Translate

sábado, 21 de diciembre de 2019

Leyendas modernas y la infancia recuperada. 21/12.

Pues sí, vi la última de la Guerra de las Galaxias. Debo tener la ventaja de que nunca he idealizado mucho a las antiguas; me parecen entrañables películas juveniles de aventuras y sueños de heroísmo. Es cierto que son más pausadas y consistentes en su desarrollo y que ofrecen mejores ideas, aunque sean menos espectaculares. Puro azar: si Una nueva esperanza se hubiera estrenado en la última década, dudo que El Imperio contraataca hubiera visto la luz. Es el sino de los tiempos, devorar con glotonería hoy lo que olvidaremos en la siguiente hora y opinar acerca de como deben ser las cosas hechas, en lugar de hacerlas. El concepto de la fuerza y la lucha entre las tensiones de cada humano fue un hallazgo a la aventura y juntas conformaron una épica a la que todos en nuestro seno más íntimo, deseamos volver.

O deseábamos. Ahora parece que hay muchos que desean volver al momento en el que todo se hacía para ellos y no comprendían la complejidad de todo lo que existe. Por supuesto, que a alguien no le guste una ficción es sumamente respetable, nadie es más que nadie. Emperrarse en demostrar ser más que los demás a través de la exigencia y el reclamo de ser más auténtico que nadie ridiculizando estas ficciones me parece otra cosa; es como si ese placer de manifestar un ego más puro sobrepujara el disfrute de una película, un libro, una serie. Ay, me temo que ese afán de autenticidad por encima de la masa, la crítica inmisericorde a todo lo que no es exactamente como nos gustaría, excede la cultura y es una raíz venenosa que ya nos trae frutos amargos. Y vendrán otros.

No quiero destripar la peli, por más que sepa que pocos leerán esto. Soló quería compartir esa impresión, recordar con el final algunas enseñanzas, por ejemplo que siempre hay un pez más grande, que las cosas se hacen o no, nunca se intentan, que el miedo es el camino hacia el lado oscuro (y en todas las galaxias de todos los tiempos, la gente parece irremediablemente asustada) y que los Sith ejercen una fascinación oscura.

Este es mi ranking personal, tan insignificante como el de cualquier otro. Incluyo las dos películas no canónicas pero basadas en el mundo creado por George Lucas.

El Imperio contraataca - Darth Vader y su magnetismo irresistible, el villano como debe ser.
Una nueva esperanza - Un western espacial sin pretensiones con el que comenzó todo.
El ascenso de Skywalker- Un final decente a una saga inagotable.
El retorno del Jedi- Algo desconcertante, pero llena de esperanza.
Rogue One- Entretenidísima y con una aparición que todos queríamos.
La venganza de los Sith- Apresurada y confusa, pero es la perversión de Anakin.
El despertar de la fuerza- Un homenaje para asegurar, pero con ritmo, una puesta al día.
El último Jedi- Un intento valiente pero fallido, a mi juicio, de ofrecer otra perspectiva.
La amenaza fantasma-Un principio que se llena de personajes irritantes y sin historia apenas
El ataque de los clones- Una película cuyo guión es una especie de BOE apenas modificado.
Solo- Un insulto a un personaje memorable.

Que la fuerza os acompañe, que nos acompañe a todos. Feliz navidad.




lunes, 9 de diciembre de 2019

Las alas caídas. 09/12/2019.


En la penumbra del bosque se oía el paso del tiempo como un sauce crujiendo bajo su propia angustia. Las huestes de Peter, diezmadas, ojerosas, buscaban refugio entre la hierba seca, a la ribera del río. Las alas rotas brillaban en la oscuridad. Allí se levantó Peter Pan, con su brazo dislocado y su brecha.


Bravas huestes
Hijos de la noche sin guardas
Que escapáis de normas y horarios
Niñas que buscáis territorios donde ser guerreras
Suaves ejércitos de la frontera.

Yo he visto la forma luminosa
Del azar, el esplendor dorado
Del tiempo, la juventud
Y ni siquiera nuestras alas hoy, las alas rotas
Las alas mancilladas, las alas de Wendy, las alas
Moribundas, esas alas brillantes
Que pueden alzar todo, contra la noche y su espuma
Pueden hacer todas las magias.

Porque ya no sirven allá arriba
Contra la estrella escondida de la primavera.
Allá todo es vibrante y emoción, novedad
Y las alas no sirven porque las alas buscan lo escondido
Y no hay nada escondido en su ribera fresca.

Hay árboles desde donde se ve la mar dormida
En el jardín las ramas sirven con fresca armonía
Frutos húmedos rojos, y tormentas de entusiasmo.
Nada hay aquí ya que os reclame.

Si queréis marchar, y lo haréis, no importa el tiempo.
No oiréis, no oís el reloj que atruena
Porque perdí otra batalla.
Lo oiréis cuando el atardecer caiga repentino
Y todo lo demás se hunda.

Mañana os iréis al otro lado,
No neguéis con los ojos, está en vuestro destino
Y nosotros nos perderemos en el bosque
Como sombras de ayer
Hasta que aquí vuelvan vuestros hijos.


La mañana despertó a Peter con su luz filtrada entre las copas de los altos árboles. A su alrededor, espadas de latón, hojalatas con forma de escudos. Cartones, maderos informes. En fin, lector, lo mismo que tú un día dejaste. Al otro lado del río, la hierba alta, la colina, las luces que la luz clara disimula, la vida. La cuenta atrás. Era cierto. No había cocodrilos. A la mañana siguiente, todos los niños habían cruzado el arroyo, que un día les había parecido un caudal imponente. Allí el reloj se confundió con sonidos de calle y las luces los cegaron para siempre. Al otro lado, Peter se irguió lentamente y luego caminó lejos, de nuevo hacia el corazón del bosque, con sus piernas cansadas.





jueves, 5 de diciembre de 2019

Alguien con quien hablar. Cinco de diciembre

La soledad es la mar helada; debajo de ella bulle la vida y las formas juegan, mientras nada rompe su silencio obstinado. El horizonte brumoso se confunde con su filo y forma una masa compacta que niega el horizonte. La soledad corroe, colapsa en su propio vacío, mata.

Por eso siempre es necesario alguien con quien hablar. Para que la caudalosa amistad haga nacer los sauces a su paso, para que la angustia no se abra paso entre las venas por no encontrar otro cuerpo que sueñe, para que los sinsabores de los días salgan a la luz y sean combatidos por sonrisas, para que la jovialidad preste su luz a la noche sombría. Las palabras pueden curar del mal del sinsentido, no negándolo, sino reconociendo en él la ocasión de atravesarlo juntos, antes de que el sol despierte en un mundo en el que ya no estaremos. Una sonrisa al paso, una broma, un emoticono incluso pueden salvar días, envueltos en la maraña de obligaciones y figuras autoimpuestas  de cada día. Aprender del otro para saber más de mí. Usar sus acertijos para intentar ser mejor. Sentarme junto al fuego, unas cervezas o en la verde hierba compartiéndome y dejando lo mejor de mí muy dentro mientras trataba de darlo allá fuera.

La vida ha sido generosa conmigo y no me ha dejado sentirme solo a menudo ni impedido el inmenso placer de la soledad buscada. Como un blog que leen pocos y que de vez en cuando se actualiza para dejar unas líneas sin más pretensión que darme un descanso de mí mismo, como otro buen amigo. Dundalk me ha visto días peores. Calla y asiente mientras el viento silba en las colinas desiertas buscando una verja ignorada para dejar su rastro hechizado y ver en las casas corazones bien acompañados.


domingo, 24 de noviembre de 2019

Noviembre. 24/11/19.

El odio es una mentira que niega lo que en cualquiera merece compasión. Como vivimos tiempo de odio, la mentira ha de multiplicarse en relatos enrevesados que justifican el ansía descarnada de dominio, la voluntad de ascender el ego sobre todo lo demás.

Este clima moral de competición incesante precisa de justificadores y apologistas; de las víctimas necesarias, del mérito del que vence, de la sonrisa de los bienhechores. Desde siempre la mentira ha gobernado el mundo.

Supongo que antes la pelea se restringía a los poderosos de verdad y los demás sabían la posición que les había tocado. Para bien o mal, hoy todos crees ser merecedores del trono y se alistan para ser quienes lleven la Historia a un nuevo estadio. Para los demás, nos queda la angustia de saber si algo quedará de nosotros. Admito sentirla a veces, cuando la corriente de lo que me pasa me supera; Cuando los muros de la prisión se hacen visibles y el mundo es un eterno noviembre de desamparo y frío; cuando estoy solo y descanso de ser yo mientras percibo que los demás se agitan en la misma oscuridad y no me quedan fuerzas. Al fin, cuando comprendo que la mentira también atraviesa mi vida e impulsa mis brazos y me da miedo quedarme en el escollo rocoso e incómodo de la verdad. Porque la verdad me asusta, y si no puedo sostenerme en sus exigentes salientes rocosos, me quedará para siempre en la sombra. La mentira ofrece una noticia, una fe de vida que da cuerpo a las injusticias que se nos han hecho y niega las que cometemos.

Nos movemos rápido, pero nunca tanto como el olvido. Algunos tendréis fastuosos monumentos que recordarán la maldad que tuvisteis que padecer. Otros habitaréis un simple, modesto recuerdo que congregará a unos pocos de cuando en cuando, antes de que también se olvide. La mayor parte habitaréis la sombra y la Historia, como un ángel terrible, volará rauda hacia adelante y siempre sonriendo. Y siempre seguirá existiendo el monte sobrecogedor y ampuloso hacia al cual la mayoría desearemos ascender y hacer cumbre; desde allí, contaremos la Historia. No muy lejos, en un mar desapacible, la verdad ofrecerá sus escollos y su brutal desnudez. Desde allí, los que logren sostenerse durante un instante breve, gritarán con todas sus fuerzas sin voz, antes de caer.

Dundalk se hace noche entre ladridos y luces que parpadean. No puede saber que quedará de nosotros pero, durante hoy, nos sigue viendo.




jueves, 14 de noviembre de 2019

Pesadilla genérica. 14 de noviembre.

