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sábado, 31 de mayo de 2025

Medio y mensaje. 31 de mayo, 2025.

Hace unas semanas estuve leyendo un libro creado hace unas décadas, en el que se argüía que la aparición de la televisión de forma masiva en la vida de la ciudadanía había traído aparejada una inevitable banalización y simpleza de la discusión pública. Acaso es cierto que el medio es el mensaje: Hoy, el nivel es desolador, lleno de clichés denigrantes, lugares comunes y argumentos que sólo pueden triunfar en el ánimo común de un grupo de querer creer lo que sea para conquistar la hegemonía de un discurso. El infotainment y la civilización del espectáculo empobrecen cada idea, la ficción crea discursos convenientes y la actitud del poder cada vez es más autoritaria contra ciudadanos voluntariamente atados a su servidumbre. Realidades complejas tratan de adaptarse a dos frases o un eslogan. El conocimiento se convierte en un argumento de autoridad de un motor de búsqueda, La moral es una opinión que no compromete a nada, La nobleza de espíritu es un obstáculo para el éxito, pero quizá siempre lo fue. Sin embargo, donde había sinuosas razones y tratos de inclinar la justicia con elocuencia y retórica, hoy se vislumbra la sencilla apelación al poder mismo, porque no hay nada más. Inteligencia y bravura, eso es la fuerza. El poder por el poder mismo es simplemente el anuncio de su abuso, la bestialidad coronada.

Es arduo tratar de encontrar un refugio, es inconveniente detestar el gregarismo y... lo más relevante, puede resultar peligroso no adaptarse a los puntos de vista de moda de la hipocresía de cada momento. Porque lo peor no es que la gente adopte un punto de vista agresivo y bronco sobre las opiniones que les han hecho tener. Lo realmente malo es que se han convencido de que están en la luz. La desgracia moral, la intelectual, yacen en todos los ojos. El miedo parece todo lo que existe. En estos decorados grotescos, hay quienes prosperan, también. Cada teatro necesita sus propios personajes. 

Los expertos, por ejemplo. El sistema produce expertos como policía del pensamiento. Suelen ser aquellos que tienen una tribuna o un altavoz, un título oficial certificado por el sistema que oficialmente denigran y realmente apuntalan y una carga importante de impostura. Sirven para inclinar las discusiones en virtud de la propia existencia de su categoría. Nos enseñan a desconfiar de nuestro prójimo y a confiar en el poder y en ellos, que son sus heraldos. Como ofrecen soluciones irreales, muchas veces en respuesta a problemas que no existen, suelen servir solamente para trazar la línea entre lo tolerable y lo inaceptable.

Quienes no han llegado aún a esa categoría (circular: el experto da opiniones de experto porque es considerado un experto) pueden aspirar a hacerse portavoces de un grupo para asignar un punto de vista a toda la comunidad. Es falaz, ataca al pluralismo y es una violencia intelectual, pero funciona muchas veces. Acaso no hemos aprendido que casi todos somos simplemente peones en el juego. Sin agenda, sin ideas, sin demasiada esperanza, solo una rabia inmensa que se eleva sin forma contra el cielo incendiado del atardecer para formar otra imagen dislocada de este mundo confortable y extraño envuelto en su perpetua guerra, lleno de importancias falsas, hipocresía y daño, expertos venales, portavoces estúpidos y peones tratando de coronar en el tablero mientras lo asolan.

Sí, hemos abaratado todas las ideas a cambio de pretender extenderlas sin considerar que merecían un esfuerzo. Y esa deuda contra la realidad, la seguiremos pagando.

domingo, 18 de mayo de 2025

Domingo noche. 18-05-2025.

Este rincón conoció más otoños

Y ha vertido en la simiente su sentido

Añejo  de lo hondo y lo sagrado.

 

El arpa de los días ha marcado

De polvo y pesadez su luz ambigua

Y el vaso de sus noches deshojado.

 

Motas de polvo bailan con el alba dorada

Y un eco agudo de apresurados pasos

Roza la mansedumbre de la tarde.


Entre las horas, las hojas desecadas

mueren mientras el viento acarrea

silbidos tristes solitarios.

 

Callan dignos los libros de pieles malheridas,

El péndulo que exhala sus despojos

Las persianas que callan cuanto saben.

 

Ese rincón que ha vencido al otoño

Y ha muerto en él, desheredado

Guarda en su secreto corazón, que arde

El resto de mis restos congelados.






 

miércoles, 14 de mayo de 2025

El umbral de las cosas pequeñas. Catorce de Mayo.

Hay mañanas en las que el mundo parece resistirse al ruido. Las asocio a un sol cansado y agradable. Hay tardes lentas y luminosas en las que el silencio asciende con la luz y se transforma en un don, inmerecido, mas necesario. Todo respira en un sigilo antiguo, como si la calle, los pájaros, las ventanas mismas, se hubieran puesto de acuerdo para suspender la maquinaria del tiempo. En esos momentos, uno se descubre caminando más despacio, cuidando no perturbar con su sombra ese frágil acuerdo. Un susurro de hojas secas bajo los pies basta para recordarnos que también somos parte de lo que se rompe. Somos de aquel país siempre en un crepúsculo mortecino y suave, donde respira el silencio.

Me he preguntado muchas veces por qué nos (me) seducen tanto las ruinas, las grietas, los objetos olvidados. Tal vez porque ellos no luchan contra el desgaste, no temen desaparecer. Ya no sufren odio, rencor, la ambición desmedida de otros seres efímeros que en ocasiones parece todo lo que existe. Conllevan su desgaste con dignidad silenciosa. Una silla vieja, un libro mordido por la humedad, una fotografía desvaída... todos parecen decirnos: "Aquí estuvimos, y aunque ya no somos, aún vibramos". Que uno sepa sentir esa vibración o sólo perciba el silencio, poco importa. Hay música callada que construye paz de corazón.

A veces creo que vivimos demasiados días empujados por la prisa de ser alguien, de lograr algo. Pero el alma, pienso, tiene otro ritmo. Su respiración es lenta, circular, casi vegetal. El alma no construye imperios ni colecciona victorias; apenas murmura en los rincones donde los hombres olvidan mirar. Por eso, en días como hoy, me permito ser nadie: escuchar, tocar, pertenecer a las motas de polvo dorando la mañana.

He notado que los recuerdos más persistentes no son los grandes eventos, sino los detalles mínimos: el sonido de una cuchara en una taza de porcelana, el temblor de una hoja al caer, una mirada que duró apenas un latido. Somos esa suma de nimiedades, y en ellas, paradoja profunda que siempre nos traspasa, habita nuestra eternidad. La memoria no es un palacio, sino un jardín silvestre. No me pesará irme, pero sentiría pena de sentir al final que no lo cuidé como merecía, o que hubo días en los que no me esforcé en su cuidado. Porque afuera habitan todos los fuegos y la destrucción siempre parece pronta. Pero lo que existe es el momento de antes, el presente, donde respiramos, en el instante brillante cuyo fulgor ninguna eternidad sabe retribuir. 

Quizá, después de todo, la salvación esté en aprender a habitar esos umbrales invisibles: el borde entre la luz y la sombra, la frontera entre el olvido y la presencia. Allí donde nada es del todo seguro ni definitivo. Allí donde, por un instante breve y perfecto, somos verdaderamente nosotros mismos. Allá lejos en un umbral silente, un camino dorado o una presencia inasible, allá en el terreno misterioso donde se construye el umbral mágico de las pequeñas cosas.




miércoles, 7 de mayo de 2025

Las elecciones papales molan más. Siete de Mayo.

