caer en una pendiente u otra. Por eso la mayoría de los mártires hubieran podido ser verdugos.

Ahora me lees, quizá algo aburrido, mientras la noche se apodera del cielo. Quizá en otro lugar, o en un futuro lejano o en un pasado no tan remoto, yo te leí llamadas a una cruzada, una compra de ganado en Sumeria o una frase obscena en un muro de una pequeña ciudad de provincias romana. Puede que en un futuro lea tus órdenes en la cabina de mando de una nave que surca el vacío espantoso entre las estrellas frías. Quizá, sin más, el tiempo sea el inserto de nuestra mente para que podamos soportar la abrumadora idea de la eternidad. Y nos volveremos a ver y entonces encontraremos todas las respuestas.

Dundalk sabe que no sabía de que escribir así que me he puesto con lo que se me ocurrió de primeras. Bajo una fina capa de lluvia, languidece y también desea otro tiempo mejor.

jueves, 16 de agosto de 2018

16 de agosto. Caminar errabundo por el mundo.

Siempre me gustó caminar. Desde que lo hacía por Salamanca hasta hoy, he recorrido mi camino y me ha gustado siempre hacerlo a pie, si había alternativa. Hace un rato lo hice, de nuevo. Es un hábito que me relaja y en el que siento que veo las cosas con mas claridad, más despierto. Creo que es una costumbre que se enraiza en una de las pasiones recurrentes de los solitarios; tratar de conversar con gentes ya idas, épocas pasadas, espectros en los que creemos hallar más comprensión que en los vivos. O quizá es solo que nos apetece nomadear un poco, joder.

El caso es que hay algo profundamente errado en las poblaciones en las que la calle es un elemento extraño. Puede funcionar para las abejas, pero vivir cada uno en su celda no parece una solución de vida. O quizá soy yo, que debo sentar la cabeza y construir mi hogar. 

Mientras paseaba, pensaba en cosas ligadas por el hilo extraño y fino de la casualidad. De la vida en casa pasé a la insatisfacción vital y las promesas cumplidas, que son una carga harto mayor que las truncadas, también en el futuro y los barcos que deben aparecer en el horizonte y de que el Madrid va a denunciar al Inter por tocar a Modric, aunque no sabemos donde le han tocado. Que cosas. Mientras iba caminando, el cielo se iba poblando de tiniebla y era hermoso ver el resplandor de las farolas contra la negrura y los muros guiñaban con sombras moviéndose juguetonas. Quizá hayamos perdido mucha capacidad de mirar; cuando alcé la vista, vi contra el horizonte el perfil de una gran montaña que resultaba aún más imponente y recuerdo que pensé que si fuera capaz de alcanzar su falda, llegaría a una puerta titánica grabada con horrores nacidos con el inicio del propio tiempo y esculpida habría formas del infinito descifrado para los que han sido introducidos en ese arte; entre ellas se revelaría una línea de resplandor como si de la fortaleza de un señor oscuro del pasado se tratase y habría un magnetismo esotérico ligado a su poder que me impediría huir, y aunque cayera allí mismo, antes sería testigo de innúmeras maravillas, que no son más que los atardeceres rosados o el viento en las montañas, el rumor de las olas o el secreto ancestral de los bosques. De todos los mundos a explorar, el nuestro es el mas extraño.




Le pregunto a Dundalk que por qué olvidamos estas cosas tan a menudo y me contesta misteriosamente si acaso los pájaros están libres de las cadenas del cielo. Yo también sé que es de Dylan, pero puede que tenga razón, y el mundo moderno este perdiendo la capacidad y la necesidad de alabar que tiene nuestra rara especie humana. Mientras tanto, las nubes siguen aumentando la opacidad del mundo, que espera una espada de luz que cercene sus gasas y nos enseñe a saber contemplar de nuevo.

lunes, 13 de agosto de 2018

13 de agosto. Silencio y mar.

El Buda dijo que las palabras hieren y curan. Bien podría ser correcto, él alcanzó la iluminación. Pero, sin atreverme a contradecirlo, pues somos seres construidos de palabras, me parece que el silencio tiene una intensidad y una profundidad no menor. El silencio puede aliviar las pesadas horas pero también puede estirar el espíritu hacia un dolor indefinido o una agitación que nos deviene incomprensible en mitad de la nada y nos enerva y agota.