A pesar de sus modificaciones accesorias, todo está ya en la montaña mágica. Lo que esta marea ansía y lo que tendrá es el terror, como retribución a la expansión ilimitada de sus egos sobre el mundo que los contiene.

Vivimos una época que, como todas, esta hecha de abandono, hastío y ocasionales momentos de terror. El animal que no nos deja ser felices muestra las fauces para aburrirse o para atacar ciego. Y la rabia que la frustración individual desata se agrupa en el calor del establo para dictaminar culpables.

Somos la cuerda de ciegos que siguen a un loco, la ola gigante que ya no puede volver atrás, el rumor aciago del vendaval que no dejará nada tras su paso. En la pesadilla de la oscuridad todos los perros ladran y los que aún alzan una llama de vida están secuestrados por el odio. La miseria moral grita desde cada rincón, pero nos hemos vuelto sordos. Los mares de la piedad y la compasión gritan desde todos los ojos, pero se han congelado y nos han dejado ciegos.

Poco se sabe del mañana, pero hemos aprendido a esperar lo peor. Mientras saludamos la catástrofe con frivolidad y adulamos al miedo.la sombra se acerca. Como no aprendimos la alegría solar cuando los rayos nos inundaban y cultivamos nuestros yoes mezquinos, ya no queda voz para gritar. Y al fin, pasaremos al otro lado y con suerte, alguien recordará las injusticias que nos fueron hechas y serán silenciadas las que hicimos. En un tiempo, todo será silencio y mar helada y los monumentos con los que deseamos dar un sentido al caos anterior también caerán en ella.

Una luz tenue aparecerá en el horizonte y titilará durante un tiempo. Luego, se irá alejando y será un punto de brillo azul entre la noche calma. Un último parpadeo y se perderá también. Esa luz es a lo que llamamos esperanza.

Y solo resucitará en las miradas que se contagien de su postrero fulgor. Luego, despertaremos.


domingo, 27 de octubre de 2019

La fuerza de lo íntimo. 27 de Octubre



No soy un gran fan de Superman. Parece un mito dedicado a confortar un mundo sin orden en una figura moral indestructible. Sería hermoso que existiera, mas como narrativa no resulta atrayente; el conflicto es el padre de todas las cosas y lo invencible oculta lo que nos deja inermes y sin reacción. En otras palabras, lo que nos promete seguridad nos arrebata opciones.

Hay algo, sin embargo en lo que Superman excede su normal alegoría. La kriptonita, ese mineral del planeta del que vino y que es su veneno. De alguna forma, creo que todos sentimos que lo que nos punza con más dolor y amargura es lo que nos forma, algo de lo que no podemos desprendernos sin sentir que nos hacemos otros, como si interpusiéramos un velo al mundo para esconder su falta. Quizá vamos formando una máscara al calor de los años y cuando queremos darnos cuenta, no todas sus partes se remueven con facilidad. Ay, pues a la esperanza de la mejora y su aliento, en las mejores horas inasequible, se opone la urgencia del tiempo irremediable. Y es entonces cuando algo nos recuerda lo pasado, lo perdido, lo que una vez soñamos. Es la fuerza que poseemos para hacernos daño a nosotros mismos, sin tregua ni descanso. Como la mirada triste del héroe cansado tras la pelea contra lo que siempre regresa, extendemos la mirada en una tierra baldía y el sol siempre se oculta para traer una luz melancólica. En esos campos yermos donde habita el silencio.

Hay días así, quizá hoy es uno. Y sin embargo, Superman siempre sigue acudiendo a la llamada. Quizá el hecho de no cansarse a pesar de las cuitas y la voluntad implacable del mundo de desordenarse es su rasgo definitivo. Eso merece un aprecio. Puede que en nosotros habite la verdad de todas las cosas, también, San Agustín así lo afirmó. En ese caso, lo que nos forma no solo puede herirnos e infectarnos, sino también sanar lo que duele. Seríamos otro campo más en la batalla entre un bien que nadie acaba de conocer y un mal que a todos confunde. Pues tal es la naturaleza que arrastramos. al impulso moral de la sanación se opone una jauría de reproches, cabalgando sin brida en el invierno de nuestro descontento. Pero así ha de ser, y a la kriptonita decido entregar mi esfuerzo vano al fin, pero útil en el momento de condensar mi deseo sobre la hora presente.

Dundalk llora y viste sus árboles de otoño. Arrastra sus muchedumbres a tiendas y luces y deja el camino a la montaña desangelado y oscuro. Como si tuviera poderes, arrastro mi voluntad hacia la sombra y allí decido a dar a mi camino hambre y a mi descanso, calma. Superman reina en Metropolis oponiendo sus poderes al cambio incesante. Yo pretendo, antes de que el mundo me olvide, oponer al mundo que se hastía y sufre, mi momento de paz. Mientras, dentro suenan aullidos por entre los acantilados que solo la tormenta ilumina y afuera la pequeña ciudad se prepara para recogerse en el significado de su noche.

sábado, 19 de octubre de 2019

De todo lo visible y lo invisible. 19 de octubre

Si no fuera tan temible y obsceno, sería curioso estudiar el fenómeno del odio detenidamente. Nace de una combinación variable de miedo y mentira. Parece tratar de anticiparse a un mal que nos acecha, real o imaginado, y niega lo que en cada uno de nosotros merece compasión, puesto que también vamos a sufrir y vamos a morir. Parece otorgar fuerza, pero enerva y consume. Finalmente, su iracundia parece pervivir más allá del sujeto, la idea, la ocasión que lo motiva, incluso aunque a veces propicie su fin trágico. Pareciera un deseo anticipado de morir, aunque sea en otros.

Como la mentira es la fuerza motriz del mundo desde que es mundo y como el miedo es el líquido que envuelve esta sociedad cansada en una red viscosa, hay una edad dorada del autoritarismo. El odio ciega, pero también une. Y como vivimos la época de la sospecha, donde todas las cosas hieren, todos los sentimientos engrandecen y los otros son o ángeles o malvados sin ningún matiz, nada debe ser conservado. Flácidos sueños donde la armonía procura que el hipersensitivo no se exponga a la vida se exponen como mercancía deseable. Como son inalcanzables, la frustración se extiende y vuelve con más fuerza a destrozar el sistema que la causó en las almas de los que mimó sin prudencia. Por eso Ibn Jaldun escribió hace más de 600 años que los tiempos difíciles crean hombres fuertes que fundan buenos tiempos que producen hombres débiles que causan tiempos difíciles. Me parece una perspectiva muy aguda; para empezar, es claramente consciente de que uno es producto del tiempo que lo contiene y es su acción lo que determina el avance o el retroceso. Hoy parece que todos debiéramos sostener el absurdo concepto de que la historia progresa y es inevitable que mañana habrá más luz. Por lo tanto, deben pensar muchos, que más da si añadimos oscuridad hoy como una apuesta para un futuro aún más brillante, si nada puede pasar que sea peor que lo que vivimos hoy. Odio, mentira, sospecha, ira, miedo, historia. Me parece que la verdadera vida está en los momentos en los que ellos no juegan ningún papel en nosotros y sabiendo que existen, hacemos como si no tuviéramos tiempo ni alma para ellos. No parece mal remedio, cuando la miseria moral se vuelve jovial y la propaganda nunca es suficiente para sus adictos.

De todo lo visible y lo invisible en este mundo, loco como todos los demás que le precedieron, solo queda elegir nuestro escudo, inútil contra tantas armas que nos hieren con estúpido gozo.Y saber que no servirá de mucho, porque otros contarán mentiras a quienes están tan ansiosos por creerlas. Además, tampoco yo puedo renunciar ya a las mentiras de las que vivo, como todos. Dundalk se duerme en paz mientras las gaviotas graznan y mares de piedad yacen cautivos y congelados en todos los ojos.

martes, 15 de octubre de 2019

Saber ganar. 15/10/2019.

El éxito es otro espejismo con el agravante de su efecto embriagador. Es agradable amar el destino y sentir una lluvia cálida mientras la mañana se alza hacia otra selva. Pero el óleo de la victoria, la euforia, la pasión de la cumbre son pasos hacia otra que nunca llega y pueden dejar el alma hecha un ánfora vacía.

¿He tenido éxito? Que sé yo. De momento soy saludable, me han honrado con presencias gratas, las garras del porvenir y del odio no se han cebado en mí y en mis caídas supe como agarrarme para detener mi giro. Soy tan fatalista en lo teórico como aspirante a vitalista en mis días. Trato, en fin, de combinar el pesimismo existencial con el entusiasmo por la vida. Pero no creo que esto sea el éxito. Bien pensado, cuando pienso en mis malas horas, tampoco puedo pensar en fracaso. Son conceptos vacíos que inflama nuestro miedo. Impostores, ya se dijo. Te recorren la piel con un fulgor agradable y mientras te paralizan y engañan en lo que crees que es tu triunfo, te envenenan con palabras y te hacen creer que eres mejor de lo que eres.

Creo en la igualdad, pero no en la equivalencia. Pienso que nadie es más que nadie...si no hace más que nadie, y Cervantes siempre está en mi equipo. He conocido gente peor y mejor, y yo he sido ambos, ay, menos veces lo primero de lo que hubiera querido. He querido vislumbrar el éxito en llegar a ser quien de verdad eres y honrar esa verdad que también se llama decencia, honor, armonía y bravura. Luego he sabido, tarde, pero he sabido, que es el azar y el juego de las causas y los azares los que al final permiten una vida buena en lugar de un caos sin alivios.

 No me he disculpado tanto como debiera, pero he apreciado lo que debía. No he querido humillar, y nunca me ha humillado nada sin una mala intención. He cosechado afectos y cultivado quimeras. No he ganado mucho, pero cuando lo he hecho, he creído importante no darme importancia. Y en un mundo de ira y de estupidez, en el que la mentira es la fuerza que mueve a sus inermes sepultados, he sido feliz a veces. He deseado vivir, y prender esa llama y dar ánimo, "no para el arrogante triunfo, sino para mantener la elegancia, el compañerismo y el humor en la inevitable derrota". Y así, he cobrado algunos triunfos que podría juntar para jugarlos a cara o cruz de una vez y si pierdo, nunca mencionarlo, para seguir adelante ligero de equipaje como los hijos de la mar. Hacia donde la providencia me señale y hasta que oiga la voz que dice que ahí se romperá el sonido de mis olas.