Esto lo escribí hace un (mucho) tiempo, pero bueno, recurro a él, levemente cambiado, porque el tiempo siempre apremia.


El señor alcalde de Madrid, en su bondad y con la ayuda entusiasta de otras administraciones, ha gastado unos cuantos millones de euros de nada en su promoc... en el noble intento de que su ciudad fuera elegida para albergar la sede de los JJOO (aquí podrían venir todas las corruptelas y clientelismos de la democracia organica española,eh. Pero la metáfora es igual). No pudo ser, porque no podía ser, pero bueno, el procedimiento sorprende por su llamativa diferencia entre lo que pretende ser y lo que resulta. Por eso, podrían aprender de los grandes expertos, los altos cargos de la Santa Madre Iglesia, fuera de la cual no hay salvación posible. Hay muchas razones por la cual los espectáculos de masas que organiza son preferibles a los de la modernidad gris en la que boqueamos. Quizá los Padres podrían sacar un dinerillo extra como asesores de eventos, si no fuera porque viven ascéticamente alejados de los bienes de este mundo. Algunas de las razones por las que se impone su visión del espectáculo, en mi humilde opinión, son las siguientes:


1-La coherencia. Si quieres un proceso oscuro y para iniciados perfecto, pero tienes que dotarlo de una cierta liturgia,no puede ser simplemente un nido de vividores apenas camuflados en el que se pretende una seriedad sobria y moderna. Lleva el carácter opaco hasta sus últimas consecuencias y no lo mezcles con nuevas tecnologías, no hagas procesos de votaciones en base a apretar un botón, innova, busca en el druidismo o algo asín. O si no, de qué.

2-El enigma atrayente. Cualquiera de los electores papales a su vez puede salir elegido, el marketing nunca sale afuera, no se conocen candidaturas, nadie admite sus ganas, se ponen en manos del espíritu santo, que grande. Los únicos enigmas del COI que pueden despertar un poquillo la atención del respetable son todos relativos a Alberto de Mónaco, que tampoco es nadie.

3-El método de elección. Una fogata en la que sólo se cambia un poco de paja para distinguir si se produce el surgimiento del nuevo emperador (espiritual) o si la sufrida grey tendrá que esperar un nuevo conductor providencial tiene un punto de falsa modestia satisfecha de sí misma que sólo pudo concebirse en tiempos remotos (aparte de que la tecnología no daría para más, supongo). Los tejemanejes olímpicos son asquerosamente modernos, dinero, corruptelas, engaños evidentes...nada que no pueda pasar en un Ayuntamiento de una ciudad costera (o del interior, que coño) española cualquier día.

4- La liturgia y la terminología. Acorde con el rito, se adopta sin ningún tipo de complejo un intrincado ritual, absolutamente hueco y por eso mismo tan atractivo, golpear con un martillo la frente del difunto Papa, sellar sus estancias, los tañidos fúnebres de las campanas de la Basílica de San Pedro a las que se unen las de toda Roma... .

Habemus Papam, fórmula en la que cabe todo un mundo, un anuncio gozoso e inquietante a la vez, satán tendrá que esperar...pero portaos mal y ya vereís como se desatan las furias del inframundo.

La palabra Camarlengo. Camarlengo, camarlengo, camarlengo...es la palabra definitiva, sin duda, se queda en la boca, explota y queda su gusto después de pronunciada. Camarlengo, mmmmmm.

En lo de los juegos olímpicos, votar, eliminar, votar, eliminar, votar, coger. A todo esto, antes con el presidente diciendo la gente que hay, los votos emitidos, los nulos...parece una comunidad de vecinos votando si ponen parabólica, salvando las distancias económicas.

5- El latín. Mostrar el proceso y la elección al mundo en latín es elegante y tiene un ligero toque amenazante, algo así como "haremos un conjuro y resucitaremos las legiones de Teutoburgo si os portáis malamente" (ya, no se trata de emperadores romanos, pero sí de algo parecido). El anuncio de la "villa" elegida tiene un toque gris y burocrático, desganado. Abrir una carta, ya ves, cuando elegíamos delegado en clase había más ilusión.

6- La vestimenta. Por mucho que nos esforcemos, detalles leves aparte, vestir de traje y corbata no diferencia a un elector de unos juegos de un oficinista (con todos los respetos, obviamente). Esos capelos, esas casullas rojísimas...son una manifestación de poder y dignidad por la apariencia que no se adapta al gusto igualitario y decadente moderno, pero les da igual. Hacen bien.

7- La contención.
Celebrar algo dando brincos y con bebidas espirituosas está muy bien y es lo que haríamos todos, porque nos falta ese punto despectivo y aristocrático de quien va a elegir a un pastor para un rebaño. Aparecer en un balcón desde la oscuridad, para dar a una plaza impresionante con un leve gesto desdeñoso transmite poderío.

8- El escenario. Entre la Capilla Sixtina y la sala de convenciones de un hotel median siglos de poder y magnificencia, traiciones, secretos, perversiones, hipocresía, etc... todo eso forma un ambiente insuperable e intimidante, la historia como una roca inconmovible sentada al lado de la espiritualidad, una combinación explosiva.

9- La imprevisibilidad.
En cualquier momento puede darse la respuesta definitiva u otra que haga que haya que esperar más, nunca se sabe cuánto. Los miembros del COI, tan iguales a nosotros en todo, también viven presos del horario.

10- La irresponsabilidad.
Los electores están guiados por una fuerza sobrenatural, y quien sea elegido por ella tiene un poder que va más allá de lo humano. Lamentablemente, todo inclina a pensar que es mentira, pero...¿quién se arriesgaría a suscitar la ira divina, por improbable que sea?

11- La trascendencia en el tiempo.
Ser sede de unos juegos está bien. Ser Papa es entrar en la historia, con escudito propio, capacidad legislativa amplísima, poder absolutista, y quizá potestad para influir en el más allá.

12- La solemnidad. Los juegos, aparte de su capacidad para atraer dinero, transmiten una jovialidad clásica agradable y ligera. Un Papa es algo terrible, alguien que escudriña todo y nos censura, como ese Inocencio X que pintó Velázquez. Que miedo.

13-La separación aristocrática. Esa puerta que se cierra, dividiendo de la manera más elitista y genial el mundo en dos clases, para siempre, el cónclave y el resto del universo. Cuando el COI se enclaustra tiene circuito de televisión cerrado y la gente está bien modosita en sus asientos, con los auriculares para la traducción. Pero eso que es.

14- El anillo del pescador. Sería un título magnífico para cualquier obra de arte, lamentablemente está cogido. Aunque supongo que por un módico precio...

