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domingo, 23 de marzo de 2025

No existo para ti. 23 de marzo.

Me gusta mirar a la gente pasar, como a tantos. Sin embargo, me resulta muy difícil pensar, inmerso en una multitud, que cada rostro revela un alma capaz de sufrir, tras miradas fugaces e impresiones breves. Todos tratamos de escribir nuestra novela. Nos contamos las mentiras en las que se sostiene nuestra existencia, quiero decir aquellas de las que vivimos. Añadimos a nuestra alma las pocas de otros cuantos compañeros de viajes que aprendemos a conocer, con sentimientos propios que construimos como espejos de los nuestros. Lo demás es una magma difícilmente distinguible de caras, cuerpos y gente, gente sin más, de la que sabemos que es como nosotros. Pero a mí me resulta difícil reconocerlo con el corazón o el pensamiento. No creo que sea algo extraño o minoritario. Nos cruzamos con gente, no con personas; sufrimos por ser diferenciables de la masa; nos desconocemos mutuamente y pasamos de largo.

Nadie admite verdaderamente la existencia de otros, supongo. Quizá la norma sea nunca encontrar un espíritu ajeno, salvo tras un arduo y prolongado proceso de hallar una chispa de creación en ellos y perder la concentración propia de la sensación infantil de la relevancia. Acaso por eso la modernidad exuda angustia: somos protagonista de nuestra novela, sí...que a nadie interesa, nadie lee. A cambio, somos la gente, inerte y deforme, de las historias que adopta la mayoría, con heridas secretas. Sentimos que nuestra vida, el sufrir, los tragos amargos, las euforias súbitas, en definitiva, las añoranzas de una vida más plena, son desatendidas y sin interés. Creo que es cierto. No habrá apenas más que demografía de lo que vivimos, de cuando muramos, por qués dóndes,  cómos. Si alguien logró llegar más allá de la máscara, habrá una parte de pena y tragedia en qué fuimos. Más allá de eso, para la mayoría sólo queda la humillación de la cifra, el frío fulgor estadístico.

Sí, no existo para ti. Sí, tienes por más cercanos tus recuerdos e impresiones de otros mundos dentro de tu espíritu que yo. No puede ser de otra forma: todo forma parte de las imágenes que creas. Por eso una muerte es una tragedia y mil un cálculo. Por eso la levedad que atemoriza. Por eso el mundo es un teatro sin fin, con una obra incomprensible y una dicción apresurada. No quisiera morir sin haber intentado algo que me acercase más a la comprensión de que puedo llegar a convencerte de que existo, he pasado por la vida, tuve mis pequeñas alegrías y he sufrido. 

La noche engulle la luz y un viento traído de otra época recorre la espalda de la ciudad. Pocos recorren las aceras, escondidos bajo sus techos, mirando las paredes o pantallas, preguntando a la sombra, con el sabor metálico de la ansiedad en la garganta, pugnando por ser más reales, deseando nacer y hacer nacer su mundo, locos por aprender a existir en los ojos de todos, ocupados demasiado sin haber aún aprendido a ver...




domingo, 16 de marzo de 2025

Carta a mi yo futuro. 16.03.25


Mi estimado yo futuro (si el yo puede seguir incólume contra la erosión del día):

No hace falta que te jure que no sé si llegarás a recibir esta carta. He decidido dejarla como un tenue hilo en el laberinto, por si el día llega. Aquí quedará, huérfana de contexto y de razones. Espero que las cosas que quedan silentes sean vehementes y cumplan lo que mis precarias palabras no logran conjurar. También espero que llegue a ti. Quien lo sabe. El futuro es un país misterioso y nadie sabe cuando llegará su fin. Deseo que esta misiva no quede truncada.

No sé si estoy bien. Es cierto, no puedo quejarme. Tengo un trabajo, puedo permitirme caprichos modestos (los otros nunca me atrajeron, lo sabes). He podido hacer cosas que antes soñé. Puede que haya perdido la capacidad de sorprenderme. Lo cierto es que a veces me pesa, y desearía estar solo, olvidado, en algún lugar remoto. Y a la vez, me da miedo olvidarme de mí, perder el punto de sintonía con una realidad que hoy aparece espesa, lejana. Pero nada me parece mas turbio y lejano que la cierta ambición sobre el futuro, que me resulta la sombra de una sombra, tan fugaz es su sustancia y tan leve su roce. Ay, pero tan tentadora...conjeturo que no por lo que es, sino por las soledades que he construido y los caminos de mi túnel que he cegado.  ¿Cómo puedo encontrar una salida en el futuro si no es a través de cambios? ¿Y cómo puedo cambiar mi vida sin cambiar mi trabajo? Me gustaría muchas veces dejarlo todo. Pero no sé qué haría después de tomar una decisión con sólo el ánimo de huir, aunque huir se me aparezca tan hermoso. Y sospecho que mi problema más acuciante es la anhedonia, la incapacidad de disfrutar nada. Nada puede salir de sembrar nada. Yo no sé dónde ha ido el tiempo.

Soy otro. Voy desprendiéndome de anhelos, costumbres, apariencias, discursos e ideas, conceptos abstractos. No todo es malo, pero siento que se apodera de mí el cinismo y el desinterés. Es sabido que la fuerza más poderosa en toda vida y en toda historia es la mentira. No he logrado vivir en la verdad, mas no he renunciado a ella y espero que tú logres vivir para ver cómo resplandece. Ese sería mi mejor regalo, llegar a ser mejor para llegar a ser tú, que me lees en mi futuro que no logro imaginar, más que en algo: sé que estaré solo todos los días y acaso recuerde lo que soy ahora, sin lograr otra amistad que la filosa del recuerdo. No deseo que la amargura me venza. Planeo buscar el desprecio y desesperarme con cierta elegancia, viendo casi todo bajo el punto de vista de la eternidad, salvo algunas escogidas personas, lugares, memorias y sueños incumplidos.

