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jueves, 28 de septiembre de 2023

Los ricos también lloran. 09.28.

Es un género propio, bastante popular: la oda a las dificultades de los ricos buenos: deportistas, gentes del espectáculo, aquellos cuyo talento o suerte la sociedad perdona, vaya. Aquí hay que perder, o ganar pidiendo perdón, si no queda más remedio.

Hemos visto cosas que otros no creerían: sociedades quebradas por la recesión enervadas por la suplencia de un portero. Por algún fracaso profesional o personal de cantantes, actores, cocineros. No es que no sea comprensible. La evasión es necesaria. Lo que sorprende es la tendencia a la sensiblería en situaciones particulares de celebridades y la ceguera con dramas sociales. Supongo que el perverso tío Joe Stalin era perspicaz cuando comentó que el asesinato de uno es una tragedia y el de miles una estadística. Testimonia además el poder abrumador de la cultura, que hace creer que la realidad tras las pantallas es más real que aquella tras los ojos. Hay muchedumbres que obtienen su percepción de la realidad en ese embrujo colectivo. Me temo que por eso sienten su propio amor desperdiciado, su dolor invisible, sus vidas nada flotando en un vendaval de olvido. Y adoptan las inconveniencias de otros para poder sentir su propio dolor en ellas y ser escuchados.

Yo no vivo en un lecho de rosas, pero tampoco debiera quejarme mucho y, ay, lo hago también. Aún así, sigo repudiando los reportajes de las penurias de los famosos, presentes o pasadas. Es cierto que se puede aprender de la caída, pues el fracaso y la dificultad pueden inspirar. Sin embargo, temo que una concepción malsana del éxito arrastra una perversa interpretación del fracaso; un oráculo abstruso cuya superación te hará triunfar. La confusión entre el sesgo del superviviente y la contemplación del héroe. En fin, la madeja tenebrosa y lúdica de la fortuna. Sólo pido, con paciencia, que la pobreza no sea romántica, la dureza la exigencia del ganador y la competición en todo el envés de la trama del lloriqueo insensato por los privilegiados de la vida. Tú también sufres y dudas, y haces las cosas lo mejor que puedes. Pensamos que es un escollo y en realidad es la vida. 

La lluvia cae pertinaz sobre el mundo, otra tarde más que muere joven. Las luces parpadean borrosas y un manto de frío y soledad hermosa cubre el mundo absorto.




domingo, 24 de septiembre de 2023

Man of constant sorrow. 24 de septiembre.

Pensaba que eras otro, el grito de una cólera.

Un brazo sin corazón.

Sentado en tu escudo, viendo caer las flores

De las vidas mortales, bajo los romos aceros

A los pies de Ilión

Aburrido y distante.


Buscador de gloria entre sangre inocente

Te regocijabas abriendo muertes atónitas

en la arena indiferente.

Eras un guerrero cruel y miserable.


Ahora he crecido y concedí derrotas,

Mis brazos se cansan de la amarga donación,

la vista no distingue los navíos en que el futuro nos aborda

y en los lúgubres pasillos el eco atruena cruel del yo...

Y ahora comprendo tu soledad y tu carga,

hijo de Peleo, condenado siempre a la batalla,

como un Sísifo en una cárcel interminable de agua

y memoria inútil.


He aprendido del miedo, como tú: nada se agota.

La daga de los días, con su filo de noche

no ha mellado tu fuerza ni templado tu furia,

Ligero, apasionado, confuso y de alma bronca.

Aunque vislumbras el fin que no conoces, desdichado,

En tu escudo contienes las estrellas,

y has entrevisto los confines graves

que el mundo inferior muestra, taimado.

Fuiste condenado a ser tan grande...


Hombre de pena inacabable, tu muestras el camino.

Pero quizá todo nos llegue. Apenas lo has sentido

Abrazado en la niebla

para evitar de los troyanos la huida

El golpe te pierde en la tiniebla.

La ciudad a tus pies yace bajo el cielo herido.

El aire tiembla.

Y se clava en tu piel tu maldición antigua

Mientras arrecia la tormenta. Troya era ya flor marchita

mientras caías en el tronar del fuego

y la noche envolvía a los fugitivos.


El guerrero insomne. El hombre atormentado,

Vencedor de tantos, como todos fuiste al fin vencido

Por tu eco estremecido y la maldición de tu hado

Aquiles el ligero, te bendigo.







martes, 19 de septiembre de 2023

Sur. 19.09.23.

La inocencia es el mejor antídoto contra el resentimiento. Vivimos tiempos aterrados donde los que temen ser señalados dedican sus días a señalar. En esta melancolía de la virtud uno necesita y añora entonces el sol de la infancia, para curarse. Sí, anhelo el sol de la infancia, la aridez de los campos solitarios, los pedregosos caminos solitarios donde existe una clara simulación de unidad del infinito y el instante: el silencio al sol.

Es un silencio relativo. Pleno del frenesí de grillos y cigarras sobre la tierra donde amarillea el rastrojo. Allá donde la soledad forma una perpendicular contra el horizonte inmenso y alza una línea para los equilibristas, entre colinas peladas, encinas y olivos retorcidos contra sí y el azul puro, inabarcable. La pureza de lo que se despoja para buscarse. Un mar invertido sobre los campos dorados.