En definitiva, hay ciertas ventajas en los ritos de una teocracia orgullosa de haberse conocido a sí misma que en una democracia corrupta, a las cuales ya estamos más que acostumbrados. Propongo que la próxima elección del COI, de un gobierno o de una asamblea vecinal se realice con augures, ritos de iniciación y danzas tribales. Necesitamos ceremoniales memorables, algo que nos haga sentir enraizados en una historia, como un río que nos trasciende, antes y después nuestro. Supongo que si me eligieran Papa recordaría con cariño a aquel antecesor mío que desenterró a su inmediato precursor en el puesto, lo juzgó y lo condenó, por ejemplo. O los que excomulgaban a la mínima y vendían bulas e indulgencias, o con los que guerreaban a caballo. O uno, que insultó a Cristo y se declaró ateo, por lo que se ve (juro haberlo leído). Al papa fornicario, o a uno de los de la llamada “pornocracia” (aunque parezca mentira, no eran los mismos). Al que envió una carta en 1241 a un arzobispo del lejano norte para clarificar que no se podía bautizar con cerveza. Al que tuvo 683 sirvientes y declaró al ser elegido, “disfrutemos del Papado, ya que Dios nos lo ha concedido). A los que se codearon con Bramante, Rafael, Bernini, Miguel Ángel, Bob Dylan. O uno de los tres que excomulgaban y anatematizaban a todos los seguidores de los otros, haciendo que toda la cristiandad estuviera nominalmente excomulgada, la mayor parte de ella dos veces. Poca broma. U otros que eran así, divertidos o pendencieros, venales o decentes, poderosos, y temibles, y los amos. Humanos como nosotros revestidos de la liturgia más poderosa: la del tiempo. 

Así que habrá que seguir la ceremonia y pasar de los políticos, que por mucho que roben, y a fe mía que lo hacen, parecen una reunión de la sucursal del Banco Santander de algún sitio, no cómo el elegido por el Cónclave, que tendrá la sonrisita típica del "ahora me toca a mí" y feliz por su posición. ¿Quién le podría culpar? Al fin y al cabo, siempre está bien ser acogido en sitios prestigiosos.




martes, 29 de abril de 2025

Saludable desconfianza.

Vivimos en un mundo curioso. Cuanto mayor es la desconfianza, más exigen los poderosos habituales adhesiones y profesiones de fé. A la vez, siembran la desconfianza entre los ciudadanos entre sí y la de aquellos con todas las instituciones que no depredan aún.

No hay mucho secreto en encaminar la prosperidad y la convivencia: cultivar la confianza con los que compartimos los días. Mantener una saludable desconfianza en los pastores, guías y rectores institucionales, los oficiales de la verdad publica y sujetos a la tentación del abuso. Porque son, como nosotros, demasiado humanos. El único al que le dieron las llaves del cielo ya nos mira desde muy lejos.

No hay rendición de cuentas hacia los que castigan a los ciudadanos. Ese es el principio del consenso y su consecuencia hipertrofiada, la dictadura. Nadie da explicaciones reales de nada; nadie las pide; no hay consecuencias asumibles. En ese ambiente, la flor del ingenio humano se agosta, trastornada entre dudas. Sin fraternidad entre iguales ni rebeldía contra el poder la tiranía extiende sus raíces siniestras. No hay más.

Había comenzado esta entrada hace unos días porque había leído de alguien que profesaba una saludable desconfianza contra los fuertes y dominantes. Ahora no recuerdo. Quiso la providencia que ayer la luz se fuera en la península ibérica. Que puede pasar, supongo. Pero el asunto es que le da a uno la impresión que estamos a dos días de que se comunique oficialmente de que hubo un problema de hacerlo todo DEMASIADO BIEN y que la red eléctrica no pudo soportar la grandeza inmensa del gobierno, del país y de su gente. Es lo que hay. Hay que creer el oficialismo y rechazar lo que no venga con sello, porque es bulo, conspiranoia o Hitlerstalin. Sí, hay bulos, extremismo y mala fe. Pero hay otro problema especular. Como siempre, se tiende a pensar que no se puede hacer el mal si se declaran las buenas intenciones. Mas, ay, sin una saludable desconfianza y rendición de cuentas somos rebaños que sólo esperan que el amo sea amable. La noche cae, las luces recuerdan una comodidad apenas concebible y el rumor del río vaga hacia la mar en un murmullo rebelde y animado.




domingo, 27 de abril de 2025

Inútil confesión. 27 de abril.

Todo acontecimiento es la suma de recuerdos, anhelos e imprecisiones de cualquier multitud, supongo. Creo que todos llevamos una carga de imágenes ajenas en lo que percibimos de nuestra propia historia. Y lo que significan la Iglesia, la fe y una idea de Dios siempre han estado presentes en los días de casi todos nosotros.

Hay una parte más meditada, que oscila entre cierto anticlericalismo primario y la fascinación también básica por la Historia y el arte, de las que el catolicismo es una isla de tradición en un oceano siempre cambiante. Quien sienta mas devoción acaso la pueda explicar con el símil de un faro contra una tormenta. Yo creo que usaría la de un rompeolas. En todo caso, la imagen de un Papa es poderosa y carismática, la del vestigio del Imperio de Roma y los ejércitos medievales, y los eremitas y loes estilitas, y la imagen de una cruz sombría contra el crepúsculo, y ostentación y lujo, y belleza inconcebible y al final de todo una pregunta ardiente. En fin, supongo que todos podríais añadir bastantes otras, vuestras o cercanas.

Para mí, la imagen de la Iglesia más indeleble en la memoria se asocia a la de los pueblos de mis padres, sin más. La espadaña contra el cielo inmenso, los toques a muerto algunas mañanas frías y tenebrosas, tocar las carracas por la calle el sábado santo, subir la rampa a la iglesia, el lugar apartado antes de la entrada, los bancos separados para hombres y mujeres (y arriba un piso para los más jóvenes), las reuniones después de la misa y los aperitivos. Todo mezclado, en fin, con una imagen inocente por ignorante e idealizada de unos momentos que invocan un sentido de comunidad que hoy siento perdido. 

Los curas pedían por el Papa en todas las misas. Todas las señoras cantaban los salmos, desafinando y poniendo su esperanza en que el azar de la vida fuera protegido por el velo amoroso de la virgen, los santos, la voluntad inescrutable del creador. Para prosperar, para reducir, para arreglar, para aliviar o cesar el sufrimiento. No puedo dejar de pensar que esa aproximación a la espantosa realidad de la vida, hoy envuelta en idealismo rosado insatisfactorio y falso, era más pura y dejaba más resquicios a la paz que la chatarra moral e ideológica que hoy promete otros paraísos tangibles a cambio de la justa ira. Acaso podemos sustituir Papas, Iglesia, Dios y los milagros, pero nunca podremos sustituir el perdón.

Nunca me gustó confesarme. Entendía, y no he cambiado mucho, que era una admisión de humanidad a otro humano que deseaba usar una pretendida autoridad para despojarme de ella y ajustarme a su molde. Sigo creyendo que la religión tiene una gran parte de control grupal y censura social, y esa intención ha sido replicada con éxito hoy en otros ámbitos. Y sin embargo...también creo, y me parece la razón profunda de su pervivencia, que la religión ofrece un intento de respuesta razonable y pura al problema tremendo e insuperable del alivio de la insoportable soledad humana y el silencio indiferente del mundo a lo que nos ocurre. Y es esa confesión inútil de soledad y pérdida la que siempre he sentido mía y no he encontrado forma de reparar.

En fin, puede que sí o quizá que no. En cualquier caso, para mí el significado de la muerte de un Papa es el del interés en la liturgia y la ceremonia del paso del difunto a la elección del nuevo, que me apasionan (intentaré reescribir algo sobre eso pronto)  y el pensamiento sereno y difuso de unos seres borrosos que ya no existen, a los que desearía ver y la idea de un tiempo antiguo donde a su sombra la vida ocurría y de cuya herencia soy un fruto más.