Hay una dimensión espiritual en el silencio que no admite comparación; es hacer de lo que te rodea tu interior, verter tu conciencia en lo que te circunda para alcanzar el engaño grato de una unión primordial en la que uno recibe de vuelta la conciencia del todo en sí. En la travesía por un mar de miedo, desamparo y movimiento que no cunde y cansa, buscamos momentos que nos hagan sentir más dentro de la vida, una experiencia más cálida, un brebaje más robusto. Esta búsqueda suele hacerse por vías convencionales y  pautadas. Y sin embargo, ¡que grata es la compañía del silencio en ella! Calma las olas de la incertidumbre y devuelve espuma de plenitud por donde alborotan otros. La serenidad de ánimo, la conciencia jovial de la broma infinita en la que participamos por unos breves instantes, la quietud frente a lo inamovible, son dones reservados a los que saben escuchar el pulso latente del mundo.

Claro que no siempre es así. Hay silencio de tensión, abruptos cortes en la marea que nos fatigan; a veces, el silencio susurra un ritmo perverso, la letanía con la que nos herimos a nosotros mismos.En esos momentos, una voz puede ser todo lo que necesitamos para quebrar ese océano negro y helado. A veces he sentido que ambos silencios peleaban en mí, el que anhela estar lejos de los hombres y su perverso entramado y el que necesita una voz que lo aleje del túnel en el que es imposible decir. Supongo que a todos nos pasa algo parecido. Como divisa personal, trato de permanecer fiel, sin conseguirlo, a aquella que reza que de lo que no se puede hablar, es mejor callarse.

Y así, tropezando, avanzando y sediento de llegar más lejos y temeroso de caer desde mas alto, la nave trata de avanzar por ese mar salado de azar, desgracia y turbación inútil. Construyo un faro alrededor de mi silencio y junto a Dundalk veo pasar las lunas sobre la superficie ondulante y de plata.

Y si unas palabras deben salir hoy desde mi sigilo, solo pueden ser estas: Yo estaré contigo. No estás sola.




viernes, 10 de agosto de 2018

10 de agosto. Amar el escudo

No me he enterado hasta hace un rato de la presentación de Courtois con el Madrid y sus declaraciones de amor eterno. La verdad, todas estas efusiones regadas con cantidades indecentes de dinero estragan un poco; se supone que somos maduros y aceptamos que profesionales defiendan a nuestro equipo sin tener que exigir limpieza de sangre. Pero no, no lo somos.

Pienso que la sociedad moderna en Occidente funciona de manera similar, en manos de cínicos que necesitan para la consecución de sus intereses espurios una masa acrítica que se sostiene en el sentimentalismo y el discurso. El mayor logro del diablo, y quizá de Dios también, es hacernos creer que no existe. Se diría que la vaciedad, la culpa y las ideas débiles encuentran acomodo en animales asustados que desean creer. Qué sé yo, igual exagero. Acabo de ver "Valerian" una experiencia visual en la que unos adolescentes de trece años se fuman un porro y ven cosas de colores, se hacen los duros, demuestran su estupidez a cada paso que dan, se libran gracias a la falta de puntería de los malos y admiran la armonía de unos buenos salvajes espaciales perjudicados por los humanos malos, que debe ser compensada con el sacrificio de los humanos buenos que piden perdón en nombre de todos. Que potito. En ese mejunje de vacuidades inanes revolvemos los días y las ocurrencias de la modernidad. Haciendo el juego a los lobos que ven con muy buenos ojos que los corderitos sean cada vez más obsecuentes con lo que dicta la mayoría y más cómodos con el calor del rebaño, almas buenas que se han besado el escudo desde siempre y lo seguirán haciendo.

Dundalk me mira raro, y yo le digo que necesitaba expulsar esto antes de irme a dormir, harto de narraciones planas y de futbolistas y aficionados cabestros. Vale.

lunes, 6 de agosto de 2018

La tumba de las luciérnagas y el camino del héroe. Seis de agosto.

Hace unos días escuchaba un podcast en el que hablaban de las películas del maestro Miyazaki, cuyas películas descubren una luz apenas usada sobre la vida y reconfortan. Pero esta...esta es un puñetazo, quizá ni eso, no hay muchos golpes trágicos, es una atmósfera pesada, sin concesiones en la que la tristeza lo es todo, inunda la pantalla y cae incesante cada minuto hasta dejarte sin defensas, derrotado. Nunca he visto película más triste, ni creo que la haya. Me pregunto por qué soportamos el dolor emocional de una manera que no haríamos con una escala equivalente de dolor físico. Supongo que es parte de nuestro cerebro animal, que prioriza la supervivencia de una conciencia continuada.