La inocencia resplandece sobre los trigales, el ajenjo furtivo y la explosión de las buganvillas, mientras la luz refuerza su presencia y elimina matices. Entonces el caminante bajo un sol mas amable, más allá del mediodía, siente el rumor de la brisa ardiente y un palpitar del corazón de la tierra. El peso del sol es más ligero cuando llega la tarde y su luz indagadora revela otra cara de la tierra materna. La ingenuidad cruel, bruta, de la tierra. No molesta porque no sabe que lo es y serena porque detiene el tiempo en una eternidad breve. Es entonces, cuando los minutos no cuentan, que existe en la tarde tibia un presente con esperanza; la luminosa creencia en la liberación. 

Ya sé que los espíritus han discutido mucho sobre el alma; ay, tantas veces el alma significa el miedo al cuerpo en lo que tiene de inocente y sagrado, porque se va venciendo, porque su declive da amargura. Esa amargura vale más que un sacrificio ritual, porque acepta el ahora sin pedir créditos imposibles al futuro. En la sensualidad del sol, el calor, el agua, la brisa caliente y la sombra caben muchos absurdos de la existencia y  proveen de un pacífico olvido a la angustia de vivir. El desapego logra percibir vivamente la presencia, la sangre acarrea la vida a un cuerpo lento y consciente y la vida sucede sobre la piel. Cálida, agradecida. Inocencia, gratitud, alegría. El círculo que tan fácilmente desvaría y se quiebra. Para reconstruirlo, lector, sé todo ello y espera ser afortunado o elegido.

Me gusta pensar que no muy lejos de aquí, en pastos y en olas, a través del camino del sol y la confianza quebradiza de las estrellas, el alma maduró para desterrar la culpa. Que hay una furtiva inocencia primera en el silencio bajo el sol. No es un silencio plácido, pues espera una explosión inminente. Y sin embargo su hechizo duro, exigente, mueve a la armonía con mayor vehemencia que otras tierras de penumbra y nubosas, allá donde el sol es pálido en un cielo glauco y perezoso.  Sí, así es, sin duda: la armonía es la forma de mover a los seres a su destino con aceptación y profundidad. Otro don, acaso.

La tarde es nublada y amenaza la lluvia. La luz muere antes cada día y la brisa lleva los afanes del día sobre su manto de bruma para que desemboquen en una noche suave. Sueño con un mundo más inocente y un lugar bajo el sol, en cierto sur, allá donde luzca la esperanza y sepa detenerse el tiempo.




jueves, 14 de septiembre de 2023

Prueba de fe. 14 de septiembre.

¿Por qué será que cualquier muchacho robusto y saludable, que tenga dentro de sí un espíritu robusto y saludable, en un momento dado se enloquece por darse a la mar? ¿Por qué será que, durante el primer viaje que hicieron ustedes como pasajeros, sintieron un estremecimiento místico al enterarse de que ni el buque ni ustedes ya no podían ser vistos desde tierra? ¿Por qué será que los antiguos persas consideraban sagrado al mar? ¿Por qué será que los griegos le destinaron una deidad especial, un hermano de Jove? Sin duda, todo eso no carece de sentido. Y es aún más profundo el significado del mito de Narciso que, al no poder ceñir la imagen exquisita y atormentadora que veía en la fuente, se arrojó a ella y se ahogó. Pero todos nosotros vemos esa misma imagen en nuestros ríos y en nuestros océanos. Es la imagen del inasible fantasma de la vida. Y esta es la clave de todo.

Moby Dick.

Pues no lo sé, señor Melville, pero ocurre. He leído antes que casi el 100% de los encuestados en una oficina dejarían de inmediato su puesto si se les ofreciera un viaje al Antártico en una gran navío de madera. Qué puedo decir. Yo lo haría. Cuando el corazón es un húmedo septiembre que mira al septiembre húmedo, cuando el sol empalidece y se diluye entre nubes porosas de neblina, la única forma de no perder la cabeza parece ser el movimiento hacia la incertidumbre. La Cólquide, la Atlántida, cualquier isla misteriosa, cualquier lugar, pero en camino.

Pero aquí sigo, mirando tras la ventana la tarde triste, las gotas resbalando por la ventana y el tiempo curvándose tras los sauces. La ciudad se encoge de frío y soledad y el mar es esta tarde un punto tan lejano que parece un espejismo, como una prueba de fe contra "el inasible fantasma de la vida". Las aves callan y los pensativos edificios son fríos y azules, contra el atardecer inmenso, la lluvia desatada y el corazón cautivo.






viernes, 1 de septiembre de 2023

Superluna. Primero de septiembre, 2023.

La vi el otro día regresando a casa. Refulgía turbia tras jirones de oscuridad, misteriosa y extensa. Ya sé que no hay imágenes para definir el enigma: reflejo de soledad, espejo de agonías...y sin embargo la luz que, prestada del sol, titilaba en el río de camino al corazón de una inmensa negrura atraía como un hechizo antiguo.

Desde entonces, no mucho ha habido; más nubes, más acero y neón, cristal y cemento para achicar el horizonte. No sé si cambia todo que haya visto esa luna unos minutos, caminando deprisa, si entrever la noche con estrellas alivia de la falta de cielo, cubierto de nubes, de angustia, de paisajes de ciudad que alejan de uno mismo, acaso.

El rumor hoy es leve. Quizá sea mejor así. El tiempo transcurre lentamente, las aves se han escondido, el mar no existe y las luces en las ventanas son mortecinas como el hambre de los que tienen hijos. Luna, desde tu trono vacío, sigue haciendo de nuestra maldición una pregunta y de nuestra tristeza un éxtasis de esperanza derruida. Y después, que reine el silencio.