Ahora, mientras las nubes mortecinas pasan por mi ventana y el silencio del domingo pesa contra el tiempo que va arrastrándose, recuerdo las iglesias de esos pueblos, sus cigüeñas en los nidos, rumores de río y las riberas verdes, poblada la memoria de seres a mi imagen que acaso se puedan parecer a lo que fueron, allá lejos, en un territorio misterioso y distante donde ya no pueden llegar los impulsos de las palabras que tratamos de llevar hacia ellos y que causa en el corazón el temblor mínimo y escondido de un recuerdo traído a cada uno por los grandes eventos del mundo, en una miríada de confesiones inútiles que corren borrosas por el tiempo hasta disiparse en humo.



miércoles, 23 de abril de 2025

Valor. 23 de abril.

En los cuentos de antaño hay un dragón

Poderoso guardando su tesoro

Y el brillo de las joyas nunca alcanza

El terrible fuego de sus malvados ojos.


Han pasado eras; ya no hay grutas misteriosas

Y el destino trae formas de destellos sinuosos

Donde el futuro ya ha llegado en una espera

Que hiere y ciega lo mejor en nosotros.


Dicen que para no morir mueras mil veces

En rendiciones diarias contra tu llama insomne 

Y pasando los días contra el lecho del tiempo

Calmes tus ansias y adormezcas tu nombre.


Dicen que para ser justo y respetado

Apagues tu voz contra el roble cansado.

Dicen que para domar a los demonios

Dejes caer las manos y cierres ya los ojos.

Te dicen que no batalles contra el tiempo

Y hagas de la resignación tu monumento.


Pero yo he conocido el coraje que llevas

Y el brazo valeroso, sin miedo y generoso

De tu poder dormido. Despierta y ve a su cueva

Para vencer en singular pelea a tu dragón furioso.





viernes, 18 de abril de 2025

Simón. 18 de abril.

Estaba allí, acaso sin saber por qué. Acaso es un artificio literario. No importaría; la historia que desvela es poderosa y más viva que la mayoría de las ficciones que necesitamos para seguir viviendo.

Entre callejuelas estrechas oyó los gritos. Vio cómo cargaba la cruz un líder de aquellos sediciosos, parte de la ejecución colectiva para escándalo y aprendizaje de su levantisca tribu. Lo hizo porque no sabía que uno pudiera comportarse de otra forma. Eso es lo extraordinario. Aprender a pensar de otras formas más cómodas es demasiadas veces el horror a la vida, a encerrarse en túmulos de costumbre y perder el vigor en la repetición de los infinitos días. Cuando alguien muestra que hay que pensar que cualquier acusado es un compañero, el universo entero adquiere un rostro amable y decisorio. Nunca ha ocurrido en toda su extensión. Si lo hubiera hecho, viviríamos en un mundo distinto.

Simón ayudó y no cejó de soportar la cruz ajena. Luego, se perdió entre las callejuelas y tinieblas del tiempo, mientras los personajes de poder y gloria pasan y resuenan...aún siguen pasando. Es viernes santo y la luz se desfigura contra la llovizna, el mundo es hostil a la paz y la esperanza, la bondad permanece como un misterio inconquistable y la amistad es un privilegio que viene como un presente desde otro mundo mejor.





sábado, 12 de abril de 2025

Todo está iluminado (breve teoría sonámbula). 12/04.

Tuve un sueño extraño. Estaba con algunos amigos en una terraza, en una ciudad cálida e imposible. Cerca había un río en el que dentro y a los lados sobresalían estatuas blancas y edificios delirantemente bellos. Sobre el borde que rebosaba la calle lisa estaba yo. Alguna de mis personas secretas que aparecen y se esconden de noche me llamaba; estaba contemplando el río del tiempo.

Porque en su corriente nada nos pertenece pero, acaso, está todo. En el tiempo existe la totalidad, pero nosotros somos incapaces de extraerla, anclados en una percepción limitada. Si no pudiera ser así, quizá vería a los majestuosos ángeles tocando las trompetas. Sería capaz de oír himnos de la creación inconcebible. Mi corazón, que está solo, se alegra con la perspectiva de la fusión con una fuerza creadora, que comprenda y que cese de estar encarcelada en un tiempo implacable y unas servidumbres que anhelan la ruptura de la necesidad en nombre de la plenitud, en fin, la desembocadura en una calma plena de los meandros furiosos de un yo ilusorio y evanescente que sin embargo me domina y agita. Acaso pueda vislumbrar el secreto sólo cuando logre convencerme de que no sabré absolutamente nada acerca de él. Todo será revelado entonces.

Tú, lectora, eres también otro juguete de la percepción que nos encadena a la lucha por la supervivencia determinada por la biología, podría ser así muy bien. En ese caso, tu relato sirve a la ilusión de que existen un pasado y un futuro. El relato es creado por la ilusión de un yo. El yo es creado por la necesidad de mantener un impulso vital en un bosque oscuro de supervivencias indiferentes. El impulso vital es convocado por el misterio animal de la vida y la conciencia. La conciencia es un pozo luminoso de colores que no podemos ver. El cerebro es un órgano biologico que aspira a preservar y expandir tus egoístas genes. La libertad es una confirmación o una cadena, si existe, si es algo más que otra fantasmagoría nacida de la ilusión de nuestra experiencia subjetiva, que no aspira a comprender sino a ser, a ser como sea, llegar a ser...llegar a seguir siendo.

Y me pregunto por qué las estatuas en el río amplio de mi sueño, sin puentes, un río que desbordaba levemente la calle, eran ruinosas o resplandecientes, porque formaban islas o se alzaban a los lados de su curso como guardianes poderosos, y ante todo me pregunto qué hacía contemplando los despojos de mi tiempo cómo si pudiese acogerlos a todos, si sé que no sé hacerlo y porque conjeturo en una noche amable y nublada sobre lo que no conozco, por qué todo parecía estable y fuera del tiempo para siempre, y por qué que anhelo el todo, y por qué anhelo el siempre, cuando sé que todo es una versión artificiosa de la nada y que Siempre es una palabra maldita y persistente que no está permitida en el reino de los hombres.

Las estrellas adornan una noche de abril en un lugar lejano de mí mismo, en una extrañeza perpetua. Me gusta verlas y sentir que todo lo que uno piensa y siente está cubierto bajo su manto maternal y silente y hace que el corazón se ilumine de esperanza y el mañana deja de ser, por un momento, la pesada carga de que todo es igual y la realidad abre una puerta hacia lugares más altos.






sábado, 5 de abril de 2025

Las bragas de Burano. Cinco de abril.

Burano es un lugar pintoresco en la laguna de la inverosímil Venecia. Casas de colores vivos, canales, sol, cielo, belleza, Italia. Una maravilla, vamos. El caso es que también lo hemos convertido en un parque temático. Pululamos y me temo que perdemos de vista el decoro que hemos abandonado masivamente en todo. Husmeando puertas, arrasando calles, buscando el tesoro escondido en cada callejuela. No me quejo, claro. Era uno más. Pero me hace gracia que hubiera sesiones de fotos de todo, incluidas las de la ropa tendida. Calculo que las bragas de una señora de Burano salen más en Instagram y TikTok que las de la Kardashian o la que esté ahora. Ele O Ele. La virgen, que panorama.

No sé muy bien porque la atracción de la huída es tan fuerte. Acaso necesitamos un descanso, tras un vivir de inercia y reducida el alma, el espíritu o cualquier consagración a lo hermoso a un circulo de voluptuosidad que se agota mientras nace. Hay un mundo infinito de ocio vacío apuntalando el hastío inacabable. Hay un concepto general de que nuestra impresión prevalece sobre su propio objeto. Nunca se acaba la mentira, parece.