Quizá por eso el heroísmo es más improbable aún que la renuncia a la tristeza. He estado viendo una entrevista al mitólogo Joseph Campbell, el autor de "El héroe de las mil caras", acerca de mitos comparados, psicología de masas y lo que significa ser un héroe hoy en día. Campbell opina que el dragón que debemos derrotar es el del ego caprichoso, en nuestra búsqueda hacia lo que somos. Tarea titánica siempre, hoy se diría que más aún que el ego es el príncipe de nuestros mundos tendentes al solipsismo colectivo. Y sin tristeza ni euforia, contemplo los recodos futuros y cotidianos de mi vida y avanzo con mi lanza en ristre y la adarga al brazo contra la desidia, la pena, la soberbia y el desprecio hacia el castillo de cuento que en los mejores días parece avistarse en las cumbres, cuando el sol despeja un poco las nubes grises.

Dundalk ha visto demasiados héroes oscuros y sabe que la fascinación de un bien absoluto puede corromper al hombre. Advertido de ello, me armo de ironía junto a mi lanza precaria, y salgo a los caminos a desfacer entuertos.


domingo, 29 de julio de 2018

Pausas. 29 de Julio.

No toda pausa es pérdida, al igual que no todo silencio afluye al gran río del olvido. A veces la vida cansa y los ecos del pasado aturden, los errores persiguen y las tardes abruman. De todas las fiebres del mundo en el que vivo y en el que me comparto, creo que la que más me cuesta sobrellevar no es la pasión por el dinero ni la burla del alma; ni siquiera el cultivo del yo como un barbecho de nuestra naturaleza en favor del impulso animal, o el gregarismo ubicuo que borra el matiz. Relacionado con ello, crece la peor hierba que puedo concebir, lo que nos arruina el paisaje moral, ya de por sí precario, creo: la inmensa perversión del lenguaje, el señuelo, la posverdad, la cadencia de información residual inundándonos para que caigamos en el mismo lodo juntos. Como los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, el mundo se hace más inhóspito, irreal, pobre. En fin, no soy un santo, cometo más errores que nadie. pero cuando el perdón y la ira son solo marcas, etiquetas, y las campañas y los resúmenes se centran en el bien y el mal sin atención a la complejidad, la vida humana se empobrece. Y yo la empobrezco cada día, colaborando con la atmósfera irreal de excitación y ansiedad, el zumbido perpetuo de una colmena agotada de sí.

Para la doctrina hinduista hay un velo de Maya entre nosotros y la realidad, de manera que no podemos aprehenderla nunca, siempre pugnamos pero no podemos escapar de ese manto sedoso. Es una idea que siempre me ha parecido tan sugestiva y poética... cabalgando problemas y equivocaciones, quise escribir acerca de ello para expresarlo de mi mejor manera, aunque temo no haberlo conseguido. Aquí os lo dejo, me lo dejo como tributo virtual por mi desidia y descuido. Por favor, perdonadlo.


Maya

Cae la lluvia; es un velo de sombra
Que aleja la claridad de la alborada limpia.
La aurora dona su languidez fresca
Y el rocío derrama un néctar de misterio.
Las formas diluyéndose son ecos nocturnos
Que anuncian el olvido que seremos.

Si alzara ahora la mano contra lo que está frente a mí,
Un paisaje desolado de sombras y perfiles vagos
Entendería quizá porque nunca lo alcanzo
Porque la realidad es también un vacío
Y otro perverso enigma, y un espejo cóncavo.

Quizá algún día, quienes vengan
Sepan entender la hierba, y la agonía del azar el encender la tarde.
Nosotros vivimos en sensaciones cortas y cercenamos lo que percibimos
Con pasión inútil. El arroyo del devenir nos inunda suave
Y la licuación sutil del cambio alumbra trampantojos
Mientras el sol no acaba de mostrarse
En nuestro tenso fondo del pozo.

Debe haber algo más que aparte el velo.
Una sonrisa de Maya también tras el arrojo
De expulsar la claridad y adoptar la sombra
Que va siempre en nosotros.
O quizá sea la chispa latente
la que teje y oculta todo entre sus hilos.

Tiene que ser una armonía de dulcísimo filo,
Más allá de la frecuencia que ven nuestros ojos
O pueden alertan los oídos más agudos.
Un palacio de cristales de simetría y brillo
En un océano de silencio de destello oscuro.

Tiene que ser un murmullo más allá del principio
Que imponga una manera de nombrar y recordar las cosas.
Un vientre cálido y mecido como onda de luz
Inquieta y primordial
Incesante y perpetua,
Y en el cual sabrás tú también contemplar
Lúcido y sabio: vayamos hacia allá. Despierta.