Dundalk atardecía hoy desvistiéndose de su vestido azul claro, jugando con el aire y deteniendo el tiempo en un impacto agradable y súbito.


domingo, 13 de octubre de 2019

Saber perder. 13 de octubre, 2019

Es cierto que el fracaso es, como el triunfo, un impostor. Ay, tan cierto como ello es que para obrar en consecuencia se requiere una distancia irónica no siempre posible ni deseable, un sub specie aeternitatis que no siempre, ni todos, ni la mayoría de nosotros somos capaces de afrontar hasta sus últimas consecuencias.  La vida y el mundo son un jardín de senderos que se bifurcan eternamente y a veces uno piensa que cada camino no tomado pudiera ser una derrota, aunque no sea así. Y eso tampoco importa demasiado; puede que estemos hechos del material con que se construyen los sueños, pero también de lo que sufre, se enerva y se desvanece en la memoria de los otros. Es algo que repta inseguro por la espina dorsal y nubla la mirada, nunca se detiene y derrama, ponzoñoso, un licor de desamparo en nuestros oídos. Es fácil creer que somos peores de lo que hacemos, más desgraciados que quienes habitan las esquinas de nuestras vidas, sentimos que los escollos que arrostramos mientras cargamos la cruz del tiempo son más de lo que podemos soportar. A veces, puede que lo sean. En cualquier caso, llevo más de la mitad de mi vida tratando de aprender a perder.

Cada uno tendrá sus remedios, el mío es inocuo y a veces demasiado débil. Libros y personajes que tengo por más míos que a muchos que veo grises en la calle, frases para resistir,, ironía, amistades y vino. A veces me pierdo en el santuario de los soñadores, que pensamos que hay espectadores de nuestras tragedias y que debemos tratar de hacer que sientan lástima por nosotros para reconfortarnos en la injusticia que nos ha sido cometida. No hacen amainar la lluvia ni aquietan la hoguera, pero estos remedios me aferran a la idea de que a pesar de todo soy el maestro de mi destino y el capitán de mi alma. Lidiar con la frustración no es fácil para nadie. Yo siento en sus peores horas que no me importa, que alguien me hará justicia más adelante, que ignoraré las flechas, que nada es real. Porque nada es real y sin embargo abandonarse a esa intuición evidente (¿quién, dentro de unas pocas décadas invertirá un segundo en pensar que la tierra que habita y sus antepasados revivieron horas amargas que también ellos sufrirán?) es incierto. Porque cuando no queda nada contra lo que rebelarse y algo por lo que seguir adelante no es a perder lo que uno aprende, es a no saber vibrar de nuevo.

Yo doy todas mis palabras por un hombre en paz. Aunque a veces la realidad me resulta ajena y yo no sé como leer en sus labios perversos, trato de saber lo que puedo esperar de mí y a anticipar que no soy nadie para exigir más. Me resigno a lo que no puedo alcanzar y me permito lo que puedo desear. Veo a quienes sufren en la carrera hacia ninguna parte y desprecio su afán que quizá mañana sea mío. No me traiciono y trato de recoger y proveer lo mejor que venga, mientras llega lo malo.

Así que si los sueños se rompen y los intentos pesan. Si los demás agotan y la carrera premia al abyecto. Cuando queda lejos el despertar del alba, y el talento es apartado por la conveniencia. Si la tormenta restalla en los salones vacíos de tu mente cansada. Si el ramo de flores que ofreciste al amor es ya un manojo marchito. Si tus botas se han deshecho porque el camino no es amable y la meta está aún lejos. Si te crees demasiado tonto, o demasiado listo, o demasiado justo y honrado y que no lo mereces. Si sabes que has errado el camino pero ya es muy tarde para volver atrás y la luz de la tarde adelgaza su filo y una duda te invade. Si has perdido a alguien tuyo en un recodo y sabes que su imagen se irá apagando y hará tu corazón más frío. Si te han engañado pero la campana de la verdad ya no sabe sonar y el aire se llena de un silencio espeso. Si un océano de horas te sepulta y te arrastra y al final de su apogeo tus manos están aún vacías. Si desearías no haber aprendido nunca y los parpados se hunden en un mundo al que nunca llegaremos. Si aturde la esperanza y se burla el intento. Si gritas entre las ruinas de palacios que nunca existieron e hiciste para ti con la vanidad que te reporta tu miedo, tu ego y las mentiras con las que has construido tus muros. Si las puertas del cielo no se muestran. Si el placer es amargo y la risa se evade en los huecos de la imaginación. Y temes, y detestas ser como eres, y te preguntas,  ¿es que no hay nadie, nada, más allá de esta broma? Si ni siquiera te aguantas a ti mismo porque es demasiado arduo sostener tu bandera. Si abrir los ojos o cerrarlo te devuelve la misma imagen como un muro de noche. Cuando has visto el rostro del futuro y no deseas volver a marchar hacia él y te entristece pensar que no dejarás tu huella en los que aprecias...

Es justo entonces cuando hay que ser más fiero y más humilde, vivir con ello, saber que nada importa en general pero merece la pena para nosotros y estamos dispuestos a pagar el precio. Yo trato de seguir aprendiendo y en las horas más débiles me refugio en los diques que he ido oponiendo a la desesperación. Es una tarea inacabada siempre, en esta carrera loca hacia ninguna parte donde la peor derrota aguarda a quienes renuncian a jugar. Así que voy hacia el río, conversando conmigo (quien habla solo espera hablar a Dios un día) y preguntando a Dundalk referencias sin pasado, miro el río con su memoria incesante y pido al cielo que se nubla que lance lluvia para limpiar las calles y al sol que vuelva para que la hierba alumbre y su lentitud despreocupada guíe los pasos que después volveré a emprender.

Pues el privilegio de la luz es ahuyentar la sombra y su mágico don, ocupar las cosas para que sepamos mirar de otro modo y, aprendiendo a perder, saber que no seremos vencidos.


jueves, 10 de octubre de 2019

10 de Octubre. Pagliacci.

Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto. El doctor le responde 'El tratamiento es sencillo. El gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Eso lo animará'. El hombre se echa a llorar y le dice "Pero, doctor... yo soy Pagliacci".





Fui a ver "Joker" ayer por la noche. Ni quiero ni podría hacer una critica, ese arte de dar una opinión nimia sobre un proceso del que se carece de conocimiento. Solo puedo decir si algo me gusta o no, sin más. Y me gustó mucho. No me interesa mucho el mundo de superhéroes y cómics que nos devuelven el espejo de una sociedad aniñada y asustadiza.Pero hay algunas de ellas que si me llaman la atención y, a pesar de que esta no lo hacía en exceso, finalmente me animé.

La película muestra con detalle y sin escatimar detalles patéticos el proceso de derrumbe de un alma pura en un mundo despiadado. Al tomar partido por el marginado, el golpeado, se arrastra hacia un terreno metafórico que creo que la beneficia. Todos hieren, como dice la canción, y todos somos heridos. Pero en una ficción que referencia un escenario fijado y también ficticio, la exageración se redime por el efecto. Aquí, Gotham es el terreno de una batalla ideológica que, para su pesar, aflige al mundo moderno, el dominio y la inclusión, el rencor y la bondad. Las calles parecen ser islas de extranjeros de sí mismos que solo se encuentran en el terror al distinto, un terror que viene desde el seno del tiempo hasta hoy con su mismo fulgor. En ese sentido, "el bromas" (manda cojones con algunas traducciones) es un producto creado por su propia época para modificarla junto con un ejército desesperado. 

No me parece que sea una película con una carga política muy acusada, sin embargo. No considero que Gotham se parezca al mundo que vivimos, aunque quizá se asemeje al que queremos crear para aliviarnos de nuestras mezquindades cotidianas. Y también existe una división acusada entre bandos ariscos que hieren a quien querría darse a todos, poder hacer reír y así unir lo que el odio quiebra. Más allá, no encuentro ideología: la historia de un hombre siempre es, le guste o no, la historia de su libertad. Lo que ocurre es que el personaje, como Don Quijote, mueve a lástima a quien le ve de lejos porque de cerca nadie repara en él y se hunde en la frustración de tantos que han dado fruto de amor a la vida y sienten que esa fruta se agosta mientras llega el otoño. Ha dado amor y ha recibido desprecio; buscó un abrazo y encontró humillación.La tragedia quizá sea pasar de amar la vida a celebrar el caos destructivo, y la comedia saber que en el fondo acaban siendo lo mismo. En cierto sentido, Joker recuerda al Calígula de Camus más amoral y lúcido

Vivo, mato, ejerzo el poder delirante del destructor, comparado con el cual, el del creador parece una parodia. Esa insoportable liberación, este universal desprecio, la sangre, el odio a mi alrededor, este aislamiento sin igual del hombre que tiene toda su vida bajo su mirada, la alegría del asesino impune, esa lógica implacable que tritura vidas humanas…

Como pasa con la mayoría de las obras de arte hoy en día, hay poca esperanza en ella, es oscurísima, aterradora. Pero necesitamos luz. Entiendo que hacer una película sobre "Guasón" no procura mucha libertad a la trama. Y sin embargo, no es Travis, el taxista. Creo que "Taxi driver", a la que se parece bastante, se aproxima más a la amalgama de paranoia, frustraciones concretas, incapacidad de aprovechar las oportunidades y desgaste diario que van poniendo a alguien al límite. Aquí se trata de justificar al que es leyenda para aliviar la pesarosa intuición de que el mal puede ser banal, estúpido. Sin ningún sentido. No creo que sea cierto que no se pueda elegir, que haya que ceder o que la sociedad sea culpable de lo que uno hace. Pero, de nuevo, creo que la carga metafórica permite sortear ese escollo en Gotham que no funcionaría en Londres o Gijón. En cualquier caso, siempre es oportuno recordar que la línea del bien y del mal atraviesa y tiembla en cada corazón humano.