No obstante, tienes que servir a alguien. Tú, yo, todo lo que existe. Puedes tratar de servirte a ti mismo y tus impulsos y así marchitarte bajo la lluvia persistente de lo real. Puedes olvidarte de ti y crecer así. Puedes encontrar los puntos intermedios, que sé yo. En fin, la belleza existe, el mal existe, el azar existe, existen la gloria y la decadencia. Supongo que mucho se reduce a donde vas y a donde miras. Me temo que de alguna forma, nos quieren infelices, o tratan de vendernos la euforia perpetua que viene a ser lo mismo. Pero no se trata de una obligación. El sol y su luz, el sonido del agua, la sombra del bosque, la visión del talento, los amaneceres...hay tantos dones que nos han sido concedidos... No sé si la ropa tendida es uno de ellos o muestra como hemos desaprendido a mirar. De cualquier forma, no es tan importante. Lo que permanece es lo que despierta una llama, no una reacción. 

El parque está soleado y una brisa mece los árboles. Gente pasa bajo una cúpula de cielo amable y claro. Los niños saborean helados y juegan. Se oye el rumor de la ciudad afuera, como expulsado de un lugar prohibido y extraño en el que a veces uno se da cuenta de que la belleza no es infrecuente y de que a veces todo día esconde huecos reverentes y gratos




domingo, 23 de marzo de 2025

No existo para ti. 23 de marzo.

Me gusta mirar a la gente pasar, como a tantos. Sin embargo, me resulta muy difícil pensar, inmerso en una multitud, que cada rostro revela un alma capaz de sufrir, tras miradas fugaces e impresiones breves. Todos tratamos de escribir nuestra novela. Nos contamos las mentiras en las que se sostiene nuestra existencia, quiero decir aquellas de las que vivimos. Añadimos a nuestra alma las pocas de otros cuantos compañeros de viajes que aprendemos a conocer, con sentimientos propios que construimos como espejos de los nuestros. Lo demás es una magma difícilmente distinguible de caras, cuerpos y gente, gente sin más, de la que sabemos que es como nosotros. Pero a mí me resulta difícil reconocerlo con el corazón o el pensamiento. No creo que sea algo extraño o minoritario. Nos cruzamos con gente, no con personas; sufrimos por ser diferenciables de la masa; nos desconocemos mutuamente y pasamos de largo.

Nadie admite verdaderamente la existencia de otros, supongo. Quizá la norma sea nunca encontrar un espíritu ajeno, salvo tras un arduo y prolongado proceso de hallar una chispa de creación en ellos y perder la concentración propia de la sensación infantil de la relevancia. Acaso por eso la modernidad exuda angustia: somos protagonista de nuestra novela, sí...que a nadie interesa, nadie lee. A cambio, somos la gente, inerte y deforme, de las historias que adopta la mayoría, con heridas secretas. Sentimos que nuestra vida, el sufrir, los tragos amargos, las euforias súbitas, en definitiva, las añoranzas de una vida más plena, son desatendidas y sin interés. Creo que es cierto. No habrá apenas más que demografía de lo que vivimos, de cuando muramos, por qués dóndes,  cómos. Si alguien logró llegar más allá de la máscara, habrá una parte de pena y tragedia en qué fuimos. Más allá de eso, para la mayoría sólo queda la humillación de la cifra, el frío fulgor estadístico.

Sí, no existo para ti. Sí, tienes por más cercanos tus recuerdos e impresiones de otros mundos dentro de tu espíritu que yo. No puede ser de otra forma: todo forma parte de las imágenes que creas. Por eso una muerte es una tragedia y mil un cálculo. Por eso la levedad que atemoriza. Por eso el mundo es un teatro sin fin, con una obra incomprensible y una dicción apresurada. No quisiera morir sin haber intentado algo que me acercase más a la comprensión de que puedo llegar a convencerte de que existo, he pasado por la vida, tuve mis pequeñas alegrías y he sufrido. 

La noche engulle la luz y un viento traído de otra época recorre la espalda de la ciudad. Pocos recorren las aceras, escondidos bajo sus techos, mirando las paredes o pantallas, preguntando a la sombra, con el sabor metálico de la ansiedad en la garganta, pugnando por ser más reales, deseando nacer y hacer nacer su mundo, locos por aprender a existir en los ojos de todos, ocupados demasiado sin haber aún aprendido a ver...




domingo, 16 de marzo de 2025

Carta a mi yo futuro. 16.03.25


Mi estimado yo futuro (si el yo puede seguir incólume contra la erosión del día):

No hace falta que te jure que no sé si llegarás a recibir esta carta. He decidido dejarla como un tenue hilo en el laberinto, por si el día llega. Aquí quedará, huérfana de contexto y de razones. Espero que las cosas que quedan silentes sean vehementes y cumplan lo que mis precarias palabras no logran conjurar. También espero que llegue a ti. Quien lo sabe. El futuro es un país misterioso y nadie sabe cuando llegará su fin. Deseo que esta misiva no quede truncada.

No sé si estoy bien. Es cierto, no puedo quejarme. Tengo un trabajo, puedo permitirme caprichos modestos (los otros nunca me atrajeron, lo sabes). He podido hacer cosas que antes soñé. Puede que haya perdido la capacidad de sorprenderme. Lo cierto es que a veces me pesa, y desearía estar solo, olvidado, en algún lugar remoto. Y a la vez, me da miedo olvidarme de mí, perder el punto de sintonía con una realidad que hoy aparece espesa, lejana. Pero nada me parece mas turbio y lejano que la cierta ambición sobre el futuro, que me resulta la sombra de una sombra, tan fugaz es su sustancia y tan leve su roce. Ay, pero tan tentadora...conjeturo que no por lo que es, sino por las soledades que he construido y los caminos de mi túnel que he cegado.  ¿Cómo puedo encontrar una salida en el futuro si no es a través de cambios? ¿Y cómo puedo cambiar mi vida sin cambiar mi trabajo? Me gustaría muchas veces dejarlo todo. Pero no sé qué haría después de tomar una decisión con sólo el ánimo de huir, aunque huir se me aparezca tan hermoso. Y sospecho que mi problema más acuciante es la anhedonia, la incapacidad de disfrutar nada. Nada puede salir de sembrar nada. Yo no sé dónde ha ido el tiempo.

Soy otro. Voy desprendiéndome de anhelos, costumbres, apariencias, discursos e ideas, conceptos abstractos. No todo es malo, pero siento que se apodera de mí el cinismo y el desinterés. Es sabido que la fuerza más poderosa en toda vida y en toda historia es la mentira. No he logrado vivir en la verdad, mas no he renunciado a ella y espero que tú logres vivir para ver cómo resplandece. Ese sería mi mejor regalo, llegar a ser mejor para llegar a ser tú, que me lees en mi futuro que no logro imaginar, más que en algo: sé que estaré solo todos los días y acaso recuerde lo que soy ahora, sin lograr otra amistad que la filosa del recuerdo. No deseo que la amargura me venza. Planeo buscar el desprecio y desesperarme con cierta elegancia, viendo casi todo bajo el punto de vista de la eternidad, salvo algunas escogidas personas, lugares, memorias y sueños incumplidos.

