Estaba allí, acaso sin saber por qué. Acaso es un artificio literario. No importaría; la historia que desvela es poderosa y más viva que la mayoría de las ficciones que necesitamos para seguir viviendo.
Entre callejuelas estrechas oyó los gritos. Vio cómo cargaba la cruz un líder de aquellos sediciosos, parte de la ejecución colectiva para escándalo y aprendizaje de su levantisca tribu. Lo hizo porque no sabía que uno pudiera comportarse de otra forma. Eso es lo extraordinario. Aprender a pensar de otras formas más cómodas es demasiadas veces el horror a la vida, a encerrarse en túmulos de costumbre y perder el vigor en la repetición de los infinitos días. Cuando alguien muestra que hay que pensar que cualquier acusado es un compañero, el universo entero adquiere un rostro amable y decisorio. Nunca ha ocurrido en toda su extensión. Si lo hubiera hecho, viviríamos en un mundo distinto.
Simón ayudó y no cejó de soportar la cruz ajena. Luego, se perdió entre las callejuelas y tinieblas del tiempo, mientras los personajes de poder y gloria pasan y resuenan...aún siguen pasando. Es viernes santo y la luz se desfigura contra la llovizna, el mundo es hostil a la paz y la esperanza, la bondad permanece como un misterio inconquistable y la amistad es un privilegio que viene como un presente desde otro mundo mejor.
Me ha encantado. Qué bien te expresas 😊
ResponderEliminarGracias. ¡Un abrazo muy fuerte!
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