Hasta pronto, espero.

domingo, 8 de julio de 2018

Despedida. Ocho de Julio, 2018.


Esta noche sin guía, aguardo solitario
La visita de heraldos que han de venir soberbios
Enjaezando sus monturas en un oro afilado
Para que pierdan mi voz y esparzan su silencio.

Ya no me queda brío para arrojarlos, fuerte
Ni he de llegar a mi huerta de primaveras suaves
Ni volver por la acequia que hoy caudalosa asiente
Al rumor que ha de venir y que todo lo sabe.

Frente a una hoguera altiva, de claveles y mirtos
Me han de contar su historia y dictar mi condena
Mientras el cielo siembra faroles amarillos
Y la brisa nocturna despierta mis ausencias.

En las estrellas su crujido seco resonará ruinoso
Y nos observarán desde su desierto de esplendor vacío
Y las cadenas que me impongan ya han sido forjadas
en las estancias oscuras del señor del abismo. 

Y partiré con ellos, y estaré triste y vencido
Por todo lo que aún debo y ya no resarciré
Mis manos serán grietas, mi boca un seco ruido
Y en la piedra estos pasos resonarán a ayer.

Y tú viajero, contémplame yacente.
Pide por mi alma y comparte lo que dejo puro
Trabaja mi hacienda y cultiva tu paz.
Haz de mi recuerdo una chispa breve.
Por piedad te pido, construye alto un refugio
Pues los pájaros llamándome desde allí cantarán.

Y no abras la puerta ni te entregues débil
A caballeros que vengan y aguza tu oído
Si en el breve camino te alerta un sutil ruido
Y el aíre se llena de una pausa inerte
Defiende tus obras, tu tiempo y tu vida fértil
Mientras cabalgan ajenos y aún no vienen a verte.




Hasta pronto, amigos.

miércoles, 27 de junio de 2018

Veintisiete de junio. Diego, Hubris y Némesis.

"...ejerzo el poder delirante del destructor, comparado con el cual el del creador parece una parodia. Eso es ser feliz. Esa es la felicidad: esta insoportable liberación, este universal desprecio, la sangre, el odio a mi alrededor, este aislamiento sin igual del hombre que tiene toda su vida bajo la mirada, la alegría desmedida del asesino impune, esta lógica implacable que tritura vidas humanas (Ríe)".

Calígula, Albert Camus.

Uno de las supersticiones de nuestro tiempo, asentada en una eficaz propaganda, reza que cada individuo es capaz de las mayores hazañas, que tú puedes hacer lo que nunca fue logrado. Es una creencia que se asienta en el consumo y su necesidad de evitar las preguntas que pueden tornar la existencia en un páramo. Y sin embargo, las escasas flores de ese páramo valen más que las plantas majestuosas que un velo de gasa y mentira ofrece. El precio a pagar por la destrucción de este sortilegio es una frustración inveterada que puede ser peligrosa pero con la que nos vamos arreglando como podemos a lo largo de los días. El precio a pagar por conseguir ser un Dios es la destrucción.

He visto las fotos y los vídeos de Maradona. No me resulta diferente a las reacciones que imagino del emperador romano en el coliseo, del general conquistando posiciones en la colina, el chico del barrio que consigue la Copa del Mundo. Después de cada victoria inimaginable hay una expansión del yo en la masa que se acepta sumisa al poder, al carisma. Pero somos tan volubles como breves, me temo, y la atención de la muchedumbre se dispersa, dejando el calor de su abrazo como una fragancia esquiva y venenosa.

Hubris era la locura humana de equipararse a los dioses. Como ni ellos ni el tiempo olvidan, era retribuida por su hermana Némesis, la destrucción. Me parece que el Diego busca una droga que ya nunca podrá tener: la admiración, el fulgor, el deseo de ser él. Cuando el destino ha tornado su paso para vestir a otros con ropajes malditos, él se ha quedado allí, frío, buscando volver al tiempo en el que millones lo adoraban. Eso nunca volverá. Dundalk me pregunta, cansado como yo estoy, si no sería mejor apartarse de esas luchas y engaños y volver al ameno huerto, al bosque, y allí pasar los días en paz. Yo siempre contesto que no lo sé, y además, no puedo elegir que tiempos vivo, sino solo que hacer con lo que se me ha concedido contemplar. Y después, miramos un atardecer con la claridad suave del verano.