Porque yo también soy el futuro de alguien y un suspiro de un ayer que quería ser otro. Ha pasado el tiempo y he estado perdido, envenenándome con palabras. Puede que pienses que en toda carta que se hace más o menos de forma pública hay un ejercicio de histrionismo, como hay cierta impostura cuando otros nos miran. No negaré que trato de embellecer lo que te lanzo, y trato de ocultar lo más recóndito que me avergüenza. Sin embargo, no hay maldad o engaño consciente. Trato de contarte lo que veo y lo que siento, y lo que imagino. Puedo pensar que no es necesaria tanta alharaca; todos tienen su vida, y fácil no es ninguna. Pero pensé que debería pensar en lo que soy ahora y en cómo lo siento, para evitar mistificaciones o confusión, cuando la hora nos alcance a ti y a mí. 

En los últimas días ha lucido más el sol y la estancia en mi prisión actual ha sido más indulgente, algo así como oír pájaros tras las celdas y el calor de la primavera, que aquí es precaria aunque sabe ser hermosa en su resultado. Sé que quiero salir: no se a dónde. Me prometo, en mis horas de fortaleza, que debo seguir adelante y que siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Decido seguir acumulando heridas y deseos insatisfechos para ganar con su esfuerzo un camino más sabio. Quiero apurar la copa antes de que se rompa y te debo aún pelea, energía y hambre. Deseo darte un lugar cómodo desde el que sentir que esta broma pesada que ha sido nuestra vida no ha sufrido de excesiva maldad ni tampoco de ira o arrogancia. No ha tenido sentido, pero no he causado mayor daño que el que ya tuve o me causé cuando no era demasiado tarde. Hoy ya son semillas agostadas, pero no es una tragedia. Nadie sabe todos los caminos que podría haber seguido.

Me despido de ti, esperando que llegues lejos y me leas con indulgencia. A menudo paseo a lo largo del río en su llegada al mar y pienso en las banales metáforas gastadas. Hay algo, sin embargo, que me hace pensar en un mundo más habitable: la gente no se cansa y vuelve siempre a recomenzar. Ese espíritu humano indomable no es muy fuerte en mí, para ser sincero. Y sin embargo, aún se agita, llama que pelea por no apagarse. Me he prometido seguir para saber lo que puedo encontrar que hoy está oscuro. Deseo para ti una respuesta clara y para los dos, paz de alma. Para ello es necesaria la audacia y la prudencia. Trato de dar lo que en el pasado gané para merecer mañana lo que me falta. No es fácil, puede que ingenuo hasta el ridículo.

Te reconfortará, acaso, saber que aún lo sigo intentando.

Te saludo con cariño hacia el ser que serás y te deseo salud y jovialidad. Con mis mejores deseos, del yo del 16 de marzo del 2025 hacia el futuro,

Miguel.



domingo, 2 de marzo de 2025

El horror de Talbot. 2 de marzo de 2025.

Borges halló el aleph en una calle bonaerense. Yo he vislumbrado una suerte de epifanía esta tarde. Temo que se parezca más a una tenebrosa aventura lovecraftiana que a un relato elegante del maestro. En cualquier caso, mis méritos distan de su pericia, lo que lamento, pues quisiera ser capaz de narrar el horror en su abominable espanto. Nada ni nadie podría alcanzar su terror, empero.

La única regla de la revelación es la certidumbre de la sorpresa; la vida muestra los caminos más profundos cuando cesamos de escudriñar el bosque oscuro frente a los ojos. Yo llevaba a cabo la rutina del día. Había hecho deporte y descansado. Decidí que podría ver algunas zapatillas, a ver si encontraba algo. Y he encontrado una criatura demencial que envenena mis pensamientos.

Estaba sobre un soporte banal, ni escondido ni expuesto. Atraía con su fulgor maligno algunas especies degradadas, pero ni siquiera ellas fueron capaces de percibir su mensaje de furia maligna. Yo me acerqué, imprudente, y su fealdad y su mensaje pavoroso han desplegado contra mí visiones reservadas a los místicos que hoy yacen bajo las arenas del desierto en formas desoladas y peligrosas. Su forma sinuosa, salida de mentes extraviadas que perviven desecrando la belleza ha causado una herida en mí que se abre más y más en un abismo inmenso. Sólo hace unas horas que la he visto y ya me obsesiona. No sé cuánto tiempo me queda antes de que infecte mi mente y me reduzca a su servidumbre. Entonces, sólo habrá un mensaje y luego silencio. Con acaso el último hilo de cordura que con esfuerzo logro tejer, os digo que nunca bajéis la guardia, cuidaos de observar las atracciones de criaturas terribles de más allá de nuestro tiempo y espacio y no dejéis que su melodiosa seducción turbe el juicio. Es muy tarde para mí. Por piedad, salvaos vosotros. Yo salgo a buscar a una abominación horrenda y maligna que deja mensajes desequilibrados plenos de estupidez y absurdidad. Caerá con estrépito. Escupiré sobre su tumba. Venceremos contra el horror de Talbot. 



jueves, 27 de febrero de 2025

La voz de madrugada. 27 de febrero, 5.29.

Desde hace unas semanas no puedo dormir y no sé qué sueño. He estado dejando que los días me arañen y me he deleitado en su castigo, solitario todos los días, náufrago en mi calle, deseando ser otro, deseando estar lejos, sabiendo que mi medida ya está colmada y que no hay nada que pueda colmar el espíritu en los pesados días. He visto a otros partir y me asombra con pena no poder volver a oír su voz. He visto mi espíritu agriarse y caer, atrapado en el silencio y la rebeldía. No quiero estar aquí. No quiero ser quien soy. Una voz me pide que reclame ayuda. Entonces, un coro de voces se burlan y la denigran. Debo ser castigado, tengo que ser el cadalso y el reo.

Si me importara, diría que necesito un cambio. Desesperadamente, necesitaba. Me temo que ahora he rebasado los confines y me siento frente a una llanura exangüe, plana e inacabable, recubierta de bruma. Está nevada, pero mis pasos no dejan ninguna huella. En el centro de la visión impera una quietud magnífica y yo no deseo nada. Ni paz ni consuelo ni apoyo. Voy a cumplir cinco años aquí y no sé cuál es la duración exacta de la condena. Puede ser que fuese lo que mi culpa ancestral requería: que algo me ciñese la cintura y me llevase a donde yo no quería ir. Lo acepto todo como un perro apaleado que agradece que le dejen dormir frente a la puerta de una casa de la que recibe despojos. Solo sueño con ejecutar un acto sagrado: comenzar a caer. Será magnífico sentir el viento durante todo ese vuelo, volver a fingir que en el hueco de las cicatrices habitaron alas. 

La voz de la madrugada es rumorosa y amable. Nada hay que me saque de su abismo, ni yo deseo aferrarme a esperanza, que perversamente engrandece el tormento. Voy a tratar de pasar esta noche como sea, y mañana la que venga, hasta que algo pase o la voz se apague y ya no tenga que lanzar más botellas invisibles al mar de una noche indiferente y sorda. Me avergüenzo de pensar que cuando llegue mi revisión médica no me importaría sacrificar mi salud para garantizar la de otros que si merecen disfrutarla. Hago ese pacto con un Dios desconocido y recibo silencio. Porque ya no deseo más, y que mi falta de propósito aún pudiera servirles a ellas. Me avergüenzo de mi autocompasión, pero es la arena que ha quedado entre mis dedos. 