Dundalk se va durmiendo. No es el silencio lo que asusta, sino el dolor callado de los que no saben que salida para respirar encontrar y se sienten seducidos por el rumor del desconcierto cruel que propaga la noche en una risa sardónica.

martes, 8 de octubre de 2019

08/10/2019. Estoicismo y promesa.

Darse cuenta de que cada mañana y cada paso es distinto no es fácil . La lucidez exige atención como cielo profundo la alondra para desplegar su canto. Lleva tiempo diferenciar una hora de la siguiente y lo que nos pasa, pero es necesario para llegar a la vida, me parece. El poeta pedía que la intelijencia le diera el nombre exacto de las cosas. Quizá nosotros debamos pedir entre la confusión de los días que pasan y la monotonía de su acorde tonos fugaces de optimismo, vitalidad, diferencia. Pues tal es la naturaleza del tiempo: expandirse cuando se iguala para desaparecer luego de nuestra memoria o acortarse en los momentos múltiples y amenos para ganar solidez y color en un futuro cuando se aposente en el recuerdo.

Como la vida es materia de la deriva y no destino de un viaje cierto, las singladuras atraen; las coordenadas ofrecen la imaginación de la completitud, un descansar sin tiempo tras la consecución de los planes y la paz que deja la victoria sobre las trabas. Sin embargo, esa aspiración encierra un veneno sutil: subordinar lo que hoy soy, siento y disfruto a lo que seré mañana, al igual que mi hoy esta sepultando mi ayer y lo que de bueno trajo. Ay, los remordimientos son inmunes a esa poción y se deslizan por la ponzoña.  ¿Por qué no añadirles, entonces, la visión de los humildes logros que hemos merecido, los lograsemos al final o no? ¿ Por qué no hacer las paces con el pasado sin dejar que estorbe la solicitud que cada segundo requiere de nosotros?

Quizá no saber apreciar esto denota cierta carencia de un sentido, como quien no pregunta si hay una fuerza que despojó de la entraña del ser al tiempo para que este se esparciera y acabara conteniendo todo e incluir su propio origen en su seno inconcebible. Pero esto son divagaciones que la tarde trae con el reposo y la duda. Al final, un leve roce basta para que, consciente o no, ese cuerpo se abra "en una interrogación vuelta a las nubes". No recibimos respuestas de nombre claro, pero si impulsos de anhelo, rabia, abandono o dulzura. Quizá la diferencia definitiva para vivir bien sea desentrañar esa difícil madeja y separar la urgencia del animal y la duda del espíritu. Y después, elegir sabiamente.

Al fin y al cabo, escribir y hablar se ha vuelto tan fácil que las palabras se han vuelto calderilla y no nos da más que para pagar la factura ruinosa de lo actual, lo momentáneo, lo que nunca se queda.Pero a veces es sencillo. Camina, abre los ojos y aprópiate de lo que la vida ofrece con la avaricia de un infeliz. Cada día trae una nueva sed y aunque no sea de nadie, haz que sea para ti.

Solo para ti la aurora guarda el aroma del pan y la fragancia furtiva de las magnolias. Para ti resbala el lucero del alba en su prisión de azul. Para ti la luz recorre de nuevo las ramas y los charcos. Se despierta como un recluta antes de la batalla, melindrosa y esquiva, pero llega a ti. Dundalk, como el resto de la tierra se viste para otro día y en las redes de la madrugada deja escondidas todas las posibilidades que llegarán a ti. Que la playa que las reciba sea límpida o una tempestad azotando el acantilado, no podemos saberlo. Encamínate hacia donde quiera que tu pasión te lleve y que el viento, que siempre sopla donde quiere, te alce hoy con un renovado aliento.





domingo, 6 de octubre de 2019

Seis de octubre. El domingo de la vida.

El domingo de la existencia no es un día cualquiera. Se cierne sobre él la promesa de un lunes de deberes, cargas y rutina; es como si el tiempo debiera ser modificado en virtud del porvenir, al que llaman así porque no viene nunca, y hubiese una advertencia sobre el anticipo que pide nuestro deber a nuestra ociosidad. Para mí, son días de tardes ocres y de actividades comprimidas, un intento de exprimir su consuelo en paseos lentos, cervezas con fútbol rutinario (no el europeo, el brillante) y lecturas o películas para tratar de arañar unos minutos al sueño y al despertar consciente de la semana y sus tareas. En definitiva, la consciencia de que el tiempo huye y los atardeceres se apagan.

Sin embargo, creo que cuando uno se va haciendo mayor, su sabor, como el de tantas otras cosas, se modifica un tanto. Es agridulce, porque perder una esperanza también puede liberar del afán de tener que defender un futuro improbable. Da más al hoy que a lo siguiente que venga: vacaciones, eventos, fechas señaladas. Otorga la libertad de los antiguos pasos que convergen en mí y la solidez de un sendero que, bien o mal, he recorrido lo mejor que supe, con muchas caídas y tratando de aprender.

También me agrada que sea lo contrario a lo que se supone que debe ser la vida moderna en la sociedad que habito, la de el control, la señal, el presente y la ruina. Un mundo en el que todo está reciclándose constantemente y que se ha construído sobre la permanencia fiel del olvido. Un lugar donde los otros, los proyectos, los trabajos y las ideas se mueven en un baile continuo de abandono y cansancio. Un pasar por un río encabritado tratando de dejar inútilmente una huella en el agua.

De ahí la ansiedad y el ruído, y los ojos exhaustos en la niebla del norte. De ahí el examen continuo de cada día, la citación para el tribunal del hoy en el que nada parece importar cuando se deja atrás. De ahí la renuncia a pelear de tantos en esa arena atroz. Ahí están, raídos y distantes, buscando con sus brazos otros brazos que abrasen y dejar la armadura en esta competición sin fin ni calma.

Quizá eso pueda ser el domingo, el de hoy y el concepto para la existencia. Un tocón donde sentarse y descansar las armas para defender nuestro territorio mañana y mirar con el alma lenta como el tiempo se derrama suave sobre los campos y sobre las antenas y, como hoy en Dundalk, deja el poso de lo que no llegará y ya no importa en un resplandor azulado que muere con el día, antes de prepararnos para conseguir nuestra vida propia, que se llama alegría porque a veces acude y nos ilumina, serena.






miércoles, 2 de octubre de 2019

Korzeniowski. Dos de octubre.

Nació en una familia rebelde y derrotada. En un país que no existía. Aprendió una lengua que debió sustituir por otra cuando huyó para vivir aventuras. De esa época apenas quedan trazas; parece que tuvo una pasión que casi le condujo al suicidio, que trafico con armas y que encontró en el mar el espejo de su pasión. Durante este tiempo aprendió la lengua inglesa. No la abandonaría. Su lenguaje, a la vez ambiguo y preciso combina la pasión por la aventura con la acuciante pregunta acerca de nuestra humanidad, nuestra fragilidad moral y nuestra verdadera naturaleza. Después de servir como capitán de barcos mercantes, se dedicó a escribir. Sus novelas suelen compartir una trama que se entrecruza con la búsqueda interior; quienes somos más allá de todo, de nuestra socialización, del miedo, de la convención y el salvajismo, de lo sublime y lo repugnante. Es como si quisiera ir despojando delicadamente a los personajes y a los lectores de todas esas capas, cada vez más profundas. ¿Habrá algo más allá? Puede que sí y que cambie con nosotros; en cualquier caso, puede que solo sea biología y vacío. Nunca lo sabremos.

Las novelas de Joseph Conrad (ya veis, el también se despojó de su propio nombre, país, ocupación, lengua y destino para reconocerse) son amenas y sombrías. Como la línea de sombra sobre la que tituló una novela magnífica, bordean la luz y la oscuridad en un conflicto moral. Las emociones afloran, pero no son las guías principales de los ojos ávidos de los marinos, viajantes, tenderos, anarquistas o esclavos. Su lucidez les dice que se están entregando a otra forma de vitalidad y que están cambiando, no saben a qué. La mezcla de temor y fascinación que brilla en esos ojos es la nuestra también, como el desconcierto y cierta desesperanza vital. "La vida es una bufonada: esa disposición misteriosa de implacable lógica para un objetivo vano. Lo más que se puede esperar de ella es un cierto conocimiento de uno mismo, que llega demasiado tarde, y una cosecha de remordimientos inextinguible"

Es un hermoso desbarajuste que un noble polaco se convirtiese en uno de los más grandes autores de la literatura universal. Su huella en la cultura es inmensa. Ni hay que hablar de Apocalypse now. Ayer fui a ver Ad astra y me pareció una aventura puramente Conradiana. Y me pareció muy grato sentir el deleite pasado de recordar lecturas apasionantes y frases punzantes como machetes y ambiguas como ecos en desfiladeros ignotos. Hoy, me apetecía escribir acerca de él, para pensar en él, por que escribir, por que leer y tratar de figurarme quienes seríamos en otra vida, otra civilización, en otro mar. Como el mismo escribió, "Creí que era una aventura y en realidad era la vida".

Gracias, señor Conrad. Hoy, que hace frío en la calle, resuenan tambores que parecen llegar de una esquina con un resplandor perverso, y Dundalk se afila en un rumor de olas, temblando ante una explosión de ira y secretamente fascinada con el sabor agrio de la destrucción. Hoy levanto la vista hacia la ría que lame Dundalk en su camino arduo hacia el mar. La desembocadura parece bloqueada por un negro cúmulo de nubes, y el apacible canalizo que conduce a los más remotos rincones de la tierra fluye  sombrío bajo un cielo cubierto que parece conducir hacia el corazón de una inmensa oscuridad.




lunes, 30 de septiembre de 2019

Treinta de septiembre. Mientras vivas, brilla.

Mientras vivas, brilla. No des al pesar la satisfacción de lo inevitable ni ofrendes al desastre que se ensaña en nosotros con estúpido gozo. Recoge desde ahora las rosas de la vida y haz de la bendición un sentido. No te detengas en exceso frente a la rueda de la fortuna; simplemente, disfruta su sol y aprieta los dientes cuando decrete días umbrosos. Sigue el curso del arroyo y no pelees por erigir un pedestal. Ellos, los dioses, no consienten la hubris de quien se cree más amplio que el abismo.