Hay un éxtasis que señala la cúspide de la vida, más allá de la cual la vida no puede elevarse. Pero la paradoja de la vida es tal que ese éxtasis se presenta cuando uno está vivo, y se presenta como un olvido total de que se está vivo. Ese éxtasis, ese olvido de la existencia, alcanza al artista, convirtiéndolo en una llama de pasión. Alcanza al soldado, que en el ardor de la batalla ni pide ni da tregua, y alcanzó a Buck que corría al frente de la jauría lanzando el atávico grito de los lobos y pugnando por atrapar la presa que huía a la luz de la luna. Estaba surcando los abismos de su especie y de las generaciones más remotas, estaba retornando al seno del Tiempo. Estaba dominado por el puro éxtasis de la vida, por la oleada de la existencia, por el goce perfecto de cada músculo, de cada articulación, de cada nervio, y todo era alborozo y delirio, expresión en sí misma del movimiento que lo hacía correr triunfante bajo la luz de las estrellas y sobre la materia inerte y helada

La llamada de lo salvaje.





jueves, 14 de junio de 2018

Batir las marcas. 14 de junio

El puritanismo es querer evitar lo que es malo para uno en los demás. De la virtud nacen algunos de nuestros peores impulsos. Cuando alguien se cree imbuido por la certeza de su pureza, tiende a simplificar la complejidad de las cosas. Y suele ser mala idea. Y que importa todo esto, el moralismo, la filosofía sobre cualquier baratija. Hoy empieza el mundial y un futbolista ha interpretado un falso documental mirando al mar como si fuera un protagonista de Ingmar Bergman. Me hago viejo.Todo es un escaparate inmenso donde las luces cansan después de deslumbrar sin pausa. Y Dundalk y yo miramos las gotas caer de las espinas de los árboles, mientras en mares lejanos la basura se recicla en envoltorios atrayentes para confirmarnos que nunca ha sido tan hermosa. batiendo marcas, como nuestros ídolos, como nuestros sueños, de hito en hito hasta la caída final

Nos hemos hecho pobres. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad, con frecuencia teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para que nos adelanten la pequeña moneda de lo «actual». La crisis económica está a las puertas y tras ella, como una sombra, la guerra inminente. Aguantar es hoy cosa de los pocos poderosos que. Dios lo sabe, son menos humanos que muchos- en el mayor de los casos son más bárbaros, pero no de la manera buena. Los demás en cambio tienen que arreglárselas partiendo de cero y con muy poco. Lo hacen a una con los hombres que desde el fondo consideran lo nuevo como cosa suya y lo fundamentan en atisbos y renuncia En sus edificaciones, en sus imágenes y en sus historias la humanidad se prepara a sobrevivir, si es preciso, a la cultura. Y lo que resulta primordial, lo hace riéndose Tal vez esta risa suene a algo bárbaro. Bien está. Que cada uno ceda a ratos un poco de humanidad a esa masa que un día se la devolverá con intereses, incluso con interés compuesto.

Walter Benjamin, “Experiencia y pobreza”.





jueves, 31 de mayo de 2018

31 de mayo.

Todo el mundo debiera tener derecho a vivir la vida que desea, en la sociedad que anhela, de acuerdo a los principios que defiende. Me gustan las frases que parecen fofas de tanta blandura y esconden tanta perversidad.

Es difícil vivir tiempos interesantes donde la opinión está tan devaluada. Somos volubles como siempre y azuzados como nunca por el zumbido de la ansiedad, el parpadeo inconstante del presente, la información antes de ser desbastada que nos aplasta. El ciudadano, hoy, parece ser un esclavo de la ilusión del estímulo y su frustración sabiamente dosificada.

Y que más da, me digo. Trata de ser estoico y apañarte con tus propios problemas. Convive contigo mejor. Planta una semilla hacia el futuro. Aprende a morir, para cuando llegue tu hora.

Y es al fin del tiempo, la suma de todos los instantes la que puede formar la eternidad del presente. La imposible lucidez de su contemplación. Como los momentos los vivimos fragmentados y no los aceptamos más que en virtud de un futuro que nunca existe, nos parecen cortos. Si pudiéramos abrir las puertas de la percepción, se nos aparecerían infinitos. Pero eso exigiría que el deseo se despojara de su relación ficticia con la realidad, la falacia inventada por quienes temen. Pues es el miedo quien asegura que la vida, la sociedad y los principios sean hermosos. Porque borra la mayor parte del cuadro, ignorando la complejidad y nuestra naturaleza breve.