Desde hace semanas ando sonámbulo por pasillos nocturnos con puertas cerradas, de luces trémulas y de materia espesa. Me siento contra la pared y espero a que el sol aparezca para empezar un nuevo día de condena. Sin buscar redención, porque no sé de qué redimirme, sin cesar de sentir la culpa punzante por todo el dolor del mundo y del mío propio, por desdén de mí. Acaso cuando sepa que también carece de importancia conquiste mi libertad, aunque será huera y seca. Quien lo sabe. Ahora un silbido recorre mis oídos y pienso que es el sentimiento de desprecio que sentirá quien lea esto. Está bien así; todo debe ser cumplido.




domingo, 23 de febrero de 2025

Dolor y gloria (1). Cualquier febrero.

Los sabios han enseñado a amar la alegría y evitar la tristeza. Me apresuré a seguirlos, pero he observado en mi solitaria vida que la esperanza y la desilusión son el mismo precipicio. En mi experiencia en los días prestados por el destino, muchas veces me ha avergonzado mi alegría insolente y mi tristeza serena me causó consuelo. Largos son los días de esta vida tan corta, antes de viajar al reino de poniente, de donde nadie vuelve.

He aprendido la doctrina de los estoicos, pero rechazo la resignación como la verdad. He estudiado las enseñanzas de Epicuro el ligero, pero no he sabido encontrar en el placer el olvido del dolor. Antes bien me lo ha procurado, como un saurio que se mordiera la cola. Los ritos de Egipto y Babilonia y los misterios me resultan la superstición más dañosa: aquella que cree que el ritual puede suplantar al espíritu que sopla donde quiere. También he visto que los votos formulados por el bien del prójimo son breves y olvidadizos, mientras que las maldiciones contienen una enojosa tendencia a cumplirse. Por eso, de los castigos que el camino me mostró para herirme los he usado todos. Y, si bien no había alegría en ello, tampoco puedo afirmar haberme entristecido por hacerlo. Siempre he sentido el don de la vida como una broma pesada que alguien ha gastado para divertirse de mí. Y al comprenderlo, gran parte del dolor ha cesado. Porque soy consciente de que el sol es demasiado ardiente, la noche tan fría, los insectos pican y los monstruos acechan. El ojo se cansa de ver, las vanas palabras fatigan el oído, que anhela el silencio, y las piernas desean caer y el corazón nunca cesa de soñar y sueña demasiado para saber ser feliz.

He recorrido un camino entre luces y noches, la bruma que oculta el sol y la mañana esplendorosa. No pesa a mi corazón haber flaqueado y haber detestado tanto el sufrimiento como la ambición. Pues he observado que la comedia humana se nutre de sus exaltaciones y la fortuna después huye del que acaricia ahora, y que el amor humano es flaco y voluble y se pudre con la lluvia y se agosta con el mucho sol, como la flor más caprichosa. Porque la vida parece algunas noches una ceniza caliente que hace toser y la muerte una onda de agua fresca, allá donde el esclavo se ve libre de su amo y la angustia se desvanece.

Y ahora que siento que cualquier fin está cerca y el vino ya no aligera la lengua sino que hace pesado el juicio, llamo a cualquier puerta que pudiera esconder una respuesta o una duda, mientras el mundo agoniza y la justicia se apaga y la fuerza y la codicia parecen ser todo lo que existe. Contemplo el río que corre hacia la mar sobre el lomo del tiempo, y la clepsidra mide un tiempo extraño que ya ha cesado de ser el mío, mientras la herida interior vuelve a sangrar, manando desde una noche oscura que crece dentro y contra un horizonte desconocido que sólo iluminan violentos rayos, para que se cumpla lo escrito, pues sólo conquistará su propio dolor quien alguna vez rozó su gloria.




domingo, 16 de febrero de 2025

For the love of a lousy buck, I've watched them die... 16/02/25

Detesto la época en que vivo. Supongo que entre otras cosas por la adoración del dinero fácil y rápido, la ansiedad de su signo y la ceguera de su busca incesante. He sufrido el triste sino de nacer excéntrico en un país gregario hasta la nausea. Y cuando conocí más gente, era igual a la otra. Detesto haberme encerrado contra las reglas del mundo y participar del juego, formar una estatua que me encarcela y desde la cual nadie sabrá que grito, aquella que las misteriosas lágrimas no logran derretir. De todas las abyecciones presentes, la peor es la que relaciona el dinero fácil, el dominio y la impresión de que todo no es sino un obstáculo legítimamente derribable para satisfacer cualquier impulso, apetito y deseo. La idea de que el mundo y la vida deben algo a cualquiera y ese pecado original del otro justifica todo contra él. La cobardía repugnante de los sueños de violencia redentora y entusiasmo por la brutalidad y los mastuerzos. El tribalismo arrasador. Todo parece estar relacionado con la detestable  hipertrofia del ego, individual o colectivo.

El dinero es bueno. Otorga autonomía y descanso. Da libertad a los que estamos siempre amenazados por la precariedad de la vida. Pero tiene un inconveniente muy serio: cuando se le da mayor importancia de la suya, la importancia de lo demás se difumina. En fin, supongo que pasa con todo. pero las experiencias agrias de sumisión y sometimiento que provoca lo hace particularmente sensible. Cuando esas dinámicas son tangenciales a la obsesión con lo fácil, lo inmediato, lo desechable para conseguir una satisfacción mayor, se llega a una tiranía social peligrosa, la de que nada importa salvo YO, con mayúsculas y resaltados. y el YO no es mas que una serie de impulsos contradictorios tan abigarrados e inaprensibles que es tentador pensar que es apenas más que una ilusión , la sombra de un sueño.

Sí, he visto a muchos que hubiesen podido sobreponerse a la sombra, pero el amor de un puñado de billetes les hizo caer. Tengo que perder el yo y dejar que mi conciencia se transforme en muchas, antes de volver a la universal que lo gobierna y explica todas, mientras el viento aulla en mis cristales y la lluvia repica y las aves se esconden, y el mar se pierde en la noche, antes de poder mirar más lejos en la oscuridad, cuando llegaremos a encontrar todas las respuestas.

martes, 4 de febrero de 2025

Ensayo sobre la ceguera. Cuatro de febrero.

El otro día estuve viendo un docudrama sobre la historia de Moisés y el Éxodo. No era muy bueno, pero tampoco estaba tan mal. El caso es que en torno a interpretaciones bastante literales de todo el relato (en mi modesta opinión es casi todo relato legendario, pero bueno, no importa mucho), hubo un detalle que me llamó la atención. Cuando se narra que "el ángel de la muerte" (incluso al autor le pareció impactante añadir el nombre de Yahvé) mato a los primogénitos pero salvó a una persona que había ayudado a Moisés. Una de las entrevistadas lo toma como el mensaje de bondad de Dios y de recuerdo de un acto anterior ya que era un egipcio primogénito que había ayudado a Moisés antes. Y qué queréis que os diga. Todo arreglao, a otra cosa.

Pienso que el hombre moderno ha subrogado a las diferentes tribus de las que forma parte su inmoralidad privada para erigir su propia buena conciencia personal en manifestaciones de virtud pública. Pero acaso esto no es nada nuevo, es lo más probable. Siervos de una condición precaria, los anhelos más altos están amenazados por casi cualquier contingencia nimia. Y ante cualquier hecho hay una interpretación que puede llegar a ser amable. La ceguera puede ser total con los ojos abiertos, sabiendo dónde no mirar y donde enfocarlo todo.