Salta, corre, baila. Ama lo que el destino o tu bravura conquisten contra el atardecer pálido y saborea las derrotas siempre que el honor permita una mirada limpia. Nunca dejes de creer, pero no creas para encerrarte en un mundo en el que seas un rey solitario y nunca contradicho. No te preocupes del coro; sus alabanzas son melifluas y sus ataques, agrios: en cualquier caso, su poder solo estriba en el que tus sentimientos quieran darle, henchidos por tu ambición. Sé libre y se consciente de que eso significa ser el primero en el hermoso peligro de la libertad; las heridas nobles duelen tanto o más que las mezquinas. Y no dejes que la apariencia o el espejo creen un conjuro aciago y embriagador que te convence de que eres demasiado bueno para morir o sufrir. De otra forma, te enterrarán en un dí lluvioso y olvidado pronto, en un inmenso manto raído de arrogancia.

Mientras vivas, brilla, y no dejes de brillar contra la línea que se pierde en un horizonte auspicioso como el que hoy se despliega contra las colinas de Dundalk, dejando una lamina de oro contra las nubes oscuras y dotando de oro su broche que se apagará pronto y hasta un tiempo muy lejano, cuando despertemos.




martes, 3 de septiembre de 2019

Un espejo roto: Resistencia.03/09/2019


Un peón

No he sido nunca un héroe. Me han empujado
A un centro del tablero cruel y vano
De amenazas y temores pleno. Sé que no llegaré a la octava
Pero resisto a la codicia y la crueldad.
Las torres agresoras, los taimados caballos,
Y acabar en el baile desatado
De la furia de unos reyes ingratos.
Debería huir. Pero aquí hablo.
















Don Quijote


¿Acaso ha sido el horizonte herido
Por el conjuro de algún nigromante poderoso?
Los palacios, el honor, las doncellas, el oro
De la edad antigua, el caballero…que han sido frente
Al cielo de La Mancha. Por qué la herrumbre lo ha vestido todo.

Mis huesos de anciano están molidos
Y cosecho el desprecio de los otros. No sé qué es lo que llama,
Que me impulsa
A aventar mañana el pulso de mi gozo.

Duerme en el rincón mi adarga bendecida
Y mañana volveré a retar lo real y lo otro. 



El reloj

Lucho con insistencia contra lo invencible.
La falta de esperanza puso en marcha mis ruedas
Y sin embargo, así lo he decidido:
Tú podrás ser el arco de mi flecha. 



Quien fue nadie

Tú nunca oíste aventar en el campo
El látigo con que nos marcaron,
El canto con el que subimos
Y el sol en el que nos crucificaron. Si hubo alguien que oyó,
Quizá lo sepa un día. Hoy solo hay tierra y sol
Y el eco cansado de una voz
Que sigue sangrando y llora
Hasta que despertemos.

Algún día...



El soldado del Somme

Nuestros padres mintieron.
Nuestra juventud también lo hizo.
Hoy nacen crueles los arbustos
En el altar absurdo de mi sacrificio. 

Algún día, alguien
Nos conocerá y quizá evite otra siega de sangre
Y quizá no haya nadie que mañana le dispare. 



El despreciado

Ríen las calles con rencor cristalino
Las plazas tuercen la cara cuando aparezco,
El despreciado, el solo, el que nunca descansa
Y a que vivir, que alquimia
Mantiene los lazos con la vida
De este muñeco que solo piensa en crepitar
En lujurias de odio y desprecio sobre su cuerpo mustio
Para que la ciudad se envanezca de su altura.

No sé qué afecto persigo, denegado
Del ansia y del amor de la ciudad
Con el hierro candente del condenado. Y mañana seguiré saliendo
Para que otros escupan lo que dicen que merezco. 



El aspirante a poeta menor

No has sido, lector, afortunado. No has topado
Con la música y el oro de los maestros
Ni la profundidad ni las imágenes explosivas
Que encierran el bello veneno
De la poesía.

No sé por qué me afano y me desvelo
Por parecer que tengo… y que sería
Entre los claxon y los mercados de valores
Y la estupidez que impone sus mentiras. He de seguir haciéndolo
Mientras el tiempo lo permita. Y caminar sereno hacia el inevitable olvido
En la barca de Caronte y sus remos de guía,
Hacia la tierra donde nunca es de noche
Ni las palabras importan. Que así sea.

Resisto tanto como puede mi espina.



La voz del desierto

Ve y atrapa una estrella fugaz.
Estira ante tus ojos el segundo.
Vibra con furia la espina dorsal
Del cosmos. Sé un vagabundo

Estelar, entre jardines de luz de luna.
Desgasta las formas en acrobacias de ironía.
Recoge el fruto incierto de la espuma
Sumérgete al fondo de la melancolía.

Abre las capillas del remordimiento
Y deja que el aire fresco remueva sus papeles
Besa a tus días y suplica al viento
Que su inexacto rumbo florezca tus pinceles.

Guarda silencio ante la espina altiva
Que esconde su savia de amargura y ocaso
No mires atrás. Crece en cualquier esquina
Un santuario de roca frente al desamparo.

Cabalga la galerna en un recuerdo amargo
Y domeña en las alturas al dragón de la belleza.
Franquea cordilleras bajo un cielo cobalto
Y honra el mausoleo en quietud de la tristeza.

No pierdas el rostro a lo mezquino y bajo
Y ofrece tu espada para luchar sin miedo
Surca con brío y audacia el río oscuro y bravo
Nunca confundas lo cierto con lo verdadero.

Entre las ondas del lago, oye el susurro de la magia
Invierte las horas en descubrir lo oculto
Viaja a mercados de especias y fragancias
Sabe recordar cuando solo quede humo.

Y al fin, escala un día al escarpado risco
Que será tu fin; Contempla tu obra
Suspira por todo lo que se fue y no vino
No dejes que las lágrimas recorran

Surcos de rabia. Como el mercader avezado
Sabe esperar entre reveses a tu suerte
Y no pierdas de vista que este escueto paso
Es una intermitencia grata entre dos muertes.

Aprende a alabar con decisión. Despeja la ira.
Mira las nubes. Siéntate bajo un olmo. Olvida.
Abraza a quien se busca. Madura con la espiga.
Asciende, acepta, huye, llora, ama.

Al fin, respira...

martes, 20 de agosto de 2019

20 de agosto. Los años sin nosotros.




Al fin llegará un día sin plomo en las entrañas
En el que el hielo ceda y cuando la fuente cante
Mientras el sol cubre de oro las hojas que sonríen
Y el aire será puro y gorjearán las aves.

Pasaremos los días como héroes antiguos
Y no habrá temor que frene ni faltará insolencia
Como un cometa errante prenderemos la noche
Y ofrendaremos al desastre con desdén y soberbia

Pero ellos siempre alcanzan. Es la herida su precio.
Y no hay parapeto que resguarde de la mirada fría
Del centauro que guarda los bosques del recuerdo
Y lleva en ristre fiero la lanza de la melancolía

Porque es locura querer cercar el aire en un inmenso abrazo
O tratar de detener el tiempo en un lazo de anhelo
El postrero ocaso que muestra declinante esa luz lenta
Nos cerrará dulce los ojos con sus rosados dedos.

En el espejo silente de una buhardilla sin orden
Abrevarán las imágenes donde fuimos un brillo
Pues la luz de otras tardes desvelará en su manto
La incandescencia súbita de un recuerdo dormido.

Allí caeremos como hojarasca en un parque de olvido
Y otras luminarias en la niebla llegarán a estos puertos
Pues es el rito de la mar la marea, escondiendo en calma
De los que antaño navegaron sus desgastados pecios.

Se irán perdiendo en el tiempo las marcas del pasado
Y en el campo la grama reclamará su terreno
El otoño dará al tiempo su vestido de tierra
Mientras de algún rincón surge ese lejano eco;
Serán, mientras crepitan en una sala desconchada
Todos los gestos leves que fuimos dando al fuego.

La alegría volverá, como suele, sin saber de donde
Y la algarabía llenará de luces unas sienes de plata
Los recuerdos y un futuro pleno se hablarán a los ojos
Y jugarán ingenuos en su presente, donde alzarán su casa.

Serán días de flores. El bocado del tedio hallará carne viva
En la que no ha de desgarrar ni encontrar su presa
Porque no hay mal que descarrile una pasión de niño
Ni sombra que pesar pueda sobre su promesa cierta.

Luego, la hora de aprender, de pelear y ser herido
De despreciar el día con emociones que estallen
Y volver a empezar después, sabios y vivos
Otro esplendor callado cuando los inviernos cansen
Y los laureles sean sometidos
Y los fracasos pasen.

Al cabo, allí será la vida, y será el juego y el cuidado
El aroma de armonía y del sosiego el poso. 
¡Cuánto ha de besar la aurora esta tierra bendita!
Esta tierra dorada, los años sin nosotros.

sábado, 3 de agosto de 2019

Un día en la prisión. 03/08/2019.

Las ventanas al verano son las que nosotros deseamos.

Canta Bob Dylan que siente que este mundo es una prisión; algunos somos reclusos, otros somos guardias. Me acuerdo de la idea del panóptico de Michel Foucault (basada en el diseño utópico anterior) , esa estructura desde donde arriba todo es visible. No hay escondite para el necio ni para el sabio y cuanto sucede bajo el sol es registrado, filmado o escrito por alguien. Quien está allá arriba, no lo sé, quizá un simple trono vacío y una capa de armiño deslizada en él. Pero creo que me convierto en guarda de mi mismo, y renuncio a la fortaleza de la soledad por un túnel en el que de cuando en cuando hay pasillos transparentes. Enclaustrados en celdas de yo y ansiedad (alguna vez fue diferente?) vemos las escaleras hacia otros lugares, pero ascender por ellas solo te muestra que detrás de los muros hay otros más grandes. Esa ansiedad por ascender, ese desprecio por uno mismo cuando al aire no es aún tan puro, ese jadeo inasequible a la duda, mellan la armadura. Está construída de pretensión, engaño y deseo voraz. Alivia los golpes y trata inútilmente de ocultar el rostro verdadero a los guardianes, pero no deja caminar libre. Magullado por todas mis imperfecciones, aprieto los dientes y trato de ser enemigo de la guerra y la medalla, aunque sé que hay guerras que hay que librar y medallas merecidas. El fruto de la pelea contra todos, contra uno mismo, contra la mirada ubicua del panóptico y contra el temblor efímero de la belleza es una ansiedad recurrente y venenosa. Nos inyectamos autoayuda, filosofías del tocador, flores del mal. Auden escribió que en la prisión de los días, el libre debería aprender a alabar. No parece mala receta. Tender la mano y envainar la daga. Ser capaz de mirar hacia afuera con la comprensión y la compasión con que nos miramos y saber perdonarlo todo.