Es por eso que necesitamos los tiempos interesantes. Porque el aburrimiento es deseable para la sociedad pero mortífero para el individuo insignificante que ha de conocer la muerte y desea emoción, pasión, huella en el tiempo. Y por eso el ángel de la historia del que hablaba Walter Benjamin agita con sus alas un tiempo letal. Porque despierta la Historia. Y entonces no hay ya más espacio vital, ni decencia ni orgullo, hasta que los caídos despiertan y gritan en un silencio espeso que ya nunca conmoverá a nadie.

Dundalk pasea bajo nubes rosadas entre campos de flores amarillas.

miércoles, 23 de mayo de 2018

23 de mayo. Misantropías





Cuando no coincide ya
Cuando no coincide ya
la imagen que tienes de ti con lo que realmente es,
se comienza a detestar el proceso mecánico
y tus comportamientos.

Y las tristezas que superan la alegría de vivir
con los disgustos que comporta la existencia,
te entran ganas de viajar a espacios que no has visto
para entregar así a tu mente a un nuevo estadio de conciencia.



Hay algo extraño en lo que el tiempo hace en nosotros; sin pasar, pues él siempre es presente, alarga las diferencias y entrecruza momentos distintos mientras nos vamos alejando de ellos. Y cuando la imagen que tenías de ti no es la que realmente puedes ver ahora, el yo se hace elástico, fluido, difuso. Esa cualidad proteica del yo pareciera otorgar ciertas virtudes, templanza, tolerancia, calma. En la práctica, no suele funcionar así. Para dar consistencia a ese ego líquido, parecemos forjar un armazón de convicciones rígidas. El efecto es de choque, ignorantes ejércitos embistiendo por cada nimiedad, dispuestos a herir a otros a fin de no sufrir una mínima grieta. Y hacen bien, pues por esas grietas se escaparía su alma diluida.

Yo lo he observado en mí, como me voy resistiendo a aceptar otras razones, buscando subterfugios para negarlos, primando la fe (no la religiosa, o no solo) sobre las razones, sintiéndome airado, ofendido, con ganas de airar y ofender. Y me da miedo sucumbir a esa armadura llena de pinchos externos pero que mata por dentro. No quiero caer en las garras de un espíritu que podríamos llamar fascista por miedo a haber vaciado mi espíritu. Y no me refiero a cuestiones solo políticas, sino a actitudes respetuosas contra la ofensa y la humillación, la indecencia contra el sufrimiento de otros, la bajeza de querer pretender ser mejor que otros a cambio de defender lo contrario por soberbia.

Las redes sociales no ayudan, claro. Refuerzan un sentimiento grupal, simplifican todo, ofrecen consuelo y nos alivian de la carga de tener que ser nosotros cada segundo de nuestras vidas. Uno siente que allá afuera hay un océano oscuro de miedo y tristeza en el que la luz es esquiva y breve. Y detesta a casi todos, al genero humano en su conjunto, trata de cortar amarras con su naturaleza compartida. Se desespera. Y sin embargo, hay que pelear por encender esa luz temblorosa en la mar, me digo. Porque muchas veces, uno no sabe muy bien que hacer. Quizá sea la nobleza de espíritu el único ideal. Tratar de alcanzarlo, cultivar el alma (a eso se refiere originalmente la palabra "cultura"), sentir un respeto ilimitado por los demás, mostrar compasión y detestar la mentira (principalmente la del odio, que niega el vínculo de nuestra precaria condición humana).

Es tarde, a veces me digo. Por qué sigues pensando en esas cosas, si el tiempo acecha y los atardeceres aún te visitan sin que seas consciente de los dones que su contemplación trae. Y le digo a Dundalk que quizá sea cierto, pero en los mejores momentos me digo que hemos venido a la tierra con la única misión de tratar de llegar a ser lo mejores que podamos. Y mientras la música suena, los labios sienten el agua fresca de la vida y tratan de sonreír recordando con indulgencia aquel que ayer fuimos.

Me encuentro cada vez más lejos de mi hogar
Y pienso que perdí mi senda
Había tantos caminos...
Y vivía para andar y andaba para vivir
Empecé a encontrar a quien buscaba
Buscaba refugiarme una y otra vez

Contra el viento
Y encontré ese refugio

Contra el viento
Sigo caminando contra el viento
Soy más viejo ahora pero sigo caminando contra el viento



domingo, 20 de mayo de 2018

Palabras vacías. Domingo, 20 de mayo, 2018.