Esto es lo que me da miedo, en mis días que se acumulan como escombros de esperanza: La perpetua dificultad de ser uno, de estar limpio en el corazón, de no cegarse ni soñar tanto que los sueños te aten. Entre las nubes negras que velan los luceros que deberían asomarse al fin de la tarde, entre el viento desapacible que cae sobre nosotros antes de que caiga la noche, sobre los ruidos, los rumores, graznidos y susurros, deseo ver, deseo que la escama se despoje de los ojos y muestre luz o penumbra, angustia o alegría, pero que lo muestre. Es mejor desafiar a un Dios que ocultarse entre la bruma, ahora que se ha hecho tan tarde, con el corazón encogido y con los ojos cerrados.

miércoles, 29 de enero de 2025

Nada importan. 29 de enero.



Yo también fui engañado mucho tiempo. Pensé que eran capaces de moldear realidades, sanar o dañar, crear belleza. Todo eso para ver que hoy son una marejada de equívocos, sinsentidos y malicia contra la realidad. Era un simple, o lo soy, creía que las palabras designaban una relación con los objetos del mundo y del deseo. Todo eso fue antes de la caída. Ha llegado el momento de ver que hay un torrente de palabras huecas para cada asunto y realidad y que los juegos del lenguaje distorsionan y ocultan lo poco que puede expresarse en un trampantojo de malos entendidos y astucia para cubrir de palabras lo que no se puede expresar
 
El embrujo del lenguaje es poderoso. Hemos creado códigos para nombrar lo que no puede ser nombrado y tratar de encontrar lo que está fuera de nosotros y lo que está más adentro y no conocemos. Hemos dado en usarlo como si nos diera algún poder o comprensión. No puede. Las palabras no importan. Cualquier idiota puede juntarlas para crear una historia, un poema o una sátira. Nadie puede hacer brotar el retoño más nimio. La primacía de la opinión sobre lo opinado ha traído varias desgracias; no es la menor la profusión de todos los que han decidido, por esnobismo o impostura, no hablar claro. Todos los que han decidido añadir oscuridad envolviendo todo en ambigüedad y desgastando el uso, añadiendo profusamente notas a pie de página de la realidad, antes que dejarla respirar y fluir tal cual es. Platón desconfiaba de la escritura y argumentaba que quienes no son capaces de llegar a la esencia de las cosas, de conocer, sólo tienen opinión. Yo no soy Platón, obviamente, pero Platón y yo vamos a tope con esto.

Son interminables hoy, me culpo por buscarlas. Los temas no se tratan respecto a su importancia; el exceso de tiempo ocioso determina la extensión de discusiones interminables, banales. Quienes son más duchos en los juegos del lenguaje aprenden que muchos creerán que la ductilidad del habla y la escritura, que acogen cualquier absurdo, son tomadas por certezas. Es tentador no aprovechar la oportunidad. Pero nada importan. De nada puede hacerse crecer una realidad con simples vocablos, si no es a través del engaño y el fraude. A toda la ceremonia de la confusión que requiere el espectáculo perpetuo hay que añadir sin cesar mas palabras, palabras, palabras, hasta que descubramos que son hojas muertas que ocultan un vacío. Son tentadoras y atractivas porque ofrecen la ilusión de superioridad sobre lo que pretenden designar. No hay tal. Nada más. 

Y como yo no tengo otra cosa, aún acudo a ellas, precario y confuso y trato de describir lo que no sé sentir, lo que no sé pensar, lo que me quema y me mata aunque esté de pie, lo que deseo contar de la realidad a la que no llego y entrever de un misterio que me está vedado, para hablar de la mar, el viento y las aves, de las luces y las gotas tras los cristales, del acero y los rumores que la noche apaga, aunque todo sea diferente, romo, apagado, aunque lo que uno dice sea olvido y miseria, aunque no sepan hacer compañía a pesar de sus promesas, aunque naufraguen contra lo único que importa, aunque no sirvan ni nunca hayan servido...para nada.

lunes, 20 de enero de 2025

Lo extraordinario. 20.01.2025.

Hace unas semanas recibimos una noticia devastadora. Durante algunos días, me acerqué al cementerio. Ya lo sabéis, son lugares de silencio abrumador y tristeza. Cada lugar, una historia interrumpida. La niebla y el frío no podían igualarse con la desolación que uno siente a veces. Y no obstante, hubo un detalle que testimonia lo extraordinario, aquello que no solemos ver o que nos parece mentira.

Casi todas las lápidas estaban cuidadas, muchas con flores recientes, signos de recuerdo. Puede que lo peor de perder a alguien sea el desierto que abre para siempre entre los corazones, la imposibilidad del encuentro. Queda sin embargo la voluntad del recuerdo, la fortaleza del amor y la rebelión contra el orden del mundo. Saber que lo inexorable es inaceptable es extraordinario y puede ser bello en silencio.

Puede que fuera más sensible a ello; quizá necesitaba olvidar. El hecho es que me di cuenta de que los gestos cotidianos abundan y son extraordinarios. Pasear a los niños pequeños y llevarlos a jugar a los parques. La ayuda impulsiva a quien está apurado. La solidaridad y el ánimo. No somos perfectos, pero somos mejores de lo que creemos y lo que la propaganda antihumanista hoy declama.

Nada sirven algunos actos contra golpes que parecen del odio de un Dios. Por eso se hacen, porque no sirven para nada. Y a la vez, es extraordinario que existan. Me gusta pensar de que son el testimonio mas vivo y claro de que la belleza es verdad y la verdad belleza. Si no fuera así, seguiría admirándolos. Hacen el mundo habitable. Crean el espacio humano. Quizá sea lo poco que quedará de nosotros. El pensamiento se alegra con esta esperanza, a la vez que el silencio cae sobre las ventanas oscuras, mientras el rio entra en la noche y entre luces borrosas se abre camino hacia alguna parte.




martes, 14 de enero de 2025

14 de enero de 2025. La amargura de los camaleones.

Quizá incluso mueras sin saber que no les importas. La ola, el temblor, el virus, la circunstancia terrible llegará mientras crees que los monumentos de recuerdo, los homenajes significan algo. 

Nunca fue distinto, pero nunca había sido tan transparente; cuerpos sociales hipertrofiados alimentan en la penumbra bajas pasiones y la alegría natural del corazón se endurece entre susurros de miedo. Entonces, cada pugna es vista como supervivencia y todo está permitido. Por eso vivimos sin la calidez de la ternura humana. Por eso traicionamos nuestros deberes con la vida: la compasión y la rebelión.

Los camaleones prosperan contra la caída de la tarde, en oscuridades ambiguas, amargura dejan. Sabe que si sufres una desgracia que incomoda al poder, serás olvidado, manipulado. No hay abuso más injusto que aquel dirigido contra los muertos. Lamentablemente, no te hagas ilusiones, sabe que otros te quitarán la voz para gritar por ti si les hace falta. No pintamos nada.

Todo esto es cierto, yo creo. Pero no queda sino batirse. Sin ira y sin odio, sin saber nada del remordimiento, no le des al miedo la coraza que exige. Entrelaza en tu vida la dulzura de la esperanza y la audacia de la desesperación. Que sea esa tu fuerza y tu aspiración a la felicidad. Y que el mar, tibio como unos labios, y el cielo, hermoso como una promesa, se unan sobre ti con energía y fiereza, para cuando el reino inmóvil llegue a ti des a la tierra de vuelta lo que te presta hoy. Y aunque no importemos, seremos dueños perpetuos de nuestro silencio. 

La ciudad se va a dormir, entre designios poderosos para los que somos nada, como tampoco lo somos para el río que corre y suspira, para el río implacable que nos lleva.