Dundalk es una celda escasa, llena de luz hoy. Voy a subir a los muros de la fortaleza y mirar como alguien hizo antes, el desierto de los tártaros. Habrá una ría, unas montañas verdes, nubes de paso y un azul pálido. Detrás estarán los muros, ya lo sé. Pero hoy voy a vivir como si no me importara.



martes, 16 de julio de 2019

Luna. 16 de julio 2019.



Que ruido harán los motores de una nave cuando nadie los oye,
Triste como el de los cuerpos que se aman
En el vacío y en el tiempo inmensos
O suaves, confiados, como la excitación del despertar
En un ámbito nuevo.

Que ser vería el parpadeo de las épocas
Y, preñado en él, el breve fulgor metálico
Y voraz, rumbo a hollar una verdad primera.

Eras tú, luna. La voz del sueño, el amor, la ruina
De la locura, el dominio del aire, la libertad.
Blanca daga del cielo, espejo de soledades, lago del alma en calma
Caricia del ayer, eco interior, pasión dormida,
Conjuro de las manos y las sienes que bajo tu influjo
Acercaba el amor.

Eras un pan de vida, fuente, lo imposible,
La dulce leche maternal de la tristeza
El alba y la tarde del sello de tu signo,
Altiva y decadente, resplandor del silencio.
La tempestad inmutable y el rielar en lo oculto,
La voz de la marea, la flecha alta del tiempo.

Eras la ausencia viva entre los bosques negros
Y unos labios lejanos, apenas preparados
Para encontrar su afecto en el trayecto errante
Cuando, como hoy, cansado ya de mí,
Bajo los ojos a la tierra oscura.

Y hasta allí fuimos. Fueron. Hombres sin miedo
Como reyes antiguos sin herencia ni cercos
Llegaron a ti y sintieron tu aliento.

Pero la puerta de la magia era una roca árida
Y el mar de la tranquilidad, un desierto.
Mas entre sus piedras y su nada, la voz del hombre supo
Encontrar otro fanal, otro color, su otra manzana
Que sirviera como curva de paz, lente del tiempo
Crisol transfigurado de agonías.

Allá cercana, cercada por la errante sombra
El color de su magia exuberante asoma
Y el universo se vuelve mediodía…



martes, 2 de julio de 2019

2 de julio. No me iré mañana.


No me iré mañana.


No daré al estrago de los días
Las entrañas de cuevas perturbadas
Ni obras malgastadas ni la fe dormida
Ni el dolor sin nombre de la memoria ajada.
Duelen menos las heridas que asoman 
Que el recuerdo cabalgando con sus alas de plata.


No fingiré que nunca estuvo abierto o presto
Mi aliento, o la marea cesó. Hice lo que pude.
No me rendiré al batallón de los fatuos
Ni a la insidia de los que huyen
Ni a quien sonría con puñales o se esconda en rumor.
Ni me acosarán los ecos tristes
Por más firmes que crezcan detrás de cada voz.

No voy a prodigarme en desvaríos. Vivo
Resistiendo sin ceder en cada hora
Desordenando el altar de la alegría
Ofrendando mi camino a la aurora.
Hoy doy al olvido los afanes perdidos
Devuelvo su música a las olas,
Desciendo de la noche como escarcha,
Escalo sin culpa las paredes de sombra
Nado leve en los estanques del alba,
Aún sigo persiguiendo la voz que no me nombra
Asciendo el risco audaz. Sangro nostalgia
Mientras peleo exhausto con leones de gloria.

Y aunque el cuerpo se agota
No me iré mañana, sin dudarlo.
No se va el caudal de la fuente que brota.
Aún es posible hallar consuelo y paz
En esta farsa rota.
Seguiré la ascensión de los días,
Y declinaré o caeré, leve como las ondas
Silbando en el tiempo un rasguño claro.

Me iré algún día con el sol en lo alto,
Pura efigie de viento:
Esparciré mi corazón al vuelo
Y nunca volveré para contarlo. 




Dundalk me repite que no se debe tentar al destino ni preocuparse por el mal que nos hagan, sino resistir y procurar no multiplicarlo. Las nubes crecen y las plantas menguan contra una cortina de lluvia que se acerca desde el norte. Y sin embargo, hoy es siempre todavía.


miércoles, 12 de junio de 2019

Ventanas al pasado de entonces.

Suelo ir y volver del trabajo caminando, siempre que el tiempo no lo impide. Voy absorto en pensamientos volantines y ligeros; gano copas de Europa, gano premios Nobel y gano las discusiones que tuve durante el día con gente que me desconcentró para encontrar la respuesta oportuna. En fin, esas cosas.

Al llegar a casa, suelo pasar por una ventana que da a un salón con sofá en el que dos ancianos se sientan. Por pudor no aligero el paso, pero tras varios días, sé que voy a ver. A ella mirando las flores del jarrón de su mesilla o la pared, a él mirando mucho más allá de ella. A veces miran por la ventana. El clima no prodiga aquí estallidos de color ni hay figuras de Chagall insertando magia en los panales del pueblo. A veces, unas nubes oscuras, como de el Greco, se posan sobre los tejados. Las personas y los coches pasan como sombras cada día. Y sin embargo...sin saber quienes son, los errores de su vida ni sus remordimientos, deseo que vean todo, la espuma rosada de algunas tardes, la inocencia cristalina de los niños, los momentos gloriosos de su vida y un rayo de esperanza cada día.

Porque la vejez es cruel y los hombres también aprenden a serlo. No sé si llegare a esa edad, si tendré esa mirada perdida o perderé la razón y gritaré para vergüenza de quienes aún queden. En cualquier caso, no se trata de uno. Se trata de los otros.  Se trata de esa pareja entrañable y heroica que pasa los días juntos y mira con ojos gastados el porvenir cada día más exiguo y no se lamenta porque ha comprendido que, en el fuego de Troya o en el aguacero de Louth, la única salvación de los vencidos es no esperar ninguna salvación. Espero que así lo sientan, de corazón. Que logren aprehender el día y entre silencios que lo dicen todo, vean figuras de luz que solo ellos pueden ver moviéndose entre la fuga y la erosión de las cosas. Por esos ojos  que se asoman al pasado y se sorprenden de toda la felicidad que, silenciosa y por sorpresa, han al fin tenido.

Dundalk se recuesta sobre el brillo mojado de las baldosas y silba una tonada que se va perdiendo en un espejo lejano...

martes, 4 de junio de 2019

Junio.

Cae la lluvia como suele, limpiando el cielo y enturbiando los ojos. No amusgaremos la mirada hacia el cielo hoy. El horizonte es una gasa gris y los edificios brillan en las aceras. Su sonido golpea dulce las horas que pasan, los pensamientos que vuelan, los planes de vida que resultaron errados, la esperanza y la fuerza de su constancia. Y así es aquí. No me gusta que Junio sea Octubre, pero a veces lo es, y se viste de lentitud y silencio en sus gotas. Hace falta una chimenea o una camilla. De otra forma, quien hoy esta solo, lo estará largo tiempo.

Cae el cielo a jirones, como cayeron las hojas en el pasado, como los párpados se vuelcan en las despedidas. La mirada lenta y la tarde se mece en el arrullo de su propio ritmo. Quizá el libro olvidado en el rincón oscuro, el brillo turbio del pub ofreciendo un amago de olvido, un cuaderno esperando ser rasgado para quien sabe que futuro, esperen hoy también. Hace falta un asombro, una sacudida, un reflejo de la maravilla que se esconde en algún lugar al que un día llegaremos.

Caen las nubes sobre la ciudadela y las defensas se oscurecen mientras los centinelas siguen esperando. Levántate, vístete, avanza. Las raíces amargas de la calma pueden estar preñadas de relámpagos y mañanas gozosas en campos de vino y verano. Hace falta seguir, caer y continuar mordiendo, hacer camino aunque las manos se agrieten.

Cae Dundalk en su llovizna y caigo con ella en la tarde discreta. La mirada se pierde en las montanas cercanas, desde donde la magia comienza a construir el arcoiris. Entre las rocas, otra vida sueña y hacia ella vamos, tratando de hacer semillas de cada día y elevar un altar de luz en cada sombra de los días vanos. Es Junio en el calendario y aún camino hacia su luna.


miércoles, 22 de mayo de 2019

No me gusta la sopa. 22 de Mayo.

Conan Doyle debió pensar que el mundo se iba al carajo sin remedio cuando comenzó a recibir cartas agresivas, insultantes y ligeramente amenazadoras algunas cuando decidió acabar con Sherlock Holmes. Tampoco le faltaba razón, con lo que vino después.

Quizá nosotros no estemos mucho mejor, después de todo, porque no somos conscientes de que lo estamos. Vivimos más y mejor, disfrutamos de más ocio y oportunidades, tenemos más acceso a un conocimiento que antes nunca tuvimos. Bueno, y que. Como el aristócrata malcriado, nada satisface a algunos. Diletantes, se enfurruñan y se enfadan porque, vaya por Dios, la sopa no les gusta.

Pedir la repetición de una serie porque el giro de la trama no gusta es, aparte de una enorme falta de respeto (pero a quien le mueve el respeto) que merece quienes nos han alegrado, por pequeño que sea, un tramo de la vida, un síntoma de una intolerancia a la realidad y su brutal indiferencia que puede acarrear en el futuro la vuelta de la enfermedad infantil más dolorosa: por qué todo no puede ser como yo deseo, por qué la realidad no se pliega a mi ego. Hay que ver. Al parecer, uno tiene derecho a que la ficción le reconforte en los términos que se deseen. Las cosas que hago por amor...