Sobre las palabras vamos posando un óxido, veneno
que la nube de su cumbre frena. Desviadas, vacías
Quieren viajar en un mar ebrio de memoria espeso
Mas no se reconocen, y declinan entre las grietas frías.

Ciegas, las voces querrían hundir su vigoroso filo
Y aparejar cimientos entre islas cautivas, muy lejanas
Creando un mapa intrépido de son y de latidos
Para darnos un pico en el que quebrar la mar helada.

La realidad, sin embargo, es ajena y distante:
Donde ayer hubo olas, hoy solo cabe abismo
Y los objetos se diluyen, y las palabras caen
Desnudas y quebradas, sin vuelo, sin vigor ni brillo.

Dicen que el fin del mundo acabará estruendoso y feroz
En el fuego del odio o en el hielo del silencio. Labios sin alas.
Sin embargo, la corrosión del habla deshace las sendas de la voz
Para convertir la noche en una mar de gritos que ya no dicen nada.

Así sea, pues. Cabalguemos los días sin saber de los otros
Y alcemos los altares del yo en los salones muertos.
Es tarde ya, no queda nada a donde regresar
Y furtivos vocablos mutilados vuelan rabiosos
Coronados de un azul que los va destruyendo
Sin amor, luz, madre, paraíso, estertor, mar.
Tal perros perdidos y sufrientes que se alejan misteriosos
Odres brillantes que ya no lamentan perder su vino viejo. 


Líquida, añorando alturas de encuentro profundo,
la verdad se desvanece entre miradas de humo. 




Zongar Gelfmiun, " La buena gente de Bahariye"*

*Bahariye es un barrio de Estambul. En su libro, "Las aves del futuro" Gelfmiun escribió acerca de las grandezas y miserias de la capital del Imperio al que pertenecía. La traducción de la traducción, con sus rimas forzadas, es mía. Ruego que se perdonen sus imperfecciones y expresiones mas forzadas.

martes, 15 de mayo de 2018

Hoguera de fé, hoguera de vanidades. 15 de Mayo, 2018

Leo justo ahora que ha muerto Tom Wolfe. Diría que echaremos de menos su espíritu sardónico y ácido, sino fuera porque vivimos en un mundo que no recuerda nada y presume de ello. Será otro hashtag masivo que se inflamará como una llama súbita y caerá igualmente breve.

He pensado estos días sobre esas llamas y esos acabamientos. Una secta marginal de un territorio marginal del Imperio se impuso a todo su poder a base de una fe ardiente y una trasmutación de todos los valores, el poder del Estado, el temor a la muerte, el desprecio a la marginación social y su olvido de las doctrinas sofisticadas en favor de una verdad simple y sin matices. Persecución, fieras, torturas, miedo, todo fue intentado durante casi tres siglos y al fin la fe de los creyentes se impuso. En menos de 100 años, el cristianismo había barrido a los cultos competidores.

Acaso sea esa fe sin rendijas la que hace morir la ilusión del tiempo. No somos más que ruinas andantes que se nutren del pasado de otros. Las nubes cambian, y las piedras nos gritan en un silencio al que nunca sabremos entrar. Han visto el espectro de las variedades humanas y han concluido que son un esfuerzo inútil para quedarnos junto a ellas; sin embargo seguimos agitando sombras, creyendo que algo quedara de nosotros, mientras una hoguera de vanidades crepita en un futuro inalcanzable mientras consume el presente, haciendo de nuestros huesos una memoria que nadie sabrá.

Sin embargo, no hay nada mas que esto, la sombra bajo la cruz ardorosa del tiempo y la fe en lo que podemos enmendar y como podemos arreglar nuestros destinos. Fuera de eso, nada se queja. Fuera de eso, todo queda.

Dundalk no es Roma, pero abre ventanas al destino común al que como una tribu temblorosa afrontamos.

lunes, 7 de mayo de 2018

El sacrificio.07/05/2018.

Muy pocos han apurado la hiel de su insignificancia consciente. Es muy fácil ser un soñador que cree que otros le miran y compadecen; por eso el mundo hoy esta lleno de vocacionales víctimas.

Asumir que para que haya quien conserve cosas valiosas, otros deben renunciar a ellas en virtud de su amor profesado es la tarea más ardua. No habrá quien sepa las ausencias, las dudas, los pesares que hace florecer. Y sin embargo, la flor en el filo del acantilado es más vigorosa que la que languidece en el trigal ahíto. Cuando todo esta lleno, el destino no trae nada más que la noticia futura de una caída, una flaqueza, el tiempo y su servidumbre a la nada.