Porque yo también soy el futuro de alguien y un suspiro de un ayer que quería ser otro. Ha pasado el tiempo y he estado perdido, envenenándome con palabras. Puede que pienses que en toda carta que se hace más o menos de forma pública hay un ejercicio de histrionismo, como hay cierta impostura cuando otros nos miran. No negaré que trato de embellecer lo que te lanzo, y trato de ocultar lo más recóndito que me avergüenza. Sin embargo, no hay maldad o engaño consciente. Trato de contarte lo que veo y lo que siento, y lo que imagino. Puedo pensar que no es necesaria tanta alharaca; todos tienen su vida, y fácil no es ninguna. Pero pensé que debería pensar en lo que soy ahora y en cómo lo siento, para evitar mistificaciones o confusión, cuando la hora nos alcance a ti y a mí. 

En los últimas días ha lucido más el sol y la estancia en mi prisión actual ha sido más indulgente, algo así como oír pájaros tras las celdas y el calor de la primavera, que aquí es precaria aunque sabe ser hermosa en su resultado. Sé que quiero salir: no se a dónde. Me prometo, en mis horas de fortaleza, que debo seguir adelante y que siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Decido seguir acumulando heridas y deseos insatisfechos para ganar con su esfuerzo un camino más sabio. Quiero apurar la copa antes de que se rompa y te debo aún pelea, energía y hambre. Deseo darte un lugar cómodo desde el que sentir que esta broma pesada que ha sido nuestra vida no ha sufrido de excesiva maldad ni tampoco de ira o arrogancia. No ha tenido sentido, pero no he causado mayor daño que el que ya tuve o me causé cuando no era demasiado tarde. Hoy ya son semillas agostadas, pero no es una tragedia. Nadie sabe todos los caminos que podría haber seguido.

Me despido de ti, esperando que llegues lejos y me leas con indulgencia. A menudo paseo a lo largo del río en su llegada al mar y pienso en las banales metáforas gastadas. Hay algo, sin embargo, que me hace pensar en un mundo más habitable: la gente no se cansa y vuelve siempre a recomenzar. Ese espíritu humano indomable no es muy fuerte en mí, para ser sincero. Y sin embargo, aún se agita, llama que pelea por no apagarse. Me he prometido seguir para saber lo que puedo encontrar que hoy está oscuro. Deseo para ti una respuesta clara y para los dos, paz de alma. Para ello es necesaria la audacia y la prudencia. Trato de dar lo que en el pasado gané para merecer mañana lo que me falta. No es fácil, puede que ingenuo hasta el ridículo.

Te reconfortará, acaso, saber que aún lo sigo intentando.

Te saludo con cariño hacia el ser que serás y te deseo salud y jovialidad. Con mis mejores deseos, del yo del 16 de marzo del 2025 hacia el futuro,

Miguel.



domingo, 2 de marzo de 2025

El horror de Talbot. 2 de marzo de 2025.

Borges halló el aleph en una calle bonaerense. Yo he vislumbrado una suerte de epifanía esta tarde. Temo que se parezca más a una tenebrosa aventura lovecraftiana que a un relato elegante del maestro. En cualquier caso, mis méritos distan de su pericia, lo que lamento, pues quisiera ser capaz de narrar el horror en su abominable espanto. Nada ni nadie podría alcanzar su terror, empero.

La única regla de la revelación es la certidumbre de la sorpresa; la vida muestra los caminos más profundos cuando cesamos de escudriñar el bosque oscuro frente a los ojos. Yo llevaba a cabo la rutina del día. Había hecho deporte y descansado. Decidí que podría ver algunas zapatillas, a ver si encontraba algo. Y he encontrado una criatura demencial que envenena mis pensamientos.

Estaba sobre un soporte banal, ni escondido ni expuesto. Atraía con su fulgor maligno algunas especies degradadas, pero ni siquiera ellas fueron capaces de percibir su mensaje de furia maligna. Yo me acerqué, imprudente, y su fealdad y su mensaje pavoroso han desplegado contra mí visiones reservadas a los místicos que hoy yacen bajo las arenas del desierto en formas desoladas y peligrosas. Su forma sinuosa, salida de mentes extraviadas que perviven desecrando la belleza ha causado una herida en mí que se abre más y más en un abismo inmenso. Sólo hace unas horas que la he visto y ya me obsesiona. No sé cuánto tiempo me queda antes de que infecte mi mente y me reduzca a su servidumbre. Entonces, sólo habrá un mensaje y luego silencio. Con acaso el último hilo de cordura que con esfuerzo logro tejer, os digo que nunca bajéis la guardia, cuidaos de observar las atracciones de criaturas terribles de más allá de nuestro tiempo y espacio y no dejéis que su melodiosa seducción turbe el juicio. Es muy tarde para mí. Por piedad, salvaos vosotros. Yo salgo a buscar a una abominación horrenda y maligna que deja mensajes desequilibrados plenos de estupidez y absurdidad. Caerá con estrépito. Escupiré sobre su tumba. Venceremos contra el horror de Talbot.