Como no hay bien que por mal no venga, hay una curiosa ironía entre esta iniciativa y el desenlace de la serie. No quiero ser un crítico, esos personajes que enseñan a los demás como hacer las cosas sin que ellos hayan hecho nunca nada, o como los que llevan a cabo una tarea debieran haberla llevado a cabo. Entiendo la dificultad de muñir un desenlace sin mucho tiempo para desarrollar más las tramas. A mi el último capítulo me parece meritorio de acuerdo a esto y muy agudo en su representación simbólica del poder, el motor de la saga. Y, en mi opinion, de que la percepción es mas poderosa que la realidad y la modifica.

Canción de hielo y fuego trata la política y la guerra como dos caras de un mismo fenómeno: la pasión por el dominio. El último capítulo ofrece dos ideas muy sugestivas: Una, quien ha creído vislumbrar el paraíso no se detendrá ante nada para reproducirlo, aunque deba abrir las puertas del infierno; dos, el poder tiene una naturaleza esquiva, es tangible pero necesita un relato común para legitimarse. La lucha por esa historia que nos contamos nos une, creando un poder real que usamos para imponer esa versión de la historia. Cuando ambas corrientes confluyen, la guerra es difícil de evitar. El buen gobierno es tedioso, conlleva pesadas cargas administrativas y formularios. Y sin embargo, es mucho más deseable que la épica que arrebata vidas, haciendas y memoria. Por eso Robert Baratheon, el mejor guerrero de su tiempo, era tan mal rey; solo quería cacerías y soñar con los viejos tiempos, no detenerse a considerar si contratar a los hombres sin rostro para matar a una niña Targayren o seguir el consejo de su mano Ned Stark. Porque a él tampoco le gustaba la realidad que vivía y, aunque la había logrado cambiar con su espada, se sentía incapaz de cambiar nada una vez que el relato se completó. Por eso Dany necesitaba sus dragones. En un mundo en el que la magia había sido largo tiempo olvidada, se necesitaba una ración imponente para negarse a aceptar la naturaleza de su juego: el trono de hierro es mentira. El juego de tronos es una farsa. Es un símbolo corruptor y abyecto de las violencias necesarias para que una mayoría sin rumbo se encauce según los designios de la violencia de una minoría resuelta a conquistar el cielo. Pero Rhaegar se sentó en él, y cayó. Robert se sentó en él, y cayó. No parecieron ser capaces de contar una historia lo suficientemente atractiva y el pueblo de Poniente recogió firmas para que otros los sustituyeran o quizá sufrió impotente los poderes de otros.

Y en fin, así estamos hoy, en ese mundo que mejora aunque esté lleno de problemas y al que solo el miedo puede descarrilar, creo. Un mundo confuso y global donde los problemas del primer mundo llegan a ser dramones y en el que la falta de complejidad a la hora de tejer las historias que nos cuentan parecen llevarnos a un extremo peligroso porque no somos capaces de decir que si a alguien no le gusta la sopa, ahí tiene el huerto para trabajarlo y preparase su ración propia, sin que eso signifique que haya alguien sabio que haya dicho que fuera fácil.



Dundalk se llena de alas negras (noticias negras) mientras la noche se desploma, suave.

domingo, 19 de mayo de 2019

Mañana de Domingo. 19 de Mayo, 2019.

Adoro las mañanas que traen ese sol fresco
con que la vida pródiga nos ofrece claveles
cuando el silencio pasa y lucen los laureles
sobre el dintel de la memoria alto, serenos.

Es grato ver volar  las nubes y saber sin drama
mientras los dedos rosados colorean su estela
que no somos menos vanos que las sombras que pasan
y sin embargo en el marfil del día podemos dejar huella

Y así las plantas crecen y las calles se agitan
cuando el cemento inunda el confín de la vista
y el río fluye aparte, desde donde siempre espera.

Es nuestro espejo. El reflejo de un paso
cuidadoso o veloz, medroso o descuidado
en cuya orilla sabia las flores del hoy tiemblan.




domingo, 12 de mayo de 2019

Todos los nombres. Domingo 12/05/2019

Abre todas las puertas: la del códice ajado y el grimorio oscuro. Abre las escondidas puertas que llevan al oro. Entorna con respeto aquella tras la que el dolor aúlla y ayuda a los que veas en las del desamparo. Ábrelas con pasión en las que tu infancia recuerda. No turbes el silencio que atesoran otras, ni te haga perderte el bullicio de las grandes ciudades, que esparce su soledad como una onda. Cada puerta es un nombre. Saborea su esencia, si la gustas, o vuelve a otra más dichosa. Mas nunca irrumpas en esas como el emperador que nunca tuvo a alguien a su lado.

Camina tras aquellas que no llevan de vuelta, y apuesta una vez más, mientras queden fuerzas. Avanza en la noche y contempla los rincones olvidados, hechos de ruina y de desahucio. Accede a las sombrías de los palacios, y que el trono no te haga cobarde, ni el cetro altivo. No pares en él, pues las puertas siguen. Esparce el tiempo con quien ama y da gracias a su hechizo. Olvida el mar en las que se ocultan en los montes y respira en las de cumbres que te olvidarán pronto. Bebe atento el olvido y sigue caminando. La ruta nunca acabará hasta que uno despierta. Confía en tu hado. No tengas miedo. Sé valiente. Alaba el rigor de tú senda, solo hecha para ti. Demuestra tu esperanza. Nunca mires atrás. Abre todas las puertas.

Dundalk se mece dulce entre la brisa cálida del atardecer y brinda su luz que viene de otros días.




Quién sabe del revés de cada hora!
¡Cuántas veces la aurora 
estaba tras un monte!
¡Cuántas el regio hervor de un horizonte 
tenía en sus entrañas de oro el trueno!

Aquella espada dio la vida.
Aquella rosa era veneno.
Yo pensé una florida 
pradera en el remate de un camino, 
y me encontré un pantano.

Yo soñaba en la gloria de lo humano, 
y me hallé en lo divino.


sábado, 27 de abril de 2019

En algún punto. 27 de abril.

La vida es una broma cruel que alguien me ha gastado, escribió el gran Tolstoi en su librito Confesión, que termina con una fábula; un hombre perseguido cae a un abismo pero logra agarrarse a una fragil rama. Mientras oye los crujidos de la rama en la penumbra, siente unas gotas de agua pendiendo de ella, y saca su lengua para sentirlas.

Cómo se llega al abismo, no sabemos. Que nos espera mañana, tampoco. Solo parece persistir un sentido de deriva y pérdida en ocasiones, aunque en otras veamos sentido y el esplendor del momento que se basta a sí mismo.




Leo estos días En la mitad de la vida, de Kieran Setiya (aquí una buena crítica). Es sereno y sosegado, virtudes que se aprecian cada día más, porque hoy es jornada de reflexión y no reflexionamos nunca...pero ese es otro jardín, y no deseo entrar en él. Sí siento que a veces esa deriva no se ha marcado por mi pericia al timón sino por los embates de escollos y la travesura de los vientos, que soplan donde quieren. Una idea se abre camino mientras avanzo en sus páginas y me doy a mi ejemplo. Hay lugares y personas en el pasado que solo son armas en nuestras manos para seguir hiriéndonos. Todo podría haber sido distinto, en general. Saber de que modo es distinto para mí, con cada detalle y cada momento, evita el drama chapucero y gana lucidez para la causa, la causa de tratar de hacer lo mejor de nuestras manos con el tiempo que nos ha sido concedido.

Hay un momento de amor especial a las cosas; creo que no es errado que a veces sea asociado con una comprensión más aguda de la realidad, un éxtasis de los sentidos y una paz que no impone ni huye, se limita a ser.

Son las gotas de agua (o miel, en otras versiones de la fabula rusa). Ese instante de luz, amor, sonrisa y paz cuando las gotas evocan vívidamente cada paso, sensación y detalle del camino, cuando la nada no existe ni tampoco el vacío, la transfiguración del momento en la inmortalidad, solo que breve, la trascendencia de nuestra condición precaria en única e irrepetible, la frescura de las gotas de agua que en cada caída otorgan olas de agrado y descongelan el espíritu, el breve espacio, pero para siempre, en que el sabor de lo que se nos da es suficiente para ignorar el vacío innombrable que se extiende bajo nosotros.

Dundalk despierta bajo un vendaval, pero no me importa. Mi habitación descansa y por hoy, la tormenta puede esperar.

lunes, 22 de abril de 2019

Vivir la muerte. Lunes de Pascua, 2019.

Hoy es un día que celebra la vida y la mayoría siente la pulsión de la muerte, como un hastío de la existencia, un ansía de lo auténtico en lo efímero.Nada más lejos de mi intención, y capacidades, que dar una homilía. Creo, sin embargo, que un Lunes de Pascua es una celebración de una vida nueva. La alegría ante la posibilidad de segundas oportunidades, la confianza serena en nuestra propia habilidad para variar nuestros rumbos. Vivir la vida, tan ajena a veces, sobrecogedora, incomprensible, lo único que tenemos.

El celebre poema de Gil de Biedma afirma que envejecer y morir son el único argumento de la obra, no el tamaño del escenario. Ay, sin embargo ni eso nos queda hoy, parece. Hay una fascinación por la destrucción, el afrodisíaco del poder que siega vidas, la llamada a las puertas del cielo con un cuchillo de odio entre los dientes. El latido de la furia que devora con estúpido gozo. Porque la finitud se teme y se aleja, se convierte en un icono pulp y se envuelve en ropajes profundos para agrandar nuestro vacío. Porque nos hemos olvidado que en cada uno yace crucificado un redentor que desea resucitar.

Cuando alguien destroza una vida, despoja el futuro. Cuando alguien llama a la guerra, agita terrones baldíos sobre un campo podrido al que desea arrastrar a los otros. Cuando alguien cede a la pasión ciega del odio, ignora los lazos que lo atan y envuelven a otros en tantos asuntos compartidos; la frustración, la sed, la duda.