Todo lo transfigura el sacrificio. Entregando su sudor en un altar vacío, levanta su empalizada contra el devenir y en su desbordamiento del ser, logra el encuentro y ese toque lo hace eterno. Es la embriaguez de la metamorfosis. El éxtasis de la redención en el otro hecho nuestro.

Cuando levantes cada día, trata de recordar el desprecio de lo que somos con el sacrificio por lo que podemos lograr ser en el vacío de la duda. Equilibra ambos con el tesón de un creyente, y muévete en el aire como quien danza libre, moviendo las nubes a su alrededor liviano.

Dundalk apaga sus coches y mira al mar en la noche cerrada.

sábado, 5 de mayo de 2018

Ulreich y las sinuosidades

Albert Camus, que luego fue faro de muchos, declaro que todo lo que sabia de moral y del ser humano lo había aprendido siendo porter. El balón y la vida a menudo no van por donde uno espera. El problema es que a veces la vida y el balón vienen por caminos transitados y traen un veneno suave. Algo así puede pasar en el fútbol, dos segundos de tragedia pesan más que 3 horas de épica en una eliminatoria. También nos puede pasar en la vida fuera del deporte, que es menos plena: una distracción, un momento de duda, una flaqueza. Pareciera que tuviéramos en las manos semillas de futuro y no las quisiésemos. Es normal. Elegir un camino es renunciar a los demás, y quien sabe si encontraremos mañana un muro. Yo he visto mucha gente sufrir de un tartamudeo vital, preferir su propio relato de las cosas repetido que tener que afrontar un fracaso. Aún lo sigo sufriendo a menudo. Me pregunto por qué, si ciertos estándares vitales están asegurados y la supervivencia no parece estar en juego. Quizá sea el miedo al perpetuo escrutinio de los otros, las portadas que culpan de una eliminación, los comentarios burlones acerca de otros, la culpa que este mundo parece segregar a toneladas para nunca aliviar el peso de la libertad. El peligro no es tanto recibir un gol, sino negarse a jugar hasta que sepamos ciertamente que no habrá dolor tras el resultado e instalarse en esa ensoñación.

No tiene mucho sentido analizar la jugada de Ulreich. Es un cantadón difícil de ver en una competición de alto nivel. Son además dos segundos, cuando todo es simple; la duda, la presión, el fallo. Fin. Sin embargo, la reacción al fallo es la que demostrará si merece la pena arriesgarse a los golpes. Espero que sí y se reponga. Esa desolación le pertenece, a él y a sus compañeros, no a quienes pasamos un rato viendo fútbol para tener un rato de ocio. Hacerse dueño de la tristeza propia, del futuro que moldea un error me parece una idea interesante. Nací en un país en el que merece más crédito el crítico que quien tiene iniciativa. Y no me parece justo. Ni bueno. Convierte al grupo en un coro griego ignorando las alturas que solo el individuo puede aspirar a alcanzar, al liberarse de la costumbre y el acuerdo. El deporte es la metáfora más alta de la igualdad humana. Su concepción como espectáculo revela las dificultades y promesas de construir un mejor nosotros.

Habrá más días como balones que vienen fáciles pero taimados, y plantarán en el porvenir dudas sobre el futuro. Es la vida, preocupaciones y logros cotidianos y de vez en cuando, fulguraciones asombrosas y golpes duros, como del odio de Dios. No queda sino salir a defender nuestra puerta, sabiendo que el balón nunca viene por donde lo esperas, y los demás tampoco. Sin olvidar que a veces, cuando vienen rasos y fáciles, también deberemos dar lo mejor de nosotros mismos.


Dundalk y yo vemos la foto, la soledad que exuda, y nos acordamos del precioso discurso de Teddy Roosevelt sobre el hombre en el estadio,

No es el crítico quien cuenta, ni el que señala con el dedo a quien tropieza o el que indica en qué cuestiones quien hace las cosas podría haberlas hecho mejor. El mérito recae exclusivamente en el hombre que se halla en la arena, cuyo rostro está manchado de polvo, sudor y sangre, el que lucha con valentía, el que se equivoca y falla el golpe una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin errores.

El que cuenta es el que lucha por llevar a cabo las acciones, el que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones, quien agota sus fuerzas en defensa de una causa noble: Aquel que, si tiene suerte, saborea el triunfo de los grandes logros y si no la tiene y falla, fracasa al menos atreviéndose al mayor riesgo, de modo que nunca ocupará el lugar reservado a esas almas frías y tímidas que ignoran tanto la victoria como la derrota.