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jueves, 21 de mayo de 2020

A Job. 21/05/2020.



Has visto el estuario incendiado del atardecer, has bailado
melodiosas figuras al ritmo hipócrita
de la luna menguante, has recogido
las suaves prendas del dulce frutal, has observado
las prescripciones de la Ley, has sido un corazón salvaje. Has herido y te han
herido, has vuelto de la duermevela y sido otro, has besado
el pálpito latiente del cuchillo.

Has buscado en las letras secretas de tu nombre una clave, y has perdido
el tiempo intentando contentar a tus enemigos, has sangrado
la furia perezosa de los jueves, te ha angustiado el brillo de la ciudad nocturna.
Has agonizado de lujuria, bebiste la cerveza de la pérdida, apostaste la pobre moneda del porvenir en el sangrante yo,
has consumido el abanico de la suerte, y has caído
en las alas dulces de la inconsciencia.

Cuando me pare a contemplar las huellas
de tu recuerdo ansiado y sus espinas
rodeando la flor, tendrán semillas
de un frío atardecer dorado

Has injuriado a las estrellas, has citado tu poema favorito en la boca
del abismo, te urdieron la luz del alma desde su mismo centro,
amaste sin esperanza, bebiste
el cáliz de la decadencia, abrazaste el ridículo. Has sido leal,
abyecto, osado y vulnerable. Besaste la boca abierta del crepúsculo. Has caído vencido ante un enigma.

Cantaste al viñedo de la melancolía, has danzado
obscenamente contra el mármol, arrojaste tus naves ardiendo contra la tristeza
de la repetición de los días
leíste en el hielo la historia de tu linaje.

Has sido el señor de tu vida, has detenido la soberbia de las olas.
En un segundo llegaste a ver tu vida, y
has pensado en dejarla tirada como un paño viejo,
Te volviste contra tu cerebro y tu corazón, y a esa confusión de ser distinto en ti
la llamaste alma.

Has anhelado viajar por las estrellas y beber el néctar
de la medianoche. Desafiaste inútilmente al tiempo.

Delicado y terrible, desciendes ahora
esa escalera invisible, oyes el sutil gozne
que desde la primera sombra y el primer latido
conecta la eternidad hasta tu nombre.
Ahora ya es tuyo: Un laberinto de causas
Que no satisfacen las raíces de tu sed amarga.

lunes, 11 de mayo de 2020

El escudo de Aquiles.11/05/2020.

Estoy disfrutando mucho la serie acerca de la carrera de Michael Jordan, un héroe y un icono de nuestro tiempo. Creo que trata cuestiones muy pertinentes para la vida que hoy llevamos, por supuesto a través de ese espejo deformante que es el deporte-espectáculo de hoy. Me interesan las cuestiones suscitadas en torno a temas como la relación del individuo con su entorno, cuando hay que sacrificarse por el bien del equipo y cuando hay que rebelarse para poder dar lo mejor de uno, el respeto y la ambición, la rabia insomne para querer arrasar cada noche cuando los años gastan o el esquivo y ambiguo rol del líder. Como ocurre con la perplejidad por la servidumbre voluntaria que aceptamos como natural en pos de una vida más segura, la función del líder resulta abstrusa para quienes no creemos mantener ese fuego interior. Es un alejamiento voluntario del resto de la realidad para conquistarla, pero de qué sirve si la pelea para hacerlo parece haberla marchitado y uno la va a contemplar seca y lejana y va a estar solo en un trono de silencio.

Supongo que Jordan tiene razón cuando dice que él se limitaba a fijar su ejemplo y aceptaba a quien estuviera dispuesto a seguirlo. Puede que ese sea el escudo del héroe en el que cabe el mundo entero: saber que las heridas que infligirás serán espejo de aquellas de las que te has llenado a ti mismo mientras no dabas ni pedías cuartel.

Dundalk y yo seguimos fascinados las hazañas aéreas de su majestad mientras recuerdo como era la vida entonces. Creo que el deporte del baloncesto norteamericano estaba a la distancia perfecta, lejos los días en que era apenas más que un rumor, despertando un interés para poder ser visto con asiduidad pero sin la saturación y el perpetuo impacto de todos los momentos de hoy. La noche se acuesta sobre las calles silentes y un salto sigue siendo un noble intento efímero de alcanzar una vida más intensa en un mundo mejor.






ejemplo y el papel del heroe