Hoy hay un debate electoral en casa. Intento no seguir la campaña para no prestar mi voz a sus espurios deseos. Hay una cosa que creo tener clara, aunque me alegraría equivocarme: todo aquel que desea ignorar o suprimir a otros, no físicamente, por supuesto, sino en su respeto, su dignidad, su derecho, desea vivir la muerte porque no comprende lo que significa la vida.

Dundalk silba su brisa fría contra el cielo que oscurece sus labios en un gesto que ya no volverá.

jueves, 18 de abril de 2019

18/04/2019. Un pez más grande

He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura. No fue una locura arrebatadora o pasional. Fue el veneno de la importancia. Trataban de aferrar sus uñas a una pared vertical de hielo tan liso que parecía pulido y creían subir.

Me ha costado comprender la idea de que la importancia, como las mareas, se percibe cuando la ausencia llama. Es fácil ocupar un espacio. ¿Quién no desea ser expansivo, escuchado, valorado o incluso temido? Y sin embargo, es un engaño. La consciencia de la insignificancia propia es el principio de la sabiduría. El viaje de la falda a la cumbre siempre turba el equilibrio. Uno a veces cree que un puesto, un salario o una actitud ajena lo hacen importante. Patrañas. La importancia es aquello que seamos capaces de dejar en pie cuando faltemos. Lo que quedará de nosotros.

He visto a algunas de las mejores almas de mi tiempo extraviadas en el laberinto del ego. En esa prisión de días, la libertad debe consistir en conservar la capacidad de alabar y hacerse pequeño.Concebir el éxito como el humilde fruto que un espíritu en paz destila porque a pesar de caídas y pequeñas glorias, siempre confió en sí para cambiar el rumbo.

Todo lo demás es locura y abandono. Ilusiones que acarician con la luz y apuñalan en la noche. La pirámide es inacabable y ansiosa. Siempre hay un escalón más alto ante el que postrarse y sentir la humillación de no ser un Dios, si eso se buscaba. Siempre hay un pez más grande. Uno tiene que aceptar cuando pasa su tiempo.

Y aprender a aceptar cualquier derrota.

martes, 9 de abril de 2019

Luz de otros días. Nueve de abril.

Mucho antes del amanecer. Previo a todos los huracanes y a los encuentros azarosos en los caminos. Antes de las primeras caídas y los laureles, siempre escasos. Antes de cualquier experiencia, ahí estaba el sol y con el, el recuerdo de un tiempo mejor y la esperanza. 

Me gusta cuando el tiempo se estira en el verano y la luz se deshace lentamente El cielo se detiene en trazos amplios rosados en manos de la melancolía y una salmodia acompaña los pasos lentos y el tiempo abreva los recuerdos y las ilusiones. Pero no es languidez lo que conlleva, es calma y armonía. La serenidad de un tiempo propicio, la asunción del momento y su libertad infinita.

He salido a pasear por la ciudad y en el parque he visto el sol, mientras la blanca palidez de la tarde resonaba en mi mente como un órgano sublime de una catedral antigua y he descongelado las dudas, sintiendo que la luz de otros días que me enviaba la tarde eran una fuente en la que celebrar el don más pródigo y menos apreciado: vivir y aprender a sentirlo.


Dundalk cae en el crepúsculo como un cometa cae en el vacío innombrable; sin darse importancia. 

jueves, 4 de abril de 2019

Era la vida. 04/04/2019.

Las facturas y los inconvenientes. Las molestias físicas. Las personas que agotan la paciencia. Las flores del mal en nuestros mundos asépticos. Todos son resquicios azulados tras los que brilla la gema más brillante, gozar de ese infravalorado estado del ánimo llamado existencia.

Hoy hace frío, y esto tiene muchos años.Hoy uno quisiera haber sabido descansar más, haber avanzado en sus propósitos y otorgar un sentido a la rueda invariable de la fortuna. No lo he hecho. No obstante, tras cada factura, inconveniente, caída y decepción, late la vida secreta de las cosas, el flujo inagotable de la amistad, la lucha constante contra el tiempo.

Hay una magia oscura recurrente en nuestros días. Gozar del recuerdo y la ilusión en otro tiempo y lugar para acabar añorando el tiempo pasado cuando los consigues. De esa manera, estás allí cuando tu cuerpo esta aquí y aquí vuelves cuando llegas al allí que buscabas. Trato de despojarme de esa cadena que mi mente levanta con entusiasmo inútil. He preparado la comida, he puesto la lavadora y he jugado al bádminton con una amiga. No creo que pudiera desear mejor tarde de jueves, y no quiero que cuando el tiempo pase, estas experiencias se vacíen como el vino del que no cuido su vid. Porque ese tiempo que pasa deprisa algún día crecerá fermentado y el que pasa lento, como un buitre taimado, se vacía en el futuro y quedara como un punto irrelevante en una blanca nada ubicua.

Así que si algún día me veis con las sienes blancas y los ojos distantes y si siento que la aurora no podrá romper las cadenas de la mañana que penetra los musgos; o si camino lejos hacia quimeras de bruma y me pierdo en valles sombríos; si la desilusión construye un fuerte y el desamparo encrespa sus olas con furor renovado o la codicia y el hambre parecen ser todo lo que existe, no os ceguéis al embrujo consciente. Pensaba que avanzaba por tierras en penumbra o estaba triste y lo único que pasaba no era el pesar; era la vida.




Dundalk se acurruca mientras aprieta el frío y los cuervos se encogen contra las siluetas lejanas de montañas azules.

miércoles, 3 de abril de 2019

Épicas de baratillo. Tres de abril.

Me gusta el fútbol. No sé si para mi desgracia. Desde luego, últimamente es difícil recurrir a las tácticas de los viejos tiempos; abstraerse delas abyecciones de sus afueras y admirar la elegancia y la belleza que los cuerpos saben crear. Pero es que eso también se está manufacturando en cadena de montaje.

No es que me hastíe su repetición sin fin de jugadas aisladas para encumbrar figuras de cera. No es su ostentación ni el desprecio al aficionado real en pos de la audiencia planetaria, su anticipación del mundo como supermercado al que vamos raudos. Ni siquiera es su fomento de la industria vulgar del espectáculo. No es su banalidad del mal. Es su banalidad del bien. Me enerva la venta de épica de un puñado de privilegiados.

Cada vez que leo las virtudes de los equipos, como se resisten a la adversidad, su heroísmo, su caminar erguido y difícil cuando todos están contra ellos, las injusticias cometidas y la resignación demostrada, me pregunto si somos idiotas de principio o nos han hecho así. Uno entiende que necesitamos épica en una vida lánguidamente cómoda, nuestro anhelo de héroes. Pero hacer modelos de virtud de deportistas en un cascarón de lujos es un síntoma de mucho de lo mal que funciona en nuestra sociedad. Impostura, jactancia, disfraz. Modelos de comportamiento de diez segundos para fortalecer nuestras conciencias apagadas. No es España, es el mundo, pero es la España de espíritu burlón y de alma quieta, buscando entre las páginas de los diarios deportivos un fulgor perdido mientras se desloman por sacar adelante sus vidas. Benditos sean, pero que despierten pronto o no habrá paz para los ciegos.

Dundalk se extraña de mis líneas. Le digo que he ido a jugar al fútbol y cada vez me hace sentir más viejo. La lluvia repica contra mi ventana y desfigura las luces de las farolas abnegadas que me van robando el mes de abril.


lunes, 1 de abril de 2019

Non serviam. Primero de abril.


Una pasión de la que carezco es la del dominio y tampoco soy servil. Agradezco a la providencia su ventura conmigo en estos avatares procelosos de la percepción del poder, en especial de su servidumbre más abyecta: la pretendida ignorancia de que siempre habrá alguien con poder sobre ti y debes elegir cuidadosamente a quién sirves y para qué. No simpatizo con rebeldes universales; suelen esconder tras su pretensión de belleza moral el vértigo metafísico de no ser dueños del ser y el devenir. No se trata de no servir, un anhelo imposible. Se trata de elegir tu esperanza y hacerla santa; consagrarse a una meta y ser vigilante con sus encarnaciones, siempre audaz contra el abuso y contra lo que nos pretende atemorizar. Sic semper tyrannis.

El poder es elusivo; con sus licenciosas manos repletas de brillos desvía la mirada de la bruma tras ellas en la que pende una crin de caballo. Y sobre esa crin hay una espada afilada colgada, tal es su fragilidad y su indiferencia. Seamos, amigos, indiferentes a esa frialdad. No me impongo fronteras al salir al camino. Huyo de las estancias donde prosperan la cautela y el ocultamiento y me doy tal cual soy. Acepto mis caídas y cualquier defecto a añadir a mis pesadas alforjas. Deseo ser bien recibido, mas no dirigido o guiado por la costumbre o la fuerza o la intimidación. En otro caso, doy todo mi ser en el rumbo a puertos más propicios. 

Un trozo de pan en amistad, agua fresca recibida con amor, la sombra de una higuera son lugares más gratos donde pasar el tiempo que nos sea concedido que la escalera de la vanidad. Como Príamo y Eneas, me contento con la pelea y la resistencia, sin afanarme en las brillantinas ni cegarme en las olas de mares copiosos en promesas.

Largos son los días del que espera y breves las recompensas que el alma alcanza. En cualquier caso, la pretensión ajena y los ropajes lujosos envejecen tan rápido como ellos y no nutren ni apagan la sed del encuentro. No desear un mando arbitrario es no servir a nadie no escogido y mantener una breve llama libertaria en el corazón del nudo de las incertidumbres humanas. Armado con mis aperos ligeros de trabajo y mi corazón hastiado, acudo de nuevo a la contemplación de la vida entre las ramas de los árboles que filtran las dádivas del sol generoso y doy todo cuanto poseo a la apuesta temeraria de un tiempo que vendrá, mejor.

Dundalk dormita a un sol débil mientras camino decidido y afirmo mi derecho a servir aquello que declaro santo y a pelear por ser digno de la libertad que paga el precio de sus errores sin mirar atrás.