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domingo, 20 de julio de 2025

Ver Antares en el cielo. 21 de Julio de 2025.

No sé si existe un ser humano que no muestre un asombro atávico ante el fuego y una fascinación inacabable ante el cielo estrellado. Desde la ignorancia conjeturo que hay improntas en nuestra percepción que fueron fijadas en la noche de los tiempos y por más que cada uno demuestre reacciones diferentes, el temblor es muy similar.

Vivo en un lugar que desea llenar de luces su noche y ha olvidado el silencio. Mi mente a veces no puede soportar bien esa falta de perspicacia; no sabemos vivir sin mirar a las estrellas. Cada noche trae lamentos silenciosos por el brillo cegado de miles de soles distantes, velados perpetuamente por un manto traslúcido que oculta la verdad: el abismo de un cielo desolado nos descubre y eleva.

Sumergido en la vasta oscuridad, siento que puedo perderme y dejar de ser yo mientras deseo entrever formas nebulosas y titilaciones. Ningún sentimiento es más grato, nada libera de mis preocupaciones pequeñas y mezquinas que saber que no soy ni siquiera un suspiro en la edad del cielo. Y la sensación de levedad y ligereza que asciende en la mirada es mi mejor parte. 

Hoy he visto en especial una estrella rojiza y he visto que era Antares, en Escorpio ("el rival de Ares, el otro objeto rojo en el cielo nocturno). He imaginado un silencio de millones de años en espacios inabordables, la luz y el cambio incesante que ocurren sin que una conciencia los admire, salvo la nuestra, tan lejos...he pensado en cortesanos babilonios y sacerdotes egipcios, pastores antes de dormirse y astrónomos haciendo cálculos. Una hermandad espiritual que acoge a la humanidad entera y revela el alma del mundo. La conciencia universal que acaso seamos, el intento fútil del universo por entenderse.

Sin hacer nada, rumbo al olvido, uniéndome al grupo de los absortos, miro como la noche prende fecunda lejos del orgullo humano. Deseo despojarme del mío y caer en la tiniebla jaspeada de perlas frías allá donde la mirada se olvida de modificar con orgullo lo que ve y la alabanza a lo inalcanzable significa el impulso más noble. En la pesadilla de la oscuridad, los perros del odio y el temor sé que seguirán ladrando. Por ello, recojo la luz que me envían y me refugio en una celda solitaria y de silencio, ajeno a todo lo demás, diciendo adiós a todo eso, sin euforia ni miedo.



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